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El hombre más buscado

Thriller Un inmigrante, mitad checheno y mitad ruso, llega a la comunidad islámica de Hamburgo reclamando la herencia de su padre. A partir de ese momento despierta el interés de las agencias de seguridad alemana y norteamericana, que están decididas a averiguar cuál es la verdadera identidad de ese hombre: si se trata de una víctima oprimida o de un extremista con tendencias violentas. (FILMAFFINITY)
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Críticas ordenadas por utilidad
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7
16 de septiembre de 2014 2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
No pretendía convertir esta crítica en un panegírico en honor a la memoria del tristemente desaparecido Philip Seymour Hoffman, pero cuando el talento de un intérprete se desborda desde la pantalla de la manera en la que este inmenso actor lo hace, resulta inevitable no rendirse ante una realidad tan triste y lamentable como la que nos recuerda que con su fallecimiento, perdimos a uno de los mejores actores de su generación.

Sin embargo, en un intento por no convertir esta crítica en una oda centrada en la figura de Philip Seymour Hoffman, comenzaré analizando la, también interesante, labor del director de esta cinta, Anton Corbijn. Corbijn, que con sus dos obras anteriores, "Control", biopic del también malogrado cantante de Joy Division, Ian Curtis; y "El americano"; demostró ser un realizador a tener en cuenta en el futuro, adapta ahora para la gran pantalla un relato del célebre escritor John le Carré, centrado en el mundo del espionaje en la era post-11S. Una historia con los mimbres del clásico cine de espías de los años 60 y 70, que en aquellas décadas se centraban en la temible sombra de la Guerra Fría, y que ahora, ha readaptado sus esquemas a la época de paraboia terrorista y psicosis global que nos toca soportar. Con la lección aprendida, Corbijn consigue construir un meticuloso relato que funciona como un mecanismo de precisión, sobre todo en su arranque fulgurante y en su desenlace soberbio. Sin embargo, Corbijn no es un director de los que se conforman con la corrección formal. Su estilo, busca compaginar el desarrollo narrativo de la historia, con la expresión más visceral de las emociones humanas de sus protagonistas, muchas veces a través de una cuidada fotografía, que en esta ocasión nos muestra una sombría y oscura Hamburgo urbanita convertida en paradigma de la decadencia moral de nuestra sociedad, capaz de todo para conseguir nada. Y al ahondar en ese trasfondo humano de la trama, es donde resulta obligatorio centrarse en la figura de Hoffman.

Y es que, el ganador del Oscar por "Capote", compone un sobrio personaje que se carga todo el peso emocional del metraje a sus espaldas, con una perfecta interpretación donde se entremezclan la compasión de la mirada del actor, con la fría e implacable ambigüedad de sus acciones. Un laberinto de sensaciones que llegan al espectador como una pieza más del intrincado puzzle que se desarrolla en la pantalla. Philip Seymour Hoffman desgrana las vicisitudes del guión con maestría, dejando la orfebrería interpretativa para los silencios y momentos de supuesto descanso; situaciones que en lugar de oxigenar la cinta, dando tregua al público, debido a la grandeza de su interpretación nos obliga a mantener los cinco sentidos en cada gesto de una composición perfecta. Tan grande resulta su papel, que el resto del reparto, a excepción de una oscura (en todos los sentidos) Robin Wright, languidece al lado del desaparecido actor.

Y en ese vacío que se produce, es cuando Corbijn, al intentar mimar al resto del reparto, desgranando el interior de todos los personajes, pierde el pulso de su película. Porque Hoffman llena tanto la pantalla, que su ausencia, llega a dejar huérfana de emoción a una película que por lo demás, cumple con nota los apetitos de los devoradores de la intriga y la tensión más ortodoxa y carente de aspavientos. "El hombre más buscado" es el último gran regalo que nos ha dejado uno de esos actores irrepetibles, que al unir su talento al de un director en ciernes, es capaz de convertir el más leve argumento, en un gigante cargado de emociones y sorpresas.
6
22 de septiembre de 2014 2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
James Bond, Ethan Hunt -Misión imposible- jugando a ser espías es pura adrenalina, hablamos de estar en la calle, al pie del inmediato suceso, de persecuciones, golpes, tiros, vibrante energía y constante brío que no te permiten parpadear, rapidez de movimientos y vivacidad de contacto frente a frente, donde la fuerza corporal destaca por encima de la estrategia racional o de la explicación política.
Aquí, el juego de espías transcurre en los despachos, en las altas esferas, con traje y corbata, entre la suciedad de la traición gubernamental de países supuestos amigos/colaboradores que buscan el interés propio y que como en toda guerra fría sus negociaciones y acuerdos no tienen piedad ante el inocente, ante la crueldad que desenvuelven, ante la estela de odiosa injusticia que dejan ni en desprenderse de su hermana o vender a su abuela si hiciera falta.
Historia basada en un libro de John le Carré lo cual significa relato de personajes complicados de seguir, con arduos nombres de países diversos, trama de enlace que solicita de tu máxima atención y racionamiento continuo, un no parar de pensar para estar al pie del cañón y seguir la estela de los sucesos sin perderte, pesadez de rodaje y entusiasmo contenido en cubos de hielo tratados con arte y cuidado y cuyo desenlace supone toda su descongelada incógnita para unir con claridad y acierto todos los puntos y observar perfectamente la fina línea trazada y su mensaje oculto.
El relato transcurre en cortejo lento, a pasos pequeños de un proceder que se mueve en escenarios de despachos, de cámaras, escuchas y desesperación resolutiva con pasión ofrecida a cuentagotas por unos verdugos elegantes que no se ensucian las manos pero pudren el corazón del que observa y un suspense sentido con lejanía debido al proceder de permisos y acuerdos entre los mandamases que dirigen el cotarro que no son de tu agrado ni se ganan tu simpatía, con un atractivo personaje central cuyo actor -el por siempre venerado, recordado y añorado Philip Seymour Hoffman..., ¡para qué añadir más si sólo su nombre ya anticipa la calidad, seguridad y arte del trabajo ofrecido!- que se come la pantalla, mantiene tu espíritu sin desfallecer y es el causante y valedor de todo tu esfuerzo y cuyo súbito final compensa y enlaza magníficamente todo el pesado camino que ha conducido hasta él pues los secundarios están en una acompañamiento soso y tenue sin aportar mucho apoyo al espléndido pilar neoyorquino que hace todo el trabajo por ellos -especialmente un William Dafoe cuyo personaje parece estar perdido, de paso en la estación equivocada-.
Anton Corbijn pasa de sus magníficos trabajos en el mundo de la música a ocuparse de un filme de apariencia sencilla pero de complicaciones cognitivas arduas que realiza con buenas formas y completo resultado y cuya motivación mantiene al espectador en stand by, en esa parada neutra ni hacia delante ni hacia atrás, dudosa estancia que no abandona pero tampoco tiene muy claro por dónde va como esa clase en la que atiendes la explicación del profesor, escuchas sus palabras sin distracción pero que nadie te pregunte qué ocurre o qué está pasando porque no lo tienes muy claro y a pesar de estar interesado, no bajar la guardia no es hasta los últimos minutos donde se despejan todas las dudas y se permite ver el claro paisaje dejado.
Este compulsivo fumador, bebedor paciente de incansable alma no tiene el carisma publicitario de Jack Ryan ni la venta de marketing que hipnotiza al público sentado en sus butacas pero tiene un encanto silencioso, callado de esforzado refuerzo por su incansable trabajo, por su creencia en sí mismo que seduce con espacio distante, que gusta en su cocción digestiva, en la frustración de su recta final, como esa partida de poker expectante y tensa por lo que maneja y pone en marcha pero de visión descafeinada y aburrida para el que mira la mesa y no sabe descifrar la importancia de las cartas y la pasión de la engañosa jugada pero exquisita, seductora y actractiva para quien se mete de lleno en el juego y no pierde un ápice de todos los sutiles movimientos y de la inteligencia de las manos de sus dirigentes aunque, ¡nadie desespere!, al término todos, en mayor o menor grado, entienden quién es el malo, quién es la víctima, quién sufre y quién gana..., de ahí el triunfo en masa del fútbol pues es claro y facilón, sólo hay que mirar a veintidós jugadores correr y gritar ¡gol! cuando la pelota entre en la portería.
Que conste que me gusta el deporte del balompié pero..., no está mal, de vez en cuando, una oferta cinematográfica que te pida concentración, esfuerzo reflexivo y mirada atenta más allá de la estética externa y apariencia decorativa pues puede resultar angosta, pesada y poco grata por su ambientación, fotografía y recorrido poco deslumbrante a los ojos de quien está acostumbrado a las luces de neón, al ruido atronador y al movimiento incesante pero ese apagado transcurrir se ilumina con la paciencia y espera de esa repuesta conclusiva de desenlace aclaratorio que lo muestra todo y airea el enredo.
Si eres de los que desde el principio coge la senda del placer intuitivo y el enigma apetitoso, ¡enhorabuena!, no hay nada que añadir.
Nadie duda de la magnificencia, sublime excelencia de la quinta sinfonía de Beethoven aunque no todos sepan apreciar su grandeza, saborear su hermosa armonía o disfrutar de su potencia artística; que no sea tu elección diaria para endulzar tus oídos..., aceptable..., que ocasionalmente disfrutes de su sintonía, que de vez en cuando aprecies, incluso estimes, su potente emisión sonora..., cierto sin duda alguna.

lulupalomitasrojas.blogspot.com.es
7
4 de octubre de 2014 2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una entretenida película de espías muy poco convencional. “El hombre más buscado” no es la farragosa historia que obliga al espectador a estar pendiente de todos los hilos de la trama, ni está sembrada de escenas truculentas de acción y asesinatos... Los agentes secretos aparecen como seres de carne y hueso a los que se les encomienda un trabajo sordo que toda la sociedad ha decidido aceptar e ignorar al mismo tiempo. En ese entorno, las interpretaciones de todos los actores son esenciales para transmitir credibilidad y tensión. Por supuesto, destaca un Philip Seymour Hoffman eficaz como siempre, que carga sobre sus hombros con el peso de la historia. Para él y sus colaboradores (estupenda Nina Hoss) el ser agente secreto no parece una profesión, sino más bien una especie de sacerdocio. En cualquier caso, todos los personajes están muy bien construidos, su participación en el argumento deriva de una trayectoria vital que la película apunta, aunque no la desarrolle, lo que otorga al film un tono de gran verosimilitud. Cada uno (el banquero, la agente americana, el magnate musulmán, el inmigrante checheno, la joven abogada...) deriva de una subtrama de la que nos gustaría saber más. El guión es sólido y el ritmo es pausado, como si el director quisiese que ningún espectador se pierda por el camino. Toda la película rezuma profesionalidad y buen hacer. Para terminar, el final es muy coherente, e invita a reflexionar al espectador sobre muchas cosas del mundo “civilizado” en el que vivimos. Recomendable, incluso para aquellos que no sean especialmente aficionados al género.
4
20 de enero de 2015 2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Uno de los últimos títulos del tristemente desaparecido Philip Seymour Hoffman no es que sea precisamente el trabajo por el que más le recordaremos.
Se trata de una historia de espionaje ambientada en Alemania, en la que los servicios de inteligencia vigilan a un supuesto terrorista.
La película tiene el grave fallo de ser aburrida. Y eso es lo que hay. No hay escenas de acción, ni tensión ni grandes sorpresas.
Los personajes hablan y hacen muy poco más. Problemas de jurisdicción y la abogada que defiende los derechos del presunto terrorista es lo poco más que ofrece su insulso guion.
Hoffman está comedido. No hay apenas escenas en las que saque a la luz sus grandes dotes actorales, tal vez solamente al final. Además, el pobre está bastante obeso y fuma mucho en este film, y da un poco de pena verlo correr y que le falte el aliento a los pocos segundos.
Me ha decepcionado mucho porque me he aburrido con el argumento, y sus buenos actores principales no consiguen salvar la situación con tan poca tela que cortar.
Hubiera venido mejor que hubiera algún atentado que impedir, o una persecución o tiroteo más intenso. Es demasiado fría y seria, carente de emociones, con lo cual aburre hasta a las vacas.
6
17 de septiembre de 2014 1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Existe una relación un tanto aséptica entre el cine de espionaje y el público, basta con pulsar los bostezos y la incomodidad del respetable en la sala oscura para darse cuenta de esa realidad, algo que por otro lado resulta habitual en propuestas de un género tan propenso a ritmos de marcado carácter contemplativo.

Bajo ese prisma, el holandés Anton Corbijn se postula como el director ideal para acometer la adaptación de una novela de John Le Carré, un autor experto en tales menesteres, que en esta ocasión presenta una historia plena de actualidad, situada en ese nuevo telón de acero forjado entre occidente y el mundo islámico tras la caída de la Torres Gemelas.

Un trabajo cocinado a fuego lento, que busca la tensión en los diálogos y en las malogradas relaciones de cooperación entre las diferentes agencias de defensa, por encima de la propia acción del film, lo que la acerca a formas políticas que provocan aún una mayor densidad en el contenido de la obra.

Entre los puntos a su favor, destacar el tratamiento estético que Corbijn, reputado fotógrafo, imprime al acabado del film, y que convierten a la ciudad alemana de Hamburgo en otro protagonista de la trama, bien focalizado a través un filtro opaco muy adecuado para el tono de negrura que muestra su argumento.

Por contra, cierta debilidad en los secundarios, y los vínculos que entre ellos se establecen, hablamos de buenos actores como Robin Wright o Willem Dafoe, o incluso Rachel McAdams, pero la sensación que sus personajes desprenden son más bien difusas, perdidas en una maraña conspiranoica que solo parece saber sujetar su actor principal.

Es por eso, y como no podía ser menos, que la última reflexión debe quedar destinada a ensalzar la figura de Philip Seymour Hoffman, que nos dejaba huérfanos de su talento el pasado 2 de febrero. Günther Bachmann supone su último papel como protagonista, y nuevamente, su implicación alcanza niveles de superior calidad, en esa linea de sobriedad y contención que le habían convertido, por derecho propio, en uno de los mejores interpretes del cine moderno.

Las declaraciones sobre su participación en este hombre más buscado, expuestas a continuación, prácticamente se han convertido en un involuntario testamento personal.

"Es una de las experiencias más satisfactorias que he tenido en mi carrera"

Descanse en paz.
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