Tiempo después
5.5
8,288
Comedia. Fantástico
En el 9177, mil años arriba, mil años abajo -que tampoco hay que pillarse los dedos con estas minucias-, el mundo entero (y según algunos, el universo también) se ha visto reducido a un solo Edificio Representativo y a unas afueras cochambrosas habitadas por todos los parados y hambrientos del cosmos. Entre todos estos desgraciados está José María, un tipo que decide que salvando ciertas dificultades, y mediante la venta en el Edificio ... [+]
9 de agosto de 2020
9 de agosto de 2020
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Es admirable el intento de traer al presente una historia absurda como fue la mitificada Amanece que no es poco. Pero se queda en intento, y termina siendo un homenaje que no está a la altura al propio Jose Luis Cuerda, que ya no puede defenderse estando en la gloria.
La película no funciona principalmente por falta de ritmo, el lenguaje no acaba de resultar cómico con las claves de la comunicación de hoy, y el absurdo que se le espera y al que apunta no acaba de atinar. Una gran decepción pero que se lleva con honra: lo he intentado, y a pesar de no ser muy disfrutable ni dejar ninguna huella, he entendido lo que pretendían (absurdo) que se queda muy difuminado con lo que consiguen (ridículo).
La película no funciona principalmente por falta de ritmo, el lenguaje no acaba de resultar cómico con las claves de la comunicación de hoy, y el absurdo que se le espera y al que apunta no acaba de atinar. Una gran decepción pero que se lleva con honra: lo he intentado, y a pesar de no ser muy disfrutable ni dejar ninguna huella, he entendido lo que pretendían (absurdo) que se queda muy difuminado con lo que consiguen (ridículo).
30 de agosto de 2020
30 de agosto de 2020
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Amanece que no es poco es para mi una película que me divierte cada vez que la reviso. Por eso me da pena haberme aburrido con su (aparente) continuación. No me divierte. Es más, a veces me irrita, porque, como si lo hicieron los personajes de la primera, no consigue que me crea los personajes que aparecen, no consigue que me crea la película. Es una pena. No le voy a poner menos nota porque puede ser que mi cabeza haya sido excesivamente exigente con Cuerda (que en paz descanse), pero, en fin, que le vamos a hacer...
14 de septiembre de 2020
14 de septiembre de 2020
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309/19(13/09/20) Decepcionante canto del cisne de José Luis Cuerda, distopía (se dice estramos en el 9177) basada en su novela homónima de 2015, esperándome los efluvios del humor surrealista del maravilloso mediometraje “Total”, del arrollador “Amanece que no es poco” o del irregular pero con buenos momentos “Así en el cielo como en la tierra”, pues venía anunciada como el cierre de la tetralogía del surrealismo de Cuerda, pero lo que me encuentro es un argumento que parecen descartes de todas estas referidas, gags desechados por falta de calidad que Cuerda ha metido en esta mediocre cinta. Las señas de identidad están ahí, como en el reparto coral poblado de nombres famosos, pero no de actores con el carisma de los films pretéritos, con quien puedes comparar a estos con Agustín González, Manuel Alexandre, Luis Ciges, Paco Rabal, Chus Lampreave, José Sazatornil, Cassen, Luis Ciges, Aurora Bautista, Enrique San Francisco, Pastora Vega, Chus Lampreave, María Luisa Ponte, Rafael Alonso, María Isbert, pues se te cae el alma al suelo en el reflejo con presencia de Blanca Suárez, Roberto Álamo, Antonio de la Torre, Carlos Areces, Secun de la Rosa, Manolo Solo, Joaquín Reyes, Raúl Cimas, Berto Romero, o Arturo Valls (este productor de la película), Gabino Diego y Miguel Rellán (estos dos últimos únicos que repiten con el cineasta de Albacete). Pero esto no es lo malo, lo peor es que se les da a estos unos roles con unas frases que parecen enmohecidas, metidas con calzador en su boca, la crítica sociopolítica me resulta rancia en su taque penos a la monarquía en la caricaturización de Gabino Diego como el As de Bastos, en su crítica a las Fuerzaqs Armadas, guiñolizando a una pareja de Guardias Civiles (los únicos que quedan), uno de ellos escocés y con kilt, y por las noches amantes, hay también un Oficial de Marina expeditivo argentino del que también hay su burla, en su crítica a la Iglesia en la figura del desapreciado Antonio de la Torre como clérigo (ah, también hay un monje enamorado de una monja, puaj!), en su crítica infantiloide al capitalismo en el escenario de un edificio donde viven los que tienen trabajo estratificado, y afuera en el bosque residen en chabolas los que están en el paro, una lucha de clases mostrada con nivel de parvulario incluso en su humor tontorrón. Expone a una izquierda con efluvios a los del Mayo del 68, sin trabajo que quieren invadir la Tierra Prometida del edificio (en medio del Monument Valley) como revolucionarios low cost. Hay un sinfín de diálogos sin gracia alguna, donde el ingenio de las anteriores ha quedado en el olvido, no hay una sola frase que recordar. Un hilo narrativo idiotesco, donde el encanto costumbrista del escenario de las de antes en pueblos rurales se ha perdido por algo desnaturalizado, y no me vale que estamos muy en el futuro, pues también loe estábamos en “Total” y se filmó en pueblos campestres sorianos. Todo es de una falta de frescura que echa para atrás, los chistes resultan sosos en sus ansias filosóficas que intentan descolocar y lo que provocan es una mueca retorcida (por lo menos a mí): Una película que con 100 minutos se llega a hacer larga, y no hay nada peor para una comedia, es como si a Cuerda los años le hubieran hecho perder el fuelle e inventiva de antaño. Llega a parecer que es la excusa para un buen puñado de amigos para reunirse y pasárselo bien con un reputado director, pero mi conclusión es que se lo pasaron mejor ellos que los espectadores.
“En la programación televisiva de 1983 se manifestó algo casi paranormal: una concisa ficción ambientada en un Londres post-apocalíptico que se parecía bastante a un pueblo soriano. Se titulaba “Total”, la dirigía José Luis Cuerda y en ella había bastante más que ingenio al servicio de una comedia excéntrica: ahí fundaba el cineasta su propio territorio expresivo, sería prolongado en posteriores títulos como “Amanece que no es poco” (1989), “Así en el cielo como en la tierra” (1995) y este “Tiempo después” (2018) que se presenta como el cierre de un ciclo. Con “Total”-y lo que vendría-, Cuerda, en un gesto que tenía más de desvío respetuoso que de combativa herejía, rompía con el gran modelo dominante en la comedia española –el costumbrismo azconiano/berlanguiano- para proponer un nuevo código que fertilizaría vocaciones futuras. “Lo mío no es surrealismo, sino pegarle un revolcón a la lógica, fajarse con ella cuerpo a cuerpo y retorcerle el pescuezo hasta que vomite sus últimos argumentos”, escribiría Cuerda años más tarde. A través de la reducción al absurdo de la tradición costumbrista, el cineasta abrió la puerta a, entre otras muchas cosas, un porvenir de humor chanante en constante exploración de nuevos lenguajes.”
Por salvar algo, tiene su punto humorístico la sub trama entre los dos peluqueros encarnados por Arturo Valls y Betrto Romero, con este último dando vida a un barbero que mientras corta barbas declama poesías con mucho dramatismo y tiene una audiencia que se harta de reír al escucharlo, teniendo envidia el personaje al que embiste Valls de su éxito frente a su fracaso. También son gráciles los momentos que tiene el siempre competente Miguel Rellán como rígido guardia civil, como es eficaz con su flema Ricardo Areces como portero del edificio. Tiene algo de humor el entrenamiento de los soldados voladores, pero luego esto no tiene importancia alguna en el desarrollo. Todo esto son escasitos oasis, pero tampoco demasiado, pues en medio de tanto erial una pequeña luz luce más. Con el resto del elenco cabe mencionar el crimen que es no exprimirlo, y pareciendo un desfile de cuasi-cameos estirados sin anda ingenioso que mostrar.
Me queda un película tristemente olvidable, pues ha sido la última de Cuerda, que merecía mejor broche a su carrera. Fuerza y honor!!!
“En la programación televisiva de 1983 se manifestó algo casi paranormal: una concisa ficción ambientada en un Londres post-apocalíptico que se parecía bastante a un pueblo soriano. Se titulaba “Total”, la dirigía José Luis Cuerda y en ella había bastante más que ingenio al servicio de una comedia excéntrica: ahí fundaba el cineasta su propio territorio expresivo, sería prolongado en posteriores títulos como “Amanece que no es poco” (1989), “Así en el cielo como en la tierra” (1995) y este “Tiempo después” (2018) que se presenta como el cierre de un ciclo. Con “Total”-y lo que vendría-, Cuerda, en un gesto que tenía más de desvío respetuoso que de combativa herejía, rompía con el gran modelo dominante en la comedia española –el costumbrismo azconiano/berlanguiano- para proponer un nuevo código que fertilizaría vocaciones futuras. “Lo mío no es surrealismo, sino pegarle un revolcón a la lógica, fajarse con ella cuerpo a cuerpo y retorcerle el pescuezo hasta que vomite sus últimos argumentos”, escribiría Cuerda años más tarde. A través de la reducción al absurdo de la tradición costumbrista, el cineasta abrió la puerta a, entre otras muchas cosas, un porvenir de humor chanante en constante exploración de nuevos lenguajes.”
Por salvar algo, tiene su punto humorístico la sub trama entre los dos peluqueros encarnados por Arturo Valls y Betrto Romero, con este último dando vida a un barbero que mientras corta barbas declama poesías con mucho dramatismo y tiene una audiencia que se harta de reír al escucharlo, teniendo envidia el personaje al que embiste Valls de su éxito frente a su fracaso. También son gráciles los momentos que tiene el siempre competente Miguel Rellán como rígido guardia civil, como es eficaz con su flema Ricardo Areces como portero del edificio. Tiene algo de humor el entrenamiento de los soldados voladores, pero luego esto no tiene importancia alguna en el desarrollo. Todo esto son escasitos oasis, pero tampoco demasiado, pues en medio de tanto erial una pequeña luz luce más. Con el resto del elenco cabe mencionar el crimen que es no exprimirlo, y pareciendo un desfile de cuasi-cameos estirados sin anda ingenioso que mostrar.
Me queda un película tristemente olvidable, pues ha sido la última de Cuerda, que merecía mejor broche a su carrera. Fuerza y honor!!!
21 de septiembre de 2020
21 de septiembre de 2020
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Es difícil decir esto, pero Amanece que no es Poco no me gustó, y encima soy de Albacete. Entiendo la pasión, su importancia y que guste, pero probablemente llegué demasiado tarde a ella. En cualquier caso, creía conveniente decirlo a la hora de contextualizar mi valoración de esta sucesora espiritual.
José Luis Cuerda presenta una película graciosa a ratos, pero con demasiada necesidad de buscar la ironía sociopolítica de la realidad del país. De alguna forma, lo que deberían ser gags frescos con un mensaje, acaban siendo situaciones un poco forzadas de más que en realidad no tapan lo que acaba pareciendo una reunión de muchos amigos y caras conocidas sin más. No se ve tan fresca y se hace un pelín larga. Desgraciadamente Cuerda suena, sin buscar ofender a nadie, como un anciano que entra en bucle con un mismo tema que ya hemos oído demasiadas veces, y por ello carece de tanta trascendencia.
Lo verdaderamente irónico es que desde lo absurdo de la película, se acaban reflejando realidades demasiado contemporáneas. Probablemente ahora mismo estamos viviendo en una simulación de José Luis Cuerda.
José Luis Cuerda presenta una película graciosa a ratos, pero con demasiada necesidad de buscar la ironía sociopolítica de la realidad del país. De alguna forma, lo que deberían ser gags frescos con un mensaje, acaban siendo situaciones un poco forzadas de más que en realidad no tapan lo que acaba pareciendo una reunión de muchos amigos y caras conocidas sin más. No se ve tan fresca y se hace un pelín larga. Desgraciadamente Cuerda suena, sin buscar ofender a nadie, como un anciano que entra en bucle con un mismo tema que ya hemos oído demasiadas veces, y por ello carece de tanta trascendencia.
Lo verdaderamente irónico es que desde lo absurdo de la película, se acaban reflejando realidades demasiado contemporáneas. Probablemente ahora mismo estamos viviendo en una simulación de José Luis Cuerda.
25 de diciembre de 2020
25 de diciembre de 2020
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Continuación natural de "Amanece que no es poco" aunque ni sus personajes ni su argumento se le parezcan. Su tono surrealista y sus diálogos alambicados y pseudo filosóficos vuelven, esta vez, con mayor mensaje político. En un mundo reducido a un único rascacielos, un parado procedente de un poblado chabolista intenta entrar en el edificio para vender zumo de limón. Pero por voluntad del rey se le atribuye un crimen que no cometió, lo que desata una guerra entre los habitantes del poblado y los residentes en el rascacielos.
Un absurdo de toda absurdidad, que no intenta otra cosa que satirizar la sociedad capitalista, la española concretamente. Hay numerosas alusiones que pocos fuera de nuestras fronteras entenderán, y como toda sátira tienen sus momentos mejores y peores. No es una película para reírse a carcajadas, pero se observa una hilaridad general apreciable, sobre todo si se visiona con una mente abierta y un espíritu crítico. La monarquía con su arbitrariedad y estupidez inherente, la iglesia con su primigenio anhelo de control de masas y su predisposición a la violencia, los poderes públicos con su idiotización e ineficiencia, la juventud por su actitud pasiva y desentendida... Pocos estamentos sociales se libran del mordaz ataque. Inclusos algunas escenas sirven de burla a la propia ideología del director, que aunque se le aprecie el sesgo con claridad, no por ello pierde la oportunidad de reírse de los suyos. Ni el resto dejamos de ver reflejos reales y reconocibles de lo que acontece en nuestro país.
Es una sátira fresca pero no para todos los públicos, y su mayor problema reside en lo que le ocurre a la inmensa mayoría de las producciones españolas recientes: cuesta entender a los actores, en especial a los jóvenes. Ni con esas declamaciones tan teatrales se libran algunos de que los espectadores necesitemos subtítulos para entenderles. A ver, a Miguel Rellán se le entiende de sobra, pero es un actor de toda la vida, no entra en ese saco. ¿En las escuelas de interpretación no les enseñan a pronunciar?
Un absurdo de toda absurdidad, que no intenta otra cosa que satirizar la sociedad capitalista, la española concretamente. Hay numerosas alusiones que pocos fuera de nuestras fronteras entenderán, y como toda sátira tienen sus momentos mejores y peores. No es una película para reírse a carcajadas, pero se observa una hilaridad general apreciable, sobre todo si se visiona con una mente abierta y un espíritu crítico. La monarquía con su arbitrariedad y estupidez inherente, la iglesia con su primigenio anhelo de control de masas y su predisposición a la violencia, los poderes públicos con su idiotización e ineficiencia, la juventud por su actitud pasiva y desentendida... Pocos estamentos sociales se libran del mordaz ataque. Inclusos algunas escenas sirven de burla a la propia ideología del director, que aunque se le aprecie el sesgo con claridad, no por ello pierde la oportunidad de reírse de los suyos. Ni el resto dejamos de ver reflejos reales y reconocibles de lo que acontece en nuestro país.
Es una sátira fresca pero no para todos los públicos, y su mayor problema reside en lo que le ocurre a la inmensa mayoría de las producciones españolas recientes: cuesta entender a los actores, en especial a los jóvenes. Ni con esas declamaciones tan teatrales se libran algunos de que los espectadores necesitemos subtítulos para entenderles. A ver, a Miguel Rellán se le entiende de sobra, pero es un actor de toda la vida, no entra en ese saco. ¿En las escuelas de interpretación no les enseñan a pronunciar?
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