El sacrificio del ciervo sagrado
2017 

6.6
20,728
Thriller. Drama
Steven es un eminente cirujano casado con Anna, una respetada oftalmóloga. Viven felices junto a sus dos hijos, Kim y Bob. Cuando Steven entabla amistad con Martin, un chico de dieciséis años huérfano de padre, a quien decide proteger, los acontecimientos dan un giro siniestro. Steven tendrá que escoger entre cometer un impactante sacrificio o arriesgarse a perderlo todo. (FILMAFFINITY)
26 de septiembre de 2018
26 de septiembre de 2018
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
203/17(23/09/18) Turbador pero fallido film del siempre singular Yorgos Lanthimos, que ha ha dirigid su sexto film guionizando con su habitual colaborador Efthymis Filippou, inspirándose en la antigua obra griega Ifigenia en Aulis, de Eurípides, sobre el rey Agamenonque mata un sagrado perteneciente a la Diosa Artemisa, y esta ofendida le pide sacrifique a su hija Ifginia para resarcirla, y esta le regale vientos favorables para su guerra contra Troya, esto trasladándolo a la actualidad. Yorgos Lanthimos es el director griego más prestigioso de ahora, ganándose fama de realizador de culto con obras como sus tres últimos títulos, «Canino», «Alpes» y «Langosta» (guión nominado al Oscar), ello con relatos extraños que no dejan indiferente, explorando en sus historias las complicadas relaciones de pareja (“Langosta”) y la institución familiar (“Canino” y “Alps), ello aderezando sus argumentos de un inquietante humor negro, en este caso arremete contra uno de los pilares de nuestra sociedad, La Familia. Lo hace con un perturbador thriller psicológico con dosis de fantasía, explorando la culpa, los vínculos de sangre, el amor verdadero, el egoísmo, el sentimiento de la venganza, pero estos temas profundos y de enrome calado emocional son tratados por Lanthimos de modo frío y distante, su fábula moral me llega manufacturada, sin códigos coherentes a los que asirse, y no digo que tenga que ser realista, solo pido una lógica dentro de lo que vemos, no que todo se note arbitrario y por imperativo del guión, surcado todo de diálogos inverosímiles, de situaciones que parecen solo estar para impactar (ejemplo, lo de los pelos de los sobacos o la masturbación en el coche), hasta además estirarse el metraje de forma excesiva, provocando en el espectador (ósea yo) sensación de hartazgo y tedio, y solo aguantando por el morbo de cómo será el cierre. Aunque atrapante en su primer tercio, a medida que avanza todo se va retorciendo de forma grimante, a lo que no ayudan las actuaciones gélidas, e inexpresivas de casi todo el elenco, solo salvo al joven irlandés Barry Keoghan, todo un hallazgo, lástima que su personaje sea tan difuso. Lanthimos quizás ante la falta de sustancia ha decidió darle ciertos toques Stanley Kubrick, sobre todo llamativo la artificiosa esteadycam propia de la kubrickiana “The shining”, esto reforzado por tener entre los protagonistas a la última musa del genial director neoyorkino, Nicole Kidman. Además el creador heleno se nota influenciando por otros directores de culto como por el uso seco de la violencia se pueden ver trazas al muniqués Michael Haneke, por lo esotérico al de Montana David Lynch, y por lo morboso al danés Lars Von Trier. Este film fue premiado con la Palma de Oro del Festival de Cannes al mejor guión (compartido con Lynne Ramsay por You Were Never Really Here).
Es uno de esos films que te deja mal cuerpo, incómodos de ver, pero a la vez con algunos recursos argumentales y estéticos interesantes. Arranca con claras ínfulas kubrickianas con una pantalla negra sobre la que se escucha música clásica coral, para pasar a una cruda imagen de una operación a corazón abierto con este palpitando muy hanekiana secuencia, ya poniéndote en guardia sobre que no estás viendo algo ordinario, el director busca sobre todo el golpearte, lástima que sus mimbres se noten manufacturados y livianos. Intenta desconcertarte (y lo consigue) con la exposición de una relación con claros tintes pedófilos entre un doctor y un joven, pero entonces esta relación torna en otro tema, y todo lo visto entre los dos pierde su lógica, pues todo esto chirría, pues nadie adulto (y menos un médico que se le supone inteligente) se comporta de ese modo con un adolescente, es la viva imagen de un pederasta haciendo regalos caros al chico y manteniendo en secreto su relación con su mujer, con lo que el giro no shockea, más bien engaña y hace trampas, y me siento estafado. Luego está la cena del doctor en casa del chico, una secuencia que si fuera entre dos extraterrestres se podría dar alguna explicación, pero que el cirujano que operó a tu marido letalmente te visite y la viuda (para lo que ha quedado la otrora Star Alicia Silverstone, una escena ridícula y no sale más) termine chupándole los dedos de las manos de buenas a primeras, resulta estridente (con el colmo de "No dejaré que te vayas hasta que hayas probado mi tarta!", puede tener doble lectura genital?), y es que a veces sorprender no tiene que ser sinónimo de bueno. Hay más escenas que rozan la dentera (más el 95%), los padres de la chica diciendo al joven invitado que su hija tiene la menstruación, la visita de la esposa del doctor al chico, con este comiendo espaguetis con el plato en el regazo (por cierto, donde estaba la madre? Es que no había presupuesto para dos escenas de la Silverstone?)), o el “secreto” onanista que le cuenta el padre al hijo enfermo (aberrante modo de querer ganarse su confianza, cualquier hijo pediría la emancipación escandalizado al escucharlo), ando una estúpida diatriba sobre esta pasta, la charla en el hospital sobre relojes, ver a dos niños arrastrándose cual serpientes por una casa (es que sabían que existen sillas de ruedas?), un niño cortándose con tijeras las greñas, la hija sin sentido reptando nocturnamente por la elitista urbanización, etc. Pero además Lanthimos pretende hacer una crítica a la familia tradicional de clase media alta, para ello se sirve de recursos de brocha gorda simplistas, como el querer caricaturizar las relaciones matrimoniales con ese gusto necrófilo del marido, con esa competición de la madre e hijos por ganarse el favor del padre y con ello salvar su vida, quiere que los veamos como seres sórdidos, egoístas, manipuladores.
La cinta también (supongo) intenta que nos planteemos el dilema moral de que haríamos nosotros en la situación del doctor Steven Murphy, si llegaríamos a plantearnos el sacrificio de un ser querido por el bien colectivo,… (sigue en spoiler)
Es uno de esos films que te deja mal cuerpo, incómodos de ver, pero a la vez con algunos recursos argumentales y estéticos interesantes. Arranca con claras ínfulas kubrickianas con una pantalla negra sobre la que se escucha música clásica coral, para pasar a una cruda imagen de una operación a corazón abierto con este palpitando muy hanekiana secuencia, ya poniéndote en guardia sobre que no estás viendo algo ordinario, el director busca sobre todo el golpearte, lástima que sus mimbres se noten manufacturados y livianos. Intenta desconcertarte (y lo consigue) con la exposición de una relación con claros tintes pedófilos entre un doctor y un joven, pero entonces esta relación torna en otro tema, y todo lo visto entre los dos pierde su lógica, pues todo esto chirría, pues nadie adulto (y menos un médico que se le supone inteligente) se comporta de ese modo con un adolescente, es la viva imagen de un pederasta haciendo regalos caros al chico y manteniendo en secreto su relación con su mujer, con lo que el giro no shockea, más bien engaña y hace trampas, y me siento estafado. Luego está la cena del doctor en casa del chico, una secuencia que si fuera entre dos extraterrestres se podría dar alguna explicación, pero que el cirujano que operó a tu marido letalmente te visite y la viuda (para lo que ha quedado la otrora Star Alicia Silverstone, una escena ridícula y no sale más) termine chupándole los dedos de las manos de buenas a primeras, resulta estridente (con el colmo de "No dejaré que te vayas hasta que hayas probado mi tarta!", puede tener doble lectura genital?), y es que a veces sorprender no tiene que ser sinónimo de bueno. Hay más escenas que rozan la dentera (más el 95%), los padres de la chica diciendo al joven invitado que su hija tiene la menstruación, la visita de la esposa del doctor al chico, con este comiendo espaguetis con el plato en el regazo (por cierto, donde estaba la madre? Es que no había presupuesto para dos escenas de la Silverstone?)), o el “secreto” onanista que le cuenta el padre al hijo enfermo (aberrante modo de querer ganarse su confianza, cualquier hijo pediría la emancipación escandalizado al escucharlo), ando una estúpida diatriba sobre esta pasta, la charla en el hospital sobre relojes, ver a dos niños arrastrándose cual serpientes por una casa (es que sabían que existen sillas de ruedas?), un niño cortándose con tijeras las greñas, la hija sin sentido reptando nocturnamente por la elitista urbanización, etc. Pero además Lanthimos pretende hacer una crítica a la familia tradicional de clase media alta, para ello se sirve de recursos de brocha gorda simplistas, como el querer caricaturizar las relaciones matrimoniales con ese gusto necrófilo del marido, con esa competición de la madre e hijos por ganarse el favor del padre y con ello salvar su vida, quiere que los veamos como seres sórdidos, egoístas, manipuladores.
La cinta también (supongo) intenta que nos planteemos el dilema moral de que haríamos nosotros en la situación del doctor Steven Murphy, si llegaríamos a plantearnos el sacrificio de un ser querido por el bien colectivo,… (sigue en spoiler)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
… pero esto me llega orgánicamente torpe en fantasía con que no se conecta, no entiendo porque no lo ha hecho coherente, ejemplo fue “Canino” (2009), y se ha echado en brazos de lo etéreo y quimérico, con que la comunión con la historia se me hace bola y no la digiero, no ayuda el modo idiota lo afronta la familia. Lanthimos afronta el relato (como ya he dicho) intentando desorientar, pues no sabemos la relación establecida entre el doctor y el muchacho hasta muy entrado el metraje, con lo que tardamos en comprender la rara situación entre los dos.
El realizador imprime arritmia al film, contribuye la divagación de tonos que no termina de enfocar, abarcando demasiado y apretando poco, donde ni el tono humorístico, ni el suspense, ni el drama, me llegan sólidos, muchos dardos y ninguno certero, con muchísimo de tramos absurdo, con un surrealismo grotesco, con personajes secundarios guiñolescos (el anestesista encarnado por el gran Bill Camp o la ya mencionada madre de Martin, unos garabatos), con interpretaciones que se sabotean a sí mismas en la apatía que proyectan
Barry Keoghan (“Dunkirk”) es la única actuación que se te puede quedar, él único que expresa emociones, acojonando con su rostro (juvenil de acné) flemático, es el que impulsa la historia con cada una de sus escalofriantes apariciones; Resto del elenco queda en desabridas figuras que se mueven por imperativo del guión, no hay alma en sus cuerpos, llegan a acercarse a lo catatónico, y eso que están los grandes (aquí no) Nicole Kidman y Colin Farrell.
En la puesta en escena el director despliega recursos de forma atropellada, más para adornar estéticamente que para emitir un estado de ánimo, con profusión de la steadycam, de zooms, de música disonante, con exceso de travellings, grandes angulares para profundidades de campo, pero todo esto muy Kubrick, pero escasamente (por ser benévolo) relacionado con el sentido dramático de la historia.
Spoiler:
Lo del modo payasesco de sacrificar en idiota retorcimiento al juego de la gallinita ciega que tiene Steven es una gran memez, es que nos ele ocurrió a los guionistas un modo más lírico, o coherente (también es cierto que sería el primer aviso de coherencia en el film). Siendo él médico, no podría haber recurrido a algún tipo de pastilla-eutanasia, nos tenemos que creer que la mejor forma es dar vueltas cual peonza y pegar un tiro al azar? Muy chusco; Aparte queda el epílogo que parece inspirado en el polémico final de la serie “Los Soprano”, en una cafetería lo que queda de la familia Murphy toman algo, cuando llega el “Dios-Martin” (por supuesto no hay atisbo de dónde le viene su divino poder al chico, simplemente porque sí), se pone en la barra, pide algo se mira con la familia, esta se levanta y se va mirando al chaval, todo muy laxo.
Por cierto, el enamoramiento de la hija Kim (naif Raffey Cassidy) que tiene con Martin es incomprensible, el chico no es un guaperas, no tiene gran labia, no tiene carisma, por el contrario ha condenado a ella, su hermano o madre a la muerte, sin embargo ella lo ama, lo dicho, solo si son extraterrestre o tienen alguna tara mental que no nos han dicho sería entendible.
El mejor momento: En conferencia sobre Andreas Gruentzig, que realizó el primer trasplante de corazón, explica cómo el paciente sobrevivió al médico que murió en un accidente de avión en 1985, lo que llevó a la anécdota: "La operación fue un éxito, pero el médico no lo logró".
En la mencionada escena de la cena de Steven en casa de Martin y su esposa, queda la anécdota de que están viendo en la televisión (fuera de campo) la Obra Maestra “Atrapado en el Tiempo”, gran gusto cinéfilo, para un film muy irregular desequilibrado como este.
En conjunto le doy una calificación de Interesante (6), porque por lo menos Lanthimos es un director combativo que busca sacudirnos con ideas incisivas, aunque aquí se queda a medias, es sugestiva su propuesta, aunque muy excéntrica. Fuerza y honor!!!
El realizador imprime arritmia al film, contribuye la divagación de tonos que no termina de enfocar, abarcando demasiado y apretando poco, donde ni el tono humorístico, ni el suspense, ni el drama, me llegan sólidos, muchos dardos y ninguno certero, con muchísimo de tramos absurdo, con un surrealismo grotesco, con personajes secundarios guiñolescos (el anestesista encarnado por el gran Bill Camp o la ya mencionada madre de Martin, unos garabatos), con interpretaciones que se sabotean a sí mismas en la apatía que proyectan
Barry Keoghan (“Dunkirk”) es la única actuación que se te puede quedar, él único que expresa emociones, acojonando con su rostro (juvenil de acné) flemático, es el que impulsa la historia con cada una de sus escalofriantes apariciones; Resto del elenco queda en desabridas figuras que se mueven por imperativo del guión, no hay alma en sus cuerpos, llegan a acercarse a lo catatónico, y eso que están los grandes (aquí no) Nicole Kidman y Colin Farrell.
En la puesta en escena el director despliega recursos de forma atropellada, más para adornar estéticamente que para emitir un estado de ánimo, con profusión de la steadycam, de zooms, de música disonante, con exceso de travellings, grandes angulares para profundidades de campo, pero todo esto muy Kubrick, pero escasamente (por ser benévolo) relacionado con el sentido dramático de la historia.
Spoiler:
Lo del modo payasesco de sacrificar en idiota retorcimiento al juego de la gallinita ciega que tiene Steven es una gran memez, es que nos ele ocurrió a los guionistas un modo más lírico, o coherente (también es cierto que sería el primer aviso de coherencia en el film). Siendo él médico, no podría haber recurrido a algún tipo de pastilla-eutanasia, nos tenemos que creer que la mejor forma es dar vueltas cual peonza y pegar un tiro al azar? Muy chusco; Aparte queda el epílogo que parece inspirado en el polémico final de la serie “Los Soprano”, en una cafetería lo que queda de la familia Murphy toman algo, cuando llega el “Dios-Martin” (por supuesto no hay atisbo de dónde le viene su divino poder al chico, simplemente porque sí), se pone en la barra, pide algo se mira con la familia, esta se levanta y se va mirando al chaval, todo muy laxo.
Por cierto, el enamoramiento de la hija Kim (naif Raffey Cassidy) que tiene con Martin es incomprensible, el chico no es un guaperas, no tiene gran labia, no tiene carisma, por el contrario ha condenado a ella, su hermano o madre a la muerte, sin embargo ella lo ama, lo dicho, solo si son extraterrestre o tienen alguna tara mental que no nos han dicho sería entendible.
El mejor momento: En conferencia sobre Andreas Gruentzig, que realizó el primer trasplante de corazón, explica cómo el paciente sobrevivió al médico que murió en un accidente de avión en 1985, lo que llevó a la anécdota: "La operación fue un éxito, pero el médico no lo logró".
En la mencionada escena de la cena de Steven en casa de Martin y su esposa, queda la anécdota de que están viendo en la televisión (fuera de campo) la Obra Maestra “Atrapado en el Tiempo”, gran gusto cinéfilo, para un film muy irregular desequilibrado como este.
En conjunto le doy una calificación de Interesante (6), porque por lo menos Lanthimos es un director combativo que busca sacudirnos con ideas incisivas, aunque aquí se queda a medias, es sugestiva su propuesta, aunque muy excéntrica. Fuerza y honor!!!
11 de febrero de 2019
11 de febrero de 2019
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
¡¡¡Alzad los brazos en señal de júbilo, devotos lanthimers!!! ¡¡¡Dios ha vuelto!!! (Si es que alguna vez se fue)
En “El sacrificio de un ciervo sagrado” vuelve el Yorgos Lanthimos mas provocador y perverso, recuperando las gloriosas sensaciones de “Canino” (2009) y “Alps” (2011). Vale que el oro y la plata en lo que a su filmografía se refiere permanecen inamovibles, pero un bronce momentáneo si que se gana su última trastada. La cual me sirve también para presenciar, con placer casi divino, como este inclasificable autor recupera su esencia más pura.
En “El sacrificio de un ciervo sagrado” vuelven a aflorar las obsesiones de Yorgos Lanthimos. La familia, nuevamente a examen, en esta extraña (y sobrenatural, rozando lo bíblico) historia de venganzas, con una base que tiene ecos de la tragedia griega de Agamenón e Ifigenia, como el propio Yorgos reconocía en entrevistas previas al estreno del film. A partir de ahí este y Efthymis Filippou, su co-guionista habitual, desarrollan casi dos horas tan magnéticas como malsanas en las que, como acostumbra su cine, no puedes dejar de mirar la pantalla aunque en lo más recóndito de ti quieres hacerlo.
El doble fondo no podía faltar. Uno por espectador, por supuesto. Pero creo que en “El sacrificio de un ciervo sagrado” hay dos lecturas muy importantes y comunes. La primera es esa eterna lucha entre pasión y razón, apuntalada desde bien pronto con una primera imagen que deja bien claro de lo que va a tratar la cinta, aunque tu no lo sabes aún. Lanthimos jugando con el espectador una vez más. La segunda lectura, y no menos importante, es esa condición humana de jugar continuamente a ser dioses, pudiéndose extrapolar a la justicia y su arbitrariedad. Técnicamente se refuerza lo anterior con esos planos cenitales que apoyan la sensación de que tu, como espectador, eres un dios que lo observa todo. Y también en esas escenas que unen personajes casi minúsculos en estancias inmensas, para representar lo insignificantes que somos en realidad. La dirección de Lanthimos es de diez. Sigo pensando que el cineasta griego es de los pocos directores actuales que en cada nueva peli siempre logra ofrecer algo nuevo o diferente. Y no lo valoramos lo suficiente, creo yo.
“El sacrificio de un ciervo sagrado” me ha recordado en muchos momentos al cine de Michael Haneke, y más concretamente a "Funny games" (1997/2007). El personaje de Barry Keoghan, soberbia interpretación mediante, podría salir perfectamente de aquel film.
En resumidas cuentas, “El sacrificio de un ciervo sagrado” roza lo magistral. El Yorgos Lanthimos más hardcore está de vuelta, y solo puedo exclamar una cosa. ¡Quiero un hijo tuyo!
En “El sacrificio de un ciervo sagrado” vuelve el Yorgos Lanthimos mas provocador y perverso, recuperando las gloriosas sensaciones de “Canino” (2009) y “Alps” (2011). Vale que el oro y la plata en lo que a su filmografía se refiere permanecen inamovibles, pero un bronce momentáneo si que se gana su última trastada. La cual me sirve también para presenciar, con placer casi divino, como este inclasificable autor recupera su esencia más pura.
En “El sacrificio de un ciervo sagrado” vuelven a aflorar las obsesiones de Yorgos Lanthimos. La familia, nuevamente a examen, en esta extraña (y sobrenatural, rozando lo bíblico) historia de venganzas, con una base que tiene ecos de la tragedia griega de Agamenón e Ifigenia, como el propio Yorgos reconocía en entrevistas previas al estreno del film. A partir de ahí este y Efthymis Filippou, su co-guionista habitual, desarrollan casi dos horas tan magnéticas como malsanas en las que, como acostumbra su cine, no puedes dejar de mirar la pantalla aunque en lo más recóndito de ti quieres hacerlo.
El doble fondo no podía faltar. Uno por espectador, por supuesto. Pero creo que en “El sacrificio de un ciervo sagrado” hay dos lecturas muy importantes y comunes. La primera es esa eterna lucha entre pasión y razón, apuntalada desde bien pronto con una primera imagen que deja bien claro de lo que va a tratar la cinta, aunque tu no lo sabes aún. Lanthimos jugando con el espectador una vez más. La segunda lectura, y no menos importante, es esa condición humana de jugar continuamente a ser dioses, pudiéndose extrapolar a la justicia y su arbitrariedad. Técnicamente se refuerza lo anterior con esos planos cenitales que apoyan la sensación de que tu, como espectador, eres un dios que lo observa todo. Y también en esas escenas que unen personajes casi minúsculos en estancias inmensas, para representar lo insignificantes que somos en realidad. La dirección de Lanthimos es de diez. Sigo pensando que el cineasta griego es de los pocos directores actuales que en cada nueva peli siempre logra ofrecer algo nuevo o diferente. Y no lo valoramos lo suficiente, creo yo.
“El sacrificio de un ciervo sagrado” me ha recordado en muchos momentos al cine de Michael Haneke, y más concretamente a "Funny games" (1997/2007). El personaje de Barry Keoghan, soberbia interpretación mediante, podría salir perfectamente de aquel film.
En resumidas cuentas, “El sacrificio de un ciervo sagrado” roza lo magistral. El Yorgos Lanthimos más hardcore está de vuelta, y solo puedo exclamar una cosa. ¡Quiero un hijo tuyo!
30 de enero de 2020
30 de enero de 2020
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Resulta difícil e incomodo ver esta película completa mientras luchas con las ganas de quitarla y hacer otra cosa.
La película en ningún momento te engancha o logra captar efectivamente tu atención, a pesar de que el titulo resulta épico y la sinopsis prometedora, una vez comenzamos a ver el film, este se nos narra de una manera bastante floja y aburrida.
Su argumento es extraño, confuso, a veces hasta incoherente y algo fantasioso.
Las actuaciones son frías, roboticas y carecen de emoción (el buen reparto aquí esta totalmente desperdiciado). Los diálogos también resultan simples y no transmiten mucho.
Película bastante olvidable a mi parecer.
Lo único que si rescataría es la banda sonora, me pareció muy buena, uso muchos motivos y armonías del barroco, sobretodo la música del inicio, pareciera ser un concierto de Corelli.
Conclusión: A las personas que ya están acostumbradas a la narrativa de Yorgos Lanthimos les parecerá una buena película, a quienes no, les parecerá inaguantable.
La película en ningún momento te engancha o logra captar efectivamente tu atención, a pesar de que el titulo resulta épico y la sinopsis prometedora, una vez comenzamos a ver el film, este se nos narra de una manera bastante floja y aburrida.
Su argumento es extraño, confuso, a veces hasta incoherente y algo fantasioso.
Las actuaciones son frías, roboticas y carecen de emoción (el buen reparto aquí esta totalmente desperdiciado). Los diálogos también resultan simples y no transmiten mucho.
Película bastante olvidable a mi parecer.
Lo único que si rescataría es la banda sonora, me pareció muy buena, uso muchos motivos y armonías del barroco, sobretodo la música del inicio, pareciera ser un concierto de Corelli.
Conclusión: A las personas que ya están acostumbradas a la narrativa de Yorgos Lanthimos les parecerá una buena película, a quienes no, les parecerá inaguantable.
17 de febrero de 2021
17 de febrero de 2021
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Nada de surrealismo, esto es malo de entrada y peor de salida. Hay escenas como la de los niños arrastrándose por el suelo que dan risa.
Dicen que es una recreación de Ifigenia. Ya quisiera. La película va descendiendo hacia lo absurdo, con un Farrel haciendo el ridículo y un chaval malo malo, que se merecería, porque tiene tablas papeles mejores.
He de confesar que la vi adelantando escenas porque sus dos horas son demasiadas, cuando están llenas de incongruencias.
No he dado un 1 por respeto a la gente que disfruta con este género de terror blando.
Hay veces en las que Farrel y Kidman ponen unas caras como diciendo, ¿pero qué coño estamos haciendo?
Dicen que es una recreación de Ifigenia. Ya quisiera. La película va descendiendo hacia lo absurdo, con un Farrel haciendo el ridículo y un chaval malo malo, que se merecería, porque tiene tablas papeles mejores.
He de confesar que la vi adelantando escenas porque sus dos horas son demasiadas, cuando están llenas de incongruencias.
No he dado un 1 por respeto a la gente que disfruta con este género de terror blando.
Hay veces en las que Farrel y Kidman ponen unas caras como diciendo, ¿pero qué coño estamos haciendo?
12 de junio de 2021
12 de junio de 2021
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Desde luego parece ser que indiferencia no causa, desde puntuaciones altísimas de cinéfilos de pro (?) a opiniones y muchas a cual mas directamente nefastas sobre la película.
Particularmente en varias ocasiones a través de las más de eternas 2 horas que dura he sentido la necesidad de defecar -con perdón- sobre el director, así que con esto está dicho todo.
Particularmente en varias ocasiones a través de las más de eternas 2 horas que dura he sentido la necesidad de defecar -con perdón- sobre el director, así que con esto está dicho todo.
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