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Plácido

Comedia En una pequeña ciudad provinciana, a unas burguesas ociosas se les ocurre la idea de organizar una campaña navideña cuyo lema es: "Siente a un pobre a su mesa". Se trata de que los más necesitados compartan la cena de Nochebuena con familias acomodadas y disfruten del calor y el afecto que no tienen. Plácido ha sido contratado para participar con su motocarro en la cabalgata, pero surge un problema que le impide centrarse en su trabajo: ... [+]
Críticas 131
Críticas ordenadas por utilidad
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10
22 de diciembre de 2021 3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
En una ciudad de provincias, una campaña navideña pensada para la cena de Nochebuena pretende ayudar a los pobres.

Se acercan las fechas navideñas y uno se prepara para ver algo en la tele. Allí en los Estados Unidos, los americanos tienen "Qué bello es vivir"; nosotros tenemos "Plácido", que, por así decirlo, contiene más verdad. La miseria colectiva de un país moralmente arruinado se cuela entre los virtuosos planos secuencia por donde pululan personajes pintorescos (cada uno de los cuales merecería su propia película). La mala leche alcanza aquí categoría de arte. La caridad cristiana recibe dardos certeros; la hipocresía queda desnuda, ridiculizada.

Hubo un tiempo en que para que un film nos gustara pedíamos que no pareciera español. Pues nada más genuinamente español que esto, y difícil pensar en una obra mejor. El neorrealismo se cita con el absurdo, impregnado de toneladas de humor negro, trufado de notas sarcásticas, personalísimo, inimitable. "Plácido" resulta tan graciosa cuando se ve como triste cuando se piensa en ella. En los ademanes y expresiones es posible reconocer el mundo de entonces, el aliento de una época.

El genio de Berlanga y Azcona brilla intensamente. Las situaciones se tornan más y más estrafalarias, grotescas, conforme avanzan las horas, mientras seguimos la odisea de un hombre sencillo empeñado en pagar la primera letra de su motocarro. A ritmo de varias perversidades por minuto transcurre una noche inolvidable.

- ¿Y a usted qué le ha tocado?, ¿pobre o anciano?
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spoiler:
¡Con lo que a él le gustaba montar en coche!
9
3 de mayo de 2023 3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Parece una película de Berlanga o es berlanguiano" Se solía decir cuando tienes que cumplir una obligación y al final acabas haciendo muchas cosas que no tienen nada que ver, o pidiendo favores para cosas que ni te importan.

Ganivet atribuía esta busca de soluciones espontáneas de último momento a lo mejor del carácter español e irónicamente se usaba mucho en los 80 y los 90. Esta película es anterior a Fellini Ocho y Medio y no tiene elementos surrealistas ni explícitamente autobiográficos, sino un estudio de la realidad cómico pero descarnado. Se nota el humor punzante de Azcona.
Aquí Cassen es un profesional que el día de Navidad esta agobiado porque tiene que pagar una letra al último día de su motocarro, que es su instrumento de trabajo, para evitar la multa por la que se lo podrían quitar. Así conoce a muchos personajes de la sociedad: desde lo más ruin hasta lo más necesitado siempre con un humor sutil y trascendente.
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Al final cuando consigue encontrar y pagar al empleado del banco este le dice que al ser el día de Navidad, no hacía falta que pagase ese día y podía pagar al día siguiente.
10
1 de noviembre de 2024 3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Menuda obra maestra. Tercera película que veo de Berlanga, y la que más me ha gustado hasta el momento, y mira que las otras 2 me parecieron geniales.

Tenemos un pueblo de la España de los 60, donde han decidido crear un evento “benéfico“ por navidad: que cada vecino del pueblo se lleve a cenar en nochebuena a un pobre o a un abuelo del asilo. Y claro, como ningún vecino quiere ser menos que otro, todos se apuntan.

El punto común de la película es Plácido, un pobre hombre de familia que utiliza su motocarro para todo tipo de encargos, y que está bastante agobiado porque está a punto de cumplir la letra de dicho motocarro, y entre unos y otros, no le dejan tiempo para ir a pagarla.

La película es una sátira bestial al tema de la pobreza, donde dar de comer a un pobre un sólo día se convierte en el evento del año, todo visto desde una frivolidad tremenda, donde las familias sólo quieren aparentar frente a las demás, y lo que debería ser un bonito evento social, acaba siendo un concurso de “soy el más solidario“.

Y en medio de todo eso, Plácido, con su problema con el motocarro, y el personaje encarnado por José Luis López Vázquez, que es el encargado del evento, intentando solucionar montones de problemas de lo más absurdo que van surgiendo, hasta tal punto que uno acaba hasta estresado con tantas situaciones que salen una tras otra.

Con una innumerable cantidad de personajes carismáticos, con el tema del drama social convertido en pura comedia y hasta con humor negro, Berlanga me ha hecho disfrutar muchísimo con esta película. Me quito el sombrero.
9
5 de junio de 2008
9 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Berlanga, mordaz director de esta ácida y delirante comedia, y co-guionista junto con Rafael Azcona, José Luis Colina y José Luis Font, continúa en la línea de la sátira descarnada que sacude los pilares de la sociedad española de mediados del siglo pasado, echando por tierra las hipocresías y falsas apariencias, revelando las lacras y picarescas endémicas y ridiculizando reacciones y costumbres que a menudo resultan absurdas, dependiendo de las circunstancias.
El brillante realizador centra su punto de mira en la puesta en práctica de la “caridad”, diseccionando sin miramientos los “inconvenientes” que suelen surgir a la hora de arrimar el hombro y el bolsillo para hacer realidad uno de los principales imperativos morales del ser humano: la compasión y la ayuda hacia quienes las necesitan. Y, tirando de esa cuerda, acaba por derribar también este sistema controlado por el dinero, la cuadriculada burocracia y la esclavitud al consumismo que ya a principios de los años sesenta comenzaba a revolucionar la maltrecha economía del país.
Tras décadas de precaria subsistencia, una incipiente prosperidad se avecinaba con el llamativo reclamo de los bienes de consumo con los que la publicidad a través de la radio y de la reciente televisión comenzaban a bombardear a la gente. Los vehículos a motor, que anteriormente eran un lujo inalcanzable, se convertían en artículos asequibles gracias al sistema de pago a plazos, así como la vivienda y muchos otros productos que poco a poco iban inundando el mercado. Montones de españoles se endeudaban hasta las cejas y más con el sistema de las letras. La letra del coche, la del piso, la del televisor (porque en cualquier hogar que se precie puede faltar de todo, excepto la tele), la de la lavadora… Todos se iban sumando a la interminable cola de esclavos de las facturas mensuales. Todos haciendo equilibrismos para llegar a fin de mes.
Con el tema de fondo de una campaña caritativa llamada “Cene con un pobre”, Berlanga expone sucintamente todas las bases de la sociedad de consumo con sus escandalosos defectos.
La campaña está encabezada por una asociación de mujeres pudientes de la buena sociedad que acuerdan realizar un acto benéfico el día de Nochebuena. Dicho acto consiste en organizar una cabalgata por las calles del pueblo, con mucha fanfarria, y esa misma noche se realizará una subasta en la que se podrá pujar para cenar con un actor o actriz y con un pobre. Para la cabalgata se han hecho venir actores y actrices de Madrid mientras Gabino, el organizador del evento, se desplaza a todas partes montado en el nuevo motocarro de Plácido, quien ha sido contratado para la campaña. Plácido tiene un problema acuciante: ese día le vence su primera letra del motocarro, y debe pagarla sin tardanza. Pero la campaña está en plena marcha, hay mucho jaleo y Plácido debe ir de un sitio a otro llevando a Gabino, quien apenas le escucha.
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spoiler:
Por un lado tenemos a Plácido (Cassen), agobiado e intentando a toda costa saldar su deuda ante mil dificultades y obstáculos absurdos y teniendo en vilo a su familia, que le espera para una cena de Nochebuena que se retrasa. Por otro lado, tenemos a Gabino (un estupendo López Vázquez), metido en mil fregados y arrastrando consigo al pobre Plácido. Y, por último, a un heterogéneo y variopinto conjunto de personas que irán llenando la pantalla hasta constituir una auténtica olla de grillos. La familia de Plácido, que a duras penas sale adelante; las familias pudientes que se llevan a su casa a alguna artista de cine y a algún pobre para la cena; los financieros de la campaña (la empresa de ollas exprés “Cocinex”); los encargados de los medios de comunicación que retransmiten algunos momentos de la campaña; los pobres…
Todos andan más preocupados por el dinero que deben o que se les debe, por la organización de la campaña, por lucirse decorosamente y por mil detalles frívolos y tontos que por lo que realmente importa: ayudar desinteresadamente a unas personas necesitadas. A nadie le importan realmente un pimiento los pobres a los que se supone que van a socorrer. Como si fuesen trastos que se usan a conveniencia y que se tiran cuando se convierten en una carga.
Todo esto está presentado con el sarcasmo habitual de Berlanga y con sus pellizcos retorcidos dirigidos a la conciencia. Las risas del espectador son sanas, pero siempre con un revés agrio.
De nuevo, revolviendo en el lodo de las miserias que todo español de casta lleva cosidas al forro de la chaqueta.
10
29 de junio de 2005
6 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una de las tres mejores películas del cine español. Una comedia trágica, al más puro estilo del neorealismo italiano, le sirve a Luis Gª Berlanga para desplegar toda su galería de personajes. El director del banco, el notario, la señora que limpia los servicios públicos, el pequeño empresario autónomo... y enfrente la doble moral, la pobreza, la morosidad ... y la beneficiencia. " En éste país no hay caridad, nunca la hubo y nunca la habrá "
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