Los coristas
2004 

7.6
86,509
Drama. Comedia
En 1948 Clément Mathieu, profesor de música desempleado, acepta un puesto como profesor vigilante en un internado de reeducación de menores. El sistema represivo aplicado por el director conmociona a Mathieu. Enseñándoles música y canto coral a estos niños tan difíciles, Mathieu transformará sus vidas cotidianas.
21 de junio de 2011
21 de junio de 2011
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
La primera vez que escuché hablar de Los chicos del coro, en mi cabeza apareció la imágen de una cursilada adolescente con tintes lacrimógenos, no preguntéis el motivo. Ahora, puedo verla una y otra vez, y no me canso. Estoy enamorado de ella.
Christophe Barratier debuta a lo grande con Los chicos del coro. No hablamos de una película profunda, con mensaje o con personajes originales y llenos de capas. Lo cierto es que todo es bastante básico. Precisamente, en lo básico de la historia está la magia de contarla de este modo. Barratier nos conduce por la cinta haciéndonos partícipes de ella, diríase, incluso, que convirtiéndonos en alumnos de 'Fondo del estanque'. La candidez del relato se torna en personificación de la historia en sí misma gracias tanto a los que participan en ella como a la vulnerabilidad de la misma, sacada de lo más profundo del "culo del mundo", como se dice en la película. La banda sonora es, sin duda, lo mejor. Pese a que es una historia hermosa, sin la música lo sería mucho menos o, mejor dicho, sería menos buena sin esta música.
Gerard Jugnot es narrador y co-protagonista de la película. Su interpretación es, como siempre, buenísima. El parisino está siempre a la altura de lo que se espera de él, y es un tipo tremendamente comprometido con el cine de su país pese a que su capacidad podría haberle llevado a Hollywood facilmente a poco que lo hubiese intentado. El otro protagonista es Jean-Baptiste Maunier. ¡Qué voz! Su voz es un milagro, como se dice en la película. Aunque podría haberse limitado a iluminar la pantalla con sus cuerdas vocales, resulta que Maunier decide, también, actuar. Lo hace con la naturalidad propia de quien es novato y tiene talento. Parece que su carrera en el cine comienza a despegar ahora y, si evoluciona, puede ser uno de los nombres del futuro en el panorama europeo. El resto del reparto, está a un nivel muy parejo. Parece como si el buen rollo que desprende el segundo tercio de la película se hubiese extendido al rodaje, y se reflejara en pantalla que todos están cómodos con sus compañeros. Algo así es difícil de conseguir.
Resumiendo, que es gerundio: Los chicos del coro no es ni un musical ni una historia sobre música. Es una película muy humana que echa mano de personajes casi reales para construir un desarrollo con vida propia. Más que una película, nos la podrían haber colado como un falso documental. Uno que hablase sobre Jean-Baptiste Maunier, el chico con voz de ángel.
Christophe Barratier debuta a lo grande con Los chicos del coro. No hablamos de una película profunda, con mensaje o con personajes originales y llenos de capas. Lo cierto es que todo es bastante básico. Precisamente, en lo básico de la historia está la magia de contarla de este modo. Barratier nos conduce por la cinta haciéndonos partícipes de ella, diríase, incluso, que convirtiéndonos en alumnos de 'Fondo del estanque'. La candidez del relato se torna en personificación de la historia en sí misma gracias tanto a los que participan en ella como a la vulnerabilidad de la misma, sacada de lo más profundo del "culo del mundo", como se dice en la película. La banda sonora es, sin duda, lo mejor. Pese a que es una historia hermosa, sin la música lo sería mucho menos o, mejor dicho, sería menos buena sin esta música.
Gerard Jugnot es narrador y co-protagonista de la película. Su interpretación es, como siempre, buenísima. El parisino está siempre a la altura de lo que se espera de él, y es un tipo tremendamente comprometido con el cine de su país pese a que su capacidad podría haberle llevado a Hollywood facilmente a poco que lo hubiese intentado. El otro protagonista es Jean-Baptiste Maunier. ¡Qué voz! Su voz es un milagro, como se dice en la película. Aunque podría haberse limitado a iluminar la pantalla con sus cuerdas vocales, resulta que Maunier decide, también, actuar. Lo hace con la naturalidad propia de quien es novato y tiene talento. Parece que su carrera en el cine comienza a despegar ahora y, si evoluciona, puede ser uno de los nombres del futuro en el panorama europeo. El resto del reparto, está a un nivel muy parejo. Parece como si el buen rollo que desprende el segundo tercio de la película se hubiese extendido al rodaje, y se reflejara en pantalla que todos están cómodos con sus compañeros. Algo así es difícil de conseguir.
Resumiendo, que es gerundio: Los chicos del coro no es ni un musical ni una historia sobre música. Es una película muy humana que echa mano de personajes casi reales para construir un desarrollo con vida propia. Más que una película, nos la podrían haber colado como un falso documental. Uno que hablase sobre Jean-Baptiste Maunier, el chico con voz de ángel.
27 de julio de 2011
27 de julio de 2011
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
A veces no se necesitan grandes despliegues de medios, ni actores carismáticos, ni siquiera grandes historias, para conseguir sacar emociones al público con un film determinado. Y además consigue una gran resonancia sin el respaldo de una campaña de márqueting detrás. Más o menos esto es lo que sucedió con este film de Christophe Barratier, que desde unos planteamientos bien sencillos, consiguió su propia propaganda con la nominación a los Oscars por la mejor película extranjera.
Ambientado en una época de postguerra, el film narra las andanzas de Mathieu (Clement Jugnot) un profesor que entra a dar clases a un colegio "especial" con niños con problemas por la disciplina. Sus métodos mucho más blandos que los que le exigen le harán chocar con el director del centro. Sin embargo, conseguirá ganarse a los jóvenes gracias a la música. Realmente el director no engaña a nadie en este film. Se trata de una película cuyas imágenes no van más allá de lo mostrado, su desarrollo es de lo más simple y rutinario, nisiquiera se preocupa demasiado en dibujar los personajes más allá de su simplista presentación, no hay ninguna evolución personal ni sucede nada que se puede llamar "extraordinario".
¿Porqué entonces casi todo el mundo la ha visto o ha oído hablar de ella? Es precisamente su sinceridad lo que la hace entrañable. Su protagonista es un tipo normal, que actúa como una persona normal, pero sobretodo el gran mérito es de la elección del actor, ya que la composición de Jugnot está llena de humanidad y de realismo, pero realizada desde una postura sencilla.
Otro elemento muy importante en este film es el de la música, excelemente bien elegida, junto a un grupo de niños que consiguen ver una luz en su difícil situación, una vía de escape que les ofrece el profesor, más que una redención, que tendrán que ganarse, aunque eso el director sólo lo insinúa mediante la elipsis que da lugar al largo flashback que dos antiguos alumnos recuerdan.
Por otro lado, el director pretende ser tan realista que ni siquiera le ofrece al protagonista una salida "feliz". No se puede considerar un film pesimista, pero bajo el barniz de film contemplativo, el director nos escamotea el "happy end", consiguiendo aumentar la sensación de realismo general del film y por ello el espectador se siente cercano lo que nos cuenta Barratier. La música y los niños hacen el resto de un film agradable de ver, que casi sin proponerselo emite buenas intenciones sin caer excesivamente en el tono dulce y contemplativo. Es normal que un espectador "normal", saturado de productos "made in Hollywood" tan artificiosos en su desarrollo como fantásticos en su resolución, se sienta atraído, por una propuesta que no por sencilla, deja de ser interesante. Es en la sencillez donde radica lo mejor y lo peor de este film.
Ambientado en una época de postguerra, el film narra las andanzas de Mathieu (Clement Jugnot) un profesor que entra a dar clases a un colegio "especial" con niños con problemas por la disciplina. Sus métodos mucho más blandos que los que le exigen le harán chocar con el director del centro. Sin embargo, conseguirá ganarse a los jóvenes gracias a la música. Realmente el director no engaña a nadie en este film. Se trata de una película cuyas imágenes no van más allá de lo mostrado, su desarrollo es de lo más simple y rutinario, nisiquiera se preocupa demasiado en dibujar los personajes más allá de su simplista presentación, no hay ninguna evolución personal ni sucede nada que se puede llamar "extraordinario".
¿Porqué entonces casi todo el mundo la ha visto o ha oído hablar de ella? Es precisamente su sinceridad lo que la hace entrañable. Su protagonista es un tipo normal, que actúa como una persona normal, pero sobretodo el gran mérito es de la elección del actor, ya que la composición de Jugnot está llena de humanidad y de realismo, pero realizada desde una postura sencilla.
Otro elemento muy importante en este film es el de la música, excelemente bien elegida, junto a un grupo de niños que consiguen ver una luz en su difícil situación, una vía de escape que les ofrece el profesor, más que una redención, que tendrán que ganarse, aunque eso el director sólo lo insinúa mediante la elipsis que da lugar al largo flashback que dos antiguos alumnos recuerdan.
Por otro lado, el director pretende ser tan realista que ni siquiera le ofrece al protagonista una salida "feliz". No se puede considerar un film pesimista, pero bajo el barniz de film contemplativo, el director nos escamotea el "happy end", consiguiendo aumentar la sensación de realismo general del film y por ello el espectador se siente cercano lo que nos cuenta Barratier. La música y los niños hacen el resto de un film agradable de ver, que casi sin proponerselo emite buenas intenciones sin caer excesivamente en el tono dulce y contemplativo. Es normal que un espectador "normal", saturado de productos "made in Hollywood" tan artificiosos en su desarrollo como fantásticos en su resolución, se sienta atraído, por una propuesta que no por sencilla, deja de ser interesante. Es en la sencillez donde radica lo mejor y lo peor de este film.
16 de agosto de 2011
16 de agosto de 2011
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tras ver a los chicos del coro en el instituto, con mis amigos, me entró a mí también ese sentimiento que tuvo Clément Mathieu, cuando entró por primera vez a “Fondo del estanque”.
Esta película, es mi segunda película favorita (la primera es Casablanca) y como que hay pocas cosas en que coincidan, cuando veo cosas que no me gustan, con relación con alguna de estas dos películas, siempre digo, si es algo de colegio, música, etc. “Pues a mí me gustan más los chicos del coro”. Y si es de drama romántico, o de cine clásico, entonces me decanto por Casablanca.
Esta es una película que cuando me gustó, la vi unas 100 veces (sin exagerar) durante cuatro meses en castellano. Y un día pensé en descargarme la versión en francés y con subtítulos, hasta que me aprendí lo que decían, y entonces me bajé la de sin subtítulos. Esta película, en castellano, es de diez; pero en francés. Es lo más de lo más.
Alguna vez la he visto; un día en el que había tocado algo relacionado con el ambiente, situación o historia de los chicos de “Fondo del Estanque”. Y me ha gustado, impactado e ilusionado más aún que cuando la veía porque sí.
Aún la sigo viendo, y cada vez que veo a Morhange con Mathieu, me sigo alegrando tanto como el primer día.
Sé que habrá mucha gente a la que no le guste mi opinión, pero sí que habrá alguien, que como yo, no le gusten las películas con partes musicales; pero en esta película, uno no se puede resistir.
Hurra por: Gérard Jugnot (Mathieu), Jean-Baptiste Maunier (Morhange) y Christophe Barratier (el director de la película).
Gracias por haber hecho una película tan buena y espectacular.
Esta película, es mi segunda película favorita (la primera es Casablanca) y como que hay pocas cosas en que coincidan, cuando veo cosas que no me gustan, con relación con alguna de estas dos películas, siempre digo, si es algo de colegio, música, etc. “Pues a mí me gustan más los chicos del coro”. Y si es de drama romántico, o de cine clásico, entonces me decanto por Casablanca.
Esta es una película que cuando me gustó, la vi unas 100 veces (sin exagerar) durante cuatro meses en castellano. Y un día pensé en descargarme la versión en francés y con subtítulos, hasta que me aprendí lo que decían, y entonces me bajé la de sin subtítulos. Esta película, en castellano, es de diez; pero en francés. Es lo más de lo más.
Alguna vez la he visto; un día en el que había tocado algo relacionado con el ambiente, situación o historia de los chicos de “Fondo del Estanque”. Y me ha gustado, impactado e ilusionado más aún que cuando la veía porque sí.
Aún la sigo viendo, y cada vez que veo a Morhange con Mathieu, me sigo alegrando tanto como el primer día.
Sé que habrá mucha gente a la que no le guste mi opinión, pero sí que habrá alguien, que como yo, no le gusten las películas con partes musicales; pero en esta película, uno no se puede resistir.
Hurra por: Gérard Jugnot (Mathieu), Jean-Baptiste Maunier (Morhange) y Christophe Barratier (el director de la película).
Gracias por haber hecho una película tan buena y espectacular.
2 de enero de 2012
2 de enero de 2012
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
¡Qué ternura en los personajes¡. ¡Qué forma de emocionar!. Me ha parecido preciosa y humana, de esas que te tocan el corazoncito.
Sin ser la primera vez que se toca el tema de niños rebeldes en las aulas, esta vez no tiene nada que ver. En un internado reciben la visita de un humilde profesor de música, que gracias a ella intentará conseguir sus fines, EDUCACION.
La música es preciosa, al igual que las voces de los niños. Una película para disfrutar, con pequeños detalles sutiles y un final precioso.
Sin ser la primera vez que se toca el tema de niños rebeldes en las aulas, esta vez no tiene nada que ver. En un internado reciben la visita de un humilde profesor de música, que gracias a ella intentará conseguir sus fines, EDUCACION.
La música es preciosa, al igual que las voces de los niños. Una película para disfrutar, con pequeños detalles sutiles y un final precioso.
10 de enero de 2012
10 de enero de 2012
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Magnífica ópera prima de Christophe Barratier, que se trata de un remake del film 'La cage aux rossignols' (1945) de Jean Dréville, basado en hechos reales. Un canto a la vida, nunca mejor dicho, por su positiva y esperanzadora visión de la vida. Su sinceridad, sencillez y calidez narrativa hacen que la película se vea con mucho agrado, dejando un poso de nostalgia después de su visionado.
El director Barratier se inspiró en su propia infancia y en su formación musical, para narrarnos la historia de unos niños disciplinados, un profesor fracasado y su ilusión por la música. Clément Mathieu es un personaje que inspira ternura, bondad y benevolencia. Mathieu es contratado como vigilante en un internado de reeducación de menores, un centro regido por estrictas y represivas normas educativas que se basan en el principio de “acción/reacción” para castigar a los niños. Pero un buen día, a Mathieu se le ocurre la feliz idea de formar un coro con los chicos para encarrilar sus vidas, concediéndoles de esta forma obligaciones y responsabilidades que suavizarán su rebeldía.
De la película hay que destacar dos cosas: la maravillosa banda sonora formada por un repertorio de canciones compuestas por Bruno Coulais y el propio Christophe Barratier; y esa especie de prólogo en la que Jacques Perrin aparece con un diario en sus manos, recordando a su gran amigo Mathieu. Automáticamente nuestro pensamiento se va a 'Cinema Paradiso', cuando Totó rememora a su amigo Alfredo el proyeccionista.
En definitiva, una película que gustará a todos, llena de emociones y ternura que fue la representante de Francia en los Oscars de ese mismo año.
El director Barratier se inspiró en su propia infancia y en su formación musical, para narrarnos la historia de unos niños disciplinados, un profesor fracasado y su ilusión por la música. Clément Mathieu es un personaje que inspira ternura, bondad y benevolencia. Mathieu es contratado como vigilante en un internado de reeducación de menores, un centro regido por estrictas y represivas normas educativas que se basan en el principio de “acción/reacción” para castigar a los niños. Pero un buen día, a Mathieu se le ocurre la feliz idea de formar un coro con los chicos para encarrilar sus vidas, concediéndoles de esta forma obligaciones y responsabilidades que suavizarán su rebeldía.
De la película hay que destacar dos cosas: la maravillosa banda sonora formada por un repertorio de canciones compuestas por Bruno Coulais y el propio Christophe Barratier; y esa especie de prólogo en la que Jacques Perrin aparece con un diario en sus manos, recordando a su gran amigo Mathieu. Automáticamente nuestro pensamiento se va a 'Cinema Paradiso', cuando Totó rememora a su amigo Alfredo el proyeccionista.
En definitiva, una película que gustará a todos, llena de emociones y ternura que fue la representante de Francia en los Oscars de ese mismo año.
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