Y no se ve cenando porque, aunque su corta duración casi que permite hacerlo, el espectador debe estar atento al diálogo. Es una obra basada exclusivamente en ello (diálogo) y por esta razón pasa casi inadvertido que la casi totalidad de la película ocurre en un mismo escenario. Y eso es un mérito enorme. Igual que lo es que una hora de diálogos y diálogos no consiga aburrirte. Así pues, muy buena película con unos personajes a los que es imposible no cogerles cariño (en especial a Pignon).

No esperen reirse a carcajadas, éste es un humor inteligente provocado por la situación ridícula a la que un idiota puede llevarte en una simple idiotez.
Y es que como dice la canción "Si idiota se es, se es".

Sin apenas decorado (se desarrolla casi por entero en un comedor) este film consigue sacar lo que las grandes comedias con enormes presupuestos y efectos especiales Hollywodienses no logran: que rías a carcajadas de principio a fin, gracias a un guión más que original y a unas interpretaciones fabulosas.

Mi película de comedia favorita, muy lograda y muy reocmendable.

Me esperaba, supongo que como todos, otra cosa. No otro tipo de película, sino una situación (o situaciones) acorde con el título. Pero lo que he visto vale la pena. Me he reído a mandíbula batiente. Las desgracias que es capaz de provocar Pignon sin proponérselo hace que no pares de reir y estés esperando la próxima cafrada. El momento sublime (la cara del inspector de hacienda) es de los de parar la reproducción para dar un respiro y poder seguir con la escena sin perdérsela. Toda le película iba para 8 hasta llegar a la última llamada que realiza Pignon; ahí se iba a quedar en un 6. La última escena ha hecho recuperar los 8.

Si algo puede salir mal, saldrá mal y si no es suficiente, saldrá peor. Guión original que te hará pensar en preparar tu propia cena de idiotas, aunque te hará sentir verguenza ajena y dar gracias por no estar en la piel de las víctimas del protagonista.

De verdad que nunca había visto nada igual. Una sorpresa mayúscula. Esperaba una de esas comedias inteligentes, pero de las que son tan inteligentes que te hacen sonreír de vez en cuando, no reírte a carcajadas como me ha ocurrido con La cena de los idotas.

El guión es extraordinario. La idea de hacer una cena en la que cada uno lleve a un idiota para poder reírse me resultaba cruel, pero resultó que sólo era una excusa para propiciar el encuentro entre nuestros dos protagonistas, Brochat y su idiota, Pignon. A partir de ahí la película se convierte en una increíble comedia de enredos, cada vez más demencial y divertida, en la que nuestro simpático idiota desencadenará un terrible caos que se cebará, una y otra vez, en Brochat, que recibirá su merecido hasta tal punto que acaba dándonos pena. Final con moraleja, como no podía ser de otra manera.

Muy recomendable.