Intriga internacional
1959 

8.2
71,677
Intriga
Debido a un malentendido, a Roger O. Thornhill, un ejecutivo del mundo de la publicidad, unos espías lo confunden con un agente del gobierno llamado George Kaplan. Secuestrado por tres individuos y llevado a una mansión en la que es interrogado, consigue huir antes de que lo maten. Pero cuando al día siguiente regresa a la casa acompañado de la policía, le espera una sorpresa. (FILMAFFINITY)
30 de abril de 2018
30 de abril de 2018
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Extraordinario ejemplo de cine total, de ese que roza la perfección.
Hitchcock construye una intriga casi perfecta, que va subiendo la tensión de forma magistral, y aprovecha el carisma de un Cary Grant fabuloso.
Simple y llanamente, una de las películas más entretenidas y mejores jamás hechas.
Hitchcock construye una intriga casi perfecta, que va subiendo la tensión de forma magistral, y aprovecha el carisma de un Cary Grant fabuloso.
Simple y llanamente, una de las películas más entretenidas y mejores jamás hechas.
7 de enero de 2019
7 de enero de 2019
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Muy posiblemente no se trate de la mejor película de Alfred Hitchcock, pero si un ser de otro planeta nos visitara y nos preguntara quién es ese director al que todo el mundo idolatra o, directamente, si nos interrogara acerca de qué es esa cosa llamada «cine» y que tanto nos apasiona, creo que aposentarlo en una buena butaca y ofrecerle un pase de «Con la muerte en los talones» sería una forma harto cabal de responder satisfactoriamente a ambos interrogantes. Porque «Con la muerte en los talones» no sólo es cine en estado puro, sino que además contiene todos aquellos elementos que componen el canon básico y primordial del estilo hitchcockiano. Tenemos a un falso culpable (primorosamente enfundado en la piel del mejor actor posible), un villano hierático y tan elegante como el propio héroe, una madre un tanto peculiar, una rubia gélida y enigmática y el McGuffin más ríspido y aparatoso que te puedas tragar. El resultado de esta asombrosa amalgama de elementos no es sino la materia con la que se fabrican los sueños; es decir: la quintaescencia de lo que conocemos como arte cinematográfico.
Tras rodar el año anterior «Vértigo», su obra maestra definitiva, Hitchcock se entregó a la tarea de regalar a los espectadores una gigantesca broma en forma de película, consiguiendo retroalimentar los resortes de la comedia y el cine de espionaje y elaborando una cinta que resulta ser una parodia de sí misma. Entreteje un ramillete de situaciones a cuál más absurda, pero en la articulación argumental del film encontramos una narración portentosa y sumamente equilibrada. A raíz de múltiples juegos de confusiones y malos entendidos, Hitchcock sumerge al héroe en un torbellino sin fin de correrías, asesinatos, persecuciones y sainetes de los cuales, gracias al milagro del llamado cine-espectáculo, siempre escapa por los pelos. Como de costumbre, estampa en el álbum de los mitos unas cuantas secuencias, entre ellas la celebérrima cacería de la avioneta fumigadora en ese campo yermo y desolado en el que no hay nada que fumigar, escena rodada con una maestría inalcanzable. Se vale para redondear el producto de otra banda sonora magistral de Hermann y de un guion, en este caso de Lehman, impecable en su discurso y en la inserción de un buen manojo de chascarrillos muy inteligentes.
Personalmente lo que más me cautiva de «Con la muerte en los talones», más allá de su milimétrica perfección técnica, es la sensación de estar viviendo una ilusión, una especie de carrusel o rueda loca en la que cada situación parece no sólo contener un importante valor lúdico intrínseco, sino ser la génesis para nuevas peripecias desopilantes. Si la espiral era la forma conceptual en «Vértigo», a mí este film me resulta circular, como si el director hubiera organizado un espectáculo de forma tal que siempre parezca un festín, y que este, además, resulte perpetuo. Uno, como espectador embelesado, acaba deseando que las luces no se apaguen, y que toda esta magia no se termine nunca.
Tras rodar el año anterior «Vértigo», su obra maestra definitiva, Hitchcock se entregó a la tarea de regalar a los espectadores una gigantesca broma en forma de película, consiguiendo retroalimentar los resortes de la comedia y el cine de espionaje y elaborando una cinta que resulta ser una parodia de sí misma. Entreteje un ramillete de situaciones a cuál más absurda, pero en la articulación argumental del film encontramos una narración portentosa y sumamente equilibrada. A raíz de múltiples juegos de confusiones y malos entendidos, Hitchcock sumerge al héroe en un torbellino sin fin de correrías, asesinatos, persecuciones y sainetes de los cuales, gracias al milagro del llamado cine-espectáculo, siempre escapa por los pelos. Como de costumbre, estampa en el álbum de los mitos unas cuantas secuencias, entre ellas la celebérrima cacería de la avioneta fumigadora en ese campo yermo y desolado en el que no hay nada que fumigar, escena rodada con una maestría inalcanzable. Se vale para redondear el producto de otra banda sonora magistral de Hermann y de un guion, en este caso de Lehman, impecable en su discurso y en la inserción de un buen manojo de chascarrillos muy inteligentes.
Personalmente lo que más me cautiva de «Con la muerte en los talones», más allá de su milimétrica perfección técnica, es la sensación de estar viviendo una ilusión, una especie de carrusel o rueda loca en la que cada situación parece no sólo contener un importante valor lúdico intrínseco, sino ser la génesis para nuevas peripecias desopilantes. Si la espiral era la forma conceptual en «Vértigo», a mí este film me resulta circular, como si el director hubiera organizado un espectáculo de forma tal que siempre parezca un festín, y que este, además, resulte perpetuo. Uno, como espectador embelesado, acaba deseando que las luces no se apaguen, y que toda esta magia no se termine nunca.
1 de septiembre de 2012
1 de septiembre de 2012
21 de 38 usuarios han encontrado esta crítica útil
El que a alguien le guste o le deje de gustar una película es cuestión de temperamentos, pero creo que "Con la muerte en los talones" se puede considerar una estupidez de peli con criterios bastante objetivos. Todo es absurdo, empezando por la actriz que interpreta a la madre de Cary Grant y que es ¡dos años más joven que Grant! (se nota, además). El argumento es tan infantil que Walt Disney lo habría rechazado por pueril. Todo transcurre como una mala broma, sin gracia cuando pretende tenerla y sin tensión cuando quiere ser thriller. Tiene, además, la peor persecución de la historia del cine, que por motivos que se me escapan, se ha hecho bastante famosa (la de la avioneta). Hitchcock me gusta poco, pero ésta es de las peores entre las suyas. No sé, el aprecio que muchos tienen a "Con la muerte en los talones" me resulta tan misterioso como el asesinato de Prim.
24 de mayo de 2013
24 de mayo de 2013
13 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
Yo quisiera subir a los altares al gran "Alfredo", decir que acabo de ver una obra maestra y unirme a esas huestes que ven en esta película poco más o menos que el paradigma del cine. De verdad que quisiera, porque soy de la opinión de que por el hecho de que algo sea un superclásico o tenga detrás tanto reconocimiento, no tiene por qué producirme el efecto contrario. Es decir: Decepcionarme.
Pues miren: Tras dos interminables y soporíferas horas enredado en un cartón actuando como protagonista principal (yo juraría que este Cary Grant es 2D. Si se pone de perfil, se ve plano), situaciones imposibles, malos que rozan la tontá más grande que haya visto yo en mi vida y un FBI que dejaría a la TIA del Superintendente Vicente como el paradigma del espionaje, sólo puedo decir que es lo más triste que he visto en tiempos. Y mira que me había puesto "las gafas" de la comprensión. Entendiendo que una película que tiene 54 años, puede pecar de inocencia extrema sin que por ello pierda un ápice de valor.
En resumen: Que no...
Pues miren: Tras dos interminables y soporíferas horas enredado en un cartón actuando como protagonista principal (yo juraría que este Cary Grant es 2D. Si se pone de perfil, se ve plano), situaciones imposibles, malos que rozan la tontá más grande que haya visto yo en mi vida y un FBI que dejaría a la TIA del Superintendente Vicente como el paradigma del espionaje, sólo puedo decir que es lo más triste que he visto en tiempos. Y mira que me había puesto "las gafas" de la comprensión. Entendiendo que una película que tiene 54 años, puede pecar de inocencia extrema sin que por ello pierda un ápice de valor.
En resumen: Que no...
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
- Me voy a empezar por preguntar, qué se le puede pasar por la cabeza a un tío al que le encierran en el baño del camarote donde sólo hay una mujer y se encuentra utensilios de afeitar... Porque al Sr. Grant lo de atar cabos no se le da bien en todo el film.
- ¿No es casualidad que en el hotel de Chicago, donde llega después del episodio fumigador, esté alojada la chica, precisamente?.
Pero bueno. Seré benévolo: Reconozco que me hizo gracia tanto lo del "Abra la boca" del juzgado como lo del "no se dé prisa, tardaré en leerlos todos" que dice al encerrarle en la biblioteca. Dos buenos chascarrillos. Claro, que si eso convierte a esta cinta en comedia, entonces "Heidi" es un thriller de acción, porque en un episodio tuvieron que buscar a "Copito de nieve".
- ¿No es casualidad que en el hotel de Chicago, donde llega después del episodio fumigador, esté alojada la chica, precisamente?.
Pero bueno. Seré benévolo: Reconozco que me hizo gracia tanto lo del "Abra la boca" del juzgado como lo del "no se dé prisa, tardaré en leerlos todos" que dice al encerrarle en la biblioteca. Dos buenos chascarrillos. Claro, que si eso convierte a esta cinta en comedia, entonces "Heidi" es un thriller de acción, porque en un episodio tuvieron que buscar a "Copito de nieve".
11 de enero de 2006
11 de enero de 2006
10 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pues el único que se atreve con eso no podía ser otro que el Maestro Hitchcock. ¡Vaya película! Se la recomiendo a cualquiera porque te tiene en vilo las dos horas. El papel de Cary Grant es sobresaliente: actua como un seductor pero que en muchas escenas parece un niño, intrépido en algunas ocasiones e ingenuo en otras, con el fin de divertir al espectador. Gran película.
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