Amor sin barreras
6.7
11,277
Musical. Romance. Drama
Los adolescentes Tony y María, a pesar de tener afiliaciones con pandillas callejeras rivales, los Jets y los Sharks, se enamoran en la ciudad de Nueva York en la década de los 50. Nueva versión del legendario musical 'West Side Story', a su vez adaptación de una famosa obra de teatro de Broadway, que modernizaba la historia de 'Romeo y Julieta', de Shakespeare. (FILMAFFINITY)
20 de marzo de 2022
20 de marzo de 2022
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿De verdad hacía falta un “remake” de Wide Side Story? Tenía mucha expectación por ver esta película. De todos es conocido, porque lo he dicho en muchas entrevistas, Spielberg es uno de mis maestros y lo admiraré siempre. Era arriesgado hacer una revisión de un clásico de la historia del cine. Te pone en el disparadero de las comparaciones. Aun así, yo esperaba que fuera a asumir algunos riesgos más. No quise ver la versión original para no caer en esta trampa. Sí les diré que nunca me gustó la versión de Jerome Robbins y Robert Wise cuando intenté verla hace muchos años y eso que ganó 10 Óscars. Y nunca le di una segunda oportunidad. A la de Spielberg, les aseguro que tampoco se la voy a dar.
Valoro cosas, como el vínculo de las imágenes al cine de los años 60/70 en los que Spielberg ha pretendido homenajear imitando ese tecnicolor imperante en la época y el “look” que da el rodarla en decorados fabricados. También, los movimientos de cámara tan Spielberg en los que las cosas fluyen sin darnos cuenta y que, en esta película, ha sabido combinar con planos coreografiados entre cámara y bailarines. Esa parte, impecable. De maestro. Lo mismo que el cuidado de los detalles. Emocionante la elección de Rita Moreno que hace el papel de Anita en la versión de 1961 (y que le valió el Óscar a la Mejor Actriz de Reparto) y que interpreta a Valentina en esta nueva versión, como homenaje merecido a esa estatuilla que ganó. Esta es la magia que emociona del cine.
Este año, también está nominada al Óscar Ariana DeBose por ese mismo papel de la hermana de Bernardo, líder de la banda de puertorriqueños. Que yo recuerde, solo Marlon Brando y Robert De Niro han conseguido el Óscar por encarnar al mismo personaje, por el papel de Vito Corleone en la saga de “El Padrino”. Para mí, ella ha sido lo que más me ha gustado de la película. Normal que esté nominada. Aunque no le veo posibilidades, lanzará su carrera más allá de los papeles en musicales que ha interpretado hasta ahora. Esa mirada que tiene le va a valer más de un contrato en el futuro. El resto del elenco, no hay nada que destacar. El casting no lo considero acertado, del todo.
En principio, no me creo a la pareja protagonista. No me transmiten ese amor ciego que los atrapa. Creo que el guion tampoco les ayuda a ello. Me pasó como con “Titanic” (James Cameron, 1997) en el que tampoco me creí el amor entre Leonardo DiCaprio y Kate Winslet. Y si “el amor”, que es la trama central de la historia, no te la crees; pues, el resto, se tambalea. Ansel Elgort (Tony) y Rachel Zegler (María) han sido elegidos más por sus logros en los musicales de Broadway que por sus dotes interpretativas y el resultado final lo nota. Eso, unido a que sus acciones/reacciones en la película no están bien tratadas en el guion y que la trama de amor es casi un elemento secundario, los deja a una deriva que hace que no se emocione el espectador. Yo, con lo fácil que soy, no lo conseguí ni una vez.
El fracaso de taquilla demuestra que no hacía falta esta producción. Costó 100 millones de dólares y recaudó sólo 74. Lo dejo ahí, técnicamente impecable (con los planos midiendo siempre que no se encabalguen los actores y manteniendo los encuadres con maestría), pero artísticamente superable. Y, si no vas a mejorar la versión que había, entonces ¿para qué?
Valoro cosas, como el vínculo de las imágenes al cine de los años 60/70 en los que Spielberg ha pretendido homenajear imitando ese tecnicolor imperante en la época y el “look” que da el rodarla en decorados fabricados. También, los movimientos de cámara tan Spielberg en los que las cosas fluyen sin darnos cuenta y que, en esta película, ha sabido combinar con planos coreografiados entre cámara y bailarines. Esa parte, impecable. De maestro. Lo mismo que el cuidado de los detalles. Emocionante la elección de Rita Moreno que hace el papel de Anita en la versión de 1961 (y que le valió el Óscar a la Mejor Actriz de Reparto) y que interpreta a Valentina en esta nueva versión, como homenaje merecido a esa estatuilla que ganó. Esta es la magia que emociona del cine.
Este año, también está nominada al Óscar Ariana DeBose por ese mismo papel de la hermana de Bernardo, líder de la banda de puertorriqueños. Que yo recuerde, solo Marlon Brando y Robert De Niro han conseguido el Óscar por encarnar al mismo personaje, por el papel de Vito Corleone en la saga de “El Padrino”. Para mí, ella ha sido lo que más me ha gustado de la película. Normal que esté nominada. Aunque no le veo posibilidades, lanzará su carrera más allá de los papeles en musicales que ha interpretado hasta ahora. Esa mirada que tiene le va a valer más de un contrato en el futuro. El resto del elenco, no hay nada que destacar. El casting no lo considero acertado, del todo.
En principio, no me creo a la pareja protagonista. No me transmiten ese amor ciego que los atrapa. Creo que el guion tampoco les ayuda a ello. Me pasó como con “Titanic” (James Cameron, 1997) en el que tampoco me creí el amor entre Leonardo DiCaprio y Kate Winslet. Y si “el amor”, que es la trama central de la historia, no te la crees; pues, el resto, se tambalea. Ansel Elgort (Tony) y Rachel Zegler (María) han sido elegidos más por sus logros en los musicales de Broadway que por sus dotes interpretativas y el resultado final lo nota. Eso, unido a que sus acciones/reacciones en la película no están bien tratadas en el guion y que la trama de amor es casi un elemento secundario, los deja a una deriva que hace que no se emocione el espectador. Yo, con lo fácil que soy, no lo conseguí ni una vez.
El fracaso de taquilla demuestra que no hacía falta esta producción. Costó 100 millones de dólares y recaudó sólo 74. Lo dejo ahí, técnicamente impecable (con los planos midiendo siempre que no se encabalguen los actores y manteniendo los encuadres con maestría), pero artísticamente superable. Y, si no vas a mejorar la versión que había, entonces ¿para qué?
1 de mayo de 2022
1 de mayo de 2022
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Y ahí viene la pregunta de nuevo, ¿era necesario?.
A mi parecer se carga por completo el encanto de la película original de 1961, vale que Spilberg habrá querido hacer algo diferente, pero en este caso le ha lavado tanto la cara que cualquier parecido con la original es mera coincidencia.
Muy buenas actuaciones por parte de los actores, pero no bastan para camuflar una historia que se hace larga y carente de sentimiento.
El amor que resplandecía entre Tony y Maria en la película original o entre Anita y Bernardo aquí brillan por su ausencia y acaba dando la impresión de que está todo muy forzado.
Lo único bueno que he sacado de la película es que me ha dejado con ganas de volver a ver la original.
A mi parecer se carga por completo el encanto de la película original de 1961, vale que Spilberg habrá querido hacer algo diferente, pero en este caso le ha lavado tanto la cara que cualquier parecido con la original es mera coincidencia.
Muy buenas actuaciones por parte de los actores, pero no bastan para camuflar una historia que se hace larga y carente de sentimiento.
El amor que resplandecía entre Tony y Maria en la película original o entre Anita y Bernardo aquí brillan por su ausencia y acaba dando la impresión de que está todo muy forzado.
Lo único bueno que he sacado de la película es que me ha dejado con ganas de volver a ver la original.
9 de enero de 2022
9 de enero de 2022
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lo difícil de esta película es no compararla con la vieja "West Side Story" yo, sinceramente, no pude evitar hacerlo. Comparando, no puedes evitar pensar "la original es mejor" pero si dejas esto aparte, puedes ver la originalidad y belleza de esta película y el esfuerzo que lleva en sí. Ahora, si te pones a comparar, por supuesto que echas cosas en falta, como el comienzo, que en mi opinión es lo mejor de la antigua película, y cosas que están mejor aquí como los colores y el decorado, que a mí me parecen más realistas.
Y recordad que, no debéis menospreciar una película por el hecho de que su anterior versión sea una obra maestra.
-Japostro
Y recordad que, no debéis menospreciar una película por el hecho de que su anterior versión sea una obra maestra.
-Japostro
23 de enero de 2022
23 de enero de 2022
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esto que escribo a continuación, más que una crítica es un comentario sobre algunas cosas que en casi todas las críticas de esta película que aquí se han publicado, se han obviado o simplemente se han ignorado y no entiendo muy bien porqué, ya que si lo que se quiere es argumentar, criticar o debatir sobre una película basada en una obra teatral donde lo fundamental en esta son la música, el baile y las canciones, se haya escrito muy poco o casi nada sobre estas cuestiones.
De la película en sí poco voy a comentar. Spielberg es un gran director y si no es el mejor, al menos la mayor cualidad que le diferencia de otros directores, quizá sea la gran destreza que tiene para desenvolverse en proyectos y producciones fílmicas de altísimos presupuestos de los que ha salido triunfante en casi todos ellos y en este West Side Story que ha hecho, después de estar anunciando durante algún tiempo que lo haría, no iba a ser menos. Se dice que esta nueva producción puede ser un fracaso comercial, pues yo creo que no, a diferencia de las otras, yo creo que esta se va a revalorizar con el tiempo y se va a convertir en un clásico inmortal como lo es la de 1961, conviviendo así ambas producciones en la historia del cine.
Respecto al tema que quería comentar, Spielberg es como ya se sabe no solo un gran director, sino un gran perfeccionista, no sé si tanto como hasta lo paroxístico que podía llegar a ser Stanley Kubrick, pero en este remake da la impresión como que en su tiempo vió la original de Robert Wise y pensó para sus adentros que había algunas cosas que no le gustaban mucho de esta y decidió que en cuanto pudiese las iba a modificar y parece que eso es lo que ha hecho, porque quiere y sobre todo, porque puede. Y tanto es así que para no alterar en lo más mínimo la grandiosidad de la música de Leonard Bernstein con las letras de Stephen Sondheim, Spielberg recurrió a los servicios de David Newman, uno de los compositores, directores y orquestadores más prestigiosos del panorama musical norteamericano.
Newman no es Bernstein pero ha tenido la gran habilidad de ponerse en su lugar y quizá por exigencia del propio Spielberg, haya hecho toda la revisión musical de esta obra pensando en el modo en que la hubiese hecho actualmente el propio Bernstein de seguir vivo, aprovechando todos los medios técnicos que en el año 1960 hubiesen sido inimaginables. En la versión de 1961, la música tiene un muy marcado carácter clásico y operístico pero en la que en abundantes momentos se introducen elementos muy vanguardistas en aquél entonces, provenientes del Jazz y ritmos latinos, para recordar al espectador en todo momento, el lugar y época en la que estaban transcurriendo esos acontecimientos. Por ejemplo, en el tema “Cool” es una de las primeras veces en las que se usó el bajo eléctrico en música de bandas sonoras.
En la nueva versión de Spielberg, el aspecto musical de la obra no sé si sería muy arriesgado decir que ha mejorado respecto a la de Wise pero sí que ha habido modificaciones muy perceptibles; en la anterior, casi toda la música estaba ejecutada con el modo tradicional operístico con los instrumentos musicales convencionales de una orquesta sinfónica pero con otros más añadidos que en la versión de Spielberg, a pesar de todos los medios técnicos disponibles, han desaparecido o no se perciben. De todas formas quiero hacer destacar el gran trabajo musical de David Newman que muy difícilmente podrá superar al de Bernstein porque este simplemente es inmejorable, pero no hay que olvidarlo.
De la película en sí poco voy a comentar. Spielberg es un gran director y si no es el mejor, al menos la mayor cualidad que le diferencia de otros directores, quizá sea la gran destreza que tiene para desenvolverse en proyectos y producciones fílmicas de altísimos presupuestos de los que ha salido triunfante en casi todos ellos y en este West Side Story que ha hecho, después de estar anunciando durante algún tiempo que lo haría, no iba a ser menos. Se dice que esta nueva producción puede ser un fracaso comercial, pues yo creo que no, a diferencia de las otras, yo creo que esta se va a revalorizar con el tiempo y se va a convertir en un clásico inmortal como lo es la de 1961, conviviendo así ambas producciones en la historia del cine.
Respecto al tema que quería comentar, Spielberg es como ya se sabe no solo un gran director, sino un gran perfeccionista, no sé si tanto como hasta lo paroxístico que podía llegar a ser Stanley Kubrick, pero en este remake da la impresión como que en su tiempo vió la original de Robert Wise y pensó para sus adentros que había algunas cosas que no le gustaban mucho de esta y decidió que en cuanto pudiese las iba a modificar y parece que eso es lo que ha hecho, porque quiere y sobre todo, porque puede. Y tanto es así que para no alterar en lo más mínimo la grandiosidad de la música de Leonard Bernstein con las letras de Stephen Sondheim, Spielberg recurrió a los servicios de David Newman, uno de los compositores, directores y orquestadores más prestigiosos del panorama musical norteamericano.
Newman no es Bernstein pero ha tenido la gran habilidad de ponerse en su lugar y quizá por exigencia del propio Spielberg, haya hecho toda la revisión musical de esta obra pensando en el modo en que la hubiese hecho actualmente el propio Bernstein de seguir vivo, aprovechando todos los medios técnicos que en el año 1960 hubiesen sido inimaginables. En la versión de 1961, la música tiene un muy marcado carácter clásico y operístico pero en la que en abundantes momentos se introducen elementos muy vanguardistas en aquél entonces, provenientes del Jazz y ritmos latinos, para recordar al espectador en todo momento, el lugar y época en la que estaban transcurriendo esos acontecimientos. Por ejemplo, en el tema “Cool” es una de las primeras veces en las que se usó el bajo eléctrico en música de bandas sonoras.
En la nueva versión de Spielberg, el aspecto musical de la obra no sé si sería muy arriesgado decir que ha mejorado respecto a la de Wise pero sí que ha habido modificaciones muy perceptibles; en la anterior, casi toda la música estaba ejecutada con el modo tradicional operístico con los instrumentos musicales convencionales de una orquesta sinfónica pero con otros más añadidos que en la versión de Spielberg, a pesar de todos los medios técnicos disponibles, han desaparecido o no se perciben. De todas formas quiero hacer destacar el gran trabajo musical de David Newman que muy difícilmente podrá superar al de Bernstein porque este simplemente es inmejorable, pero no hay que olvidarlo.
20 de marzo de 2022
20 de marzo de 2022
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Partiendo del concepto de 'performance' como disciplina artística multidisciplinaria que se lleva a cabo dentro de un contexto expositivo, como canalización intensiva, honesta pero no literal, de un único sentimiento que se desapega del resto de sentimientos y que se ejecuta en una variedad inagotable de elementos emisores, (teatro, improvisación, el 'happening', vídeos de Youtube o publicaciones de Instagram, etcétera), podemos distinguir dos planos 'ontológicos': el plano de la realidad y el plano de fantasía, los cuales existen simultáneamente.
En el campo del cine, el plano 'real' contiene géneros como: el bélico, el biográfico, el histórico, el drama, la documental, las pelis de juicios o denuncia social, y hasta la corriente entera del neorrealismo italiano; el plano 'fantástico', por su parte, abarca: el expresionismo alemán, el cine de terror, el surrealista, el de autor, el cine parodia, el cine experimental o, en su máxima expresión, los musicales. Al tratarse de segmentos musicalizados donde se juega con la diégesis, la cuarta pared, la lógica, el espacio o los objetos, el musical tiene el beneplácito para desarrollar su estilo lúdico y provocador.
Tal como la fantasía coincide con la impronta de libertad creativa absoluta que propone el dadaísmo y su negación de los cánones estéticos convencionales, los musicales no encuentran límites en su universo, su belleza o su ritmo. 'La la land' indaga en la vida de dos personas empedernidas en vivir sus sueños mientras chocan con la realidad. A través de los cambios de espacio, los movimientos de cámara o la iluminación, uno podía notar los indicios del pasaje de una cara a la otra, de una fantasía a una realidad; se incluía además la personificación de dos dimensiones apartadas: el de Mía, cuyo camino recaía más sobre el plano real, y el de Sebastian, cuyo rumbo se vinculaba más con el plano más fantástico.
'West Side Story', cumpliendo con la costumbre, se mece entre la fantasía y realidad imperceptiblemente; si bien hay pausas entre las canciones y elementos que varían, los números musicales se mezclan homogéneamente con la narrativa de las imágenes más pura y dialogística.
Recientemente, 'Tick, tick... boom' se empeñó en explorar, por medio de canciones, el pensamiento neurasténico, desenfrenado e ingeniosamente espontáneo de Jonathan Larson y eso resultó en una historia donde, al final, uno parece conocer a John de toda la vida; en una función más social, 'West Side Story' es una reinterpretación shakespeariana con propósitos de tinte más realista, (como los géneros que antes clasificamos), donde se habla de pluralidad de temas, (convivencia intercultural, amor, libertad, inmigración, apropiamiento simbólico del espacio, el odio, la discordia o las barreras idiosincrásicas), pero llevada a cabo desde el espectacular y seductor formato/código del musical, esa es la magia de la combinación.
Ese tipo de código que posee el musical provoca un pacto implícito con el espectador, algo que trasciende lo que implica la ficción, la metaficción o la diégesis, por eso, no nos inmutamos con las miradas a cámara o los despliegues visuales exuberantes, ese método de cantar los sentimientos o razonamientos es una forma más de evitar las palabras, quizás a veces las imágenes. Los musicales tienen esa superioridad de poder compaginar las letras con la melodía, los movimientos de cámara con las coreografías y, al mismo tiempo, contar lo endógeno de los personajes de forma directa y meramente libre.
Cuando la dirección cae en las manos de Spielberg, nos prevenimos de pensar que este remake era innecesario; la producción es tan meticulosa y deslumbrante como sólo Spielberg la podría crear: como si se tratara de un niño jugando con sus juguetes, Spielberg creo miniaturas de los sujetos presentes en los números musicales para saber dónde poner la cámara y qué se estaba viendo con ese plano, un avance más para los storyboards que solamente gente comprometida como él sabe inventar. Ni hablar de la fotografía orgásmica de Kaminski o de la edición escrupulosa y, a veces, invisible de Broshar y Kahn, harían falta testamentos completos para hablar de la belleza de las imágenes y su distribución.
Lo que te hace plantearte que esta es otra película de este señor es que se siente nuevamente esa magia, esa sensación de ser niño otra vez: asombrarte con lo visto pero, en esta ocasión, también con lo relatado. Esto parecer ser únicamente un tributo a su padre, por lo que ¿Para qué se recrearía un musical de 1961 ambientado en la sacudida Nueva York de los 50's? Bueno, quizás como lo contestaría Sorkin: como un reflejo de la involución. Lo aprendido sobre la confrontación y el odio de la cinta original ahora se replica porque seguimos igual o peor.
Pese a que tarde o temprano tenía que admitir que no ví la película original, a fin de no comparar los filmes, llegué a buscar el fragmento en el que Tony y María se conocen y debo de decir que, contradiciendo mi paradigma de no comparar, en la original se presentaba de mejor manera; uno de esos pensamientos quisquillosos que te pasan por la cabeza al ver esta versión es que, aunque Tony y María puedan ser la pareja más alegre o feliz del mundo, no tienen un precedente sólido: su encuentro; obviando el momento crucial de múltiples historias románticas, (chico/chica conoce a chica/chico), lo que les da sustancia sus historias es más lo que los rodea.
Vinimos a ver a los personajes del póster, quienes van a vivir los hechos más trascendentes, complejos y ricos en significado, sin embargo, al final se siente que, lo que pudo ser un presunto fallo, se resuelve con el conflicto de pandillas presentado al principio. Anita o Chino tienen esas dimensiones más contradictorias y significativas de la historia, (Zona Spoiler).
Para cerrar agradezco las fuentes teóricas de lo dicho sobre 'performance' y realidad-fantasía, ('Ter' y Clara de Scarlew Harsac).
Calificación: 8.5/10
En el campo del cine, el plano 'real' contiene géneros como: el bélico, el biográfico, el histórico, el drama, la documental, las pelis de juicios o denuncia social, y hasta la corriente entera del neorrealismo italiano; el plano 'fantástico', por su parte, abarca: el expresionismo alemán, el cine de terror, el surrealista, el de autor, el cine parodia, el cine experimental o, en su máxima expresión, los musicales. Al tratarse de segmentos musicalizados donde se juega con la diégesis, la cuarta pared, la lógica, el espacio o los objetos, el musical tiene el beneplácito para desarrollar su estilo lúdico y provocador.
Tal como la fantasía coincide con la impronta de libertad creativa absoluta que propone el dadaísmo y su negación de los cánones estéticos convencionales, los musicales no encuentran límites en su universo, su belleza o su ritmo. 'La la land' indaga en la vida de dos personas empedernidas en vivir sus sueños mientras chocan con la realidad. A través de los cambios de espacio, los movimientos de cámara o la iluminación, uno podía notar los indicios del pasaje de una cara a la otra, de una fantasía a una realidad; se incluía además la personificación de dos dimensiones apartadas: el de Mía, cuyo camino recaía más sobre el plano real, y el de Sebastian, cuyo rumbo se vinculaba más con el plano más fantástico.
'West Side Story', cumpliendo con la costumbre, se mece entre la fantasía y realidad imperceptiblemente; si bien hay pausas entre las canciones y elementos que varían, los números musicales se mezclan homogéneamente con la narrativa de las imágenes más pura y dialogística.
Recientemente, 'Tick, tick... boom' se empeñó en explorar, por medio de canciones, el pensamiento neurasténico, desenfrenado e ingeniosamente espontáneo de Jonathan Larson y eso resultó en una historia donde, al final, uno parece conocer a John de toda la vida; en una función más social, 'West Side Story' es una reinterpretación shakespeariana con propósitos de tinte más realista, (como los géneros que antes clasificamos), donde se habla de pluralidad de temas, (convivencia intercultural, amor, libertad, inmigración, apropiamiento simbólico del espacio, el odio, la discordia o las barreras idiosincrásicas), pero llevada a cabo desde el espectacular y seductor formato/código del musical, esa es la magia de la combinación.
Ese tipo de código que posee el musical provoca un pacto implícito con el espectador, algo que trasciende lo que implica la ficción, la metaficción o la diégesis, por eso, no nos inmutamos con las miradas a cámara o los despliegues visuales exuberantes, ese método de cantar los sentimientos o razonamientos es una forma más de evitar las palabras, quizás a veces las imágenes. Los musicales tienen esa superioridad de poder compaginar las letras con la melodía, los movimientos de cámara con las coreografías y, al mismo tiempo, contar lo endógeno de los personajes de forma directa y meramente libre.
Cuando la dirección cae en las manos de Spielberg, nos prevenimos de pensar que este remake era innecesario; la producción es tan meticulosa y deslumbrante como sólo Spielberg la podría crear: como si se tratara de un niño jugando con sus juguetes, Spielberg creo miniaturas de los sujetos presentes en los números musicales para saber dónde poner la cámara y qué se estaba viendo con ese plano, un avance más para los storyboards que solamente gente comprometida como él sabe inventar. Ni hablar de la fotografía orgásmica de Kaminski o de la edición escrupulosa y, a veces, invisible de Broshar y Kahn, harían falta testamentos completos para hablar de la belleza de las imágenes y su distribución.
Lo que te hace plantearte que esta es otra película de este señor es que se siente nuevamente esa magia, esa sensación de ser niño otra vez: asombrarte con lo visto pero, en esta ocasión, también con lo relatado. Esto parecer ser únicamente un tributo a su padre, por lo que ¿Para qué se recrearía un musical de 1961 ambientado en la sacudida Nueva York de los 50's? Bueno, quizás como lo contestaría Sorkin: como un reflejo de la involución. Lo aprendido sobre la confrontación y el odio de la cinta original ahora se replica porque seguimos igual o peor.
Pese a que tarde o temprano tenía que admitir que no ví la película original, a fin de no comparar los filmes, llegué a buscar el fragmento en el que Tony y María se conocen y debo de decir que, contradiciendo mi paradigma de no comparar, en la original se presentaba de mejor manera; uno de esos pensamientos quisquillosos que te pasan por la cabeza al ver esta versión es que, aunque Tony y María puedan ser la pareja más alegre o feliz del mundo, no tienen un precedente sólido: su encuentro; obviando el momento crucial de múltiples historias románticas, (chico/chica conoce a chica/chico), lo que les da sustancia sus historias es más lo que los rodea.
Vinimos a ver a los personajes del póster, quienes van a vivir los hechos más trascendentes, complejos y ricos en significado, sin embargo, al final se siente que, lo que pudo ser un presunto fallo, se resuelve con el conflicto de pandillas presentado al principio. Anita o Chino tienen esas dimensiones más contradictorias y significativas de la historia, (Zona Spoiler).
Para cerrar agradezco las fuentes teóricas de lo dicho sobre 'performance' y realidad-fantasía, ('Ter' y Clara de Scarlew Harsac).
Calificación: 8.5/10
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Anita, (Ariana DeBose), se percibe como un personaje espléndido, con una dimensión contradictoria: miente por el dolor que representa la muerte de Bernardo e, incluso en la tragedia, lo único que recibe de los Jets es una burla humillante, es entendible su accionar. El daño de sus acciones es colateral pero potente.
Y, por otro lado, tenemos a Chino: único personaje en demostrar decoro y respeto con los Jets, nada de vulgaridad ni aversión, quien es, elegido correctamente por el guionista, como el infractor del fatal acto del clímax donde Tony es asesinado por la espalda.
Y, por otro lado, tenemos a Chino: único personaje en demostrar decoro y respeto con los Jets, nada de vulgaridad ni aversión, quien es, elegido correctamente por el guionista, como el infractor del fatal acto del clímax donde Tony es asesinado por la espalda.
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