La gran belleza
2013 

7.4
38,889
Comedia. Drama
En Roma, durante el verano, nobles decadentes, arribistas, políticos, criminales de altos vuelos, periodistas, actores, prelados, artistas e intelectuales tejen una trama de relaciones inconsistentes que se desarrollan en fastuosos palacios y villas. El centro de todas las reuniones es Jep Gambardella (Toni Servillo), un escritor de 65 años que escribió un solo libro y practica el periodismo. Dominado por la indolencia y el hastío, ... [+]
12 de diciembre de 2013
12 de diciembre de 2013
9 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Paolo Sorrentino concibe “La gran belleza” como un fascinante viaje cinematográfico (la cita que abre el film es, claro, toda una declaración de principios). Al igual que Gep, su carismático protagonista, el director busca la belleza, pero en esta búsqueda importan más los medios que el fin , lo mismo que en el viaje no importa tanto la meta como el propio camino. En ese camino, personaje y director se topan de bruces con la belleza; el primero la contempla, el segundo la captura y nos la sirve dosificada a través de pequeños planos imposibles y maravillosos y mediante una sucesión de imágenes que literalmente nos hipnotizan.
Sorrentino parte en busca de la belleza y es la vida lo que le sale al encuentro. Imprevisible, caótica, en todo su esplendor. Y la película fluye a ese mismo ritmo sin caer víctima de sus excesos hasta convertirse en un ejercicio libre, ácrata, algo loco, muy loco. “La gran belleza” es también la gran paradoja. O de cómo en un mundo feo y desagradable todavía es posible hallar algo que nos estimule o que simplemente merezca la pena. La película es igualmente un “collage” de sensaciones y estados de ánimo varios. Lo resume muy bien esa escena en la que un joven muestra a Gep un enorme mural en el que expone las fotografías que éste se ha hecho desde que nació durante todos y cada uno de los días de su vida.
Roma, valga el gastado tópico, es un personaje más. Definitivamente es EL personaje si asumimos que Gep es un simple espectador a la caza y captura de lo bello. Una de las cunas de la civilización occidental funciona como símbolo de todo lo contrario, de su decadencia. Es el escenario perfecto para la farsa y el gran guiñol. Con sus nuevos ricos haciendo gala impúdicamente de su ostentación y su vanidad en sus estrambóticas fiestas, bailando al mismo son para intentar exorcizar el patetismo que rodea sus vidas. Con sus empresarios corruptos, con sus cardenales de siempre y su desmedida inclinación a la gula y a la debilidad humana.
Una película de lo más recomendable, aunque también paradójicamente me cuidaría mucho de recomendarla a según quien. Un viaje sugerente a Roma y a la belleza con un cicerone arrollador de nombre Toni Servillo. Una experiencia digna de vivirse al menos una vez en la vida, pero que, estoy seguro, guarda todavía muchas sorpresas para posibles futuros nuevos visionados.
Sorrentino parte en busca de la belleza y es la vida lo que le sale al encuentro. Imprevisible, caótica, en todo su esplendor. Y la película fluye a ese mismo ritmo sin caer víctima de sus excesos hasta convertirse en un ejercicio libre, ácrata, algo loco, muy loco. “La gran belleza” es también la gran paradoja. O de cómo en un mundo feo y desagradable todavía es posible hallar algo que nos estimule o que simplemente merezca la pena. La película es igualmente un “collage” de sensaciones y estados de ánimo varios. Lo resume muy bien esa escena en la que un joven muestra a Gep un enorme mural en el que expone las fotografías que éste se ha hecho desde que nació durante todos y cada uno de los días de su vida.
Roma, valga el gastado tópico, es un personaje más. Definitivamente es EL personaje si asumimos que Gep es un simple espectador a la caza y captura de lo bello. Una de las cunas de la civilización occidental funciona como símbolo de todo lo contrario, de su decadencia. Es el escenario perfecto para la farsa y el gran guiñol. Con sus nuevos ricos haciendo gala impúdicamente de su ostentación y su vanidad en sus estrambóticas fiestas, bailando al mismo son para intentar exorcizar el patetismo que rodea sus vidas. Con sus empresarios corruptos, con sus cardenales de siempre y su desmedida inclinación a la gula y a la debilidad humana.
Una película de lo más recomendable, aunque también paradójicamente me cuidaría mucho de recomendarla a según quien. Un viaje sugerente a Roma y a la belleza con un cicerone arrollador de nombre Toni Servillo. Una experiencia digna de vivirse al menos una vez en la vida, pero que, estoy seguro, guarda todavía muchas sorpresas para posibles futuros nuevos visionados.
28 de diciembre de 2013
28 de diciembre de 2013
7 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
'La Grande Bellezza' es muchas cosas a la vez. Es un acojonante retrato de vida (descomunal Toni Servillo), supone una radiografía decadente de ese sector hedonista de la 'Ciudad Eterna', la cinta más hipnótica, excéntrica y alevosamente desmesurada que he visto en mucho tiempo y el mejor trabajo fotográfico del año (Bigazzi 1-Lubezki 0) aparte de ser posiblemente la postal más espectacular que un director de cine le haya hecho a la capital italiana.
Son escenas y momentos incomparables, uno detrás de otro. Es esa azotea desde la que casi puedes acariciar el Coliseo, o esos deslumbrantes fiestones de los ricos, las lisérgicas representaciones artísticas que se nos muestran en distintos momentos de la película, la fauna que pulula por pantalla, la crudeza de ciertas frases de su guión, o la rara y mágica mezcla de lo suntuoso con lo decrépito, de lo más religioso a lo más hereje, de lo efímero frente a lo eterno. Demasiadas cosas a la vez que si desde un primer momento consiguen encadilarte te dejan gravitando hasta ese viaje final por el río Tiber.
Pasen y vean. Lo que ha hecho Sorrentino es de una belleza insoportable. Con quince minutos menos de metraje tendría mi particular obra maestra de lo que llevamos de siglo.
Son escenas y momentos incomparables, uno detrás de otro. Es esa azotea desde la que casi puedes acariciar el Coliseo, o esos deslumbrantes fiestones de los ricos, las lisérgicas representaciones artísticas que se nos muestran en distintos momentos de la película, la fauna que pulula por pantalla, la crudeza de ciertas frases de su guión, o la rara y mágica mezcla de lo suntuoso con lo decrépito, de lo más religioso a lo más hereje, de lo efímero frente a lo eterno. Demasiadas cosas a la vez que si desde un primer momento consiguen encadilarte te dejan gravitando hasta ese viaje final por el río Tiber.
Pasen y vean. Lo que ha hecho Sorrentino es de una belleza insoportable. Con quince minutos menos de metraje tendría mi particular obra maestra de lo que llevamos de siglo.
22 de mayo de 2019
22 de mayo de 2019
6 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta peli es el clásico ejemplo de que como vanagloriar una película insufrible solo porque le han dado grandes premios y viene de fuera. 'La gran belleza' ,como bien dicen muchos usuarios ,es una sucesión de escenas sin ningún sentido sin argumento alguno durante más de dos horas (por supuesto no llegué hasta el final). Lo único destacable es la fotografía que es una pasada sobre todo en la escena de la terraza junto al Coliseo.
En definitiva que si fuese española tendría los típicos comentarios de 'Vaya cine que se hace en España' pero que al ser de fuera hay que decir que es una obra maestra, a pesar de que estoy seguro que muchos de los que lo dicen ni saben de que demonios va este film
En definitiva que si fuese española tendría los típicos comentarios de 'Vaya cine que se hace en España' pero que al ser de fuera hay que decir que es una obra maestra, a pesar de que estoy seguro que muchos de los que lo dicen ni saben de que demonios va este film
2 de mayo de 2014
2 de mayo de 2014
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Se pueden decir tantas cosas de esta película…
Se puede escribir sobre la interpretación que hace Toni Servillo y decir que compone un personaje excéntrico, extraño, que resume a muchos otros personajes del cine italiano de todos los tiempos. Se puede decir que tiene algo de lo mejor del gran Mastroiani, del mejor y más presumido Gassman, en definitiva de los grandes de ese cine.
Se puede escribir sobre el humor. Un humor ácido, que a veces se pasea por las fronteras de lo esperpéntico, que en otras se calma o desaparece, dejándonos escuchar el silencio. Se puede decir que está Fellini en ese humor, que hay algo de sus enanos circenses, de sus personajes a caballo entre la parodia y la ternura.
Se puede escribir sobre una dirección implacable, milimétrica, astuta, sabia, que consigue lo que se propone, y que, además, homenajea al propio lenguaje cinematográfico. ¡Qué hermoso el momento en que Fany Ardant pasea por las calles de Roma, sonríe y devuelve el saludo al protagonista…! Cuánto amor demuestran esos veinte segundos, en mitad de las más de dos horas que dura la película.
Pero, sobre todo, se puede decir que La Gran Belleza pertenece a un género difícil de definir y que tiene que ver con el marco en el que se desarrolla. Es imposible hacer esto en otro lugar del mundo, porque la ciudad no es en ella una simple tarjeta postal, un bello marco, repleto de belleza, de historia y de cultura. No. Película y ciudad están unidas por un vaso comunicante, del mismo modo que las películas de Woody Allen son siempre Nueva York (y deberían serlo siempre…), las de Renoir son París, las de Bergman son siempre Suecia, o las de Berlanga son… toda España. Recipiente y contenido están indisolublemente unidos, y el uno explica de algún modo al otro, le hacen cobrar un sentido absolutamente genuino.
Es rara. Es desconcertante. Es bellísima. Es despiadada. Es, pura y claramente, una magnífica obra de arte.
Se puede escribir sobre la interpretación que hace Toni Servillo y decir que compone un personaje excéntrico, extraño, que resume a muchos otros personajes del cine italiano de todos los tiempos. Se puede decir que tiene algo de lo mejor del gran Mastroiani, del mejor y más presumido Gassman, en definitiva de los grandes de ese cine.
Se puede escribir sobre el humor. Un humor ácido, que a veces se pasea por las fronteras de lo esperpéntico, que en otras se calma o desaparece, dejándonos escuchar el silencio. Se puede decir que está Fellini en ese humor, que hay algo de sus enanos circenses, de sus personajes a caballo entre la parodia y la ternura.
Se puede escribir sobre una dirección implacable, milimétrica, astuta, sabia, que consigue lo que se propone, y que, además, homenajea al propio lenguaje cinematográfico. ¡Qué hermoso el momento en que Fany Ardant pasea por las calles de Roma, sonríe y devuelve el saludo al protagonista…! Cuánto amor demuestran esos veinte segundos, en mitad de las más de dos horas que dura la película.
Pero, sobre todo, se puede decir que La Gran Belleza pertenece a un género difícil de definir y que tiene que ver con el marco en el que se desarrolla. Es imposible hacer esto en otro lugar del mundo, porque la ciudad no es en ella una simple tarjeta postal, un bello marco, repleto de belleza, de historia y de cultura. No. Película y ciudad están unidas por un vaso comunicante, del mismo modo que las películas de Woody Allen son siempre Nueva York (y deberían serlo siempre…), las de Renoir son París, las de Bergman son siempre Suecia, o las de Berlanga son… toda España. Recipiente y contenido están indisolublemente unidos, y el uno explica de algún modo al otro, le hacen cobrar un sentido absolutamente genuino.
Es rara. Es desconcertante. Es bellísima. Es despiadada. Es, pura y claramente, una magnífica obra de arte.
15 de julio de 2015
15 de julio de 2015
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
No negaré que la película tiene cosas buenas, pero en general, aparte de pretenciosa, me ha parecido que yerra el tiro en lo que se refiere a su planteamiento. Bajo mi punto de vista, los personajes adolecen de una bajeza moral abominable; una pandilla de cincuentones adinerados que se dedican a montar fiestas en un ático con vistas al Coliseo mientras se lamentan de lo destrozadas que están sus vidas.¡Oh, sí! ¡Menudos desdichados! Creo que el mensaje podría funcionar si se enfocara de otra manera, pero resulta que la película se llama "La gran belleza" y pretende ir por otros derroteros. Lo siento, pero no he visto nada bello en toda esta cuadrilla de acomodados egoístas, cuyo máximo exponente es el propio protagonista; el numerito en la escena del funeral es simplemente asqueroso, y con ello se disipa la poca simpatía que se pudiera sentir hacia él. Nada de belleza, como digo; en todo caso un muestrario de la mierda más rastrera que puebla este mundo.
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