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Los coristas

Drama. Comedia En 1948 Clément Mathieu, profesor de música desempleado, acepta un puesto como profesor vigilante en un internado de reeducación de menores. El sistema represivo aplicado por el director conmociona a Mathieu. Enseñándoles música y canto coral a estos niños tan difíciles, Mathieu transformará sus vidas cotidianas.
Críticas 149
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10
21 de febrero de 2012 2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ay! Esta película es una de mis debilidades... Simple y llanamente, es excelente, en todos los sentidos. La he visto una y otra vez, y no consigue cansarme, es más, sigue emocionándome como el primer día. La actuación de Jean Baptiste Maunier es genial, ¡que gran actor desde tan niño! Tiene unas historias que te hacen estremecer, y sin tocar la morbosidad te muestra la dura situación de esos niños que por una u otra razón tienen que permanecer encerrados en un colegio donde no se los trata como debería... Totalmente recomendable!!! Véanla y disfrútenla!
10
5 de marzo de 2012 2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Nunca pensé que una historia tan sencilla, con un guión tan simple pudiera dar lugar a una película de este calibre, sólo los franceses saben hacer semejante montaña de tan nimio grano (como en casi todo). Calidez, solemnidad, sencillez y elegancia se dan la mano para crear una película sublime y delicada y que tanto gusta a casi todo el mundo (y más a los que hemos tenido la fortuna de pertenecer en algún momento de nuestra vida a un coro). Lo mejor todo, los niños (Pépinot, Morange...), la bondad del "cabeza huevo", la ambientación y como no, esa música. Cada vez que cantan los niños algo se remueve por dentro. Muy recomendable para todo el que aprecie el lirismo y delicadeza de la música coral.
7
26 de julio de 2013 2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Magnífica película, clásico instantáneo y gran éxito de taquilla que consiguió en el país galo, aparte de la gran aceptación internacional.

"Los chicos del coro" se ambienta en la posguerra de la SGM, tan cruel o más de lo que fué la contienda misma por la desolación material y, sobre todo, humana, que trajo consigo. Chicos huérfanos, desarraigados de la misma vida y faltos de los más importantes principios, viven y aprenden en un internado en el que las reglas de comportamiento adquieren una importancia casi vital. La dirección educativa es recia, rígida y no deja lugar a la compasión ni a la corrección, haciendo que la educación de los chavales se cimente en férreos y poco prácticos valores. La introducción de un elemento disonante respecto a la actitud y objetivos de la institución, un profesor de música desempleado (Gérard Jugnot), supondrá no sólo un cambio radical en los alienantes planes de estudio de un director dictatorial, sino que traerá a los alumnos la confianza en sí mismos que creían perdida gracias a la música.

La acción tiene su principal atractivo en el especial estilo de Mathieu en el proceso de incentivar a los chicos. Recuerda inevitablemente a aquel Mr. Keating de "El club de los poetas muertos" (1989), solo que Mathieu tiene que lidiar no sólo con unos chavales problemáticos, sino también con el "modus vivendi" imperante de la posguerra, representado por un director de la institución que también es víctima de la desolación moral.

Es de aplaudir la gran facilidad que tiene el debutante Christophe Barratier para expresar unas ideas con gran carga sentimental, elaborando un relato de una gran simpleza narrativa pero a su vez de una clara complejidad en su ejecución. Sorprende que Barratier consiga hacer empatizar al espectador con tan sólo dos recursos y no son, ni mucho menos, innovadores: el encanto especial que Jugnot le otorga a su personaje, entrañable donde los haya, y la música del coro con las prodigiosas voces de los chicos. El éxito del filme reside, quizás, en esto último, pues la canción "Vois Sur Ton Chemin" fué candidata al Oscar a la mejor canción original.

Un filme precioso, triste y bello como lo suelen ser los clásicos. Muy recomendable.
6
12 de mayo de 2021 2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
En 2003 nos llegó una afable película francesa para todos los públicos, película que fue un merecido éxito de taquilla en su momento y que (también merecidamente en opinión de quien esto escribe) perdió la estatuilla a mejor película extranjera frente a la claramente superior "Mar adentro" de Alejandro Amenábar.

"Los chicos del coro" (que parece ser toma como referencia la cinta "La Cage aux rossignols" de 1945) nos propone una historia que, no es que toque varios palos del cine mainstream (lo cual es inevitable en toda cinta comercial de entretenimiento y no es un defecto per se), es que tiene una temática absolutamente trillada y resobada en el celuloide: el del profesor idealista que llega para enderezar a alumnos conflictivos y contagiarles las ganas de vivir. Sin pararme mucho a pensar en ello... como maestros influyentes frente a un alumnado rebelde me vienen a la mente: Glenn Ford en "Semilla de maldad" (1955), Sidney Poitier en "Rebelión en las aulas" (1967), Meryl Streep en "Música del corazón" (1999), Morgan Freeman en "Escuela de rebeldes" (1989), Michelle Pfeiffer en "Mentes peligrosas", Keanu Reeves en "Hardball" (2001), Kevin Costner en "McFarland, U.S.A." (2015), Jon Voight en "Conrack" (1974), Samuel L. Jackson en "Coach Carter" (2005), Antonio Banderas en "Déjate llevar" (2006), Hilary Swank en "Diarios de la calle" (2007) y esto sin pararme en exceso en esta trama porque hay más, muchos más largos de este corte. Mismamente en el año anterior a este "Los chicos del coro" está el largometraje "Los niños de San Judas" de nuevo con unos alumnos descarriados y un profesor que les dará la vuelta como a un calcetín.

Así pues, para un público adulto que tenga cierto paladar cinéfilo a sus espaldas "Los chicos del coro" no le supondrá ninguna sorpresa (admito que es mi caso, y que he visto mejores y peores cintas con este mismo argumento) y está a un tris de no decirles nada en absoluto. Ahora bien, si su público es infantil o adolescente y no ha tocado mucho el mundo del Séptimo Arte, entonces "Los chicos del coro" le supondrá un visionado más entrañable e hipnótico.

Porque, si bien la materia del guión es remolona y su desarrollo argumental va de tópico en tópico y tiro porque me toca (los malos son muy malos, los buenos muy buenos, las situaciones son previsibles y revistas (e incluso algo forzadas. Solo diré que lo que hace el protagonista con cierto personaje femenino en mi pueblo se llama acoso, pero aquí se llama "seguir el cliché establecido obviando que los adultos no interactúan así de forma natural y real")) y la historia jamás aporta multidimensionalidad y riqueza en su devenir, la música que envuelve la fábula simplona (el film no aspira a más) es tremendamente inspirada, admirablemente bella e irremediablemente imborrable. Y no solo las canciones y melodías enamoran al instante, las interpretaciones se desenvuelven con una honestidad y una terneza impregnantes (quitando cuando a Jean-Baptiste Maunier, al se le nota el playback de forma bastante sonrojante a pesar de ser el único que cante los temas de la cinta). Así que, si bien no nos encontramos ante una cinta que tenga un columna vertebral robusta en su libreto (tampoco se espera en un film de ficción un realismo de documental, pero tampoco lo opuesto por completo que se denota como artificial y forzado), SÍ tiene sentimiento en su puesta en escena. Y esto eleva la experiencia cinematográfica al cinéfilo más exigente (que verá la cinta como un film aceptable y decente) y al público más novel e inocente (el cual puede hasta soltar una lagrimita en su típico final).

La banda sonora de "Los chicos del coro" se acaba convirtiendo en la gran virtud del conjunto (una banda sonora que merece la pena tener en su totalidad en el hogar), y la pericia actoral tanto de niños como adultos salvan a sus personajes. La puesta en escena de Christophe Barratier por su parte es adecuada y confortable. No aporta ningún tipo de perspicacia narrativa que aúpe más el producto, pero tampoco erra un solo plano (tanto los planos/contraplanos como los planos medios en ocasiones dinámicos son siempre de inherentes y ágiles) ni un solo corte (el film tiene transiciones al corte, pero también fundidos a negro, o encadenados según lo pida el progreso de la historia). Y el diseño artístico resulta oportuno y hercúleo, tampoco va a cambiar la historia del cine pero nos zambulle con eficacia en el microcosmos de ese internado de época (se usa la luz con elegancia, las partes desvencijadas de esos muros casi son un personaje más, y los escenarios y el vestuario se fusionan en estilizados tonos ocres y verdosos).

Y con todo esto "Los chicos del coro" se acaba equilibrando y hace que perdonemos en gran medida ese guión tan blandito y conformista. Así que en líneas generales la cinta se conforma como un pasatiempo simpático, amable e indulgente. Pero los que sean más puntillosos y busquen un drama muy suave que tenga a niños díscolos de por medio, les recomiendo mucho más películas como "Sonrisas y lágrimas" (1965), "Descubriendo Nunca Jamás" (2004) o "Matar a un ruiseñor" (1962) . Pues aquellas o bien pulían más sus libretos o bien ofrecían más vertientes en ellos (como la vis cómica que tira de sarcasmo en el caso del oscarizado musical del 65). Recomendable para todo público, pero no indispensable para todo él (indispensable solo su banda sonora original).

Lo mejor: Indiscutiblemente la banda sonora de Bruno Coulais interpretada por el coro infantil de Saint-Marc (que por cierto se fundó en 1986 y se disolvió en 2019), ya sea escuchándose de forma diegética o extradiegetica en el relato.
Lo peor: El guión (la sucesión de topicazos pueden hacer perder la paciencia al aficionado al cine... a pesar de que el film apenas llegue a la hora y media de duración).
8
5 de diciembre de 2023 2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es un musical hecho desde el corazón, la nostalgia y siempre pensando en el público. Valga decir que la partitura de Bruno Colais es una obra maestra (quizás se encuentre entre las diez mejores bandas sonoras de la historia).
El elenco y los chicos cantores están fenomenales, la ambientación y el vestuario excepcionales. La única pega es que, en la vida real, no todo es así de idílico y bonito. Excesivamente sentimental, blanda e ingenua. Ejercicio de reencuentro, vocación y compañerismo bañado de elementos cómicos tan del gusto del público.
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