En primera plana
7.3
49,171
Drama
En el año 2002, un reducido equipo de reporteros de investigación del Boston Globe destapó los escándalos de pederastia cometidos durante décadas por curas del estado de Massachussets. La publicación de estos hechos, que la archidiócesis de Boston intentó ocultar, sacudió a la Iglesia Católica como institución. (FILMAFFINITY)
5 de marzo de 2016
5 de marzo de 2016
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sobria, tal vez tildada como frìa y plana, en este caso la prensa a travès del Boston Globe denuncia. El denunciado nada más y nada menos que la iglesia católica transforma el tema en una verdadera situaciòn embarazosa tal como Eric Macleish interpretado por Billy Crudup, abogado del clero lo dice., no se pueden dar muchos datos. Los representantes de las vìctimas (Mitch Garabedian) interpretado excepcionalmente por Stanley Tucci y de los victimarios amenazados con perder su licencia y todo un sistema que trabaja con presición quirúrgica para que los casos no trasciendan demasiado y terminaron arreglàndose con indemnizaciones, pero con sacerdotes pederastas que son cambiados de lugar y no removidos de su investidura por lo que seguian delinquiendo donde los trasnfirieran.
Creo que el mayor mèrito de esta pelicula radica en no usar el morbo para retratar a las vìctimas y las circustancias vividas, justamente los niños, los que deben ser màs protegidos. Si, los relatos de los adultos que habìan sufrido abusos durante su infancia realmente espeluznantes. Comparàndola con otra pelicula donde la verdad implica desenmacarar a gente muy poderosa que si me pareciò superior y es "the Insider" de Michael Mann, se pudieron dramatizar màs los hechos que llevaron a Jeff Wigand a hacer pùblico que las tabacaleras adulteraban conscientemente el tabaco con sustancias muy tòxicas. Acà el tema es màs delicado, hay chicos, por lo que creo que McCarthy abordò bien el guiòn, los tiempos y el desarrollo de la historia. No vamos a ver amenazas mafiosas ni persecuciones extrañas.
Creo que el mayor mèrito de esta pelicula radica en no usar el morbo para retratar a las vìctimas y las circustancias vividas, justamente los niños, los que deben ser màs protegidos. Si, los relatos de los adultos que habìan sufrido abusos durante su infancia realmente espeluznantes. Comparàndola con otra pelicula donde la verdad implica desenmacarar a gente muy poderosa que si me pareciò superior y es "the Insider" de Michael Mann, se pudieron dramatizar màs los hechos que llevaron a Jeff Wigand a hacer pùblico que las tabacaleras adulteraban conscientemente el tabaco con sustancias muy tòxicas. Acà el tema es màs delicado, hay chicos, por lo que creo que McCarthy abordò bien el guiòn, los tiempos y el desarrollo de la historia. No vamos a ver amenazas mafiosas ni persecuciones extrañas.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Cada integrante del equipo acaba teniendo su propia motivaciòn. Marty Baron ( Schreiber), un judìo venido de Miami, ve sentido en recomenzar con la historia que 20 años atràs habia sido ninguneada por decirlo de alguna manera por la misma editorial, de hecho cuando Walter Robbie Robinson ( Keaton) hace un mea culpa por no haberle dado el tratamiento al tema que requeria 20 años atràs Schreiber reflexiona: "A veces es fàcil olvidar que pasamos la mayor parte del tiempo dando tumbos en la oscuridad. De pronto, se enciende una luz y hay una gran parte de culpa para todos" Considero a esta pelicula de visiòn obligatoria para los tiempos que corren.
7 de marzo de 2016
7 de marzo de 2016
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
A medida que pasan los filmes y sus épocas, todos los cinéfilos nos vamos dando cuenta de que los Óscar se van quedando cortos para definir lo mejor de un año. Por supuesto, han salido certámenes, festivales y premiaciones para categorías, géneros y diversos fenómenos cinematográficos que han alentado el acercamiento a películas de ficción y documentales de todo tipo y desde todos los rincones del mundo.
Decir que Spotlight es la mejor del 2016 es simplemente acercarla a un modelo que se ha afincado en los premios Óscar para nominar unas producciones que, se supone, están por encima de todas las demás.Y eso, obviamente, no es cierto. Que Spotlight es buena; sí, lo es. Que tiene un elenco importante; ¡claro que lo tiene! pero hubo tantas películas buenas, brillantes, notables en el año que pasó, que parece que los premios solo son el goce de que unos se aplaudan año tras año entre sí.
Como filme, el ritmo de Spotlight es implacable. Es elegante y bien llevada. Desde la primera escena, que retrata una noche en un cuartel de policía común y corriente y que muestra la facilidad con la que los padres católicos iban y venían con sus vergüenzas, Spotlight es un ejercicio narrativo en el que se reivindica el gusto por contar una historia que va en ascenso y que encanta por sus personajes y sus búsquedas. Para el periodismo, esta película también resulta muy alentadora. Así como ya se tienen otros clásicos sobre grandes equipos de investigación, ahora aparece Spotlight para decir que se queda como un modelo más para mostrar lo que hace falta mostrar en el periodismo de todo el mundo.
Decir que Spotlight es la mejor del 2016 es simplemente acercarla a un modelo que se ha afincado en los premios Óscar para nominar unas producciones que, se supone, están por encima de todas las demás.Y eso, obviamente, no es cierto. Que Spotlight es buena; sí, lo es. Que tiene un elenco importante; ¡claro que lo tiene! pero hubo tantas películas buenas, brillantes, notables en el año que pasó, que parece que los premios solo son el goce de que unos se aplaudan año tras año entre sí.
Como filme, el ritmo de Spotlight es implacable. Es elegante y bien llevada. Desde la primera escena, que retrata una noche en un cuartel de policía común y corriente y que muestra la facilidad con la que los padres católicos iban y venían con sus vergüenzas, Spotlight es un ejercicio narrativo en el que se reivindica el gusto por contar una historia que va en ascenso y que encanta por sus personajes y sus búsquedas. Para el periodismo, esta película también resulta muy alentadora. Así como ya se tienen otros clásicos sobre grandes equipos de investigación, ahora aparece Spotlight para decir que se queda como un modelo más para mostrar lo que hace falta mostrar en el periodismo de todo el mundo.
18 de marzo de 2016
18 de marzo de 2016
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay algo en los planos de 'Spotlight' que remite directamente a la obra de Edward Hopper.
Gente corriente, en escenas cotidianas, parece que charlando amigablemente sobre su día, rodeados por un inmenso escenario en movimiento que tiene lugar en oficinas, casas o calles. No sabemos de qué están hablando, pero queremos enterarnos, porque parece importante.
Sin darnos cuenta, de esta manera Thomas McCarthy establece una perspectiva que parece inexistente: dejando de lado los primeros planos, y los protagonismos absolutos, lo que obtenemos es una historia coral de inusitada fuerza acerca de las verdades incómodas que nosotros mismos hemos permitido.
El abuso a niños de diferentes sacerdotes, a lo largo de años en la archidiócesis de Boston, es el pistoletazo de salida a una trama cuyas complicaciones se van haciendo cada vez más evidentes a cada segundo que pasa.
Empieza como la orden casual de un nuevo jefe en la redacción del Boston Globe, para acabar alcanzando todo el espectro cotidiano en el que la película se esfuerza en meternos: no habrá una escena de diálogo que no parezca "viva", que esté encorsetada por el plano-contraplano. Aquí, los redactores de Spotlight, la revista encargada de cubrir el caso, cocinan, se pasean y merodean alrededor, son gente que parece de verdad, sin tener que recitar a la pantalla líneas dignas de Oscar.
Es este, junto a otros, la mayor virtud de una cinta que deja de lado cualquier subtrama personal de sus numerosos personajes, para lanzarnos a una intriga decididamente rigurosa y filosófica, con el peligro que tendría alienar al espectador común. Pero no sucede porque es a través de esa intriga donde vuelve el componente humano: hay verdaderas monstruosidades de persona viviendo entre nosotros, mientras ni somos conscientes de que existen. Al lado de nuestras familias, de nuestras casas, en el rincón poco transitado del barrio en el que no nos hemos parado a mirar.
A medida que se intensifica el proceso de investigación, somos testigos de la degradación a la que se asoman estos periodistas, una que hasta entonces no habíamos contemplado.
Se descubre un submundo, gigantesco e inexplorado, de afectos mal correspondidos y brutalidades sin culpables, que se nos presentan con total naturalidad, como el producto lógico de una sociedad que calla y marginaliza con buenas maneras, mientras no deja de esconder mierda bajo la alfombra. Viendo a estos periodistas buceando entre mareas de información y tacos de papeles olvidados en el sótano de alguna entidad oficial, vemos perfectamente cuál es el problema de esta sociedad que creemos perfecta: el desinterés por lo no-inmediato y por el dolor profundo, nada amarillista, que perjudicaría a terceros que tienen la sartén por el mango.
McCarthy rechaza mostrar localizaciones de lugar, hora o fecha, porque eso sería datar una historia que probablemente se siga dando delante de nuestras narices: la mención de un importante hecho histórico, como si fuera apenas una nota a pie de página, refleja la realidad de este mundo, cambiante y agobiante, donde nos afanamos en pisar primeros la noticia del día, ignorando los verdaderos problemas.
Son ellos, los que se aprovechan de las grietas de este sistema, los que saben como funciona, mejor que nosotros mismos. Por eso, esto no es tanto un testimonio o una criminalización de nadie: solo es una demostración, verídica y preocupante, de las crueldades que nos pueden pasar por delante, camufladas en la nota de la vigésimocuarta página (en la esquina y con letra pequeña).
Queda por el camino una apasionada defensa del periodismo honesto, incorruptible, formado por personas tan humanas como todos, que descubren con la misma sorpresa que nosotros que una cara amable puede esconder las más perversas intenciones.
El problema es ese: demasiadas caras amables, con demasiados documentos guardados bajo llave en el sótano. En este nuevo, bravo mundo, que nosotros hemos creado, habrá que desenterrar más secretos de los pensados, y enfrentarse a los poderes superiores siempre que haya una causa que defender.
Gente corriente, en escenas cotidianas, parece que charlando amigablemente sobre su día, rodeados por un inmenso escenario en movimiento que tiene lugar en oficinas, casas o calles. No sabemos de qué están hablando, pero queremos enterarnos, porque parece importante.
Sin darnos cuenta, de esta manera Thomas McCarthy establece una perspectiva que parece inexistente: dejando de lado los primeros planos, y los protagonismos absolutos, lo que obtenemos es una historia coral de inusitada fuerza acerca de las verdades incómodas que nosotros mismos hemos permitido.
El abuso a niños de diferentes sacerdotes, a lo largo de años en la archidiócesis de Boston, es el pistoletazo de salida a una trama cuyas complicaciones se van haciendo cada vez más evidentes a cada segundo que pasa.
Empieza como la orden casual de un nuevo jefe en la redacción del Boston Globe, para acabar alcanzando todo el espectro cotidiano en el que la película se esfuerza en meternos: no habrá una escena de diálogo que no parezca "viva", que esté encorsetada por el plano-contraplano. Aquí, los redactores de Spotlight, la revista encargada de cubrir el caso, cocinan, se pasean y merodean alrededor, son gente que parece de verdad, sin tener que recitar a la pantalla líneas dignas de Oscar.
Es este, junto a otros, la mayor virtud de una cinta que deja de lado cualquier subtrama personal de sus numerosos personajes, para lanzarnos a una intriga decididamente rigurosa y filosófica, con el peligro que tendría alienar al espectador común. Pero no sucede porque es a través de esa intriga donde vuelve el componente humano: hay verdaderas monstruosidades de persona viviendo entre nosotros, mientras ni somos conscientes de que existen. Al lado de nuestras familias, de nuestras casas, en el rincón poco transitado del barrio en el que no nos hemos parado a mirar.
A medida que se intensifica el proceso de investigación, somos testigos de la degradación a la que se asoman estos periodistas, una que hasta entonces no habíamos contemplado.
Se descubre un submundo, gigantesco e inexplorado, de afectos mal correspondidos y brutalidades sin culpables, que se nos presentan con total naturalidad, como el producto lógico de una sociedad que calla y marginaliza con buenas maneras, mientras no deja de esconder mierda bajo la alfombra. Viendo a estos periodistas buceando entre mareas de información y tacos de papeles olvidados en el sótano de alguna entidad oficial, vemos perfectamente cuál es el problema de esta sociedad que creemos perfecta: el desinterés por lo no-inmediato y por el dolor profundo, nada amarillista, que perjudicaría a terceros que tienen la sartén por el mango.
McCarthy rechaza mostrar localizaciones de lugar, hora o fecha, porque eso sería datar una historia que probablemente se siga dando delante de nuestras narices: la mención de un importante hecho histórico, como si fuera apenas una nota a pie de página, refleja la realidad de este mundo, cambiante y agobiante, donde nos afanamos en pisar primeros la noticia del día, ignorando los verdaderos problemas.
Son ellos, los que se aprovechan de las grietas de este sistema, los que saben como funciona, mejor que nosotros mismos. Por eso, esto no es tanto un testimonio o una criminalización de nadie: solo es una demostración, verídica y preocupante, de las crueldades que nos pueden pasar por delante, camufladas en la nota de la vigésimocuarta página (en la esquina y con letra pequeña).
Queda por el camino una apasionada defensa del periodismo honesto, incorruptible, formado por personas tan humanas como todos, que descubren con la misma sorpresa que nosotros que una cara amable puede esconder las más perversas intenciones.
El problema es ese: demasiadas caras amables, con demasiados documentos guardados bajo llave en el sótano. En este nuevo, bravo mundo, que nosotros hemos creado, habrá que desenterrar más secretos de los pensados, y enfrentarse a los poderes superiores siempre que haya una causa que defender.
28 de marzo de 2016
28 de marzo de 2016
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Te demuestra que todo lo que brilla no es oro; que a pesar de las buenas intenciones y cantos dominicales, la iglesia esconde secretos espeluznantes. Es la crónica de un medio de comunicación que al renovar a su director por uno mas valiente y comprometido , "escarba" en lugares poco abordados por una sociedad cómplice y comprueba lo que muchos ocultan. Se trata de una historia compleja cuyos ribetes sencillos logran la captación del espectador en un film extenso de diálogos por doquier. Las actuaciones no logran descollar, pero interpretan correctamente a un grupo de periodistas, de esos que quedan pocos, impregnados por el "cáliz de la nueva alianza", de la verdadera.
29 de marzo de 2016
29 de marzo de 2016
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cada año los óscar me dan alguna sorpresa, el año pasado fue nominar “El francotirador” como mejor película dejando otras mucho mejores sin nominación y este año la sorpresa ha sido “Spotlight” como ganadora a la mejor película del año.
“Spotlight” es una buena película, pero no es ni de lejos la mejor película del año, las actuaciones son correctas y la dirección igual, pero el guion nos deja a fríos, trata sobre temas muy duros que deberían de implicar al espectador, cuando lo que realmente hace es dejarle frio como un tempano. Lo que lleva al primer problema ¿Cómo es posible que este guion haya sido el ganador del oscar al mejor guion original?
La disculpa de que la película trata sobre los periodistas no sobre los pederastas o sus víctimas, no es creíble. Cuando se trata un tema como este, pasar por encima en esos aspectos, será políticamente correcto, pero puede dejar al espectador preguntándose si realmente la película que ha visto es lo mejor del año.
¿Cómo es posible que una película que ha ganado solo 2 oscar (los dos discutibles), sea la mejor película del año cuando otras con más nominaciones, más oscar y más globos de oro ganados como “El Renacido” no lo haya sido?
“Spotlight” es una buena película, pero no es ni de lejos la mejor película del año, las actuaciones son correctas y la dirección igual, pero el guion nos deja a fríos, trata sobre temas muy duros que deberían de implicar al espectador, cuando lo que realmente hace es dejarle frio como un tempano. Lo que lleva al primer problema ¿Cómo es posible que este guion haya sido el ganador del oscar al mejor guion original?
La disculpa de que la película trata sobre los periodistas no sobre los pederastas o sus víctimas, no es creíble. Cuando se trata un tema como este, pasar por encima en esos aspectos, será políticamente correcto, pero puede dejar al espectador preguntándose si realmente la película que ha visto es lo mejor del año.
¿Cómo es posible que una película que ha ganado solo 2 oscar (los dos discutibles), sea la mejor película del año cuando otras con más nominaciones, más oscar y más globos de oro ganados como “El Renacido” no lo haya sido?
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