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Piso de soltero

Comedia. Romance. Drama C.C. Baxter (Jack Lemmon) es un modesto pero ambicioso empleado de una compañía de seguros de Manhattan. Está soltero y vive solo en un discreto apartamento que presta ocasionalmente a sus superiores para sus citas amorosas. Tiene la esperanza de que estos favores le sirvan para mejorar su posición en la empresa. Pero la situación cambia cuando se enamora de una ascensorista (Shirley MacLaine) que resulta ser la amante de uno de los ... [+]
Críticas 258
Críticas ordenadas por utilidad
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10
15 de octubre de 2010
8 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Baxter es un gris empleado de seguros que presta su apartamento a sus superiores para aventuras extramatrimoniales. Todo funciona más o menos normal hasta que un día el oficinista decide invitar a su casa a Fran Kubelik, la ascensorista de la cual está enamorado Baxter.
Creo que no habrá una comedia con un tono más ácido y amargo que esta del maestro Wilder. Si no fuese por los numerosos gags y el buen hacer de Jack Lemmon la obra sería de una tristeza desoladora. Todos sus principales personajes son dignos de lástima, desde la ascensorista (Shirley Maclaine ) que intenta suicidarse, hasta el mediocre empleado (Lemmon) que intenta ascender no por méritos laborales sino sacando tajada de un pequeño apartamento que cede oportunamente a sus superiores para que estos echen una "canita" al aire, y terminando por el jefe (MacMurray) un hipócrita que utiliza una falsa camaradería con su subordinado para aprovecharse de él de manera despreciable.
La mano de Wilder en este trabajo es de una maestría absoluta, ahondando en los problemas de una sociedad urbana frustrada y solitaria, que necesita de la falsedad, las apariencias, y la hipocresía para poder seguir viva. Se podría considerar como una especie de tragicomedia griega donde debajo de la risa se esconde la más amarga de las frustraciones.
Sin duda una obra que cada vez que la veo me emociona con su tono amargo, delicado, crítico, y sentimental. Una película imperecedera e inimitable que sin duda gusta casi por igual a todo tipo de aficionados al cine de calidad.
9
18 de diciembre de 2008
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Como todas las buenas fábulas esta película parte de elementos aparentemente insignificantes. El protagonista no es otro que un sencillo trabajador, apenas un pequeño punto dentro de una gigantesca marea de personas que salen adormilados de sus casas por las mañanas y regresan de nuevo al acabar su jornada... si pueden.

También es destacable como a lo largo de todo el metraje la película nos va evocando nuestras pequeñas esencias, tan sencillas como importantes: el impresentable (o no) de tu jefe, tu pareja, las duras jornadas laborables... No solamente es una película que satisfaga artísticamente, sino que desprende una sensación de humanidad tan natural algunas veces, como inusitadas otras.

Una gran parte del mérito por supuesto es de los actores. Jack Lemmon esta perfecto como ese especie de héroe de la clase trabajadora en busca tanto del amor como de la dignidad (dos de los leitmotiv de la película). Es imposible no sentir empatía con su personaje. Ahí esta el mérito de Lemmon. Representa siempre o bien lo que somos o bien lo que nos gustaría ser. Shirley MacLaine y su personaje son parecidos en cierto modo a Jack Lemmon, al menos en su ingenuidad y en su intento de huída de la soledad. Lo cierto es que ambos, sobre todo Shirley, también confunden los medios para lograrlo.


¿Qué decir del viejo Wilder? Todo un clásico con su ambigüedad entre la comedia y el trasfondo serio, y con su capacidad para mezclar la sonrisa o incluso la carcajada con la mueca de desagrado. Son muy interesantes los tipos así, y no es que abunde precisamente ese don. Nuestro Belanga también lo tiene, por ejemplo. Cuestión de genio. Y esta película es la obra de un genio.
10
19 de junio de 2011
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Otro día para C.C. Baxter, hace frío y tiene hambre. Amén de las raciones de comidas precocinadas. Mete una en el horno, con velocidad y dominio: es su cocina, la conoce a la perfección, casi tan bien como su oficina. Con la misma destreza que demuestra archivando documentos, virtuoso de una medida y mecánica melodía de movimientos, el cansado hombrecillo saca su ración, ya lista, del horno. Se quema las manos desnudas con el metal protector, ¿no lo ha previsto o se trata de un pequeño acto de rebeldía y desorden en una vida perfectamente monótona? Su madre le dijo que había que hacer ciertas cosas en la vida, de determinada manera, acorde a determinados objetivos, cosas en las que no cabían preguntas. El es el número uno, un modelo encomiable de la vida cívica, y está enamorado.

C.C. Baxter es un ciudadano modelo, un americano ejemplar, y tiene una enorme cantidad de puntos acumulados por buena conducta: pocos ciudadanos son tan responsables y trabajadores como él. La vida, que siempre es justa, pronto le recompensará por el esfuerzo y la determinación en el acato de las normas. No hay más que elogios por su actitud: es del tipo de persona que prefiere obviar el error de una camarera, que ayudaría a una anciana a cruzar la calle, y que siempre deja salir antes de entrar, (y si por cualquier razón, le asalta la duda en el último instante de si sale o entra, cede el paso sin contemplaciones). Está a rebosar de puntos cívicos, y pronto se los canjearán... ¿o no? Baxter, en lo más profundo de si mismo, comienza a sospechar que quizás este no es el paseo del que le habían hablado, quizás la analogía más acorde es la de la jungla, un espacio salvaje, sin reglas, con serpientes sobre los árboles, escorpiones entre las rocas, y lianas mal sujetas, "¿y no es también bello resignarse a vivir sin levantar rocas, trepar árboles o balancearse entre lianas?" "¿No es bello volver sólo a tu apartamento y ver tu programa favorito mientras comes una ración de pollo con una misteriosa salsa picante?"- Su diálogo mental le anima por momentos -"Qué llevará la salsa, por cierto" "Estaría mucho mejor sin ese picante... picante... como Fran la acensorista..." Baxter habla con una preciosa Fran imaginaria "¿Le apetece cenar una noche?" "Podríamos ver una película y si quiere acurrucarse conmigo... y cenar..." De pronto le asalta el ridículo "cenar una ración de pollo, con una salsa... demasiado picante..."

La madre de Baxter no tenía intención de mentir a su hijo sobre la vida, nada más lejos de la realidad, ella quería un chico limpio y aseado, (a ser posible, con los calzoncillos limpios también), que comprendiese la importancia del trabajo y de la honradez. Pero de nada hay que preocuparse, con un poco de esfuerzo, cediendo su apartamento, pronto estaría en disposición de trepar los árboles de esa jungla maldita...
10
14 de julio de 2011
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ya estoy de vacaciones, es una curiosa época de soledad y autorreflexión, y más aún cuando está tu novia de viaje. La soledad pasajera es traicionera, y antes de que quieras darte cuenta, una película se convierte en tu compañera, tu amiga y tu amante este tiempo, porque te enamoras de ella.

Y esto es lo que me ha pasado con esta maravillosa película, a veces te encuentras con películas normales, pero que por alguna cosa, te llegan al corazón, te enternecen y te hacen sentir como si estuvieras dentro. Esta película tiene eso pero aún mucho más.

Porque esta película además de esa "adorabilidad" tiene muchas cosas mas, y para hablar correctamente de ella tendríamos que dividirla en dos, la critica objetiva y la adorable.

Como objetiva es una película perfecta, pero simple, muy simple, un guión sencillo, sin grandes enredos pero conducido de una manera magistral, para mi hay dos partes de la película, en la que se produce un cambio impresionante en Jack Lemmon, y que están, aunque separadas completamente, perfectamente hiladas. La música es algo más que excelente y la fotografía, en blanco y negro, también.

En esto quiero hacer hincapié y además, porque no, pasar igual de hilado que en la peli a la parte subjetiva, dudo que esta película se pudiera hacer mejor que lo que se ha hecho, principalmente, por el blanco y negro. La hace ser adorable, no se podría hacer mejor, es el blanco y negro el que hace que cada vez que vea la peli me enamore de Shirley MacLaine, los ojos quedan indudablemente mejor en blanco y negro. Y es viendo esta pelicula cuando entiendo que woody allen lo usara para grabar manhattan (pelicula a la que se parece mucho por cierto).

Además de eso, los actores impresionantes, imposible enamorarse de ellos, él, está mas adorable y más gracioso que nunca, ella, dulce como nunca he visto a nadie en el cine, adorable también, y con unos ojos como nunca había visto (gracias en parte al blanco y negro).

En fin, que no quiero contar mucho de la peli, solo quiero deciros que la veáis, que os enamoraréis de ellos, que querréis ser un "mensch" y hacer espaguetis con él, y correr hacia la felicidad con ella. Os tiraréis con una sonrisa de oreja a oreja toda la peli, y alomejor alguna lagrimilla de vez en cuando.

Pero sobretodo cuando la veáis os acordaréis de eso que os dice vuestra madre, padre o abuelo o abuela de...."aiiix hijo, ya no se hacen películas como antes", no soy alguien que haya visto todos los clásicos, pero os puedo decir que, al menos como ésta no, no se hacen (y sin ni un solo efecto especial ni grandísimo decorado al aire libre).
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Aquí solo quería decir que me parece impresionante como se puede hacer una película tan romántica, tan bonita, sin un solo beso.
10
1 de septiembre de 2011
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
El principal pilar sobre el que se sostiene el film, como en toda buena película de Billy Wilder es el guión, escrito junto con uno de sus colaborades habituales I. A. L. Diamond. El protagonista del film, C. C. Baxter (Jack Lemmon) es un tipo normal y corriente, un empleado en una gigantesca oficina, el cual para progresar, ofrece su piso de soltero como picadero para sus jefes. El film se puede dividir en dos partes claramente diferenciadas. En la primera Wilder empieza el film ofreciendo un panorama general, resaltando que Baxter es un número más dentro de la oficina, y cómo se las arregla éste para conseguir los favores de sus superiores. Baxter es un representante del típico "trepa" especie, creada por el propio capitalismo. Al inicio del film, no podemos sino alegrarnos de verle tirado en un banco. Una vez introducidos los personajes y la situación, Wilder entra en materia: Baxter está secretamente enamorado de la ascensorista, Fran (Shirley McClane), la cual a su vez es la amante de Sheldrick (Fred McMurray), uno de los habituales inquilinos habituales del apartamento de Baxter.

En esta segunda parte, se produce una evolución, por un lado, será Sheldrick el que reúna todas las connotaciones negativas del film, convirtiéndose en un ser odioso, manipulador, que se aprovecha de los sentimientos de Fran para satisfacer sus deseos extramatrimoniales por un lado, y de las aspiraciones labores de Baxter por el otro, para conseguir sus fines. Si antes nos alegrábamos de las tribulaciones de Baxter, ahora le compadecemos. En el fondo sólo es una pieza más del engranaje de un mundo cruel, avaricioso, hipócrita y egoísta.

Y es que la sutil ironia de Wilder y su habitual visión corrosiva de la vida, acertó de pleno desmontando el capitalismo salvaje impuesto como sistema económico y como forma de vida totalmente impersonal y materialista. Realmente en el film no hay personajes positivos, todos se mueven por un interés más o menos material (o físico), en el que no dudarán en mentir, o dejarse pisotear para conseguirlo.

Si bien todo el reparto está a una gran altura, Lemon está en otra dimensión, su composición de persona normal y corriente, es enorme, arrancando multitud de matices a su personaje y consiguiendo que el espectador le desprecie o se compadezca de él según la situación. El trabajo del guíón también es magnífico, salpicando de excelentes diálogos una situación que se nos antoja cómica, pero que en fondo oculta no pocas dosis de amargura y mala leche.

Por ello, este film nos deja una sensación un tanto agridulce. Pese a lo divertido de algunas situaciones, oculta un trasfondo negro, de cierto pesimismo no tanto de una situación concreta sino más bien general. Muchos sectores de izquierdas vieron en este film una feroz crítica hacia el sistema capitalista, pero, a mi entender, el punto de mira de Wilder iba más bien dirigido al ser humano en general, capaz de lo mejor, pero (lamentablemente) también de lo peor.
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