Oppenheimer
7.4
44,968
Drama. Thriller
En tiempos de guerra, el brillante físico estadounidense Julius Robert Oppenheimer, al frente del 'Proyecto Manhattan', lidera los ensayos nucleares para construir la bomba atómica para su país. Impactado por su poder destructivo, Oppenheimer se cuestiona las consecuencias morales de su creación. Desde entonces y el resto de su vida, se opondría firmemente al uso de armas nucleares. (FILMAFFINITY)
3 de agosto de 2023
3 de agosto de 2023
10 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Christopher Nolan haciendo lo de siempre:
Cuidando los detalles técnicos (y de la historia) como solo él, su maestro Kubrick y muy pocos más han sabido o saben hacer.
Naufragando totalmente en reflejar la pasión en las relaciones y en conseguir que el público empatice con los personajes.
Y alargando los clímax unos veinte pueblos hasta conseguir el efecto contrario de lo que pretende.
Creo que la narración es buena y algunas escenas y diálogos están muy bien filmados/escritos, las actuaciones son bastante correctas, pero no creo que la historia de Oppenheimer sea tan interesante como para traspasarla al lenguaje cinematográfico, seguramente fuese más adaptable al formato documental. Por tomar ciertos riesgos y no incluir alguna protagonista negra trans, también merece cierto aplauso Nolan, pero, en general, he tenido que revolverme en la butaca buscando varias posturas porque la atención por momentos decaía.
Cuidando los detalles técnicos (y de la historia) como solo él, su maestro Kubrick y muy pocos más han sabido o saben hacer.
Naufragando totalmente en reflejar la pasión en las relaciones y en conseguir que el público empatice con los personajes.
Y alargando los clímax unos veinte pueblos hasta conseguir el efecto contrario de lo que pretende.
Creo que la narración es buena y algunas escenas y diálogos están muy bien filmados/escritos, las actuaciones son bastante correctas, pero no creo que la historia de Oppenheimer sea tan interesante como para traspasarla al lenguaje cinematográfico, seguramente fuese más adaptable al formato documental. Por tomar ciertos riesgos y no incluir alguna protagonista negra trans, también merece cierto aplauso Nolan, pero, en general, he tenido que revolverme en la butaca buscando varias posturas porque la atención por momentos decaía.
5 de agosto de 2023
5 de agosto de 2023
9 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
En “Oppenheimer”, Christopher Nolan desanda el camino que había parecido iniciar en la desprejuiciada “Tenet” (Christopher Nolan, 2020) donde el cineasta pasaba de puntillas sobre sus ya conocidos puntos débiles (dirección de actores, personajes femeninos y una acentuada tendencia a la megalomanía) para entregarse a un torbellino de acción ruidosa convenientemente rematada con una vitola de elegancia que le coronaba como superación dialéctica del ya amortizado Michael Bay: por una vez, una cinta de Nolan era divertida. No obstante, y puede que considerando el londinense que su cometido artístico es más elevado que el mero entretenimiento del público, se lanza ahora en plancha descolgándose, quizás poniendo a los Oscar en la mirilla, con un peliculón de los de antes: adulto y taquillero, complejo pero adictivo. El resultado de la empresa, admitámoslo, es parcialmente gozoso.
Nolan estrena su cinta más madura e intimista, desplegando a lo largo de tres horas de metraje la narración paralela de dos historias, bautizadas como “Fisión” (I) y “Fusión” (II). La primera de ellas aborda la formación científica y personal del “padre” de la bomba atómica, así como los conflictos éticos que la creación del inmundo cacharro provoca en la psique del omnipresente Cillian Murphy, ininterrumpidamente intenso y atormentado. La segunda narración, especular a la anterior, relata la caída al oprobio de Robert J. Oppenheimer en el contexto de la lamentable “caza de brujas”. La trama de “Fusión” es la más novedosa para quienes no conocíamos la biografía del eminente físico, y a pesar de los esfuerzos de Nolan y su fotógrafo (el blanco y negro de esta parte es primoroso aunque recuerde a un anuncio de perfumes) uno no deja de pensar que hubiera preferido que el británico se abstuviera de pisar los ya mencionados charcos donde habitualmente más se embarra para centrarse en los acontecimientos de “Fisión”: la pasión juvenil y la inquietud intelectual de Oppenheimer, el frenesí científico de la invención… son mucho más atractivos en manos de este director que las acartonadas escenas familiares, la anticlimática escena de sexo o el interminable drama judicial que nos endilga en la última hora de metraje; si bien Nolan ya cuenta con Kip Thorne como asesor científico, podría tener que contratar urgentemente a un asesor en relaciones humanas.
Hay que reconocer, no obstante, que no era sencillo salir airoso del reto formal autoimpuesto por el realizador inglés, consistente en rodar un drama intimista como si fuera una película de superhéroes. Así, “Oppenheimer” mantiene al espectador pegado a la pantalla y con la concentración al máximo nivel al precio de sacrificar la emoción, la sutileza y la complejidad (no se confunda esta última con la complicación, tan del gusto del ínclito Nolan). Subestimando la inteligencia de los espectadores, los diálogos más tensos se ven enfatizados por una poco discreta vibración de la cámara acompañada de notas muy graves, y muy ominosas, y muy serias. Abundan también los primeros planos estilo Juana de Arco (Carl Theodor Dreyer, 1928), que por lo visto han agradado sobremanera a Paul Schrader al comulgar bastante con sus actuales preferencias estéticas a la hora de filmar; no obstante, esta dicotomía grandilocuencia-introspección no parece quedar bien resuelta y, paradójicamente hablando de Christopher Nolan, el apartado técnico supone en este caso una flaqueza que acerca al filme a la caligrafía visual de las plataformas televisivas debido a su patente desinterés por el uso del espacio cinematográfico.
En el documental-conversación “El dinosaurio y el bebé” (Jean-Luc Godard, 1967) el maestro Fritz Lang muestra la importancia del uso del espacio en la impresión subjetiva que produce una escena en el espectador: la posición de las ventanas, las puertas e incluso la duración del travelling que acompaña a los personajes a lo largo de la habitación contribuyen a reforzar la atmósfera característica de cada secuencia. Una de las desventajas de la realización televisiva, basada en la profusión de planos cortos y primeros planos, es la dificultad para presentar adecuadamente el espacio puesto que un plano general que en el cine resulta espectacular se puede convertir en una viñeta de “Buscando a Wally” al trasladarlo a la pequeña pantalla. Sin embargo, la extraordinaria popularidad de la ficción catódica en la última década parece haber convencido a los productores de la supremacía del “estilo Netflix”; lo que aquí resulta novedoso es que uno de los mayores defensores del cine en salas haya sucumbido finalmente (por mucho que ruede en IMAX y en 70 mm) a este formato basado, por encima de todo, en la dominación de un verborreico guion sobre todos los aspectos visuales a él supeditados.
Nolan estrena su cinta más madura e intimista, desplegando a lo largo de tres horas de metraje la narración paralela de dos historias, bautizadas como “Fisión” (I) y “Fusión” (II). La primera de ellas aborda la formación científica y personal del “padre” de la bomba atómica, así como los conflictos éticos que la creación del inmundo cacharro provoca en la psique del omnipresente Cillian Murphy, ininterrumpidamente intenso y atormentado. La segunda narración, especular a la anterior, relata la caída al oprobio de Robert J. Oppenheimer en el contexto de la lamentable “caza de brujas”. La trama de “Fusión” es la más novedosa para quienes no conocíamos la biografía del eminente físico, y a pesar de los esfuerzos de Nolan y su fotógrafo (el blanco y negro de esta parte es primoroso aunque recuerde a un anuncio de perfumes) uno no deja de pensar que hubiera preferido que el británico se abstuviera de pisar los ya mencionados charcos donde habitualmente más se embarra para centrarse en los acontecimientos de “Fisión”: la pasión juvenil y la inquietud intelectual de Oppenheimer, el frenesí científico de la invención… son mucho más atractivos en manos de este director que las acartonadas escenas familiares, la anticlimática escena de sexo o el interminable drama judicial que nos endilga en la última hora de metraje; si bien Nolan ya cuenta con Kip Thorne como asesor científico, podría tener que contratar urgentemente a un asesor en relaciones humanas.
Hay que reconocer, no obstante, que no era sencillo salir airoso del reto formal autoimpuesto por el realizador inglés, consistente en rodar un drama intimista como si fuera una película de superhéroes. Así, “Oppenheimer” mantiene al espectador pegado a la pantalla y con la concentración al máximo nivel al precio de sacrificar la emoción, la sutileza y la complejidad (no se confunda esta última con la complicación, tan del gusto del ínclito Nolan). Subestimando la inteligencia de los espectadores, los diálogos más tensos se ven enfatizados por una poco discreta vibración de la cámara acompañada de notas muy graves, y muy ominosas, y muy serias. Abundan también los primeros planos estilo Juana de Arco (Carl Theodor Dreyer, 1928), que por lo visto han agradado sobremanera a Paul Schrader al comulgar bastante con sus actuales preferencias estéticas a la hora de filmar; no obstante, esta dicotomía grandilocuencia-introspección no parece quedar bien resuelta y, paradójicamente hablando de Christopher Nolan, el apartado técnico supone en este caso una flaqueza que acerca al filme a la caligrafía visual de las plataformas televisivas debido a su patente desinterés por el uso del espacio cinematográfico.
En el documental-conversación “El dinosaurio y el bebé” (Jean-Luc Godard, 1967) el maestro Fritz Lang muestra la importancia del uso del espacio en la impresión subjetiva que produce una escena en el espectador: la posición de las ventanas, las puertas e incluso la duración del travelling que acompaña a los personajes a lo largo de la habitación contribuyen a reforzar la atmósfera característica de cada secuencia. Una de las desventajas de la realización televisiva, basada en la profusión de planos cortos y primeros planos, es la dificultad para presentar adecuadamente el espacio puesto que un plano general que en el cine resulta espectacular se puede convertir en una viñeta de “Buscando a Wally” al trasladarlo a la pequeña pantalla. Sin embargo, la extraordinaria popularidad de la ficción catódica en la última década parece haber convencido a los productores de la supremacía del “estilo Netflix”; lo que aquí resulta novedoso es que uno de los mayores defensores del cine en salas haya sucumbido finalmente (por mucho que ruede en IMAX y en 70 mm) a este formato basado, por encima de todo, en la dominación de un verborreico guion sobre todos los aspectos visuales a él supeditados.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
El muy mentado McGuffin de Albert Einstein merece un capítulo aparte, resultando hilarante su habitual comparación al “Rosebud” wellesiano: mientras que en “Ciudadano Kane”(Orson Welles, 1941) la enigmática palabra abría un paréntesis narrativo con un cierre sorprendente que contrastaba tanto estética como argumentalmente con el resto del metraje, el susurrado acertijo que Nolan suspende en los labios de Oppenheimer hasta el final de la cinta no sólo es bastante trivial (la decisión de otorgarle la importancia que se le da es discutible) sino que nuevamente desprecia la capacidad de atención del espectador perdiendo en efectistas trucos formales el tiempo que debería haberse dedicado a la reflexión o la profundidad emocional.
24 de enero de 2024
24 de enero de 2024
9 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Preocupado por la inevitable deriva descendente del otrora prometedor Christopher Nolan, no puedo más que mostrar mi gran pesar recordando los buenos tiempos de un director llamado a cambiar el rumbo del cine de género a principios de siglo. 'Memento' le dio un vuelco (literalmente) a la forma de narrar un thriller, 'Insomnio' brindó solidez a la tópica historia del "serial killer", la trilogía de 'El Caballero Oscuro' tambaleó, con su visión 'verité', los cimientos del cine de superhéroes (algo que, todo hay que decirlo, intentó iniciar Bryan Singer con sus dos primeras 'X-Men'). Luego llegó 'Origen', con su aparente capa de complejidad, y aún aplaudimos el esfuerzo de crear, con ayuda de la técnica y el presupuesto, algo nuevo dentro del trillado género de acción. 'Interstellar' es visual y emotivamente grandiosa, pero nada más allá de una convención de género concebida voluntariamente para ser la '2001' o la 'Blade Runner' del siglo XXI. Después 'Dunquerque', tan poderosa como perezosa y más tarde... el despropósito trilero de 'Tenet', donde la curva creativa de los Nolan se volvía precipicio a base de trucos baratos y argucias narrativas para "dummies". Ni a mí ni a muchos nos engañaron con semejante utilitario disfrazado de Rolls-Royce. Porque en eso se basa la filmografía de Nolan a partir de 'Origen'; en envoltorios de lujo complejo para distraer la atención del espectador de esas "simples" superproducciones de género. Y una vez está bien, dos se las perdonamos... Pero hasta aquí llegó mi paciencia con este director. Literalmente.
Porque 'Oppenheimer' no es más que ruido. Mucho ruido presuntuoso. Un biopic como otro, pero de rebozado indigerible. Con muchos nombres y mucha música muy alta, machacona y extenuante. Con un momento cumbre decepcionante y con hechos históricos omitidos a conciencia para caer en la complacencia cobarde por no ofender a la reaccionaria U.S.A... Todo, una vez más, para cansar la mente del entregado espectador de una historia que va sola, en línea recta a pesar de los manidos "flashbacks", sostenida con pinzas gracias al eficiente trabajo actoral (no en todos los casos) y la potencia técnica de un presupuesto malgastado.
'Oppenheimer' te echa de la sala exhausto, sin ganas de pensar. Sin ganas de pensar en que Nolan nos la ha vuelto a colar, pero esta vez, de manera alevosa e imperdonable. Injustificable basura de lujo...
Porque 'Oppenheimer' no es más que ruido. Mucho ruido presuntuoso. Un biopic como otro, pero de rebozado indigerible. Con muchos nombres y mucha música muy alta, machacona y extenuante. Con un momento cumbre decepcionante y con hechos históricos omitidos a conciencia para caer en la complacencia cobarde por no ofender a la reaccionaria U.S.A... Todo, una vez más, para cansar la mente del entregado espectador de una historia que va sola, en línea recta a pesar de los manidos "flashbacks", sostenida con pinzas gracias al eficiente trabajo actoral (no en todos los casos) y la potencia técnica de un presupuesto malgastado.
'Oppenheimer' te echa de la sala exhausto, sin ganas de pensar. Sin ganas de pensar en que Nolan nos la ha vuelto a colar, pero esta vez, de manera alevosa e imperdonable. Injustificable basura de lujo...
20 de febrero de 2024
20 de febrero de 2024
9 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ay, Nolan.
Curioso caso el de este hiperbolico director.
La pregunta: ¿sabe dirigir una película? Sin dudas que sí.
Pero.
¿Sabe Nolan hacer cine?
Está respuesta escuece: De ninguna manera.
¿Y cuál es la diferencia? La misma que existe entre un abundante plato de arroz sin sal y una fabulosa comida preparada con mimo. La primera, sólo sacia la ingente necesidad básica del momento mientras que la otra te llena el alma, ocupando un lugar indeleble en la memoria. La magia culinaria se asocia a momentos allende el mero refrigerio, que crecen más allá del estímulo inicial. Igual con el cine. Las películas exquisitas dejan un remanente. Una inolvidable experiencia residual que crece positivamente.
Pero, ¿qué sucede entonces con el cine de Nolan?
Es indudable que Nolan entiende las partes fundamentales de la mecánica filimica, pero no sabe cómo integrarlas en un todo superador. Sabe sumar pero no multiplicar. Su película es acumulación, saturación de datos, fría lectura analítica y desapasionada. Su método narrativo es pedagógico, cansino, deslavazado. (Spielberg hacía pedagogía pero jamás olvidaba la magia, el pulso emotivo de sus historias. Sabía oprimir los botones adecuados).
Nolan es como un autista del gran cine. Sus personajes no dejan poso, parece un director robot o lo que podemos esperar en un futuro de una inteligencia artificial dedicada a hacer Blockbusters.
Ninguna de sus películas transmite emoción. Sí, quizá, "Batman el caballero de la noche". Pero, en efecto, Batman se hace grande por la interpretación tridimensional de su potente villano, no por la sensibilidad de Nolan como director.
"Oppenheimer" ganará el Oscar, su protagonista también lo hará.
Es una lamentable perogrullada.
Una más para engrosar la lista de reaccionarías películas norteamericanas dedicadas a lavar la imagen de sus inquietantes y ambiguos personajes históricos.
Los alemanes y los japoneses siempre fueron más severos al retratar sin tapujos su propia crueldad y el saldo de infortunio que dejaron en esta tierra.
Los norteamericanos siguen realizando películas reivindicativas, muy visibles y espectaculares, con la intención de mejorar la reputación y adornar las historias de sus "destructores de mundos".
En fin.
Curioso caso el de este hiperbolico director.
La pregunta: ¿sabe dirigir una película? Sin dudas que sí.
Pero.
¿Sabe Nolan hacer cine?
Está respuesta escuece: De ninguna manera.
¿Y cuál es la diferencia? La misma que existe entre un abundante plato de arroz sin sal y una fabulosa comida preparada con mimo. La primera, sólo sacia la ingente necesidad básica del momento mientras que la otra te llena el alma, ocupando un lugar indeleble en la memoria. La magia culinaria se asocia a momentos allende el mero refrigerio, que crecen más allá del estímulo inicial. Igual con el cine. Las películas exquisitas dejan un remanente. Una inolvidable experiencia residual que crece positivamente.
Pero, ¿qué sucede entonces con el cine de Nolan?
Es indudable que Nolan entiende las partes fundamentales de la mecánica filimica, pero no sabe cómo integrarlas en un todo superador. Sabe sumar pero no multiplicar. Su película es acumulación, saturación de datos, fría lectura analítica y desapasionada. Su método narrativo es pedagógico, cansino, deslavazado. (Spielberg hacía pedagogía pero jamás olvidaba la magia, el pulso emotivo de sus historias. Sabía oprimir los botones adecuados).
Nolan es como un autista del gran cine. Sus personajes no dejan poso, parece un director robot o lo que podemos esperar en un futuro de una inteligencia artificial dedicada a hacer Blockbusters.
Ninguna de sus películas transmite emoción. Sí, quizá, "Batman el caballero de la noche". Pero, en efecto, Batman se hace grande por la interpretación tridimensional de su potente villano, no por la sensibilidad de Nolan como director.
"Oppenheimer" ganará el Oscar, su protagonista también lo hará.
Es una lamentable perogrullada.
Una más para engrosar la lista de reaccionarías películas norteamericanas dedicadas a lavar la imagen de sus inquietantes y ambiguos personajes históricos.
Los alemanes y los japoneses siempre fueron más severos al retratar sin tapujos su propia crueldad y el saldo de infortunio que dejaron en esta tierra.
Los norteamericanos siguen realizando películas reivindicativas, muy visibles y espectaculares, con la intención de mejorar la reputación y adornar las historias de sus "destructores de mundos".
En fin.
23 de julio de 2023
23 de julio de 2023
8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
No sé si es que el cine ha tomado una deriva tan mala que me conformo con cualquier cosa que esté hecha con devoción o si es que soy un 'fanboy' ciego de Nolan, pero la verdad es que me ha encantado. Cuando acaba la película, parece que la bomba H te ha explotado en la cabeza después de tal despliegue audiovisual (sobre todo audio). En el primer segundo de metraje uno ya sabe que se encuentra ante una película de Nolan, su sello es inconfundible y he de reconocer que un servidor está enamorado de su forma de hacer cine.
La película es compleja, bastante compleja, pero ese es otro de los sellos del director y, si la sala estaba llena hasta los topes, es entre otras cosas por esto. Nolan ha conseguido aunar el cine comercial con el cine personal y es algo que me parece bastante meritorio. Conseguir llenar una sala de cine cuando la película trata sobre la vida de Oppenheimer y sobre la creación de la bomba atómica es digno de mención y no es nada fácil de conseguir. Sólo directores como Nolan o Spielberg son capaces de hacerlo.
En cuanto al análisis de la película en sí, es verdad que en ocasiones es un batiburrillo de verborrea y saltos temporales al que cuesta hacerse, pero una vez estás familiarizado con los personajes, empiezas a orientarte. Se aprende mucho durante su visionado y posteriormente, ya que cuando aparecen los títulos de crédito te quedan ganas de informarte más sobre el tema. Este es otro de los méritos de Nolan, hacer cine comercial que te haga pensar y con el que aprendes muchas cosas sobre ciencia, física o filosofía aunque a veces cueste entender los conceptos de los que habla.
El reparto es espectacular y la dirección del mismo no lo es menos. Además, algunos llegan a realizar papeles testimoniales. Conseguir que gente como Gary Oldman o Rami Malek realicen papeles de poco más de 5 minutos es algo que el espectador siempre agradece y, ver a actores como Josh Harnett o Dane Dehaan en papeles tan serios y tan alejados de lo que solemos tener en mente también es una delicia para todo cinéfilo que se precie. Mención especial merece Cillian Murphy: realiza una interpretación tremenda, él es la película. Tampoco se queda atrás Emily Blunt en la que es la mejor actuación que le he visto (reconozco que no he visto muchas de las pelis en las que aparece).
El apartado técnico, por supuesto, también es de 10, y tampoco falta el giro de guion tan típico del director británico.
Por contra, mencionar que no todas las personas contamos con la mismas capacidades ni estamos tan informados de todo. Hacer un montaje con tantos saltos y tantos personajes que no son especialmente conocidos y que no llegan a desarrollarse puede hacer que mucha gente se pierda y desconecte. En este sentido, Nolan se olvida de que la gente que no es estadounidense seguramente no haya oído hablar de la mayoría de personalidades que aquí aparecen y mal no nos habría venido tener más información sobre algunos de ellos como, por ejemplo, el de Robert Downey Jr., el cual tiene tantísimo peso en la trama. También añadir que se echa de menos a Hans Zimmer, no es que Goransson haga un mal trabajo, para nada, simplemente Ludwig no es Hans.
En definitiva, una película algo compleja marca de la casa pero de una gran factura técnica. No olvidemos que el cine es un espectáculo audiovisual y, esta película, visionada en IMAX es una pasada. La butaca vibraba con las pruebas de la bomba. No es recomendable para todo el mundo, pero si es una gran película, un brutal thriller y político y, desde luego, la mejor película en lo que va de año. Siempre es de agradecer que aún haya directores con un estilo propio y con ganas de hacer cine serio, elaborado y didáctico tan alejado del cine de usar y tirar, vacío y lleno de chorripolladas inclusivas, 'remakes' y 'reboots' que intenta tapar la ausencia de guion y de creatividad que está asolando Hollywood.
La película es compleja, bastante compleja, pero ese es otro de los sellos del director y, si la sala estaba llena hasta los topes, es entre otras cosas por esto. Nolan ha conseguido aunar el cine comercial con el cine personal y es algo que me parece bastante meritorio. Conseguir llenar una sala de cine cuando la película trata sobre la vida de Oppenheimer y sobre la creación de la bomba atómica es digno de mención y no es nada fácil de conseguir. Sólo directores como Nolan o Spielberg son capaces de hacerlo.
En cuanto al análisis de la película en sí, es verdad que en ocasiones es un batiburrillo de verborrea y saltos temporales al que cuesta hacerse, pero una vez estás familiarizado con los personajes, empiezas a orientarte. Se aprende mucho durante su visionado y posteriormente, ya que cuando aparecen los títulos de crédito te quedan ganas de informarte más sobre el tema. Este es otro de los méritos de Nolan, hacer cine comercial que te haga pensar y con el que aprendes muchas cosas sobre ciencia, física o filosofía aunque a veces cueste entender los conceptos de los que habla.
El reparto es espectacular y la dirección del mismo no lo es menos. Además, algunos llegan a realizar papeles testimoniales. Conseguir que gente como Gary Oldman o Rami Malek realicen papeles de poco más de 5 minutos es algo que el espectador siempre agradece y, ver a actores como Josh Harnett o Dane Dehaan en papeles tan serios y tan alejados de lo que solemos tener en mente también es una delicia para todo cinéfilo que se precie. Mención especial merece Cillian Murphy: realiza una interpretación tremenda, él es la película. Tampoco se queda atrás Emily Blunt en la que es la mejor actuación que le he visto (reconozco que no he visto muchas de las pelis en las que aparece).
El apartado técnico, por supuesto, también es de 10, y tampoco falta el giro de guion tan típico del director británico.
Por contra, mencionar que no todas las personas contamos con la mismas capacidades ni estamos tan informados de todo. Hacer un montaje con tantos saltos y tantos personajes que no son especialmente conocidos y que no llegan a desarrollarse puede hacer que mucha gente se pierda y desconecte. En este sentido, Nolan se olvida de que la gente que no es estadounidense seguramente no haya oído hablar de la mayoría de personalidades que aquí aparecen y mal no nos habría venido tener más información sobre algunos de ellos como, por ejemplo, el de Robert Downey Jr., el cual tiene tantísimo peso en la trama. También añadir que se echa de menos a Hans Zimmer, no es que Goransson haga un mal trabajo, para nada, simplemente Ludwig no es Hans.
En definitiva, una película algo compleja marca de la casa pero de una gran factura técnica. No olvidemos que el cine es un espectáculo audiovisual y, esta película, visionada en IMAX es una pasada. La butaca vibraba con las pruebas de la bomba. No es recomendable para todo el mundo, pero si es una gran película, un brutal thriller y político y, desde luego, la mejor película en lo que va de año. Siempre es de agradecer que aún haya directores con un estilo propio y con ganas de hacer cine serio, elaborado y didáctico tan alejado del cine de usar y tirar, vacío y lleno de chorripolladas inclusivas, 'remakes' y 'reboots' que intenta tapar la ausencia de guion y de creatividad que está asolando Hollywood.
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