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Desayuno con diamantes

Romance. Drama. Comedia Holly Golightly es una bella joven neoyorquina que, aparentemente, lleva una vida fácil y alegre. Tiene un comportamiento bastante extravagante, por ejemplo, desayunar contemplando el escaparate de la lujosa joyería Tiffanys. Un día se muda a su mismo edificio Paul Varjak, un escritor que, mientras espera un éxito que nunca llega, vive a costa de una mujer madura. (FILMAFFINITY)
Críticas 193
Críticas ordenadas por utilidad
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7
26 de junio de 2007
8 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
La película resulta muy entretenida, pero en cada momento de su visionado, pensaba en si Truman Capote, autor de la novela se hubiese salido con la suya y la actriz protagonista en vez de ser Audrey Hepburn, hubiese sido Marilyn Monroe, sin duda hubiese sido una película distinta y no se decir si hubiese sido mejor o peor. Indudablemente la Hepburn con sus ojos de cervatillo, y su minúscula figura, cuasi-anoréxica diriamos hoy, da un toque de elegancia al papel que no le hubiese dado la Monroe, ésta lo hubiese cargado de erotismo y sensualidad, y estas especias no aparecen en este film, lucen eso sí otras no desdeñables, como la ya mentada elegancia, el candor, la espontaneidad de un espíritu libre y rebelde… El personaje creado por Capote, en la novela es más controvertido, su condición de prostituta se refleja de forma más explícita. Con los nuevos tiempos llegados a Hollywood y sus nuevos códigos de censura a buen seguro el papel descafeinado que en este sentido ofrece la Hepburn es a todas luces más aceptable que la bomba que hubiese supuesto ver a la curvilínea Monroe contonearse en tales menesteres. De hecho Marilyn desechó el papel por no querer arraigar más su ya de por sí frívola imagen. En cualquier caso magnífica la Hepburn, en este papel que le abre las puertas de otras películas maravillosas como Charada o My Fair Lady y buen papel de George Peppard, muy alejado de su posterior etapa en el Equipo A. Sorprendente la aparación de José Luis de Vilallonga como uno de los pretendientes de la señorita ”Holly Colightly” (Audrey Hepburn) o la de un irritado y ajaponesado Mickey Rooney.

Uno de los mayores atractivos de la película son los vestidos con los que se adorna la Hepburn, en concreto el famoso vestido negro “Vestido para desayunar” que utiliza en un par de ocasiones en la película, uno de los iconos de lo chic y un clásico de la moda que formará parte del Museo del traje de Madrid, tras ser donado por Givenchy junto a otros vestidos, como el de “Sabrina” creados por él para Audrey Hepburn, quien fue modelo antes que actriz. El vestido en cuestión, supongo que el donado es una copía, fue subastado en 2006 por la friolera de 467.000 libras en una primera subasta y 700.000 dolares en una segunda. Esta película que suele volver a estar de moda cíclicamente coincidiendo con los cambios de moda influyó mucho en la estética sesentera, como ejemplo ver como Jackeline Kennedy se inspiró en ella a la hora de crear su personal estilo.

Reseñable la música del film que nos entregó Henry Mancini, con su mítico Moon River, llevandose dos oscar por este apartado la película, mejor canción y mejor banda sonora. Antes de componer la banda sonora de esta película para su amigo Blake Edwards, Henry Mancini estaba pasando una muy mala racha, abocado al fracaso por los resultados de sus anteriores trabajos. Esta obra le valió el reconocimiento imperecedero de el gran público.

“La puerta está a cuatro segundos de tí, yo te doy dos”
10
11 de junio de 2008
7 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
No es ninguna novedad decir que nos encontramos delante de un clásico, no solo nos vemos delante de una madura Audrey Hepburn que, si no en su mejor papel, si podemos decir que el más completo de los que protagonizó durante su carrera. La música de Henri Mancini, a ratos hace llorar y a ratos odiarla, George Peppard, está insuperable, y Blake Edwards pone el broche gracias a su magistral dirección ¿Lo mejor de la película? su estética revolucionaria. Quizás lo peor de la película sea lo pesada que resulta a veces la banda sonora, que a veces llega a cansar
7
27 de marzo de 2009
7 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Holly Golightly, es una joven vivaracha, locuaz y cabal conocedora de los asuntos en que se involucra. Tiene, además, una personalidad fascinante y no tiene mayores dificultades para conseguir dinero a costa de tantísimos ilusos que resultan dispuestos a pagar por su “cariño”... y cuando una mujer ha conocido ya un suficiente número de caracteres apocados, oportunistas y canallas, termina por creer que todos los hombres son iguales y, entonces, decide en lo más íntimo de su corazón que jamás se atará a uno de ellos.

Por estropicios de censura (¡cuánto mal han hecho a las artes las enmohecidas tijeras!), la película se distancia notablemente del libro de ese gran escritor llamado, Truman Capote (léanse “A Sangre Fría” y “Música para Camaleones” y se darán un exquisito banquete literario) y elimina necesarias escenas que hacen más explícito el sendero moral que recorre la encantadora, Holly.

El primer personaje al que uno se remite, cuando conoce a esta libre y aventurera muchacha, es a la Carmen de Merimée. Holly, como ella, también tiene un pasado afectivo que la ata de alguna manera; ambas llegan a tener a un amante llamado José; y las dos, hastiadas del asedio de los más procaces hombres, desean ser libres como el viento o como un ave surcando el cielo… aunque, contra todos sus deseos, sus vidas están terriblemente atadas a la tierra.

Blake Edwards, un director de oscilante vuelo a lo largo de su filmografía (con más bajadas que subidas), logra con este, <<DESAYUNO CON DIAMANTES>>, uno de sus más atinados productos, en donde los toques de comedia y de drama, se reparten, con fortuna, el innegable encanto que posee la historia de Capote.

Aunque, el celebrado escritor, había insistido en que fuera su gran amiga, Marilyn Monroe, quien asumiera el papel de Holly, Edwards prefirió a Audrey Hepburn, y ella, siempre adorable, nos da un personaje que nos llega al corazón y nos revela la falsa libertad en la que suelen imbuirse muchas chicas aún a costa de sacrificar el amor que, con un poco de aliento, irremediablemente llegará a sus vidas.

George Peppard, resulta bastante aceptable como el escritor de un sólo libro, cuya máquina de escribir está ahora en proceso de enmohecimiento. Vividor y con una amante rica que le paga generosamente por cada noche afectuosa que él le ofrece, de pronto se siente tocado por la magia de Holly, quien, con su espontaneidad y desinhibición, despierta de nuevo su inspiración y lo anima a regresar a las teclas con las que parece tener un promisorio y edificante futuro.

Exceptuando la tonta caricatura que, Mickey Rooney, hace de su personaje oriental, y la innecesaria apología que, de la muy frívola joyería Tiffany’s, nos dan en un par de escenas, la película sobresale también por su agradable ambientación, una muy bella y oscarizada banda sonora de Henry Mancini, con la célebre canción, “Moon River” que, Audrey, consiguió grabar con su propia voz... y porque consigue que sintamos a un par de seres imperfectos, como nosotros, pero, con una fuerza sentimental realmente poderosa.

Título para Latinoamérica: MUÑEQUITA DE LUJO
9
17 de agosto de 2015
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
'Desayuno con Diamantes' es probablemente el mejor retrato de la mujer liberada.
Libre de compromisos y responsabilidades, derrochadora por naturaleza, moderadamente optimista y soñadora por encima de todo.
La suerte es contar con Audrey Hepburn para encarnarla, y conseguir de esa manera un mito para la posteridad.

Porque, no nos vamos a engañar, la película tiene más de mito que de película, y la cosa valdría realmente poco si una escena de fiesta no nos desvelara que lo que realmente le interesa a Blake Edwards es la farsa cómica tras la llamada "vida moderna".
Una vida de superficialidades y apariencias, de graciosos equívocos y personas nobles tal vez, pero en las que se intenta aparentar algo que, la mayoría de las veces, no se tiene, y se oculta lo que ya se ha tenido por temor al compromiso.
Paul (simpático George Peppard) es el espectador en esta situación, y Holly (Hepburn) la mentora de toda esa manera de vivir.

El mérito de la película consiste en quitarle hierro a esas situaciones que levantarían la ceja de cualquiera, y jugar con la sugerencia más que con lo explícito.
Se va descubriendo que ni Paul es tan buen chico, por las fugaces pero bien trabajadas escenas donde aparece Patricia Neal, ni Holly es tan mala chica cuando toca el 'Moon River' en su ventana.
Todo es una sucesión de malentendidos, de personas que, esperando lo bueno de la vida, decidieron conformarse con lo menos malo mientras lo amoldaban a sus deseos.

Mientras, "algo bueno pasará", mientras se sueña con desayunos frente a Tiffany's, cumbre de la superficialidad que ingenuamente Holly cree solución a todos sus problemas. Rodeada de cosas brillantes, que se puede temer.
Ella piensa que ya lo tiene todo y es libre, mientras se niega a ver las esquinas de la jaula que ella misma se ha construido a golpe de sueños inútiles y autoengaños.
Su temor a encontrarse con algo más grande que si misma, a encontrarse con una persona que realmente quiera permanecer a su lado, es lo que continuamente la separa de Paul, al que ella llama Fred en memoria de su hermano, en un intento vano de mantenerle lejos de ella.
Por eso quizás la mejor escena de la película tiene que ver con su descubrimiento el uno frente al otro: tras una tarde de pequeñas locuras y tonterías, ambos se dan cuenta de que están por primera vez justo donde quieren estar. No más máscaras.

'Desayuno con Diamantes' toma la apariencia de inofensiva comedia romántica (aunque algo forzada en su final) para, a través de pequeñas escenas como la que le da título, burlarse de la conformidad de nuestros deseos.
Lo interesante no es la fiesta, es lo que ocurre después a las 6 de la madrugada en la esquina de la 5º avenida y la Calle 57.
10
25 de agosto de 2011 5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Basado en una novela del conocido escritor Truman Capote y dirigida por Blake Edwards, la película trata sobre la curiosa relación de dos personajes, Paul (George Peppard) y Holly (Audrey Hepburn), quienes coinciden como vecinos en el mismo edificio y que pese a sus diferencias aparentes, en el fondo tienen más cosas en común de las que imaginaban. Paul y Holly son dos personas marginales. No marginales en el sentido de ser criminales o ladrones, sino más bien, se trata de personas quienes se sienten bien diferentes al resto. Además, su forma de vida, es un tanto reprobable para lo que dictan las normas éticas y morales. Ambos, a su modo, viven de terceras personas, sirviéndose de su físico para mantener su nivel de vida. Disfrazada de comedia romántica, en realidad, se trata de un drama.

Paul vive de una mujer madura, mientras aspira a superar el cartel de escritor prometedor tras publicar un libro de cuentos. Por su parte Holly, pese a su apariencia despreocupada y contínuamente alegre, de mujer que consigue ir viviendo de los hombres que quedan deslumbrados por su belleza, esconde en su interior una profunda tristeza. A medida que avanza el metraje, hay menos sitio para la comedia y mucho más para el drama.

En el fondo el excelente retrato de sus protagonistas, quienes buscan una vida fácil y cómoda (pese a que ello no les hace felices en modo alguno), se puede ver una crítica más bien sutil hacia el mundo de apariencias y falsedades reflejo de la sociedad de los años 60. La provocación típica en la obras de Capote, de todas formas queda bastante diluida en términos generales. Además Edwards, introduciendo al personaje del vecino de los protagonistas (interpretado por un casi desconocido Mickey Rooney), consigue rebajar la tensión, y evidar un tratamiento excesivamente dramático del tema, sorteando con habilidad la forma poco conveniente por la que ambos protagonistas obtienen sus ingresos, aunque no puede evitar el trasfondo de insatisfacción y frustración que transmiten sus protagonistas.

La excelente banda sonora compuesta por Henry Mancini, cuya canción "Moon River" es todavía hoy mundialmente conocida, es uno de los aspectos que han contribuido a hacer aún más grande este film. Pero por encima de todo, habría que destacar a Audrey Hepburn, cuya deliciosa presencia ensombrece a todos los demás. En pocos film como éste consiguió estar tan arrebatadora y mostrar su belleza en toda su intensidad. Además interpretativamente nos ofrece un registro lleno de matices y de extremos, siendo creible en todos ellos. Edwards consiguió disimular los aspectos más escabrosos, pero sin llegar a vaciarlos de contenido, con lo que consiguió crear un film que mantiene un cierto equilibrio, sobretodo gracias a Hepburn, y en el que lo más importante es el mensaje implícito que transmiten los protagonistas.
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