Lunas de hiel
1992 

7.1
12,416
Drama
Nigel (Hugh Grant) y su mujer Fiona (Kristin Scott-Thomas) son un matrimonio británico de crucero para celebrar su séptimo aniversario de boda. A bordo conocen a la atractiva y deshinibida Mimi (Emmanuelle Seigner) y a su marido Oscar (Peter Coyote), un norteamericano que está inválido en una silla de ruedas. Nigel empieza a sentirse atraído por Mimi, y Oscar, que se da cuenta, le propone que intente seducirla, pero antes le cuenta cómo ... [+]
27 de agosto de 2016
27 de agosto de 2016
3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
La historia tiene su origen en una situación poco plausible pero hay quien, con el mejor talante, se aferra a la esperanza de que el asunto mejorará y hace el esfuerzo de ponerse a favor de R. Polanski.
Cuando se lee la homónima novela ya se sabe que lo suplido -C. Bousoño lo manifestó con maestría en su teoría de la expresión literaria- corresponde ponerlo a quien lee.
Pero, cuando se asiste a una sesión de cine, la ilustración del espectador es labor del director y lo suplido no puede buscarse en el ámbito de lo novelesco sino de lo cinematográfico.
Ahí Polanski muestra síntomas de endeblez.
La película resulta poco necesaria, bastante afectada y con un punto de presuntuosidad que no le favorece.
Por lo demás, es verdad que la curiosidad mató al gato pero eso es virtud que hay que apuntar a la novela.
No al largometraje.
Cuando se lee la homónima novela ya se sabe que lo suplido -C. Bousoño lo manifestó con maestría en su teoría de la expresión literaria- corresponde ponerlo a quien lee.
Pero, cuando se asiste a una sesión de cine, la ilustración del espectador es labor del director y lo suplido no puede buscarse en el ámbito de lo novelesco sino de lo cinematográfico.
Ahí Polanski muestra síntomas de endeblez.
La película resulta poco necesaria, bastante afectada y con un punto de presuntuosidad que no le favorece.
Por lo demás, es verdad que la curiosidad mató al gato pero eso es virtud que hay que apuntar a la novela.
No al largometraje.
20 de agosto de 2020
20 de agosto de 2020
3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Este drama más o menos erótico se pierde por un guión que no es suficientemente consistente y coherente.
Los personajes quedan un tanto desdibujados y desnortados.
La dirección es dispersa y sin rumbo.
Una película excesivamente valorada.
Los personajes quedan un tanto desdibujados y desnortados.
La dirección es dispersa y sin rumbo.
Una película excesivamente valorada.
8 de noviembre de 2018
8 de noviembre de 2018
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lunas de hiel, brillante titulo que me atrajo a visionar esta película y que contrapone a la siempre idílica y soñada “lunas de miel”.
Esta historia sobre romances destructivos y bajos deseos se inicia a bordo de un crucero de placer por el Mediterraneo con destino a Estambul en donde Nigel (Grant) y Fiona (Scott Thomas), un joven y amargado matrimonio ingles se dispone a tomarse unas vacaciones para tratar de recuperar la pasión perdida, en un matrimonio que parece destinado a una fría y terminal crisis de pareja. Es en dicho viaje que conocen a una exótica y exuberante mujer llamada Mimi (Seigner) y a su lisiado marido Oscar (Coyote).
Nigel siente al instante una fuerte atracción por Mimi, atracción que detecta al vuelo su marido, quien invita al ingenuo Nigel a su camarote para contarle más acerca de Mimi y de cómo empezó su relación con ella. De esta forma, noche tras noche, turbios detalles le serán revelados a Nigel, detalles que lo sumergirán (y nos sumergirán) en los más escabrosos y retorcidos recovecos de una relación enfermiza que no conoció barreras ni limites de ningún tipo, y que alcanzo unos extremos de degeneración imposibles de imaginar para personas mentalmente sanas.
Si algo destaca en Lunas de hiel son las interpretaciones de 2 de sus protagonistas. Kristin Scott Thomas cumple como mujer subestimada, Hugh Grant esta soso como de costumbre, estos señoritos elegantes e idiotas parecen ser el único personaje que le sale. Pero son Emannuelle Seigner y Peter Coyote los que elevan la calidad actoral y con ella, la calidad del film. Seigner ofrece una interpretación magnética, tremendamente sensual y pasional, su Mimi es una bestia sexual que transmite y despierta los deseos más impuros. Coyote, por su parte, clava lo que la historia requería de su personaje, un sujeto totalmente desagradable y egoísta que logra que lo desprecies desde el primer momento que sale a escena.
Lunas de hiel es un gran y oscuro film sobre los deseos más bajos que puede haber en una pareja, sobre el sexo sin ningún tipo de ataduras y lo que más me impacto, sobre como dos personas que en algún momento se amaron (y mucho) pueden llegar a ese extremo de degradación personal y colectiva. Lunas de hiel es la triste y siniestra degradación del amor.
Esta historia sobre romances destructivos y bajos deseos se inicia a bordo de un crucero de placer por el Mediterraneo con destino a Estambul en donde Nigel (Grant) y Fiona (Scott Thomas), un joven y amargado matrimonio ingles se dispone a tomarse unas vacaciones para tratar de recuperar la pasión perdida, en un matrimonio que parece destinado a una fría y terminal crisis de pareja. Es en dicho viaje que conocen a una exótica y exuberante mujer llamada Mimi (Seigner) y a su lisiado marido Oscar (Coyote).
Nigel siente al instante una fuerte atracción por Mimi, atracción que detecta al vuelo su marido, quien invita al ingenuo Nigel a su camarote para contarle más acerca de Mimi y de cómo empezó su relación con ella. De esta forma, noche tras noche, turbios detalles le serán revelados a Nigel, detalles que lo sumergirán (y nos sumergirán) en los más escabrosos y retorcidos recovecos de una relación enfermiza que no conoció barreras ni limites de ningún tipo, y que alcanzo unos extremos de degeneración imposibles de imaginar para personas mentalmente sanas.
Si algo destaca en Lunas de hiel son las interpretaciones de 2 de sus protagonistas. Kristin Scott Thomas cumple como mujer subestimada, Hugh Grant esta soso como de costumbre, estos señoritos elegantes e idiotas parecen ser el único personaje que le sale. Pero son Emannuelle Seigner y Peter Coyote los que elevan la calidad actoral y con ella, la calidad del film. Seigner ofrece una interpretación magnética, tremendamente sensual y pasional, su Mimi es una bestia sexual que transmite y despierta los deseos más impuros. Coyote, por su parte, clava lo que la historia requería de su personaje, un sujeto totalmente desagradable y egoísta que logra que lo desprecies desde el primer momento que sale a escena.
Lunas de hiel es un gran y oscuro film sobre los deseos más bajos que puede haber en una pareja, sobre el sexo sin ningún tipo de ataduras y lo que más me impacto, sobre como dos personas que en algún momento se amaron (y mucho) pueden llegar a ese extremo de degradación personal y colectiva. Lunas de hiel es la triste y siniestra degradación del amor.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Pocas veces vi una escena tan erótica como la de la leche en el desayuno. Tremenda!!
14 de octubre de 2020
14 de octubre de 2020
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Casi sin darme cuenta, he poseído el cuerpo de Hugh Grant. Estoy en un barco en medio del mar, rumbo a un destino exótico para disfrutar de unas vacaciones junto a mi mujer, con la que llevo ¿siete años ya? Buf... Huyendo de ella he terminado, no sé muy bien cómo, en el camarote de un chiflado que me habla de no sé qué. Se le ve sólo y sin ningún atisbo de coherencia, pero tampoco hay mucho más que hacer por aquí. ¿Cuál es la alternativa? ¿Volver con mi mujer? No, mejor me quedo...
Así es como nos sumergimos en una historia sórdida, asfixiante y desquiciada, protagonizada por una relación enfermiza pero bastante típica en según qué hombres maduros que buscan sentirse deseados y según qué chicas jóvenes con graves problemas de autoestima. Nos muestra cómo el ser humano es el peor de todos los seres, vivos y muertos, que hay sobre la faz de la tierra, y nos habla del amor desde su punto más obsesivo, eliminando de un plumazo todo aquello del amor romántico. Ni bonito ni mucho menos duradero. Roman Polanski nos dice que el amor es algo así como una enfermedad mental, absolutamente fugaz, y que lo único que queda después de su paso es el cariño o el asco, dependiendo de cómo sea tu pareja y de cómo seas tú mismo. Aún con todo lo perversa que es "Lunas de hiel", se me hace más creíble que todas las comedias románticas juntas, porque el devenir de la vida y sus fricciones inevitables del día a día convierten el amor en algo imposible, únicamente alcanzable desde un conformismo absoluto.
¿Qué hay cuando el amor se acaba? Pues posiblemente, ellos.
El filme consigue compactar todos los sentimientos habidos y por haber dentro de una relación amorosa, incluso los más inimaginables, convirtiéndolos en comprensibles gracias a lo bien que nos lo cuentan. La historia va a su ritmo, deteniéndose donde tiene que hacerlo y llegando hasta dónde quiere llegar, logrando que pasemos por los mismos estados de ánimo que los protagonistas y que entendamos porqué son como son en la actualidad. De esos polvos, estos lodos. De igual forma que lo hace el barco con sus pasajeros, Polanski nos conduce por donde quiere sin posibilidad de escape.
La banda sonora, repleta de grandes éxitos ochenteros, sirve para desengrasar toda la basura que vemos y para que no olvidemos que en esta historia también hubo momentos felices. De igual forma lo hace la ambientación, asfixiándonos en el camarote y en ese piso de París pero dándonos aire en la cubierta del barco, con el mar y la luna en su máximo esplendor. El reparto, sin ser nada del otro mundo, encaja. Peter Coyote hace un papelón, gracias a una joya de personaje, y Hugh Grant y Kristin Scott Thomas lucen espléndidos. No tienen mucho más que hacer. Por su parte, Emmanuelle Seigner, de igual forma que Sofia Coppola en "El padrino III", deja claro que el único motivo posible de su fichaje es un nepotismo descarado.
“Un Dios salvaje” me mostró que Polanski tenía mucho oficio, “Chinatown” me sedujo de una forma que sólo el paso del tiempo me ha mostrado hasta qué punto y "Lunas de hiel", además de parecerme extraordinaria, me ha incitado a devorarme toda la filmografía del cineasta.
El chiflado ya me ha contado su historia. Ahora no me lo parece tanto. Ahora le entiendo, y se lo hago saber. Y no sólo eso, sino que también le respeto por lo que algún día fue. Hay que ver cómo cambia la percepción que tenemos de la gente cuando les escuchamos un ratito. Él me pregunta que si también la entiendo a ella. Le respondo que sí, pero miento, porque el comportamiento de Mimi es completamente incomprensible. Sin darme cuenta, el viaje ya está a punto de terminar. Vuelvo con mi mujer y me doy cuenta de que nuestra relación no está tan mal. ¡Qué narices, es un puñetero cuento de hadas!
Así es como nos sumergimos en una historia sórdida, asfixiante y desquiciada, protagonizada por una relación enfermiza pero bastante típica en según qué hombres maduros que buscan sentirse deseados y según qué chicas jóvenes con graves problemas de autoestima. Nos muestra cómo el ser humano es el peor de todos los seres, vivos y muertos, que hay sobre la faz de la tierra, y nos habla del amor desde su punto más obsesivo, eliminando de un plumazo todo aquello del amor romántico. Ni bonito ni mucho menos duradero. Roman Polanski nos dice que el amor es algo así como una enfermedad mental, absolutamente fugaz, y que lo único que queda después de su paso es el cariño o el asco, dependiendo de cómo sea tu pareja y de cómo seas tú mismo. Aún con todo lo perversa que es "Lunas de hiel", se me hace más creíble que todas las comedias románticas juntas, porque el devenir de la vida y sus fricciones inevitables del día a día convierten el amor en algo imposible, únicamente alcanzable desde un conformismo absoluto.
¿Qué hay cuando el amor se acaba? Pues posiblemente, ellos.
El filme consigue compactar todos los sentimientos habidos y por haber dentro de una relación amorosa, incluso los más inimaginables, convirtiéndolos en comprensibles gracias a lo bien que nos lo cuentan. La historia va a su ritmo, deteniéndose donde tiene que hacerlo y llegando hasta dónde quiere llegar, logrando que pasemos por los mismos estados de ánimo que los protagonistas y que entendamos porqué son como son en la actualidad. De esos polvos, estos lodos. De igual forma que lo hace el barco con sus pasajeros, Polanski nos conduce por donde quiere sin posibilidad de escape.
La banda sonora, repleta de grandes éxitos ochenteros, sirve para desengrasar toda la basura que vemos y para que no olvidemos que en esta historia también hubo momentos felices. De igual forma lo hace la ambientación, asfixiándonos en el camarote y en ese piso de París pero dándonos aire en la cubierta del barco, con el mar y la luna en su máximo esplendor. El reparto, sin ser nada del otro mundo, encaja. Peter Coyote hace un papelón, gracias a una joya de personaje, y Hugh Grant y Kristin Scott Thomas lucen espléndidos. No tienen mucho más que hacer. Por su parte, Emmanuelle Seigner, de igual forma que Sofia Coppola en "El padrino III", deja claro que el único motivo posible de su fichaje es un nepotismo descarado.
“Un Dios salvaje” me mostró que Polanski tenía mucho oficio, “Chinatown” me sedujo de una forma que sólo el paso del tiempo me ha mostrado hasta qué punto y "Lunas de hiel", además de parecerme extraordinaria, me ha incitado a devorarme toda la filmografía del cineasta.
El chiflado ya me ha contado su historia. Ahora no me lo parece tanto. Ahora le entiendo, y se lo hago saber. Y no sólo eso, sino que también le respeto por lo que algún día fue. Hay que ver cómo cambia la percepción que tenemos de la gente cuando les escuchamos un ratito. Él me pregunta que si también la entiendo a ella. Le respondo que sí, pero miento, porque el comportamiento de Mimi es completamente incomprensible. Sin darme cuenta, el viaje ya está a punto de terminar. Vuelvo con mi mujer y me doy cuenta de que nuestra relación no está tan mal. ¡Qué narices, es un puñetero cuento de hadas!
24 de abril de 2022
24 de abril de 2022
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ay, los cruceros y los matrimonios. Ya lo dijo Agatha Christie en Muerte en el Nilo. Son mala combinación.
Roman Polanski se vale de su personalísima visión como director para crear un ambiente de lo más turbio que le va de cine (nunca mejor dicho) a la pareja de manipuladores patológicos / locos de atar que conforman Peter Coyote y Emmanuelle Seigner.
Pero precisamente ahí está el problema. No hay quien se crea la relación que establece la pareja formada por Hugh Grant y Kristin Scott Thomas con semejantes tarados, por muy mal que vaya su matrimonio o muy sexualmente excitante que resulte la situación. Vamos, cualquier persona con dos dedos de frente hubiese salido corriendo a las primeras de cambio.
No es una de las cintas más brillantes del autor de El baile de los vampiros.
Lo mejor: Las interpretaciones, y la capacidad de Polanski para crear ambientes turbios.
Lo peor: De entrada, la historia resulta muy poco creíble, y es excesivamente larga.
Roman Polanski se vale de su personalísima visión como director para crear un ambiente de lo más turbio que le va de cine (nunca mejor dicho) a la pareja de manipuladores patológicos / locos de atar que conforman Peter Coyote y Emmanuelle Seigner.
Pero precisamente ahí está el problema. No hay quien se crea la relación que establece la pareja formada por Hugh Grant y Kristin Scott Thomas con semejantes tarados, por muy mal que vaya su matrimonio o muy sexualmente excitante que resulte la situación. Vamos, cualquier persona con dos dedos de frente hubiese salido corriendo a las primeras de cambio.
No es una de las cintas más brillantes del autor de El baile de los vampiros.
Lo mejor: Las interpretaciones, y la capacidad de Polanski para crear ambientes turbios.
Lo peor: De entrada, la historia resulta muy poco creíble, y es excesivamente larga.
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