Los espíritus de la isla
2022 

7.0
20,892
Drama
Ambientada en una isla remota frente a la costa oeste de Irlanda en 1923, narra la historia de dos amigos de toda la vida, Pádraic y Colm, quienes se encuentran en un callejón sin salida cuando Colm pone fin a su amistad de un modo abrupto. Un Pádraic atónito, con la única comprensión de su hermana Siobhán y del simple Dominic, se esfuerza por reconstruir la relación, negándose a aceptar las negativas de su amigo de siempre. Cuando Colm ... [+]
15 de marzo de 2023
15 de marzo de 2023
3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
El cine va más allá de contar historias. Gana eficacia cuanta más emoción es capaz de transmitir y más ideas evoca. La imagen es un factor crítico. Pero no solo en lo formal, fotográfico o pictórico. Los buenos actores son capaces de expresar casi sin palabras, solo con un rictus, lo que un sinfín de páginas de texto no podrían. Incredulidad, conmoción, devastación, odio.
Esta obra, cronológicamente fechada en el primer cuarto del siglo XX, no solo es un retrato costumbrista de la difícil existencia de unos aldeanos isleños durante el comienzo de la guerra civil de Irlanda. Lo que parece ocurrir medio en broma, acaba recrudeciéndose cuando se traspasa el punto de no retorno de todas las cosas. Los conflictos políticos y humanos, a partir de un punto insignificante, a veces, acaban convirtiéndose en dramas humanos de proporciones épicas.
Almas en pena de Inisherin no es una película al uso. No es sencilla de ver. Si bien la fotografía es preciosista y los paisajes imponentes, ocurren sucesos inexplicables, aparentemente absurdos e incomprensibles. Al menos, desde una perspectiva lógica (Spoiler 1). No, sin embargo, si se caracteriza su contexto. Insularidad, soledad, angustia vital, enfermedad mental, dramas personales irresolubles. Pero cuando acaba la historia, no acaba todo. No pasan de largo los infiernos interiores de los protagonistas. Lo que acabamos de vivir nos deja huella. Comienza entonces el espectador sobrecogido a atar cabos y las claves que percibe, probablemente coincidan con gran parte del sentido que Martin McDonagh pretende imprimir a su obra de autor. El puñado de pistas que ha ido dejando por el camino McDonagh, confluyen en un sentido redondo en el que todas las piezas encajan, causa y efecto. Y todo está interrelacionado sutil e incluso abruptamente.
El protagonista, Padraic, no puede asimilar el cambio hostil de Colm, su amigo de toda la vida. No entiende sus explicaciones. Pero no arroja la toalla. Una y otra vez, Padraic trata de que su vecino recupere la cordura que él cree inexplicablemente perdida.
Colm emprende una hostil huida hacia adelante. Y Padraic encaja cada escalada de esa hostilidad creciente hasta que el drama traspasa el punto de no retorno. Como el conflicto entre irlandeses que se ha prolongado hasta nuestros días (Spoiler 2).
Esta obra, cronológicamente fechada en el primer cuarto del siglo XX, no solo es un retrato costumbrista de la difícil existencia de unos aldeanos isleños durante el comienzo de la guerra civil de Irlanda. Lo que parece ocurrir medio en broma, acaba recrudeciéndose cuando se traspasa el punto de no retorno de todas las cosas. Los conflictos políticos y humanos, a partir de un punto insignificante, a veces, acaban convirtiéndose en dramas humanos de proporciones épicas.
Almas en pena de Inisherin no es una película al uso. No es sencilla de ver. Si bien la fotografía es preciosista y los paisajes imponentes, ocurren sucesos inexplicables, aparentemente absurdos e incomprensibles. Al menos, desde una perspectiva lógica (Spoiler 1). No, sin embargo, si se caracteriza su contexto. Insularidad, soledad, angustia vital, enfermedad mental, dramas personales irresolubles. Pero cuando acaba la historia, no acaba todo. No pasan de largo los infiernos interiores de los protagonistas. Lo que acabamos de vivir nos deja huella. Comienza entonces el espectador sobrecogido a atar cabos y las claves que percibe, probablemente coincidan con gran parte del sentido que Martin McDonagh pretende imprimir a su obra de autor. El puñado de pistas que ha ido dejando por el camino McDonagh, confluyen en un sentido redondo en el que todas las piezas encajan, causa y efecto. Y todo está interrelacionado sutil e incluso abruptamente.
El protagonista, Padraic, no puede asimilar el cambio hostil de Colm, su amigo de toda la vida. No entiende sus explicaciones. Pero no arroja la toalla. Una y otra vez, Padraic trata de que su vecino recupere la cordura que él cree inexplicablemente perdida.
Colm emprende una hostil huida hacia adelante. Y Padraic encaja cada escalada de esa hostilidad creciente hasta que el drama traspasa el punto de no retorno. Como el conflicto entre irlandeses que se ha prolongado hasta nuestros días (Spoiler 2).
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
(Spoiler 1). No pretendamos comprender una mente enferma. Que de enfermedad trata también esta película.
Desde la perspectiva de la enfermedad mental sin tratar, (el cura le pregunta cómo va con su depresión, si no va a hacer nada para tratarla), las actitudes autoviolentas de Colm no escapan tanto a la comprensión. Las ideas paranoides, raras, a veces pueden desembocar en actitudes violentas (Colm enfermo al más puro estilo Van Gogh).
La enfermedad mental impacta con mayor fuerza en entornos solitarios, perfeccionistas, desestructurados, angustiados. El protagonista no encuentra solución a su infierno interior. Y probablemente busque sin pedirla ayuda desesperada en el confesor habitual, cada domingo. Pero, además, a su alrededor, hay personajes solitarios, devastados, con diferentes carencias, que tratan de huir de una insoportable soledad. La tendera chismosa. El policía degenerado que hubiera ido a ver ejecuciones gratis. El hijo maltratado. La hermana solterona de Padraic. La vieja bruja. Incluso el sacerdote.
Y el contexto, la incomprensible guerra entre hermanos. Incluso al policía enfermo le parece extraño que en la guerra civil se maten entre iguales. Era más fácil cuando unos y otros solo mataban ingleses. Colm asiente.
(Spoiler 2). En la escena final, Colm busca el armisticio. "¿Estamos en paz, tras lo de mi casa?" Pero ya es Padraic el que no lo ve posible. No, porque Colm no quiso inmolarse dentro.
Tampoco ve posible ya Padraic el cese de las hostilidades en la Guerra Civil, aunque lleven unos días de tregua. Los disparos volverán a escucharse de nuevo, "pronto volverán a pelear, porque hay cosas que no se pueden olvidar", sentencia Padraic, con el recuerdo de Jenny removiéndole el alma.
Desde la perspectiva de la enfermedad mental sin tratar, (el cura le pregunta cómo va con su depresión, si no va a hacer nada para tratarla), las actitudes autoviolentas de Colm no escapan tanto a la comprensión. Las ideas paranoides, raras, a veces pueden desembocar en actitudes violentas (Colm enfermo al más puro estilo Van Gogh).
La enfermedad mental impacta con mayor fuerza en entornos solitarios, perfeccionistas, desestructurados, angustiados. El protagonista no encuentra solución a su infierno interior. Y probablemente busque sin pedirla ayuda desesperada en el confesor habitual, cada domingo. Pero, además, a su alrededor, hay personajes solitarios, devastados, con diferentes carencias, que tratan de huir de una insoportable soledad. La tendera chismosa. El policía degenerado que hubiera ido a ver ejecuciones gratis. El hijo maltratado. La hermana solterona de Padraic. La vieja bruja. Incluso el sacerdote.
Y el contexto, la incomprensible guerra entre hermanos. Incluso al policía enfermo le parece extraño que en la guerra civil se maten entre iguales. Era más fácil cuando unos y otros solo mataban ingleses. Colm asiente.
(Spoiler 2). En la escena final, Colm busca el armisticio. "¿Estamos en paz, tras lo de mi casa?" Pero ya es Padraic el que no lo ve posible. No, porque Colm no quiso inmolarse dentro.
Tampoco ve posible ya Padraic el cese de las hostilidades en la Guerra Civil, aunque lleven unos días de tregua. Los disparos volverán a escucharse de nuevo, "pronto volverán a pelear, porque hay cosas que no se pueden olvidar", sentencia Padraic, con el recuerdo de Jenny removiéndole el alma.
17 de marzo de 2023
17 de marzo de 2023
3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
A Martin McDonagh le conocimos hace ya muchísimos años por su opera prima “Escondidos en brujas” -que tenéis disponible en Starz+-. Película plagada de un humor negrísimo que jugaba mucho con lo surrealista de las situaciones planteadas y lo políticamente incorrecto de todas ellas para narrarnos una historia de dos asesinos a sueldo con problemas morales mientras tenían que esconderse en la ciudad belga. Años después alcanzaría la fama absoluta con “Tres anuncios en las afueras” -Oscar a mejor película birlado mediante- una cinta donde depuraba su estilo típico de humor negro encaminándose más al thriller puro y duro mientras iba reduciendo, al mismo tiempo, esa clara tendencia tan marcada por el humor absurdo.
En esta ocasión, McDonagh vuelve más a la senda primigenia de su carrera y nos trae “Almas en pena de Inisherin”, película que se estrena el 3 de febrero en nuestro país y que devuelve al realizador británico a esa corriente de humor muy negro y surrealista mezclado con un drama más sutil pero efectivo.
En “Almas en pena de Inisherin” se nos cuenta la historia de dos amigos, Pádraic y Colm, que viven en una aldea perdida de la mano de Dios y donde todos los días parecen ser iguales unos de otros. Todo marcha relativamente bien en esa anodina monotonía hasta que un buen día Colm decide que no quiere ser más amigo de Pádraic. Como consecuencia, este último se lo toma prácticamente como si su mundo se desmoronase por completo haciendo que algo que podría ser una estupidez, acabe convirtiéndose en algo muchísimo más grave e importante de lo que debería haber sido.
A priori, si uno lee este argumento, puede pensar que estamos ante una auténtica “chorrada”. Ante algo que no tiene sentido entre dos adultos hechos y derechos. Y, sinceramente, si lo extrapolamos al mundo real, tiene toda la razón en pensar algo así. La gracia de este planteamiento es que es la forma que tiene Mcdonagh de ridiculizar el inicio del conflicto para reírse de él y, de paso, para trazar una parábola con como empiezan, en ocasiones, los conflictos que acaban enquistándose y volviéndose gravísimos -como por ejemplo los orígenes de algunas guerras- y como todos ellos empiezan con una primera piedra que se empuja ladera abajo y acaba arrastrando a otras a la corriente creando un fenómeno muchísimo más peligroso que el que teníamos en un inicio.
La película es obvio que nos habla de los conflictos interpersonales, y de cómo los sabemos o no gestionar. Pero igual que esto queda claro desde el inicio, también queda claro, a poco que observemos con atención, que está hablándonos de temas mucho más profundos como la soledad. El vivir anclado a un lugar -esto se muestra muy bien con el personaje femenino, Shiobán, al que da vida una fantástica Kerry Condon que merece más reconocimientos y premios de los que va a tener- y el como ese anclaje va mermando poco a poco nuestra presencia y nuestro estado de ánimo.
“Almas en pena de Inisherin” no deja de ser una película que enmascara con humor la profunda tristeza de sus personajes. Y que, aunque tiene momentos que provocarán carcajadas en las salas, cuando esas risas se apagan te das cuenta de lo que realmente te están intentando contar y que eso ya no tiene ni pizca de gracia.
Todo ello lo elevan las dos interpretaciones principales -además de la de Kerry Condon, que ya he mencionado- donde tanto Collin Farrell como Brendan Gleeson están absolutamente estratosféricos. Ambos papeles son muy difíciles por las vicisitudes tan particulares que tienen los personajes protagonistas. Y el dúo no solo demuestra la química que tienen entre ellos -debido a haber trabajado ya varias veces juntos, y con el propio McDonagh- sino que defienden con uñas y dientes sus papeles hasta las últimas consecuencias.
Sinceramente creo que esta es una de esas películas que suelen copar muchos reconocimientos en forma de premios y nominaciones. Y que, al mismo tiempo, aquéllos a los que les gusten este tipo de historias pequeñas, situadas en lugares muy alejados del ruido de las ciudades, y donde todo se magnifica, van a disfrutar muchísimo con lo que aquí se plantea y, lo que es más importante, con cómo se plantea. Es una de esas pequeñas historias por las que vale la pena ver cine. Enorme película.
Twitter: @QuiqueMartin27, colaborador de Mundoplustv
En esta ocasión, McDonagh vuelve más a la senda primigenia de su carrera y nos trae “Almas en pena de Inisherin”, película que se estrena el 3 de febrero en nuestro país y que devuelve al realizador británico a esa corriente de humor muy negro y surrealista mezclado con un drama más sutil pero efectivo.
En “Almas en pena de Inisherin” se nos cuenta la historia de dos amigos, Pádraic y Colm, que viven en una aldea perdida de la mano de Dios y donde todos los días parecen ser iguales unos de otros. Todo marcha relativamente bien en esa anodina monotonía hasta que un buen día Colm decide que no quiere ser más amigo de Pádraic. Como consecuencia, este último se lo toma prácticamente como si su mundo se desmoronase por completo haciendo que algo que podría ser una estupidez, acabe convirtiéndose en algo muchísimo más grave e importante de lo que debería haber sido.
A priori, si uno lee este argumento, puede pensar que estamos ante una auténtica “chorrada”. Ante algo que no tiene sentido entre dos adultos hechos y derechos. Y, sinceramente, si lo extrapolamos al mundo real, tiene toda la razón en pensar algo así. La gracia de este planteamiento es que es la forma que tiene Mcdonagh de ridiculizar el inicio del conflicto para reírse de él y, de paso, para trazar una parábola con como empiezan, en ocasiones, los conflictos que acaban enquistándose y volviéndose gravísimos -como por ejemplo los orígenes de algunas guerras- y como todos ellos empiezan con una primera piedra que se empuja ladera abajo y acaba arrastrando a otras a la corriente creando un fenómeno muchísimo más peligroso que el que teníamos en un inicio.
La película es obvio que nos habla de los conflictos interpersonales, y de cómo los sabemos o no gestionar. Pero igual que esto queda claro desde el inicio, también queda claro, a poco que observemos con atención, que está hablándonos de temas mucho más profundos como la soledad. El vivir anclado a un lugar -esto se muestra muy bien con el personaje femenino, Shiobán, al que da vida una fantástica Kerry Condon que merece más reconocimientos y premios de los que va a tener- y el como ese anclaje va mermando poco a poco nuestra presencia y nuestro estado de ánimo.
“Almas en pena de Inisherin” no deja de ser una película que enmascara con humor la profunda tristeza de sus personajes. Y que, aunque tiene momentos que provocarán carcajadas en las salas, cuando esas risas se apagan te das cuenta de lo que realmente te están intentando contar y que eso ya no tiene ni pizca de gracia.
Todo ello lo elevan las dos interpretaciones principales -además de la de Kerry Condon, que ya he mencionado- donde tanto Collin Farrell como Brendan Gleeson están absolutamente estratosféricos. Ambos papeles son muy difíciles por las vicisitudes tan particulares que tienen los personajes protagonistas. Y el dúo no solo demuestra la química que tienen entre ellos -debido a haber trabajado ya varias veces juntos, y con el propio McDonagh- sino que defienden con uñas y dientes sus papeles hasta las últimas consecuencias.
Sinceramente creo que esta es una de esas películas que suelen copar muchos reconocimientos en forma de premios y nominaciones. Y que, al mismo tiempo, aquéllos a los que les gusten este tipo de historias pequeñas, situadas en lugares muy alejados del ruido de las ciudades, y donde todo se magnifica, van a disfrutar muchísimo con lo que aquí se plantea y, lo que es más importante, con cómo se plantea. Es una de esas pequeñas historias por las que vale la pena ver cine. Enorme película.
Twitter: @QuiqueMartin27, colaborador de Mundoplustv
9 de febrero de 2023
9 de febrero de 2023
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sólo con ver las imágenes del tráiler de Almas en Pena, mi imaginario colectivo se fue a una de mis películas favoritas, Un hombre Tranquilo. Y efectivamente el paisaje lo es, la idiosincrasia de algunos personajes, hay una pelirroja y un pub. Pero el tono es muy diferente. Colin Farrell y Brendan Gleeson son dos gigantes actorales, que cómo dúo convierten su amistad en un campo de minas tras una decisión de Brendan sobre su futuro. Es difícil no hacer spoilers con esta película, pero digamos que el ego es uno de esas cualidades humanas que destroza todo lo que toca. De repente uno descubre que se ha tomado una decisión unilateralmente sin aviso y basados en hechos que no son nuevos en la relación y el otro descubre que no puede seguir viviendo como hasta ahora y debe eliminar elementos. Pero claro, en una isla pequeña, con una población de muy pocos habitantes en que todos nos conocemos, con hábitos que convergen en el pub, nos llevan a una situación difícil de superar. En el título original, (The Banshees of Inisherin) se hace referencia a unos seres mitológicos, las Banshees que forman parte del folklore celta, que aparecen para anunciar acontecimientos el futuro. Son muchas las referencias al determinismo que hace que los personajes no puedan evitar ser lo que son, nada que pueda hacerles salir de esas líneas marcadas del destino, como los caminos con muros de piedra (vestigios de la Edad Media) por dónde transitan. Una imagen de la Virgen María en el punto de inflexión de los caminos, contempla en lucha con la Banshees como la partida la tiene ganada ésta última… el hombre irlandés no dará un paso atrás, sino todo lo contrario irá hacia delante, aunque le lleve a la destrucción. Ese es su determinismo. Aunque habrá personajes que intentarán salir del camino trillado. Determinismo que me llevaron a la fábula de la rana y el escorpión y el “no puedo evitarlo”.
Son muchas las reflexiones que nos aporta esta película. Hasta que punto una persona que se sabe dominante en una relación, tiene derecho a desestabilizar la vida de la otra persona que, sabe está en inferioridad de condiciones en la relación y sobre todo con motivos egoístas? Sin reflexiones, sin apenas dialogar, sin intentar no producir daños? Tiene que aceptar esa persona las nuevas normas en las relación o puede luchar, tratar de emendar el camino?, Es la bondad una virtud merecedora de ser recordada o por el contrario tiene que haber una obra que deje huella en la tierra de nuestra existencia? Debemos ser buenas personas o tarde o temprano descubrimos que estamos cerca de ser tontos?
Por supuesto las nominaciones están más que merecidas. La fotografía es excelsa, Irlanda siempre resulta melancólica, evocadora, bella. La recreación del puerto y las calles y la vida de 1923 extraordinaria también. Los acantilados, las pequeñas parcelas en vistas áreas que parecen mundos cerrados como lo son sus habitantes, la naturaleza en sus animales más básicos y más poéticos, como el volar de un pajarito, el mar que aporta aire a un mundo algo claustrofóbico… Los actores todos increíbles, como la hermana de Colin, Kerry Condon, o Barry Keoghan con su triste vida, el más inocente de todos… todos maravillosos, increíblemente reales.
Algunos ven en la historia un paralelismo con la guerra (guerra civil irlandesa) que está sucediendo en la otra isla, como parábolas del enfrentamiento entre hermanos, el abandono de algunos ciudadanos desesperados, las bajas inocentes colaterales… Puede ser. Pero yo me quedo con una historia sobre seres humanos. Una triste historia, llevada al extremo en un mundo determinado muy concreto pero muy real en la vida cotidiana.
Son muchas las reflexiones que nos aporta esta película. Hasta que punto una persona que se sabe dominante en una relación, tiene derecho a desestabilizar la vida de la otra persona que, sabe está en inferioridad de condiciones en la relación y sobre todo con motivos egoístas? Sin reflexiones, sin apenas dialogar, sin intentar no producir daños? Tiene que aceptar esa persona las nuevas normas en las relación o puede luchar, tratar de emendar el camino?, Es la bondad una virtud merecedora de ser recordada o por el contrario tiene que haber una obra que deje huella en la tierra de nuestra existencia? Debemos ser buenas personas o tarde o temprano descubrimos que estamos cerca de ser tontos?
Por supuesto las nominaciones están más que merecidas. La fotografía es excelsa, Irlanda siempre resulta melancólica, evocadora, bella. La recreación del puerto y las calles y la vida de 1923 extraordinaria también. Los acantilados, las pequeñas parcelas en vistas áreas que parecen mundos cerrados como lo son sus habitantes, la naturaleza en sus animales más básicos y más poéticos, como el volar de un pajarito, el mar que aporta aire a un mundo algo claustrofóbico… Los actores todos increíbles, como la hermana de Colin, Kerry Condon, o Barry Keoghan con su triste vida, el más inocente de todos… todos maravillosos, increíblemente reales.
Algunos ven en la historia un paralelismo con la guerra (guerra civil irlandesa) que está sucediendo en la otra isla, como parábolas del enfrentamiento entre hermanos, el abandono de algunos ciudadanos desesperados, las bajas inocentes colaterales… Puede ser. Pero yo me quedo con una historia sobre seres humanos. Una triste historia, llevada al extremo en un mundo determinado muy concreto pero muy real en la vida cotidiana.
30 de marzo de 2023
30 de marzo de 2023
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es una película curiosa. Y es tristemente bonita. Quizá difícil de entender para los que vivimos en una ciudad donde no da tiempo a diseccionar la parte más evidente y cruel de sentirse solo.
No así en un pequeño pueblo, sin el bullicio ni las prisas de la urbe donde la soledad se disfraza de caos y falta de tiempo para sentir la añoranza del amigo o la falta de empatía con el vecino.
En la película, vista o contada a bote pronto parecería la de "dos tontos muy tontos", pero en esa estupidez tan obvia caben muchos matices.
Colin Farrell tiene un papelón y lo interpreta de manera totalmente verosímil. Son creíbles su manera de hablar, de comportarse, de expresar sorpresa, incomprensión, miedo... y de cambiar su íntima afabilidad por el amargo e incluso hosco ego, solo para intentar ponerse a la altura de su otrora amigo.
En el lado opuesto, Brendan Gleeson vuelve a deleitarnos con una de sus actuaciones sobrias, esas que con su sola presencia es capaz de provocar la ira sin más palabras que un simple "es que ya no me caes bien".
El policía, su hijo, la chismosa del pueblo... son un retrato fiel de lo que puede dar de sí la vida en una isla rodeada de otra isla.
Las soluciones son drásticas, como no pueden serlo de otro modo, porque ¿a quién se le ocurre amenazar su vida para librarse de la presencia incómoda del que fue su amigo?
¿Y cómo este no va a reaccionar con todo cuando se le niega lo único que tiene?
Desde fuera, desde luego, parecen respuestas excesivas a lo que son unas molestias fácilmente evitables... en un lugar mas amplio, con varios pubs, tabernas donde no tengas que toparte con alguien que ha decidido que prefiere crear una música, una canción, a mantener la rutina de una charla con su vecino, que solo sabe hablar de su burra.
Y la tragedia llega porque la simple amabilidad es respondida con una espúria idea de trascendencia.
Y, como antesala final, contemplamos a la única persona cuerda del relato, la hermana, excelente Kerry Condon, que es capaz de hacer también lo único cuerdo posible en ese lugar.
Y alli solo queda la desolación, al igual que la vieja guerra entre hermanos que se oye a lo lejos y la muerte que la vieja arpía acerca desde las aguas a la orilla de ese Inisherin tan turbio.
Be gentle
No así en un pequeño pueblo, sin el bullicio ni las prisas de la urbe donde la soledad se disfraza de caos y falta de tiempo para sentir la añoranza del amigo o la falta de empatía con el vecino.
En la película, vista o contada a bote pronto parecería la de "dos tontos muy tontos", pero en esa estupidez tan obvia caben muchos matices.
Colin Farrell tiene un papelón y lo interpreta de manera totalmente verosímil. Son creíbles su manera de hablar, de comportarse, de expresar sorpresa, incomprensión, miedo... y de cambiar su íntima afabilidad por el amargo e incluso hosco ego, solo para intentar ponerse a la altura de su otrora amigo.
En el lado opuesto, Brendan Gleeson vuelve a deleitarnos con una de sus actuaciones sobrias, esas que con su sola presencia es capaz de provocar la ira sin más palabras que un simple "es que ya no me caes bien".
El policía, su hijo, la chismosa del pueblo... son un retrato fiel de lo que puede dar de sí la vida en una isla rodeada de otra isla.
Las soluciones son drásticas, como no pueden serlo de otro modo, porque ¿a quién se le ocurre amenazar su vida para librarse de la presencia incómoda del que fue su amigo?
¿Y cómo este no va a reaccionar con todo cuando se le niega lo único que tiene?
Desde fuera, desde luego, parecen respuestas excesivas a lo que son unas molestias fácilmente evitables... en un lugar mas amplio, con varios pubs, tabernas donde no tengas que toparte con alguien que ha decidido que prefiere crear una música, una canción, a mantener la rutina de una charla con su vecino, que solo sabe hablar de su burra.
Y la tragedia llega porque la simple amabilidad es respondida con una espúria idea de trascendencia.
Y, como antesala final, contemplamos a la única persona cuerda del relato, la hermana, excelente Kerry Condon, que es capaz de hacer también lo único cuerdo posible en ese lugar.
Y alli solo queda la desolación, al igual que la vieja guerra entre hermanos que se oye a lo lejos y la muerte que la vieja arpía acerca desde las aguas a la orilla de ese Inisherin tan turbio.
Be gentle
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
La hermana toma la única decisión seria en ese lugar: irse, sin más explicación ni bagaje que una pequeña maleta.
4 de febrero de 2023
4 de febrero de 2023
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
El director de origen irlandés Martin McDonagh nos presenta su último trabajo, una película que explora sentimientos muy humanos. La cinta esta ambientada en una remota isla irlandesa a principios del siglo XX. Es el cuarto trabajo del director y poco a poco se va colocando entre los mejores directores en activo. Entre sus anteriores películas caben destacar "Escondido en Brujas", " Siete psicópatas" y "Tres anuncios en las afueras". "Almas en pena de Inisherin" formo parte de la Sección Oficial del Festival de Cine de Venecia, donde obtuvo los premios a Mejor Actor (Colin Farrell) y el Premio al Mejor Guion. Aquí en nuestro país la pudimos ver en el Festival de Cine de Valladolid ( Fuera de Concurso).
La cinta nos cuenta la historia de dos amigos de toda la vida: Pádraic, un hombre solitario que ama a los animales y que tiene una relación muy especial con su burrita, y Colm, un violinista que está creando su obra magna y que siente que se esta haciendo mayor. Cuando Colm decide romper de forma repentina su amistad con Pádraic, sin explicaciones, este se queda atónito. Con ayuda de su hermana Siobhán y de Dominic ( un joven con problemas mentales), Pádraic se esforzará por recomponer la relación. Pero todos sus esfuerzos solo servirán para reforzar la decisión de Colm, quien llega a plantearle un ultimátum aterrador. A partir de ese momento, los habitantes de la isla se implicarán en el asunto y los acontecimientos se desarrollarán con rapidez y con consecuencias desastrosas.
El director nos regala un relato maravilloso, donde explora una serie de sentimientos con los que el espectador de sentirá rápidamente identificado: La soledad, la tristeza, la separación, el duelo, la violencia e incluso la muerte. Pero lo que de verdad busca McDonagh es presentarnos una historia y unos personajes diferentes, que sorprendan a todos. Para ello se ha rodeado de actores maravillosos, como Collin Farrel y Brendan Gleeson ( que están soberbios los dos) y con otros actores secundarios como Kerry Condom y Barry Keoghan fundamentales también en la trama.
Otro elemento fundamental de la película es la isla y sus habitantes. Pero sobre todo la casa donde se desarrolla gran parte de la trama. Allí es donde el director saca más partido, en las escenas que rueda a través de las ventanas y así mostrarnos la majestuosidad de los paisajes, la belleza de las puestas de sol y las tormentas. Por último el guion me parece sensacional, mezclando momentos dramáticos con otros de humor negro, muy difícil de conseguir. La cinta tiene un claro mensaje, a veces tomar decisiones malas tiene efectos a largo plazo sobre los demás. Aunque creo que la película no supera a tres anuncios en las afueras, me ha parecido estupenda.
Lo mejor: El guion, las interpretaciones y el partido que se la saca a la isla
Lo peor: Nada
Pueden leer esta crítica con imágenes y contenidos adicionales en: http://www.filmdreams.net
La cinta nos cuenta la historia de dos amigos de toda la vida: Pádraic, un hombre solitario que ama a los animales y que tiene una relación muy especial con su burrita, y Colm, un violinista que está creando su obra magna y que siente que se esta haciendo mayor. Cuando Colm decide romper de forma repentina su amistad con Pádraic, sin explicaciones, este se queda atónito. Con ayuda de su hermana Siobhán y de Dominic ( un joven con problemas mentales), Pádraic se esforzará por recomponer la relación. Pero todos sus esfuerzos solo servirán para reforzar la decisión de Colm, quien llega a plantearle un ultimátum aterrador. A partir de ese momento, los habitantes de la isla se implicarán en el asunto y los acontecimientos se desarrollarán con rapidez y con consecuencias desastrosas.
El director nos regala un relato maravilloso, donde explora una serie de sentimientos con los que el espectador de sentirá rápidamente identificado: La soledad, la tristeza, la separación, el duelo, la violencia e incluso la muerte. Pero lo que de verdad busca McDonagh es presentarnos una historia y unos personajes diferentes, que sorprendan a todos. Para ello se ha rodeado de actores maravillosos, como Collin Farrel y Brendan Gleeson ( que están soberbios los dos) y con otros actores secundarios como Kerry Condom y Barry Keoghan fundamentales también en la trama.
Otro elemento fundamental de la película es la isla y sus habitantes. Pero sobre todo la casa donde se desarrolla gran parte de la trama. Allí es donde el director saca más partido, en las escenas que rueda a través de las ventanas y así mostrarnos la majestuosidad de los paisajes, la belleza de las puestas de sol y las tormentas. Por último el guion me parece sensacional, mezclando momentos dramáticos con otros de humor negro, muy difícil de conseguir. La cinta tiene un claro mensaje, a veces tomar decisiones malas tiene efectos a largo plazo sobre los demás. Aunque creo que la película no supera a tres anuncios en las afueras, me ha parecido estupenda.
Lo mejor: El guion, las interpretaciones y el partido que se la saca a la isla
Lo peor: Nada
Pueden leer esta crítica con imágenes y contenidos adicionales en: http://www.filmdreams.net
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