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Downton AbbeySerie

Serie de TV. Drama Serie de TV (2010-2015). 6 temporadas. 52 episodios. Ambientada en 1912, en una mansión de la campiña inglesa y abarcando un periodo que cubre desde la Primera Guerra Mundial hasta el comienzo de los años 20, Downton Abbey narra la historia de una complicada comunidad. La casa ha sido durante generaciones el hogar de la aristocrática familia Crawley, pero también donde sus sirvientes viven, hacen sus planes y sueñan. Algunos son fieles ... [+]
Críticas 66
Críticas ordenadas por utilidad
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6
9 de febrero de 2023 0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Evidentemente no es una serie de 6, pero hace falta poner una nota discordante en este océano de alabanzas y ovaciones. La serie está impecablemente hecha, con un cuidado rigor en cuanto a vestuario, escenarios, protocolos, convencionalismos sociales y mentales, relaciones personales e interclasistas, etc.

Pero esta serie tiene varios fallos importantes:

1. Carece de emoción e intensidad. Es tremendamente edulcorada y plácida salvo por algunas escenas contadas, y cuando estas llegan, se produce un corte para dirigirse a otra trama diferente para más tarde regresar otra vez. Este sistema de telefilme rompe totalmente el dramatismo o la emoción general. Además, los personajes viven estas situaciones con cierta contención emocional e incluso frialdad, y eso se transmite al espectador. Todo es cuidadosamente dulcificado, demasiado, y al siguiente capítulo parece haberse hecho borrón y cuenta nueva.

2. Es demasiado larga y repetitiva. Seis temporadas que parecen la misma. Mismos escenarios, mismo café en el mismo salón y en el mismo sillón, el 90% de los personajes no cambian, el tono de los capítulos es prácticamente el mismo... Esto sumado a lo descafeinada que resulta, hace que acabes deseando de que acabe.

3. El contexto político, económico e ideológico del momento no ocupa ni el 1% de la serie. Apenas se le da importancia, cuando se le podría sacar muchísimo jugo y dotar a la serie de mayor relevancia e interés. Al final todo queda en charlas de salón, chismes de pasillo, dilatados tés, partidos de cricket o aburridas subtramas amorosas.
5
11 de diciembre de 2024 0 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando Darwin comentó aquello de que el Hombre venía del mono, la esposa de un Lord inglés exclamó asustada: ¨ ¡Que no se entere el servicio!¨.

Esa adoración (que no veneración) a los Lores, no se podía entender en España, el español sabía que pudiera ser que su hacienda fuera del rey, pero su honra y su dignidad eran de Dios. Fijaros como cambia así todo la Filosofía y Artes desde esa premisa. Por eso, a pesar de que en el siglo XIX, los liberales españoles tratan de meter al español en cintura, también intentando meterle en las corrientes artísticas, el español se resiste. No hay autoridad suficiente en las Élites de arriba, para según que cosas...La autoridad, como la dignidad de cada uno, pertenece a Dios. Que sí, que podrá decirse lo que se quiera, ¨leyenda negra¨, que sí Ortega...que si en España no se piensa....Pero no, no cuela.

Por ello, muchas veces en esta serie, pita el sentido común. Lo vemos irreal, lo damos por una idiotez supina, como algo que si esta serie trata de ser seria, nos parece surrealista. No la entendemos porque no tenemos la fe de unos en la clase alta, con sus mayordomos y sus amas de llaves...Esas liturgias las entiende mejor un japonés como Kazuo Ishiguro. Porque el cristianismo, que no llegó a implantarse en oriente extremo por mucho que lo intentaran los jesuitas, nos libraba de esa devoción absurdo al superior. Y el cristianismo, cuando intentó volar sólo (el protestantismo, al igual que los idealismos europeos en su abuso del poder), era para volver a pisar al prójimo alegremente.

Se nos escapa algo en la traducción y el contexto, pero vemos en esta serie, un atajo de imbéciles, comportándose como imbéciles, y luego los criados, que no son trabajadores, como en los países católicos, son creyentes. En fin, aquello de Buñuel de que el mayordomo es más elitista que el Lord.

¿Se podría escribir esta crítica en ¨Lo que queda del día¨?. No, porque la casi liturgia del ¨sacristán de amén ¨, el mayordomo de esa película, es bella, está bien hecho, podemos ver, eso mismo, casi liturgia en sus obras. Aquí, vemos que los ídolos vivientes, son imbéciles en el papel del guión, y los actores, en su convencimiento, actúan como tal.

En el postmodernismo, todo esto empezará a volverse contra ellos con los cachondeos de los Monty Python y demás. Al igual, que los movimientos artísticos y culturales, era inevitable que al final, algún despistado indiscreto dijera en voz alta: ¨Ah!...¿Pero esto no era de coña de verdad?¨. ¨No¨, le dirían...¨Aquí, nos tomamos muy en serio nuestro humor nihilista, porque es el devenir natural del cambio en la Historia del hombre...Ahora estamos en este punto¨.

Hilarante.
3
2 de julio de 2014
11 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
Uno de los elementos de la posmodernidad que me resulta más molesto es su obsesión por reinterpretar la historia de tal manera que tras limarla meticulosamente se pueda hacerla pasar por algo que sirva de justificación al orden imperante en la actualidad. Por supuesto que hay excepciones, por ejemplo, cuando se hace con sentido del humor. Desgraciadamente y por otra parte, como el humor es difícil y lo absurdo tiende a multiplicarse, lo que suele suceder es justo lo contrario: una vez impuesta la mordaza de lo políticamente correcto cualquier vulgar atrocidad se vuelve posible. Da igual lo absurda que sea o la dirección que tenga. Así podemos encontrar que por ejemplo fueron muchos los que machacaron 300 por entenderla como una oda fascista. Y ahí es donde se hace visible hasta que punto (malsano y verdaderamente fascista) impera lo políticamente correcto, pues es evidente que 300 era justo lo contrario: lo fascista en 300 es la autoridad divina de Jerjes, la jerarquía y especialización de su ejército y la barbarie (la propia figura de Jerjes era en sí misma monstruosa) que representaban frente a unos espartanos que estaban allí voluntariamente para resistir una invasión...; de hecho, y esto suele pasar desapercibido, American History X sí supone una apología implícita del fascismo (ya sea intencionadamente o por pura torpeza) desde el momento en que lo estiliza con el uso de un solemne y elegante blanco y negro... para luego darnos en toda la cara con la intensa fealdad de su paleta de colores.
Ahora bien, Downton Abbey, o El Discurso del Rey o el Lincoln de Spielberg -los ejemplos abundan– son muestras de manual, todos ellos en una dirección descaradamente neoconservadora, de cómo coger un acontecimiento o periodo o figura histórica, maquillarlo convenientemente y hacerlo parecer lo que a alguien le convenga que debe parecer.
En Downton Abbey la reescritura de la historia es sistemática y da igual cual sea la dimensión de la serie que uno quiera analizar, todo en ella está creado para confundir, para falsear, para silenciar cualquier posible conflicto mientras se difunden los sanos y buenos valores de toda la vida.
Analicemos por ejemplo el enfoque que se le da en ella a la primera guerra mundial. Quizás algún despistado piense que Inglaterra fue un agente activo, quizá incluso piense que fue el más activo, a la hora de provocarla tras más de dos décadas de meterle los dedos en el ojo a Alemania. Pues se equivoca. Según da a entender Downton Abbey los ingleses simplemente pasaban por allí cuando de repente, oh, por qué, cómo, los malvados alemanes les declararon traicioneramente la guerra.
Continua sin spoiler.
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Y hay quien dice que de hecho los ingleses aprovecharon astutamente la guerra para mandar a combatir en primera línea a todos los sindicalistas, comunistas y demás tipos de rojos que caldeaban el ambiente de la época. Que las autoridades incluso se presentaban en las tabernas izquierdosas pedían los carnets de afiliados y directamente empacaban a su propietarios rumbo al Somme. Pues tampoco. Según Downton Abbey las clases trabajadoras básicamente no eran más que un atajo de cobardes que dedicaban la mayor parte del tiempo a idear tretas para evitar morir con mucho honor por su patria (puede parecer que exagero o ironizo pero no es así). Menos mal que allí, sí, había una aristocracia y una burguesía dispuesta a ir a esa primera línea que todos los rojos rehuían taimadamente, una aristocracia y una burguesía deseosas de dar la vida por la patria, de dar lecciones con el ejemplo personal, pues de todos es sabido cuantos reyes y empresarios murieron cristianamente en el fragor de la batalla.
Más aún, según Downton Abbey un rico ha de ser indefectiblemente guapo, bueno, educado, inteligente y con un gusto exquisito, y los pobres, bueno, de todo hay en la viña del señor. Así, al maniqueísmo proverbial de la serie hay que agregar un montón de personajes planos y unidimensionales cuyos conflictos folletinescos siempre, y digo siempre, se han de resolver felizmente (en plan CSI, sí), que para algo vivimos en el mejor de los mundos posibles. Y es que tampoco conviene olvidar que al final cada uno tiene lo que se merece –los Señores que están en lo altísimo velan porque esto sea así–; la clave es el esfuerzo y el talento individual, por supuesto y amen.
Así, oscilando entre el culebrón de etiqueta y el melodrama estilizado la serie es capaz de sofocar cualquier conato de auténtico enfrentamiento social o de cualquier otro tipo. Eso sí, conviene no olvidar que hubo pocas personas tan comprometidas con los derechos laborales o la emancipación femenina como las hijas buenorras de los aristócratas. Y es que ser rico mola mazo: jabón a todas horas, comilonas, cuartetos de cuerda, olor a rosas, trajes que quitan el hipo, cacerías los domingos después de misa…, pero ser rico y solidario es ya otro nivel, uno al que un simple trabajador ni de coña puede aspirar. Sencillamente, no ha nacido para eso
3
2 de agosto de 2016
8 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
Antes que nada, el usuario Skynet vuelve a insistir en su política cobarde y mezquina de mandar mensajes a los demás, me consta que no soy el único en recibirlos, para criticarlos pero luego no admite respuestas por el sencillo procedimiento de tener el buzón cerrado o estar bloqueado. La primera vez no dije su nombre pero como ha vuelto a tropezar en la misma piedra, lo tengo que denunciar públicamente. Skynet, ya te vale. ¿Qué te pasa? Si quieres dialogar permite que te respondan. De lo contrario, sólo emitirás bramidos, me temo que fruto de tu propia ignorancia, mala educación e inseguridad. Porque el que evita la réplica es el que se sabe inferior y de ahí que ponga trabas. Así que rectifica o si no déjanos, a mí y a otros usuarios de esta página, en paz.

Dicho esto, vamos con "Downton Abbey", una ficción de época británica que se ha convertido más o menos en sinónimo de calidad, avalada por las críticas positivas, Emmys, BAFTAS y algunos premios más. Es cierto que la serie tiene un buen acabado, una notable ambientación y un estilo depurado en el que nunca vamos a encontrar una vulgaridad o un anacronismo. Se trata de una recreación histórica muy al estilo de "Arriba y Abajo" (1971-1975), es decir, muy británica, en la que se narra las vicisitudes de los señores, los Crawley, y sus criados, entre 1912 y 1924, alrededor del palacio este de Downton Abbey. De entrada tiene muy buena pinta, por ejemplo, ya he dicho que esta época me gusta mucho, pero en conjunto ha supuesto una gran decepción.

Aclaro que de las seis temporadas sólo he visto las tres primeras, que además parece que son las mejores, precisamente por la rabia que me produjo en general y en particular un giro de uno de sus capítulos. Pero se ve que no he sido el único en despedir por la puerta de atrás a los Crawley y compañía pues las audiencias, al menos en España, han caído en picado: si la primera temporada casi llegó al 15 % de share, el 14,8 %, la segunda bajó hasta el 10,9 % y la tercera hasta un pobre 8,3 %. Tal fue la zozobra que la Antena 3 dejó de emitirla para pasarla por el canal NOVA, donde como mucho ha alcanzado un mísero 2,2 %. La explicación a este varapalo está en que el público esperaba mucho más de esta ficción, que al final se queda en nada.

El fallo no está en querer retratar el mundo de los ricos con poco o ningún sentido crítico, cosa que a muchos les ha molestado. No se trata de un drama social, sino uno romántico, que trata de transmitir glamour, así lo he entendido yo. Es decir, no toca ver a obreros protestando, sino a elegantes damas y caballeros, con sus problemas específicos, en un contexto aristocrático. No, lo malo de "Downton Abbey" es que es blanda, sus historias son pobres y sus romances poco atinados. Otro defecto y grave es que va con unas prisas enormes. Hay tramas complejas que duran un capítulo y la primera guerra mundial se salda casi en ¡tres capítulos! Todo ello hace que sea trivial, fría, previsible y sosa.

En realidad es como si llevara un rígido corsé que maniatara las tramas y a los personajes. El espectador espera que se rompa, cosa que sólo ocurre en unos pocos segundos, como cuando Matthew (Dan Stevens) rescata a Sybil (Jessica Brown Findlay) en la taberna, puede que el mejor momento de la serie. Yo es que apostaba con todas mis fuerzas por esta pareja. Pero no, el corsé sigue ahí para no salirse de lo políticamente correcto, lo "adecuado" y la contención emocional, evitando de paso toda pasión o morbo. Por ejemplo, al actor masculino más atractivo, Rob James-Collier, es decir, el mayordomo Thomas Barrow, lo neutralizan desde el principio haciéndolo gay, con la tensión sexual que daría con una casa llena de doncellas, por no hablar de las hijas.

Y hablando de estas, mi favorita es con enorme diferencia la pequeña, Lady Sybil ¿su nombre vendrá como símbolo de la novela homónima de Disraeli de 1845?, no sólo la más bella, aquí lo tiene fácil, si no la más simpática, dulce y buena. En fin, es un encanto. Ahora bien, estos malandrines la castigan con una historia romántica asquerosa, juntándola con un tipo que es un símbolo de lo más radical, es decir, lo peor: pobre, nacionalista irlandés, antiimperialista y comunista, el tipejo llegó a justificar el asesinato del zar y su familia. Pero si ya teníamos bastante con esto van y.... (SPOILER). Hasta aquí hemos llegado. El resto de "Downton Abbey" lo vais a ver vosotros, Julian Fellowes y compañía.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
La gentil Lady Sybil muere al dar a luz a una niña. Al final personaje traumático al que han arrastrado hasta la tumba. Malvados, nunca os perdonaré por todo esto, lo que habéis hecho con mi querida y pobre Sybil.
1
31 de enero de 2013
8 de 50 usuarios han encontrado esta crítica útil
Nueva serie en Antena 3 sobre la vida de una familia real Británica que vive en un palacio que ríase usted del de Versalles. Viendo los infinitos trailers sobre la serie, decidí empezar a verla, pues el tema este dramático me va bastante.
CRASO ERROR!!!. En mi vida vi algo tan sumamente cansino y adormeciente como esto, y pasé de ella tras 5 episodios. Lo único que vemos es a una reina que protege a toda costa su eterno reinado de una chavala que desea con ansia quitárselo cuando fallezca. Y ojo, que el tema parece muy sencillo: Sólo hace falta esperar a que la vieja casque para que la jovencita se quede con el trono, pero no sólo se esperan. También meten una subtrama de engaños y traiciones para hacer más llevadera la eterna espera, cosa que no consigue, al menos conmigo.
Si alguien decide ver semejante discurso político de Intereconomía llevad en mente la idea de que casi la totalidad del cada capítulo es insoportable (tomad unos cuantos RedBull por si acaso).
Añado también que, con todo el presupuesto que tuvieron para fabricar esto, podrían haber cogido actores más buenos (son todos igual de planos e incapaces de transmitir nada).
Por lo demás me importa bien poco la vida de lujo de la nobleza Británica, pero poco, lo que se dice poco. No os recomiendo verla, pero allá vosotros.
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