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AdolescenciaMiniserie

Serie de TV. Drama. Thriller Miniserie de TV. 4 episodios. El mundo de una familia se pone patas arriba cuando Jamie Miller, de 13 años, es arrestado y acusado de asesinar a una compañera de clase. Los cargos contra su hijo les obliga a enfrentarse a la peor pesadilla de cualquier padre.
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2
8 de abril de 2025
8 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es un producto de capítulos en plano secuencia sin conexión entre ellos, cada uno de una hora. Yo no la llamaría serie, pero pretenden presumir de innovadores, de hacer algo diferente. Es algo inacabado, con muchas lagunas y sin editar para eliminar metraje irrelevante (aunque eso no le importa a Netflix, que vende los productos al peso). Es un rompecabezas al que no le falta una pieza: le faltan todas. Y es una lástima, porque los actores lo hacen bien, especialmente los adolescentes, que no sobreactúan, pero un guion y un formato así es imposible sacarlo a flote. En esta línea se pueden añadir todos los capítulos que quieran, inventarnos historias paralelas sin sentido como un día el niño con su padre en el coche antes de lo ocurrido, o el día que se fue la luz. Es un producto de Netflix tan malo, que da juego a todo. Es algo así como el capítulo de Braking Bad que estaban buscando una mosca. ¡Épico! por no decir que era una tomadura de pelo, del cual se resalta la importancia de ser meticuloso en el laboratorio para que los experimentos salgan bien. Pues esa es la línea de Adolescencia. Y así tenemos 4 capítulos.

Empieza con el protagonista siendo arrestado, se mea en los pantalones, dice cien veces que es inocente pero un vídeo lo inculpa. Una hora completa para contar algo que cualquier serie decente resolvería en 10 minutos. Todo estirado con miradas largas, silencios incómodos y un ritmo tan lento que parece hecho para castigar al espectador.

Continua 1 mes después con la policía visitando el instituto. Se insinúa bullying, posibles cómplices, secretos... pero nada se desarrolla, nada se enlaza con el capítulo anterior. Es como cambiar de canal, pero sin la satisfacción de encontrar algo mejor. Solo cambia el escenario, pero la sensación de vacío sigue igual. Y algo innovador, los adolescentes controlan los emojis de instagram mejor que los adultos, con un lenguaje que desconocemos.

Y damos un salto temporal a 4 meses después y aparecemos en un reformatorio. ¿Cómo? ¿Cuándo? ¿Y todas las pistas del capítulo 2? ¿Tenemos a un Hannibal Lecter juvenil? Una psiquiatra lo entrevista, lo provoca, él estalla… y uno no sabe si reír o llorar. ¿Estamos hablando del mismo chaval que se meó encima en el primer capítulo al ver a la policía? ¿De verdad esperan que nos traguemos ese arco psicológico en off?

Y 6 meses después el capítulo final, pero no en un juzgado, sino con los padres en Leroy Merlin porque les han hecho una pintada en la furgoneta. ¿Y qué pasa? Nada. Absolutamente nada. Ni redención, ni revelación, ni desenlace. Nos insinúan que la agresividad del hijo la ha heredado, porque en este capítulo el padre estalla porque le hacen una pintada en el coche que pone "pedófilo" en slang. Y Es como si el guionista hubiese dicho: “¿Y si lo dejamos ahí, en plan arte contemporáneo?”. Y es que eso no es arte, es pereza que nos venden como cine experimental.

Adolescencia no es una serie: es una provocación. No hay hilo conductor, no hay desarrollo, no hay recompensa. ¿De qué sirve plantearnos sospechosos, un móvil, un gatillo para que una persona explote y pistas en una serie policial para luego no desarrollar la historia? Solo hay pretensión, lagunas narrativas, y un profundo desprecio por el tiempo del espectador.
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spoiler:
¿Y el final? Van los padres y la hermana en la furgoneta volviendo de Leroy Merlin y el niño les dice por teléfono que se va a declarar culpable, no se sabe si por llegar a un acuerdo con la fiscalía o porque realmente lo hizo. ¿La reacción de la familia? Y los padres y la hermana... pues poco menos que congelados. Reaccionan con la misma energía con la que uno responde cuando le dicen que se acabó el pan en casa. Cero emoción, cero impacto. No hay una explosión dramática, ni una pelea, ni una lágrima convincente. Nada que cierre, explique o justifique todo el sinsentido anterior.

Y es ahí cuando miramos el reloj y nos damos cuenta de que hemos pasado cuatro horas esperando que pase algo. Ese “me voy a declarar culpable” debería ser el clímax, la bomba, el momento en que todo encaja… pero como no hay nada que encajar, solo suena vacío. Como si un actor leyera una línea aleatoria del guion porque ya toca cerrar el chiringuito.
8
19 de marzo de 2025
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando quien dirije decide renunciar a las excelencias del montaje a cambio de la capacidad inmersiva e hipnótica del plano secuencia debe tener muy claro que la narración se verá reforzada por dicha elección y, consecuentemente, el espectador será arrastrado hasta el epicentro del mensaje.

Barantini, tal como hizo en Hierve, opta en cada episodio de Adolescencia por las bondades de un plano secuencia, siempre muy sutil, y un guión sin fisuras relevantes para intentar activar una alarma roja social: la salud mental de nuestros niños está siendo minada por los algoritmos de unas omnipresentes y escurridizas redes sociales, pertenecientes a empresas que no tienen otro objetivo que no sea fidelizarlos en sus aplicaciones. Si por el camino, la exposición de nuestros niños a dichas redes conlleva la pérdida de autoestima, la insatisfacción con la propia imagen, el aumento de la ansiedad y la depresión, la adicción a las pantallas y la pérdida del control del tiempo, una exposición a contenidos de alto riesgo (violencia, extremismo, misoginia, conductas de riesgo, pornografía, persecución minorías, trastornos de alimentación, incitación al suicidio...), el aislamento social, el ciberacoso, la distorsión de la realidad y un largo etcétera de otras lindezas, está muy claro que los efectos funestos de este experimento social a escala mundial, pese a quien le pese, no se van a hacer esperar más.

En la ficción el protagonista probablemente nació a lo largo del año 2011 y no creo que sea casualidad que el año siguiente, 2012, sea la fecha consensuada a día de hoy en la que el smartphone se convirtió en el dispositivo móvil más utilizado globalmente. Con un recorrido ajeno a cualquier control en nuestros hogares de más de 12 años da para haber sembrado mucha distorsión entre nuestros menores, tal y como se aprecia en Adolescencia.

Sin ánimo de reiteración, Barantini utiliza el plano secuencia no solo como una opción formal, sinó también como una herramienta narrativa esencial que permite al espectador contextualizar y ser contextualizado en la historia y transmitir la angustia emocional de los personajes, destacando la inmediatez y la tensión. Su dirección también es notable en cómo guía al reparto, logrando que los actores, especialmente Owen Cooper y Stephen Graham, articulen las emociones de sus personajes de manera natural y contenida, sin caer en el melodrama fácil. El trabajo de dirección artística refuerza la atmósfera opresiva y emocionalmente cargada de la serie, utilizando el diseño de espacios, iluminación y colores de forma que se consigue subrayar aquello narrado en todo momento. Barantini controla con maestría el tiempo narrativo, desplegando las acciones y las consecuencias de manera gradual; esto crea una sensación de claustrofobia y deterioro emocional, evitando apresurarse hacia el clímax. Para acabar con la dirección, observo un esfuerzo para evitar convertir la serie en un mensaje explícito, permitiendo que el espectador reflexione sobre el impacto de las redes sociales sin sentirse manipulado, manteniendo una narración sutil aunque, quizás, sin el punch que más me habría encajado.

El guión de Graham y Thorne es profundo, pero bajo mi criterio, adolece de una mayor carga simbólica, articulando algún aspecto de forma reiterativa (por ejemplo: desarrollando soberanamente la desorientación y el dolor familiar) y careciendo de la valentía necesaria para denunciar más clara y explícitamente a quienes han obviado su responsabilidad social por motivos lucrativos y desencadenado el desastre.

El trabajo actoral es excelente, con Owen Cooper y Stephen Graham bordando sus papeles y un Ashley Walters sencillamente magnífico en los episodios que interviene.

Formalmente, la película consigue su cometido: sumergirnos, casi documentalmente, en la vorágine de sucesos que acompañan un crimen incomprensible, del que a mi juicio, todos somos culpables por inacción. ¿A qué esperamos para hacer saltar la alarma roja social ante semejante desaguisado? ¿Cómo es posible que permitamos que nuestros menores sean abducidos por contenidos de alto riesgo, desprovistos de los mínimos valores esenciales y, lo que es peor, que se estén educando en semejante caldo de cultivo sin tomar cartas en el asunto?

En definitiva, una miniserie notable que ojalá consiga que su mensaje cale mayoritariamente entre el público.
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Mención aparte merece, por su lucidez, el momento en que los inspectores, cariacontecidos y con mucho tacto, exponen los motivos de su intromisión en la clase y el "comentarista" de la clase, entre risotadas frenéticas, proclama con sorna despiadada : "Joder, pues sí que se la ha cargado Jamie...", evidenciando el vacío de valores imperante. Ya lo dijo Tristan Harris: "¿Qué recursos vamos a poder ofrecerle al niño que se esconde bajo la cama con el móvil para que pueda enfrentarse con los mejores programadores y los mejores arquitectos de la conducta del mundo?"
6
27 de marzo de 2025
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
La serie tiene aspectos que me han gustado mucho, pero la forma de rodar en plano-secuencia la limita y hace sentir al espectador unas ganas locas de mirar qué hay más allá de la cámara. Te hace desear un espacio menos claustrofóbico.

Cuando los diálogos son emocionantes, interesantes, o aterradores no piensas en los límites de la imagen; pero cuando los diálogos son aburridos, monótonos, estúpidos, tienes verdaderas ganas de salir de la pantalla y pasar a otra cosa.

Con esa premisa en cuanto a la puesta en escena, yo habría pegado el tijeretazo unas cuantas veces, sobre todo en el segundo y en el cuarto capítulo. Qué mareo de pasillos en el instituto. Qué tostón de conversación en la furgoneta en el cuarto capítulo.

También me ha faltado información sobre la chica. ¿Tenían miedo los productores de que simpatizáramos más con el chico que con ella?

Por otra parte, hay un aspecto de la serie que no ha gustado a algunos espectadores, pero para mí ha sido lo más interesante. Me refiero a cómo se cuenta la detención y el interrogatorio del chico. Supongo que se habrán asesorado con la policía, porque parecía casi un documental. Me ha parecido muy conseguido el efecto de horror que te produciría que eso pasara en tu propia familia. Sientes la impotencia de la familia, la ira, la tristeza.

En resumen, un poco menos de conversación y de plano secuencia, y un poco más de ritmo.
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spoiler:
El actor que hace del niño protagonista es muy bueno, pero es guapo. Difícil pensar que no gustara a ninguna chica. La víctima no aparece, y no podemos saber cómo es. Nos dejan pensar lo que queramos de ella, pero cuando le estamos cogiendo un poco de manía, el chaval tiene una explosión de ira, y te das cuenta del peligro que tiene.
Es desoladora la imagen que da de la adolescencia. Espero que no sea verdad.
7
28 de marzo de 2025
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Buena serie pero lejos de masterpiece.

El plano secuencia parece el único punto que ha sido irrenunciable, con un resultado desigual para mi gusto de 2 capítulos muy buenos y otros 2 menos buenos.

En mi opinión, el problema por el cual esta serie no llega a desarrollar todo el potencial que muestra en el primer capítulo es porque renuncia a cerrar con algo de gracia las tramas e incógnitas que abre en dicho primer capítulo. El segundo capítulo es lioso y poco creíble y solo el tercero satisface alguna duda sobre la motivación de todo lo que ocurrió.

Al no poder recurrir a un flashback o una elipsis y cambio de escenario, porque el plano secuencia es irrenunciable, no hay recursos narrativos, y por tanto el último capítulo, para mí el peor de todos, yerra y divaga desde su propia concepción, mostrando los efectos de lo ocurrido en la familia en lugar de indagar en el crimen y su porqué.

Los actores es cierto que están muy bien, aunque en escenas tan largas sin cortar es más fácil que haya momentos que no lo hacen bien, que de normal se repetirían y volverían a grabar. Lo percibo mucho en el capítulo 3 y 4, que son menos corales que los dos primeros y donde se exige hasta la extenuación a los actores (Stephen Graham, Oliver Cooper y Christine Tremarco llevan el peso en estos dos últimos y el resultado es mejorable, no porque no lo hagan bien sino porque hay secuencias que se debía haber repetido y no se hizo). El último capítulo supone un borrón y quizá en este se podía haber renunciado al plano secuencia para cerrar la historia y creo que a los espectadores les habría parecido bien.

Sí que la recomiendo, porque realmente es algo nuevo no muy habitual. Pero no es una masterpiece así que rebajen las expectativas.
8
29 de marzo de 2025
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es una ficción. Si bien el cine o las series pueden ser meras ficciones de temas que raramente acontecen así, Adolescencia aborda temas de mucha actualidad y sobre los que no existe mucha experiencia prospectiva. Los adolescentes salen de la segunda infancia y a través de las redes ya tienen acceso a todo lo que ve y consume un adulto. Aún muchos no lo veían así pero en el aspecto comunicacional en pocos años las relaciones dieron un giro de 180 grados y con distintos matices según la red frecuentada y la forma de frecuentar. En X cualquier persona o bot que tenga un nick puede insultar a un presidente o personaje público. En Instagram y Facebook lo visual mueve las emociones y pulsiones personales desde y hasta un límite insospechado. Ni hablar si la persona lo usa activamente y no está aún entrenada a los comentarios negativos o tendencias que provoca su publicación. Lo escuchamos todos los días, y aún no está regulado, el universo de las redes puede pasar de ser un medio para que la humanidad esté cada vez más conectada, tal vez sobreinformada si se quiere, hasta el detonante de cualquier reacción indeseable como consecuencia. Todo un desafío el abordaje de esta temática.
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spoiler:
Soberbias actuaciones: tanto el niño/homicida, como su padre, no le sobra ningún minuto a esta serie, sobre todo el día que es su cumpleaños. La psicóloga, ese diálogo deja en crisis al joven, prepúber, a la psicóloga y al espectador, roza lo real de una manera increíble. Celebro que se le estén dando cabida a este tipo de producciones, ya que estas cosas pasan, no existe ningún final americano ni nada aberrante ni morboso que traspase todos los capítulos como suele ocurrir en algunas producciones, y de alguna forma se termina justificando un poco a cada uno. El sistema educativo del inglés de clase media, como en todo el mundo una basura, de hecho pensé que la serie era estadounidense hasta que nombraron Liverpool. Estas producciones se acercan mucho a la realidad de un mundo que estamos viendo emerger y aún no podemos manejar.
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