El juicio de Nuremberg
1961 

8.2
14,114
Drama
En 1948, tres años después del final de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), cuatro jueces, cómplices de la política nazi de esterilización y limpieza étnica, van a ser juzgados en Nuremberg. Sobre Dan Haywood (Spencer Tracy), un juez norteamericano retirado, recae la importante responsabilidad de presidir este juicio contra los crímenes de guerra nazis. (FILMAFFINITY)
22 de noviembre de 2015
22 de noviembre de 2015
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
El film abre un debate sobre la inocencia de aquellos jueces, cómplices de políticas que eran muy comunes en el gobierno Nazi del tercer Reich en Alemania.
Encontramos un diálogo inteligente y pasional, en los personajes de la película, que invita al espectador a reflexionar en cada momento sobre la validez de los argumentos aportados en el juicio, y de su propia opinión sobre los alemanes; ya que al fin y al cabo, en ese juicio se "juzga al pueblo alemán". Unos monólogos y unas contestaciones tan ricas en lógica, argumentación y tan penetrantes ya no se ven demasiado en las películas de hoy en día.
El transcurso de la película es el adecuado para dejar tiempo a la reflexión, ya que los acontecimientos ocurren de forma ordenada y no hay un exceso de acción. Se observa perfectamente la evolución de los sentimientos del juez, el famoso actor Spencer Tracy, a medida que avanza el juicio y pasa más tiempo en Alemania, su actuación es espléndida, al igual que el resto de actores, especialmente el fiscal y el abogado.
Es una excelente representación de historia, y una exquisita puesta en escena de un juicio, de los más importantes que ha habido en el mundo, y plantea muchas cuestiones éticas sobre qué es la justicia, cuál es el deber de un patriota, y si eso es más importante que la humanidad.
Desde luego esta película tiene mucho poder para hacer pensar al espectador, y no simplemente entretener; el mensaje con el que se quede cada uno es único y personal, tras ver este film. La recomiendo a cualquier persona que disfrute de la historia, del Derecho, y del buen cine. De hecho la recomiendo a cualquier persona, porque siempre es beneficioso disfrutar el cine más antiguo, culturizarse, reflexionar sobre la moral de uno mismo y aprender del pasado para mejorar el futuro.
Encontramos un diálogo inteligente y pasional, en los personajes de la película, que invita al espectador a reflexionar en cada momento sobre la validez de los argumentos aportados en el juicio, y de su propia opinión sobre los alemanes; ya que al fin y al cabo, en ese juicio se "juzga al pueblo alemán". Unos monólogos y unas contestaciones tan ricas en lógica, argumentación y tan penetrantes ya no se ven demasiado en las películas de hoy en día.
El transcurso de la película es el adecuado para dejar tiempo a la reflexión, ya que los acontecimientos ocurren de forma ordenada y no hay un exceso de acción. Se observa perfectamente la evolución de los sentimientos del juez, el famoso actor Spencer Tracy, a medida que avanza el juicio y pasa más tiempo en Alemania, su actuación es espléndida, al igual que el resto de actores, especialmente el fiscal y el abogado.
Es una excelente representación de historia, y una exquisita puesta en escena de un juicio, de los más importantes que ha habido en el mundo, y plantea muchas cuestiones éticas sobre qué es la justicia, cuál es el deber de un patriota, y si eso es más importante que la humanidad.
Desde luego esta película tiene mucho poder para hacer pensar al espectador, y no simplemente entretener; el mensaje con el que se quede cada uno es único y personal, tras ver este film. La recomiendo a cualquier persona que disfrute de la historia, del Derecho, y del buen cine. De hecho la recomiendo a cualquier persona, porque siempre es beneficioso disfrutar el cine más antiguo, culturizarse, reflexionar sobre la moral de uno mismo y aprender del pasado para mejorar el futuro.
23 de mayo de 2016
23 de mayo de 2016
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
La joya de la corona de Stanley Kramer. Un guión excepcional. Unas actuaciones inolvidables, diálogos, gestos, miradas, que sostienen la totalidad del peso del film. Magistrales Spencer Tracy y Burt Lancaster. Mención aparte para Maximilian Schell como abogado defensor y Montgomery Clift, en sus escasos minutos de aparición, dejando unas actuaciones que se graban en la mente. Regalan momentos de cine con mayúsculas.
En un punto de inflexión entre el final de la Segunda Guerra Mundial y el inicio de la Guerra Fría, los intereses políticos parasitan la acción judicial, esta vez en el bando aliado, cuyos jueces se verán en una situación similar a la que estuvieron sometidos los acusados. Grandes escenas, como el abogado defensor apretando las tuercas a una testigo hasta la asfixia y así dirigir su testimonio como le place, o la interrupción consecuente del interrogatorio por parte del juez alemán (Lancaster). Sin pasar por alto el breve encuentro final entre ambos jueces, alemán y americano, tras la sentencia. Todo se desarrolla de manera brillante. Cuando una película sobre un juicio, de nada menos que tres horas de duración, se pasa volando, sin que sobre ni un solo segundo de metraje, es que es una obra maestra indiscutible. Me duele en el alma poner dieces, pero reconozco mi derrota cuando lo que he visto, oído y sentido lo merece.
En un punto de inflexión entre el final de la Segunda Guerra Mundial y el inicio de la Guerra Fría, los intereses políticos parasitan la acción judicial, esta vez en el bando aliado, cuyos jueces se verán en una situación similar a la que estuvieron sometidos los acusados. Grandes escenas, como el abogado defensor apretando las tuercas a una testigo hasta la asfixia y así dirigir su testimonio como le place, o la interrupción consecuente del interrogatorio por parte del juez alemán (Lancaster). Sin pasar por alto el breve encuentro final entre ambos jueces, alemán y americano, tras la sentencia. Todo se desarrolla de manera brillante. Cuando una película sobre un juicio, de nada menos que tres horas de duración, se pasa volando, sin que sobre ni un solo segundo de metraje, es que es una obra maestra indiscutible. Me duele en el alma poner dieces, pero reconozco mi derrota cuando lo que he visto, oído y sentido lo merece.
4 de octubre de 2016
4 de octubre de 2016
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Vi “Judgment at Nuremberg” (“Juicio de Nuremberg”, EEUU, 1961), dirigida por Stanley Kramer (1913-2001, director de estirpe liberal y que quedó inmortalizado en el cine por esta película, además de la famosa comedia “El mundo está loco, loco, loco”, 1963). Se trata de una adaptación de un guion pensado para el teatro y luego para la TV, adaptación hecha por el propio autor de la obra original: Abby Mann. El reparto es de lujo: Spencer Tracy, Burt Lancaster, Richard Widmark, Marlene Dietrich, Maximilian Schell (quien se ganó un Oscar por su interpretación de abogado de los nazis), etc. La película narra uno de los muchos juicios realizados en Nuremberg (1945-19149) a los mandos nazis luego de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945); en este caso en concreto se juzga a jueces nazis que, amparados en la normativa alemana, sentenciaron injustamente a muchas personas. La narración gira, fundamentalmente, en torno al juicio, pero con momentos dramáticos que desatan la trama que se desarrollan por fuera del tribunal. En el fondo se plantean dos debates: ¿qué hacer si la legalidad ordena hacer actos injustos? y ¿la ideología del vencedor es el parámetro de justicia para juzgar la ideología del vencido? Quien resuelve definitivamente el caso es un experimentado juez estadounidense que dejó en claro su posición ante uno de sus condenados (un eximio jurista alemán quien termina siendo un elemento más de la máquina de justicia nazi): este último le dice a su juez-verdugo que él –el juez nazi- no tenía la más remota idea de lo que iba a suceder (la guerra) ni lo que iban a desencadenar sus sentencias (esto es, se escuda en que era un simple tornillo de una compleja máquina), pero el juez estadounidense le responde que sí lo sabía, desde el momento en que condenó al primer inocente. Me encantaría hacer énfasis en muchos otros diálogos del filme, pues está pensado en dejar al espectador con cientos de dudas y reflexiones, pero el espacio de la reseña me lo impide; pero no perdamos de vista que allí se da, en el fondo, la tragedia de cómo obrar frente a los graves pecados del otro, máxime cuando el otro está convencido de que lo que hizo no estuvo (del todo) mal, por lo menos no desde la ley. De un lado, los alemanes fueron los artífices de su propia barbarie (como dijo el fiscal: ¿acaso fueron los esquimales los que cometieron tales barbaries en Alemania?), pero, del otro, en las circunstancias del momento ¿se justifica la condena? (las piezas de la máquina infernal no eran del todo conscientes del funcionamiento real de la máquina ni de sus objetivos, la lucha no era ya con Alemania sino con Rusia por la guerra fría, la necesidad de cerrar el capítulo de la guerra para la reconstrucción del país, etc.). Claro está que aquí es importante narrar una anécdota política de la cinta misma. Justo cuando termina la guerra, la derecha fuerte de EEUU, supuestamente por pragmatismo político pero también obedeciendo al electorado americano de origen germano, intentó echarle tierra al asunto de la barbarie nazi y de los juicios por crímenes de guerra. Incluso, muchos de los condenados fueron rápidamente liberados por otros tribunales estadounidenses. Esta película pone, claramente, en duda dicha política tan en boga en su momento, pues como dijo el juez en la cinta ante el abogado de los nazis: puede que la lógica política ordene que los condenados sean liberados prontamente, pero aun así sus actos no dejarán de ser injustos. Incluso, por enfrentarse a la postura pragmática de los republicanos más temidos en su momento (entre ellos Joseph Raymond McCarthy, quien persiguió a liberales y comunistas de Hollywood en los 60 del siglo pasado), muchos pensaron que Kramer caería en desgracia; sin embargo, él pudo continuar con su carrera pero siempre produciendo sus propias películas para evitar intromisiones indebidas. En fin, estamos, pues, ante la obra más importante del género de Law & Cinema, por lo que además de ser un clásico del cine, es la piedra angular de todo un subgénero que tanto se ha cultivado desde la filosofía del derecho. Es por ello que cada cierto período de tiempo regreso a esta película para volver a las raíces y reinterpretar lo que creía ya interpretado. Una gran obra en todo sentido. 04-10-2016.
6 de octubre de 2016
6 de octubre de 2016
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
En raras ocasiones se ha reunido un casting tan poderoso como el que aglutina esta película. Una historia con grandes dilemas morales y que intenta ejemplificar un tiempo turbulento. Un rosario de personajes brillantes y muy bien trazados dan sus argumentos para intentar explicar un horror. ¿Qué demonios pudieron llevar a una sociedad civilizada y culta como la alemana a haber llegado a aceptar durante ese lapso histórico un monstruo como el nazismo?
Spencer Tracy encabeza un reparto a prueba de bomba donde hay verdaderos lujos como tener a un espléndido Montgomery Cliff en un papel marginal pero cautivador, o a un hermético Burt Lancaster que, sin embargo, esconde muchas de las llaves para entender la historia. La gran Marlene Dietrich dispone también de alguna escena maravillosa, compartiendo espacio con Tracy.
Asimismo, siguiendo las directrices de las buenas películas del género de juicios, vemos trabajar la inteligencia de manera constante. Richard Widmark encarna al apasionado fiscal que quiere hacer justicia, pero en la defensa se darán también argumentos coherentes y razonados, lo cual nos hará incluso dudar, a pesar del horror acontecido.
Un film sosegado, sereno y, no obstante, desgarrador. Vamos a diseccionar y visitar uno de los momentos más oscuros de nuestra Historia...
Spencer Tracy encabeza un reparto a prueba de bomba donde hay verdaderos lujos como tener a un espléndido Montgomery Cliff en un papel marginal pero cautivador, o a un hermético Burt Lancaster que, sin embargo, esconde muchas de las llaves para entender la historia. La gran Marlene Dietrich dispone también de alguna escena maravillosa, compartiendo espacio con Tracy.
Asimismo, siguiendo las directrices de las buenas películas del género de juicios, vemos trabajar la inteligencia de manera constante. Richard Widmark encarna al apasionado fiscal que quiere hacer justicia, pero en la defensa se darán también argumentos coherentes y razonados, lo cual nos hará incluso dudar, a pesar del horror acontecido.
Un film sosegado, sereno y, no obstante, desgarrador. Vamos a diseccionar y visitar uno de los momentos más oscuros de nuestra Historia...
22 de julio de 2018
22 de julio de 2018
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
No soy fanático ni de las pelis políticas, ni de los dramas judiciales ni de subgénero "2ª Guerra Mundial".
Pero he de reconocer que esta historia dentro de la Historia tenía que ser contada, y narrada más o menos como se narra en este film.
Se han hecho unas cuantas películas sobre los distintos pasos del proceso de asimilación del nazismo por la sociedad alemana a lo largo de los años 30. Recuerdo "La cinta blanca" (que sería un prólogo), "Tormenta mortal" (1940), o "El ogro".
Y ése es el aspecto que más me inquieta y a la vez más me atrae de "Vencedores y vencidos": el camino que va de la dignidad individual de cada ser humano en su singularidad hasta la alienación en la masa con mayor o menor violencia.
¿Y si no tuviéramos libertad individual para elegir, sino que sólo fuéramos animales sociales cuya personalidad se crea por mimetización de ambientes sucesivos? Esta posibilidad la plantea Woody Allen en su gran clásico "Zelig". Y también, se plantea en "Vencedores o Vencidos".
Tan claro está cual va a ser el veredicto final de los jueces de Nuremberg, como claro está que ninguno de los reos iba a terminar de cumplir su condena...Eso no es lo interesante de la historia...Lo interesante es oir hablar a los alemanes, y tratar de comprender el camino al que antes me refería.
Intentar entenderlo para no volver nunca a repetirlo.
Pero he de reconocer que esta historia dentro de la Historia tenía que ser contada, y narrada más o menos como se narra en este film.
Se han hecho unas cuantas películas sobre los distintos pasos del proceso de asimilación del nazismo por la sociedad alemana a lo largo de los años 30. Recuerdo "La cinta blanca" (que sería un prólogo), "Tormenta mortal" (1940), o "El ogro".
Y ése es el aspecto que más me inquieta y a la vez más me atrae de "Vencedores y vencidos": el camino que va de la dignidad individual de cada ser humano en su singularidad hasta la alienación en la masa con mayor o menor violencia.
¿Y si no tuviéramos libertad individual para elegir, sino que sólo fuéramos animales sociales cuya personalidad se crea por mimetización de ambientes sucesivos? Esta posibilidad la plantea Woody Allen en su gran clásico "Zelig". Y también, se plantea en "Vencedores o Vencidos".
Tan claro está cual va a ser el veredicto final de los jueces de Nuremberg, como claro está que ninguno de los reos iba a terminar de cumplir su condena...Eso no es lo interesante de la historia...Lo interesante es oir hablar a los alemanes, y tratar de comprender el camino al que antes me refería.
Intentar entenderlo para no volver nunca a repetirlo.
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