Los sobornados
8.1
12,189
Cine negro. Intriga. Thriller
Tras suicidarse, el policía Tom Duncan deja una carta en la que confiesa haberse dejado sobornar por una banda de gángsters, pero también denuncia la corrupción de altos funcionarios. Cuando el sargento Dave Bannion trata de esclarecer su muerte tropieza con toda clase de obstáculos. (FILMAFFINITY)
10 de febrero de 2010
10 de febrero de 2010
3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
048/10(06/02/10) El magistral realizador alemán Fritz Lang da muestras de lo que es saber hacer un film de cine negro ágil, de los que no se entretienen en detalles superfluos, es un relato de una violencia elíptica atroz, tiene Lang la elegancia de no mostrar la famosa escena de la cafetera (supongo tampoco la censura le hubiera dejado), lo hace fuera de campo, oyéndose los salvajes gritos de quien la sufre, la sensación es brutal. El argumento va de un policía, el sargento Dave Bannion (cumple el trámite Glenn Ford) se ve envuelto en un caso de corrupción en el que su mujer muere, por lo que el asunto deriva en una venganza personal. La cinta lleva los clásicos temas del director teutón, como la corrupción del poder, la ambigüedad moral, la venganza que destruye el alma, todo esto es lo que hace al cine de Fritz bueno, que para él la verdad es una mentira que no se ha descubierto, en la vida no hay blanco y negro hay más colores, los personajes evolucionan, transmitiendo emociones, en este apartado cabe destacar a los secundarios que resultan colosales, primero una Gloria Grahame dando vida a Debby Marsh, la extrovertida y simpática pareja de un matón, realiza un trabajo maravilloso, se come a un Glen Ford que hace lo que puede ante ella, Gloria transmite en todo momento fogosidad, emoción, y cuando lo requiere el personaje se convierte en una leona con sed de venganza que no cejará en su empeño de de destrozar a quién la destrozó, magnífica, el otro que raya a enorme altura es Lee Marvin, su rol es Vince Stone, el matón, crea uno de los villanos más crueles de la historia del cine, está descomunal, borda su papel, es una hiena que se mueve de lujo en este registro. En lo flojo había que decir que a Glenn Ford le viene grande su papel, su expresividad es cero, lo otro es que la historia resulta muy predecible, poco original, no hay sorpresas, todo ocurre conforme a lo previsto, la investigación que lleva a cabo Bannion resulta bastante pueril, muy simplista, es como un toro arremete y los malos se asustan. Como curiosidad me gustaría resaltar la importancia que Lang daba a las escaleras, omnipresentes en sus películas, es para él algo metafórico, lo investigaré! Recomendable a los que gusten de muy buenos thrillers. Fuerza y honor!!!
2 de abril de 2011
2 de abril de 2011
3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Antes de meterme a analizar los pros y contras de la película, me gustaría dejar claros un par de aspectos. Por un lado, ésta es la primera obra de Fritz Lang que veo (sí, algunos nos tomamos con calma esto de los clásicos imprescindibles), digo esto porque siempre habrá algún que otro rasgo de autor que se me escapará y que puede inclinar la balanza en un sentido o en otro. Por el otro, mi experiencia con el cine negro es muy justita y por eso no me molestan en exceso los moldes argumentales ni las características repetitivas que este género puede conllevar.
Dicho esto, y ya hablando de "Los sobornados" que es lo que toca, creo que con mi nota queda bastante claro lo que pienso de ella. Me parece una buena película, entretiene lo suficiente como para que no sea difícil de seguir en ningún momento, pero nada más. Si esto es una obra maestra, lamento decir que se me escapa, que las expectativas de una nota tan alta unidas al nombre de un autor con quien llevaba tanto tiempo esperando empezar pueden haber hecho mella, pero en todo caso sí le encuentro fallos claros.
El primero y más importante es Glenn Ford. Como actor protagonista es una elección pésima, no me transmite nada su actuación y -más importante aún- cada vez que aparece da la sensación de estar en otro mundo. Supongo que el rol del sargento Bannion tiene ciertas características que hacen idóneo un registro más limitado en contraste con otros que requieren más gestualización, pero aún así creo que Ford se pasa de la raya. Pasear la misma cara en todos los diálogos, llueva o nieve, me parece muy excesivo; si además a esto se le une una voz tan monótona y carente de matices, el resultado final dista mucho de ser convincente.
Argumentalmente, su mayor fallo (o más bien carencia) es precisamente el retrato que se nos quiere vender del protagonista. ¿Por qué motivo? Bueno, pues a mí lo que me molesta es principalmente esa introducción de escenas familiares en las que Bannion queda como un buen padre y esposo modélico. A riesgo de resultar un poco sacrílego debo decir que me parecen bastante rancias, creo que al menos esa parte en concreto ha envejecido muy mal.
Otro aspecto más generalizado que me viene resultando difícil de digerir, no en ésta, sino en unas cuantas películas de la época, es la incómoda sensación de encontrarme diálogos que por sí solos tienen jugo y satirizan, tal vez con mucho acierto aún a día de hoy, sobre temas incómodos; pero que en contexto quedan artificiales, como retazos filosóficos introducidos de manera forzada, sin seguir un ritmo natural y estructurando en algunos momentos la película no como un todo sino como una sucesión de escenas que se cortan cuando el personaje en cuestión pronuncia su frase para la posteridad.
Dicho esto, y ya hablando de "Los sobornados" que es lo que toca, creo que con mi nota queda bastante claro lo que pienso de ella. Me parece una buena película, entretiene lo suficiente como para que no sea difícil de seguir en ningún momento, pero nada más. Si esto es una obra maestra, lamento decir que se me escapa, que las expectativas de una nota tan alta unidas al nombre de un autor con quien llevaba tanto tiempo esperando empezar pueden haber hecho mella, pero en todo caso sí le encuentro fallos claros.
El primero y más importante es Glenn Ford. Como actor protagonista es una elección pésima, no me transmite nada su actuación y -más importante aún- cada vez que aparece da la sensación de estar en otro mundo. Supongo que el rol del sargento Bannion tiene ciertas características que hacen idóneo un registro más limitado en contraste con otros que requieren más gestualización, pero aún así creo que Ford se pasa de la raya. Pasear la misma cara en todos los diálogos, llueva o nieve, me parece muy excesivo; si además a esto se le une una voz tan monótona y carente de matices, el resultado final dista mucho de ser convincente.
Argumentalmente, su mayor fallo (o más bien carencia) es precisamente el retrato que se nos quiere vender del protagonista. ¿Por qué motivo? Bueno, pues a mí lo que me molesta es principalmente esa introducción de escenas familiares en las que Bannion queda como un buen padre y esposo modélico. A riesgo de resultar un poco sacrílego debo decir que me parecen bastante rancias, creo que al menos esa parte en concreto ha envejecido muy mal.
Otro aspecto más generalizado que me viene resultando difícil de digerir, no en ésta, sino en unas cuantas películas de la época, es la incómoda sensación de encontrarme diálogos que por sí solos tienen jugo y satirizan, tal vez con mucho acierto aún a día de hoy, sobre temas incómodos; pero que en contexto quedan artificiales, como retazos filosóficos introducidos de manera forzada, sin seguir un ritmo natural y estructurando en algunos momentos la película no como un todo sino como una sucesión de escenas que se cortan cuando el personaje en cuestión pronuncia su frase para la posteridad.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Aun con estos aspectos, en mi opinión, criticables, creo que "Los sobornados" merece la pena. Como la historia detectivesca que es, con su estética característica, sus personajes entrando y saliendo y los giros de guión, proporciona un material de suficiente calidad como para mantener pegado al asiento. Tal vez a quien esté más curtido en este género le puede resultar bastante predecible, a mí no me lo parece y en todo caso los acontecimientos se desarrollan de forma que -excepto en alguna idea un poco precipitada- se delimita claramente cómo llegan los personajes a una u otra situación.
Con lo de las "ideas precipitadas" me refiero sobre todo a la facilidad que por lo visto tiene el sargento para reunir a toda la tropa y mantener a su hija protegida, cuando descubre los planes del villano de turno. No digo que esté mal resuelto, pero me pareció un poco "deus ex machina" esa repentina disponibilidad de sus ex-compañeros de comisaría.
Por otro lado, el personaje de Debby es bastante interesante y, también hacia el final, protagoniza un giro argumental que para mí salva en gran parte los muebles a esta película, descubriéndosele un lado más oscuro que contrasta con la ingenuidad casi estúpida que demuestra durante la obra. Todo esto lo refuerza con una actuación bastante buena (en contraste con el protagonista) en la que los sutiles cambios de entonación juegan un papel clave.
A nivel general, y eso también se lo debo reconocer como acierto, las actuaciones son buenas y creíbles, con lo que incluso un personaje tan excesivo en su maldad como el interpretado como Lee Marvin acojona y transmite con bastante realismo.
En resumen, el problema de "Los sobornados", como digo, es que se haya vendido como una obra maestra y que por tanto las expectativas hagan tanto daño; por lo que de una película decente con puntos de interés bastante bien desarrollados me queda la sensación de haber visto algo en exceso mediocre, poco memorable y, en definitiva, sobrevalorado.
Con lo de las "ideas precipitadas" me refiero sobre todo a la facilidad que por lo visto tiene el sargento para reunir a toda la tropa y mantener a su hija protegida, cuando descubre los planes del villano de turno. No digo que esté mal resuelto, pero me pareció un poco "deus ex machina" esa repentina disponibilidad de sus ex-compañeros de comisaría.
Por otro lado, el personaje de Debby es bastante interesante y, también hacia el final, protagoniza un giro argumental que para mí salva en gran parte los muebles a esta película, descubriéndosele un lado más oscuro que contrasta con la ingenuidad casi estúpida que demuestra durante la obra. Todo esto lo refuerza con una actuación bastante buena (en contraste con el protagonista) en la que los sutiles cambios de entonación juegan un papel clave.
A nivel general, y eso también se lo debo reconocer como acierto, las actuaciones son buenas y creíbles, con lo que incluso un personaje tan excesivo en su maldad como el interpretado como Lee Marvin acojona y transmite con bastante realismo.
En resumen, el problema de "Los sobornados", como digo, es que se haya vendido como una obra maestra y que por tanto las expectativas hagan tanto daño; por lo que de una película decente con puntos de interés bastante bien desarrollados me queda la sensación de haber visto algo en exceso mediocre, poco memorable y, en definitiva, sobrevalorado.
25 de mayo de 2020
25 de mayo de 2020
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
La sensación que te deja una buena película es implacable. Un buen guión que se inicia con una mesa, una carta, una pistola y un disparo… ¡PAM! A partir de ahí, se deshila el ovillo de la literatura visual… Con un Glenn Ford al que redescubrí en mi tercera visión de Gilda… Rita lo eclipsó y se apoderó de este fantástico actor que derrocha emoción por sus pupilas…
El frigo enorme de la cocina hoy nos parece normal, pero en la España de 1953 debió ser un milagro revolucionario. Ese matrimonio que comparte un filete, en una mesa perfectamente compartida…
Y me pregunto, ¿de veras la sociedad está sostenida en trasuntos mafiosos como los que tantas veces hemos visto en la pequeña pantalla? ¿Es ese el peaje que debe pagar el capitalismo, el hecho de dejar al Estado al margen?
El frigo enorme de la cocina hoy nos parece normal, pero en la España de 1953 debió ser un milagro revolucionario. Ese matrimonio que comparte un filete, en una mesa perfectamente compartida…
Y me pregunto, ¿de veras la sociedad está sostenida en trasuntos mafiosos como los que tantas veces hemos visto en la pequeña pantalla? ¿Es ese el peaje que debe pagar el capitalismo, el hecho de dejar al Estado al margen?
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
La sencillez con que las imágenes se presentan al espectador es enamoradiza. La tensión llega hasta los bordes de lo insensato, recordándome lo terrible del momento de la explosión del coche a aquel Crack de Garci, con una escena similar, pero con un niño…
23 de enero de 2021
23 de enero de 2021
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Relato criminal que nos arrastra a los bajos fondos en una ciudad siempre cubierta por el manto de la oscuridad incluso a plena luz del día. Relato de asesinos y manipuladores, de traidoras maltratadas...
Y un policía sin casi nada que perder removiéndolo todo hasta sacar a dicha ciudad sus entrañas y dejarla limpia por dentro.
Relatos que a un fanático del cine negro siempre entusiasma, pues sigue siendo una ventana de marco viscoso y visagras oxidadas para mirar a un mundo debajo de lo que nosotros consideramos el mundo real, plagado de escoria pululante y agentes de la ley rectos y duros siempre a la espera de ocuparse de un gran caso o de convertirse en víctimas de algún poderoso hombre de negocios que domina con mano de hierro la sociedad desde su elegante cueva de oropel; la fatalidad, el dolor y la violencia están impresas en cada losa de cada acera que pisan sus protagonistas. A ellos les acaba atrayendo el peligro y la suciedad, y parece que a nosotros también.
Todos estos tics los recoge una de las mejores muestras que nos dio el género en los años '50, cuando de algún modo empezó a volverse más cínico, explícito y abrasivo, tal como le ocurrió al cine de Fritz Lang, cuya reputación como uno de sus mayores expertos no dejaba de crecer. El proyecto de "The Big Heat" le llega cuando Columbia compra los derechos del serial y después novela escritos por el criminalista y autor William McGivern, quien vio varias de ellas adaptadas a la gran pantalla ("Apuestas contra el Mañana", "Burlando la Ley"); no obstante el guionista Sydney Boehm terminó modificando muchos detalles del texto original, algunos cruciales.
Si el "noir" es sinónimo de desgracia y fatalidad, "The Big Heat" (no soy muy amigo de las traducciones que hacen de títulos clásicos) corresponde a ello por pleno derecho al iniciarse con un suicidio. Un policía acomodado llamado Tom Duncan (Deery en la novela) deja la incógnita de su propio asesinato al duro detective de homicidios Bannion, encargado de resolver el caso, individuo que Lang tendrá la gentileza de presentarnos no sólo en su trabajo sino en su vida íntima; no se trata de un huraño solitario, sino de un padre de familia felizmente casado.
Este reducto de calidez sirve para que simpaticemos con el dolor del protagonista y sus ansias de venganza una vez sea atacado por los secuaces de un maestro de ceremonias de nombre Lagana, quien tras su máscara de respetabilidad sólo oculta unas manos ensuciadas por la mugre del submundo donde opera en realidad. Pero el director y Boehm nos engañan de primeras, siguiendo a Bannion en los pasos de su investigación por los escenarios y conociendo a los personajes que perfilan el imaginario tan propio del cine negro, como Stone y su novia Debby (él, un repelente asesino carente de toda moralidad; ella, una pizpireta joven amante del lujo y la vida ociosa).
De repente será Stone, no Lagana, quien ocupe el lugar del villano, y tres mujeres de las más distinta condición girarán en torno al detective: esta Debby, la viuda de Duncan y su propia esposa Kate, si bien las circunstancias crean un poderoso triángulo protagonista (Bannion, Debby y Stone). En efecto Lang se vuelve pesimista, y no tarda en hacer que la tragedia irrumpa en la vida de su protagonista, y por accidente ("Fatalidad...¿y qué se puede hacer contra la fatalidad?", decía el Riedenschneider de "La Jungla de Asfalto"); esta ruptura (a partir de una sorprendente escena que aun así era fácil de intuir) ennegrece la historia aún más.
Desde este momento lo que predica el cineasta es una completa deshumanización y degeneración general, tanto física (a través del personaje de Debby) como emocional, volviéndose los males en contra del antes audaz pero recto policía, quien se transforma en un tipo amargo devorado por las ansias de venganza y cada vez más cerca de atravesar la delgada línea que le mantiene del lado del Bien a cada paso que da, amenazando con escorarse del lado del Mal, precisamente donde moran aquellos repulsivos seres de quienes pretende vengarse.
Así, Bannion, encarnado por un rabioso Glenn Ford cuyos ojos escupen fuego en cada secuencia y cuyos puñetazos hacen daño hasta al espectador, parece precipitarse a su propia autodestrucción con tal, ya no de esclarecer el asesinato inicial, sino de atrapar a los responsables del ataque a su hogar; los distintos funcionarios que atraviesan la película (Wilks, Higgins, quien no aparece en la novela) no son sino un estorbo para la cruzada sangrienta del protagonista (de ahí que sean veteranos de guerra que operan de forma clandestina los encargados de proteger a su hija en lugar de agentes de policía oficiales).
Las atmósferas dispuestas por el director, su nervio tras la cámara y la excelente labor de fotografía de Charles Lang, además del diseño artístico de Robert Peterson, nos sumerge de lleno en el universo "noir" más áspero y turbio que podamos imaginar; esta intensidad viene reforzada por trepidantes secuencias de acción como el duelo final (cuyo clímax entre Bannion y Debby, encarnada por una más que magnífica Gloria Grahame, brinda uno de los momentos más agrios y dramáticos de todo el género) u otras donde se hace uso de una extraña violencia capaz de revolvernos las tripas.
Todas ellas provocadas por Stone, a quien da vida un joven Lee Marvin perfecto para el papel: esa donde aquél agrede a una mujer en el bar o la famosa escena del café ardiendo, realmente fuerte para la época (la violencia de los bajos fondos contra la figura femenina se condena sin concesiones); y en el papel de Kate la hermana de Marlon Brando, Jocelyn.
Ciertos puntos no juegan a su favor (lo tópico de su trama, la revelación tan temprana de la identidad de Lagana y las artimañas de Duncan y otras diferencias con el libro), pero Lang alcanza instantes soberbios en este visceral y negrísimo relato policíaco, mientras que el éxito del dúo Ford/Grahame hizo que los volviera a juntar en "Deseos Humanos".
Y un policía sin casi nada que perder removiéndolo todo hasta sacar a dicha ciudad sus entrañas y dejarla limpia por dentro.
Relatos que a un fanático del cine negro siempre entusiasma, pues sigue siendo una ventana de marco viscoso y visagras oxidadas para mirar a un mundo debajo de lo que nosotros consideramos el mundo real, plagado de escoria pululante y agentes de la ley rectos y duros siempre a la espera de ocuparse de un gran caso o de convertirse en víctimas de algún poderoso hombre de negocios que domina con mano de hierro la sociedad desde su elegante cueva de oropel; la fatalidad, el dolor y la violencia están impresas en cada losa de cada acera que pisan sus protagonistas. A ellos les acaba atrayendo el peligro y la suciedad, y parece que a nosotros también.
Todos estos tics los recoge una de las mejores muestras que nos dio el género en los años '50, cuando de algún modo empezó a volverse más cínico, explícito y abrasivo, tal como le ocurrió al cine de Fritz Lang, cuya reputación como uno de sus mayores expertos no dejaba de crecer. El proyecto de "The Big Heat" le llega cuando Columbia compra los derechos del serial y después novela escritos por el criminalista y autor William McGivern, quien vio varias de ellas adaptadas a la gran pantalla ("Apuestas contra el Mañana", "Burlando la Ley"); no obstante el guionista Sydney Boehm terminó modificando muchos detalles del texto original, algunos cruciales.
Si el "noir" es sinónimo de desgracia y fatalidad, "The Big Heat" (no soy muy amigo de las traducciones que hacen de títulos clásicos) corresponde a ello por pleno derecho al iniciarse con un suicidio. Un policía acomodado llamado Tom Duncan (Deery en la novela) deja la incógnita de su propio asesinato al duro detective de homicidios Bannion, encargado de resolver el caso, individuo que Lang tendrá la gentileza de presentarnos no sólo en su trabajo sino en su vida íntima; no se trata de un huraño solitario, sino de un padre de familia felizmente casado.
Este reducto de calidez sirve para que simpaticemos con el dolor del protagonista y sus ansias de venganza una vez sea atacado por los secuaces de un maestro de ceremonias de nombre Lagana, quien tras su máscara de respetabilidad sólo oculta unas manos ensuciadas por la mugre del submundo donde opera en realidad. Pero el director y Boehm nos engañan de primeras, siguiendo a Bannion en los pasos de su investigación por los escenarios y conociendo a los personajes que perfilan el imaginario tan propio del cine negro, como Stone y su novia Debby (él, un repelente asesino carente de toda moralidad; ella, una pizpireta joven amante del lujo y la vida ociosa).
De repente será Stone, no Lagana, quien ocupe el lugar del villano, y tres mujeres de las más distinta condición girarán en torno al detective: esta Debby, la viuda de Duncan y su propia esposa Kate, si bien las circunstancias crean un poderoso triángulo protagonista (Bannion, Debby y Stone). En efecto Lang se vuelve pesimista, y no tarda en hacer que la tragedia irrumpa en la vida de su protagonista, y por accidente ("Fatalidad...¿y qué se puede hacer contra la fatalidad?", decía el Riedenschneider de "La Jungla de Asfalto"); esta ruptura (a partir de una sorprendente escena que aun así era fácil de intuir) ennegrece la historia aún más.
Desde este momento lo que predica el cineasta es una completa deshumanización y degeneración general, tanto física (a través del personaje de Debby) como emocional, volviéndose los males en contra del antes audaz pero recto policía, quien se transforma en un tipo amargo devorado por las ansias de venganza y cada vez más cerca de atravesar la delgada línea que le mantiene del lado del Bien a cada paso que da, amenazando con escorarse del lado del Mal, precisamente donde moran aquellos repulsivos seres de quienes pretende vengarse.
Así, Bannion, encarnado por un rabioso Glenn Ford cuyos ojos escupen fuego en cada secuencia y cuyos puñetazos hacen daño hasta al espectador, parece precipitarse a su propia autodestrucción con tal, ya no de esclarecer el asesinato inicial, sino de atrapar a los responsables del ataque a su hogar; los distintos funcionarios que atraviesan la película (Wilks, Higgins, quien no aparece en la novela) no son sino un estorbo para la cruzada sangrienta del protagonista (de ahí que sean veteranos de guerra que operan de forma clandestina los encargados de proteger a su hija en lugar de agentes de policía oficiales).
Las atmósferas dispuestas por el director, su nervio tras la cámara y la excelente labor de fotografía de Charles Lang, además del diseño artístico de Robert Peterson, nos sumerge de lleno en el universo "noir" más áspero y turbio que podamos imaginar; esta intensidad viene reforzada por trepidantes secuencias de acción como el duelo final (cuyo clímax entre Bannion y Debby, encarnada por una más que magnífica Gloria Grahame, brinda uno de los momentos más agrios y dramáticos de todo el género) u otras donde se hace uso de una extraña violencia capaz de revolvernos las tripas.
Todas ellas provocadas por Stone, a quien da vida un joven Lee Marvin perfecto para el papel: esa donde aquél agrede a una mujer en el bar o la famosa escena del café ardiendo, realmente fuerte para la época (la violencia de los bajos fondos contra la figura femenina se condena sin concesiones); y en el papel de Kate la hermana de Marlon Brando, Jocelyn.
Ciertos puntos no juegan a su favor (lo tópico de su trama, la revelación tan temprana de la identidad de Lagana y las artimañas de Duncan y otras diferencias con el libro), pero Lang alcanza instantes soberbios en este visceral y negrísimo relato policíaco, mientras que el éxito del dúo Ford/Grahame hizo que los volviera a juntar en "Deseos Humanos".
20 de junio de 2014
20 de junio de 2014
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando una película cumple con atraer sobre ella la atención necesaria para disfrutarla, independientemente del género, deja un buen sabor de boca. O por lo menos es lo que me pasa a mi, y quedo satisfecho. Por eso, "The big heat" o "Los sobornados", sin duda, deja la sensación de ser un film que vale la pena por muchas razones, a pesar de ciertos fallos o licencias argumentales que hacen aminorar un poco el resultado final. Leo con detenimiento la mayoría de críticas tanto favorables como las que no lo son y concluyo que definitivamente no es una cinta cualquiera o del montón. Al contrario. Su línea narrativa es coherente y directa, los diálogos son cuidadosos, las actuaciones son más que correctas y el desenlace, aunque un poco apresurado, es el indicado para la historia contada. Lang, construye un relato fuerte, sin sofismas, centrado en la corrupción sobre todo la policíaca y política, y la labor de uno de sus miembros honesto e incorruptible, que interviene en la solución de un caso que toca las fibras de la mafia a expensas del daño colateral inducido a su propia familia. Es cierto, que a Ford se le puede culpar por su falta de versatilidad para darle matices al papel principal, pero en mi opinión, su actuación es más que aceptable. Grahame, actriz bella y talentosa, le da el toque preciso de feminidad y atrevimiento al film, a pesar del burdo maquillaje post-ataque en su exótico rostro. Y Lee Marvin, en su registro natural y característico. Cine negro, cine de crímen, policías, atmósferas pesadas y gabardinas. Fallas? Sí, una que otra, sobre todo de tipo argumental, pero que no producen el suficiente detrimento para no recomendar su visionado sin dudarlo, cosa que con otras...
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