Duna: Parte dos
2024 

7.7
34,746
Ciencia ficción. Aventuras. Acción. Drama
Tras los sucesos de la primera parte acontecidos en el planeta Arrakis, el joven Paul Atreides se une a la tribu de los Fremen y comienza un viaje espiritual y marcial para convertirse en mesías, mientras intenta evitar el horrible pero inevitable futuro que ha presenciado: una Guerra Santa en su nombre, que se extiende por todo el universo conocido... Secuela de 'Dune' (2021). (FILMAFFINITY)
11 de mayo de 2024
11 de mayo de 2024
8 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Leí hace tiempo la saga completa, es una de las mejores sagas de ciencia ficción y entiendo que cada director tiene su propia manera de dirigir y adaptar las novelas, pero, esta segunda parte fue muy decepcionante a todos los niveles, se hace aburrida a mitad de película. Todo muy visual e impactante, si, claro, si ya le quitas eso qué te queda. También decepciona el final, muy sin sentido y sin cierre claro.
Si destaco la actuación de alguno de sus actores y como desarrollaron algunos aspectos como la hermana de Paul y el papel de la reverenda madre, pero muy floja la verdad, me esperaba algo mas que estuviera a la altura.
La primera en comparación fue mucho mejor.
Si destaco la actuación de alguno de sus actores y como desarrollaron algunos aspectos como la hermana de Paul y el papel de la reverenda madre, pero muy floja la verdad, me esperaba algo mas que estuviera a la altura.
La primera en comparación fue mucho mejor.
6 de marzo de 2024
6 de marzo de 2024
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
No se si sea porque aún tengo en mi cabeza el atronador espectáculo que acabo de ver hace apenas unas horas, pero el efecto "Dune" resuena después de verla, sea por sus poderosísimas imágenes, su imponente banda sonora, su magnífico reparto o su historia con inquietantes puntos, muy cercanos a nuestra realidad actual.
Brutal secuela de la correcta primera entrega en la que el director apuesta y "pone toda la carne en el asador" en diversos frentes: Primero visualmente me atrevería a decir que es casi un nuevo hito en ese apartado técnico, por el grado de complejidad mostrado; Segundo narrativamente en el desarrollo de los personajes principales, pero sin perder el desarrollo de la acción, uno de los puntos más criticados de la cinta de 2021.
Es cierto, muchos "puristas" devotos de la novela (otra vez) se "rasgaran sus vestiduras" tachando a esta versión de 2024 como una "traición" por no ser "fiel" a la obra en la que se basa (otra vez) sin embargo yo no creo que se para tanto ya que la esencia se mantiene inalterable y es una versión de la misma, no apegada, pero que comulga de manera perfecta dentro de lo que se nos quiere contar.
Desde mi humilde punto de vista lo que Dennis Villeneuve ha logrado realizar es un triunfo doble, pues funciona como un espectáculo apabullante, un vibrante blockbuster de entretenimiento puro y duro, al igual que una obra de arte digna que emociona, impresiona por su continua búsqueda de perfección desde el primer minuto, con muchos fotogramas dignos de enmarcar.
Acudimos a un relato en el que vemos a "Paul Atreides" (con su arco completo por fin) en medio de un entresijo político que involucra varios imperios planetarios, en donde no todo es lo que parece, y como no podía ser de otra manera las traiciones, creencias, supervivencia, ambición y honor harán acto de presencia a su alrededor.
Eso es a breves rasgos lo que yo pude entender del complejo universo creado por el maestro de la ciencia ficción Frank Herbert y vaya que tanto Villeneuve, como John Spaihts y Craig Mazin logran realizar, componiendo un guión que, yo sé, no es perfecto, pero es justo, correcto y cumple dentro de la historia que no están proponiendo, que vamos, tampoco es que sea poco.
Sobre el reparto de lujo, además de un ya consolidado Timothée Chamamet en el rol principal, por fin podemos ver a una Zendaya que se apodera de su "Chani" con una fuerza que sobrecoge, y lo digo porque ella es una actriz excepcional, por más que sus detractores la ataquen sin sentido.
Se dejan ver también Rebecca Ferguson, Javier Bardem, Josh Brolin,Stellan Skarsgard, Charlotte Rampling, Dave Bautista y los "recién llegados" a la saga Austin Butler (inquietante su "Feyd-Rautha") Christopher Walken, Léa Seydoux, Florence Pugh y en un diminuto "cameo" Anya Taylor-Joy en un papel que al igual que Pugh, tendrán mayor relevancia argumental en futuras entregas.
Otro aspecto a destacar es sin duda el monumental trabajo en la dirección fotográfica de Greig Fraser, que creo acaba de superarse, consiguiendo un nuevo nivel de perfección en este apartado y si hay que sumar las soberbias notas musicales del genio Hans Zimmer, marcándose otro "hit" en su ya increible carrera como compositor.
Una película espectacular.
Y de pronto una pequeña acotación para cierto usuario que por enésima vez ha vuelto a "matar al cine" con esta secuela, primero fue con la de 2021 y ahora ha vuelto a la carga (de nuevo) con este saga, por favor que se busque otra, porque eso no es cierto, el cine no ha muerto. Ha cambiado a lo mucho, pero ni tanto.
Brutal secuela de la correcta primera entrega en la que el director apuesta y "pone toda la carne en el asador" en diversos frentes: Primero visualmente me atrevería a decir que es casi un nuevo hito en ese apartado técnico, por el grado de complejidad mostrado; Segundo narrativamente en el desarrollo de los personajes principales, pero sin perder el desarrollo de la acción, uno de los puntos más criticados de la cinta de 2021.
Es cierto, muchos "puristas" devotos de la novela (otra vez) se "rasgaran sus vestiduras" tachando a esta versión de 2024 como una "traición" por no ser "fiel" a la obra en la que se basa (otra vez) sin embargo yo no creo que se para tanto ya que la esencia se mantiene inalterable y es una versión de la misma, no apegada, pero que comulga de manera perfecta dentro de lo que se nos quiere contar.
Desde mi humilde punto de vista lo que Dennis Villeneuve ha logrado realizar es un triunfo doble, pues funciona como un espectáculo apabullante, un vibrante blockbuster de entretenimiento puro y duro, al igual que una obra de arte digna que emociona, impresiona por su continua búsqueda de perfección desde el primer minuto, con muchos fotogramas dignos de enmarcar.
Acudimos a un relato en el que vemos a "Paul Atreides" (con su arco completo por fin) en medio de un entresijo político que involucra varios imperios planetarios, en donde no todo es lo que parece, y como no podía ser de otra manera las traiciones, creencias, supervivencia, ambición y honor harán acto de presencia a su alrededor.
Eso es a breves rasgos lo que yo pude entender del complejo universo creado por el maestro de la ciencia ficción Frank Herbert y vaya que tanto Villeneuve, como John Spaihts y Craig Mazin logran realizar, componiendo un guión que, yo sé, no es perfecto, pero es justo, correcto y cumple dentro de la historia que no están proponiendo, que vamos, tampoco es que sea poco.
Sobre el reparto de lujo, además de un ya consolidado Timothée Chamamet en el rol principal, por fin podemos ver a una Zendaya que se apodera de su "Chani" con una fuerza que sobrecoge, y lo digo porque ella es una actriz excepcional, por más que sus detractores la ataquen sin sentido.
Se dejan ver también Rebecca Ferguson, Javier Bardem, Josh Brolin,Stellan Skarsgard, Charlotte Rampling, Dave Bautista y los "recién llegados" a la saga Austin Butler (inquietante su "Feyd-Rautha") Christopher Walken, Léa Seydoux, Florence Pugh y en un diminuto "cameo" Anya Taylor-Joy en un papel que al igual que Pugh, tendrán mayor relevancia argumental en futuras entregas.
Otro aspecto a destacar es sin duda el monumental trabajo en la dirección fotográfica de Greig Fraser, que creo acaba de superarse, consiguiendo un nuevo nivel de perfección en este apartado y si hay que sumar las soberbias notas musicales del genio Hans Zimmer, marcándose otro "hit" en su ya increible carrera como compositor.
Una película espectacular.
Y de pronto una pequeña acotación para cierto usuario que por enésima vez ha vuelto a "matar al cine" con esta secuela, primero fue con la de 2021 y ahora ha vuelto a la carga (de nuevo) con este saga, por favor que se busque otra, porque eso no es cierto, el cine no ha muerto. Ha cambiado a lo mucho, pero ni tanto.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Hay escenas impactantes por doquier, pero me quedo con:
- Todas las batallas a campo abierto, son colosales, especialmente la última entre los Harkonen y los Fremen con el uso de los gusanos gigantes.
- La primera vez que "Paul" monta un gusano es vibrante ya que la cámara se mueve junto con él.
- Esa batalla para celebrar el cumpleaños de "Feyd-Rautha" es casi como una película de terror, por el drástico cambio de color en la imagen, ese blanco y negro en el uso de la luz, que se apodera en todo ese coliseo le da un tono lúgubre y junto con los gritos casi diabólicos de sus asistentes, asustan.
- Todas las batallas a campo abierto, son colosales, especialmente la última entre los Harkonen y los Fremen con el uso de los gusanos gigantes.
- La primera vez que "Paul" monta un gusano es vibrante ya que la cámara se mueve junto con él.
- Esa batalla para celebrar el cumpleaños de "Feyd-Rautha" es casi como una película de terror, por el drástico cambio de color en la imagen, ese blanco y negro en el uso de la luz, que se apodera en todo ese coliseo le da un tono lúgubre y junto con los gritos casi diabólicos de sus asistentes, asustan.
10 de marzo de 2024
10 de marzo de 2024
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Empiezo puntualizando que cine y literatura no son los mismos medios narrativos y que, por lo tanto, tampoco debemos volvernos muy locos cuando una adaptación cinematográfica decide cambiar algunas cosas de la novela en favor de sus propios recursos . Con esto tampoco quiero decir que Denis Villeneuve se haya pasado el material original por el forro, de hecho yo creo que las dos películas son bastante fieles a la novela de Frank Herbert, en forma y fondo.
El problema de Dune Parte II es que el cambio más significativo con respecto a la obra original no sólo no mejora ni aporta nada nuevo, sino que llega a volver confuso su relato hasta llevar al límite la suspensión de incredulidad: y es que los acontecimientos que narra esta segunda parte, en la novela original se sucedían a lo largo de siete años y, en la película, todo ocurre en un espacio de siete meses (o menos). Una decisión drástica que convierte el viaje de Paul Atreides con los fremen en una sucesión de eventos atropellada en general, forzada por momentos, y a veces hasta inverosímil.
Pues ojalá Villeneuve explique esta decisión algún día. ¿Tal vez haya sido por no tener las agallas de introducir al personaje de Alya en esta película? Los que entiendan de lo que hablo también entenderán que adaptar a la Alya de la primera novela al cine es una tarea harto complicada... pero, si la alternativa es que todo lo demás deje de tener sentido, casi habría preferido asumir ese riesgo.
El problema de Dune Parte II es que el cambio más significativo con respecto a la obra original no sólo no mejora ni aporta nada nuevo, sino que llega a volver confuso su relato hasta llevar al límite la suspensión de incredulidad: y es que los acontecimientos que narra esta segunda parte, en la novela original se sucedían a lo largo de siete años y, en la película, todo ocurre en un espacio de siete meses (o menos). Una decisión drástica que convierte el viaje de Paul Atreides con los fremen en una sucesión de eventos atropellada en general, forzada por momentos, y a veces hasta inverosímil.
Pues ojalá Villeneuve explique esta decisión algún día. ¿Tal vez haya sido por no tener las agallas de introducir al personaje de Alya en esta película? Los que entiendan de lo que hablo también entenderán que adaptar a la Alya de la primera novela al cine es una tarea harto complicada... pero, si la alternativa es que todo lo demás deje de tener sentido, casi habría preferido asumir ese riesgo.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Cosas que suceden en menos de lo que le dura el embarazo a Lady Jessica:
- Paul asimilando toda la cultura fremen hasta el punto de que Stilgar le enseñe a cabalgar un gusano y casi todos sus compañeros lo haya aceptado como el Lisan al-Gaib (aunque lo de Javier Bardem es pura comedia y personalmente lo agradezco)
- Lady Jessica subiéndose embarazada de varios meses a un gusano gigante como quien se sube al metro para viajar al sur y fanatizar a la mayoría restante de los fremen, que se cuentan por cientos de miles.
- A Gurney Halleck le da tiempo de huir de los Harkonen, convertirse en líder contrabandista, y aún le sobran meses para adaptarse a los fremen y luchar a su lado.
- No hay espacio para el conflicto: los fremen van ganando desde el principio y los Harkonen, en unos pocos meses, son abrumados hasta el punto de que Rabban Batista termina huyendo de la figura del Lisan al-Gaib sólo con verlo caminar hacia él. Y esto es antes de que Feyd-Rautha tome su relevo para que, también en unas pocas semanas, se acabe personando en Dune hasta el emperador.
- Lady Jessica yendo embarazada de ¿ocho meses? a la batalla final. En gusano otra vez claro, pero ahora en modo difícil.
- Y lo más grave de todo: La relación de Paul y Chani (que durante el relato se conocen, se enamoran, se van a vivir juntos, se pelean y se separan) es directamente inverosímil si está condensada en tan poco tiempo. De hecho en la novela hay espacio para que tengan un hijo que años más tarde sería asesinado en el ataque a Sietch-Tabr, y es este suceso el que refuerza precisamente la decisión de Paul de ir al sur, beber el agua de la vida e iniciar el camino que hasta entonces había rechazado. Pero en la película nada de esto puede suceder, por lo que tanto la evolución de Paul como la de Chani se acaban sintiendo apresuradas e impostadas.
Faltaron ovos, pero siempre nos quedará "Alya" Taylor-Joy en la tercera parte supongo.
- Paul asimilando toda la cultura fremen hasta el punto de que Stilgar le enseñe a cabalgar un gusano y casi todos sus compañeros lo haya aceptado como el Lisan al-Gaib (aunque lo de Javier Bardem es pura comedia y personalmente lo agradezco)
- Lady Jessica subiéndose embarazada de varios meses a un gusano gigante como quien se sube al metro para viajar al sur y fanatizar a la mayoría restante de los fremen, que se cuentan por cientos de miles.
- A Gurney Halleck le da tiempo de huir de los Harkonen, convertirse en líder contrabandista, y aún le sobran meses para adaptarse a los fremen y luchar a su lado.
- No hay espacio para el conflicto: los fremen van ganando desde el principio y los Harkonen, en unos pocos meses, son abrumados hasta el punto de que Rabban Batista termina huyendo de la figura del Lisan al-Gaib sólo con verlo caminar hacia él. Y esto es antes de que Feyd-Rautha tome su relevo para que, también en unas pocas semanas, se acabe personando en Dune hasta el emperador.
- Lady Jessica yendo embarazada de ¿ocho meses? a la batalla final. En gusano otra vez claro, pero ahora en modo difícil.
- Y lo más grave de todo: La relación de Paul y Chani (que durante el relato se conocen, se enamoran, se van a vivir juntos, se pelean y se separan) es directamente inverosímil si está condensada en tan poco tiempo. De hecho en la novela hay espacio para que tengan un hijo que años más tarde sería asesinado en el ataque a Sietch-Tabr, y es este suceso el que refuerza precisamente la decisión de Paul de ir al sur, beber el agua de la vida e iniciar el camino que hasta entonces había rechazado. Pero en la película nada de esto puede suceder, por lo que tanto la evolución de Paul como la de Chani se acaban sintiendo apresuradas e impostadas.
Faltaron ovos, pero siempre nos quedará "Alya" Taylor-Joy en la tercera parte supongo.
6 de agosto de 2024
6 de agosto de 2024
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si con “Dune” tuve el pálpito de que Villeneuve iba a clavar la adaptación y, además, hacer una buena película (y acerté), nunca tuve esas mismas vibraciones con “Dune: Parte 2”. Quizá por las escenas de acción que había visto en un tráiler o quizá por algunas reseñas preliminares que comentaban que se corregía «uno de los problemas de la primera entrega» dando más protagonismo a Zendaya, pero la cosa no me terminaba de dar buena espina. Recordemos que Villeneuve había dedicado más de dos horas y media a presentarnos el universo creado por Frank Herbert y a dejar todas las piezas colocadas sobre el tablero (quién es quién, razas, costumbres y la caída de la Casa Atreides) liberando todo el metraje de la segunda parte para lo que, en buena lógica, debería ser contar el camino de venganza y mesianismo de Paul. Aquí recomiendo el canal de Youtube de Crónicas de Cine donde (entre otras cosas) hay una análisis de la obra de Frank Herbert que viene muy bien para ponerse al día si, como yo, hace tiempo que no venías a este universo y una videocrítica muy simpática, coherente y que se entiende centrada en esta “Dune: parte dos” (los comentarios de la gente, sobre todo desde el otro lado del charco, no tienen desperdicio).
Creo que es una obviedad, pero no pasa nada por decirlo: “Dune: Parte 2” es igual de espectacular y hermosa que su predecesora y los conceptos artísticos en lo que se refiere a diseños de naves, de vestimenta o de maquinaria son fascinantemente continuistas. En ese sentido, las dos entregas constituyen una única película… pero, desgraciadamente, sólo en ese sentido. Allí donde en “Dune” alabamos a Villeneuve por mantenerse fiel a la novela, en “Dune: Parte 2” hay auténticas puñaladas al espíritu y a la letra. Si “Dune” presentaba como creíble una civilización que combinaba razonablemente la tecnología futurista con costumbres arcaicas, en esta segunda entrega abundan los agujeros de guion técnicos. Si en todo momento “Dune” llevaba la firma de Villeneuve en cada aspecto del proyecto, hay lapsos de esta entrega en los que no veo su mano. Pero vamos por partes.
Como novela de ciencia ficción fruto de su tiempo, Dune tiene una intención más literaria que tecnológica, más conceptual que descriptiva, más de exponer visiones que de concretarlas en si las naves están hechas de titanio o de resinas de poliuretano, si los láseres penetran armaduras kevlar o si la melange es una droga de tipo A o B. Las cosas son así porque son así y chimpún. Al lector común le simplifica la vida y al escenógrafo que intente adaptarla a la pantalla le concede mucha libertad creativa pero, paradójicamente, eso incrementa exponencialmente el desajuste en las expectativas entre unos y otros: es complicado que la imagen mental que se formó el lector de, por ejemplo, las recolectoras coincida con lo que el equipo de diseño termina plasmando en la pantalla. Un gran logro de Villeneuve en “Dune” fue presentar a sus civilizaciones con arquitecturas, equipamiento técnico y estilismos convincentes: una base de las someras descripciones de la novela con un recubrimiento científico-tecnológico de aire retrofuturista capaz de satisfacer un amplio rango de expectativas.
Esta segunda parte se basa en el camino del héroe Paul en busca de su destino, que requiere crear alianzas con tribus nómadas y derrocar al gobierno establecido, y gran parte de éxito cinematográfico pasaba por hacer creíble ese camino. Lo de erigirse en líder se resuelve un poco de aquella manera y empieza a ser cuestionable el rigor respecto a la novela, aunque aún se mantiene en niveles aceptables. Es en la parte bélica, la de la rebelión contra los invasores imperiales, donde la película hace aguas con escenas de acción espectaculares, pero sin ningún rigor táctico. Se supone que los Harkonnen llevan siglos siendo los regentes del planeta pero, de pronto, se han vuelto retrasados mentales en lo que a habilidades militares se refieren, sin más capacidades que las de servir de diana a unos Fremen que, donde la novela habla de «grandes combatientes», Villeneuve parece entender «dioses de la guerra», una especie de Navy SEALs con ADN de John Wick, diestros en toda clase de combate con armas y sin armas y de respirar bajo la arena.
Lo gracioso del caso (tirando a risible) es los Fremen se empeñan en combatir a sus enemigos cuerpo a cuerpo en espectaculares peleas sin sentido, basadas en cabriolas y acrobacias como la catapulta infernal de los Hermanos Derrick (ver Campeones), cuando disponen de misiles antitanque y láseres de gran potencia que utilizan cuando ya se cansan de acuchillar o abofetear, igual que minas magnéticas que (sorprendentemente) sólo se activan con metal enemigo, no con el propio. Por su parte, los Harkonnen dominan el aire y tienen armas de largas distancia, pero suelen considerar que sus posibilidades mejoran si aterrizan y llevan la pelea al terreno de los navajazos criss, todo muy lógico. Una de las cosas que hacen de Juego de Tronos una genialidad (la saga literaria, no la serie) es cómo G.R.R. Martin maneja la paradoja de los dragones, la complejidad de crear tramas y conflictos cuando una de las partes tiene a su disposición la posibilidad de jugar la carta de los dragones e incinerar al contrario, llevando la acción a escenarios donde los dragones pierden la ventaja o dotando a los enemigos de alguna clase de arma contra ellos. Con todo lo que la producción trabajó la escenografía de la primera parte, llegamos a la batalla final sin ninguna tensión porque una compañía Fremen sería capaz de acabar con todas las legiones Sardaukar del emperador (de los Harkonnen ni hablamos). Si encima Paul tiene a su disposición armas nucleares y gusanos de arena, la escena en la que planifican la estrategia (los gusanos por allí, las bombas por allá) es ridícula… especialmente porque, además de innecesaria, la cosa termina siendo un 'todos para delante y hacemos una melé de volteretas'.
Sigo en el Spoiler que me quedo sin sitio...
Creo que es una obviedad, pero no pasa nada por decirlo: “Dune: Parte 2” es igual de espectacular y hermosa que su predecesora y los conceptos artísticos en lo que se refiere a diseños de naves, de vestimenta o de maquinaria son fascinantemente continuistas. En ese sentido, las dos entregas constituyen una única película… pero, desgraciadamente, sólo en ese sentido. Allí donde en “Dune” alabamos a Villeneuve por mantenerse fiel a la novela, en “Dune: Parte 2” hay auténticas puñaladas al espíritu y a la letra. Si “Dune” presentaba como creíble una civilización que combinaba razonablemente la tecnología futurista con costumbres arcaicas, en esta segunda entrega abundan los agujeros de guion técnicos. Si en todo momento “Dune” llevaba la firma de Villeneuve en cada aspecto del proyecto, hay lapsos de esta entrega en los que no veo su mano. Pero vamos por partes.
Como novela de ciencia ficción fruto de su tiempo, Dune tiene una intención más literaria que tecnológica, más conceptual que descriptiva, más de exponer visiones que de concretarlas en si las naves están hechas de titanio o de resinas de poliuretano, si los láseres penetran armaduras kevlar o si la melange es una droga de tipo A o B. Las cosas son así porque son así y chimpún. Al lector común le simplifica la vida y al escenógrafo que intente adaptarla a la pantalla le concede mucha libertad creativa pero, paradójicamente, eso incrementa exponencialmente el desajuste en las expectativas entre unos y otros: es complicado que la imagen mental que se formó el lector de, por ejemplo, las recolectoras coincida con lo que el equipo de diseño termina plasmando en la pantalla. Un gran logro de Villeneuve en “Dune” fue presentar a sus civilizaciones con arquitecturas, equipamiento técnico y estilismos convincentes: una base de las someras descripciones de la novela con un recubrimiento científico-tecnológico de aire retrofuturista capaz de satisfacer un amplio rango de expectativas.
Esta segunda parte se basa en el camino del héroe Paul en busca de su destino, que requiere crear alianzas con tribus nómadas y derrocar al gobierno establecido, y gran parte de éxito cinematográfico pasaba por hacer creíble ese camino. Lo de erigirse en líder se resuelve un poco de aquella manera y empieza a ser cuestionable el rigor respecto a la novela, aunque aún se mantiene en niveles aceptables. Es en la parte bélica, la de la rebelión contra los invasores imperiales, donde la película hace aguas con escenas de acción espectaculares, pero sin ningún rigor táctico. Se supone que los Harkonnen llevan siglos siendo los regentes del planeta pero, de pronto, se han vuelto retrasados mentales en lo que a habilidades militares se refieren, sin más capacidades que las de servir de diana a unos Fremen que, donde la novela habla de «grandes combatientes», Villeneuve parece entender «dioses de la guerra», una especie de Navy SEALs con ADN de John Wick, diestros en toda clase de combate con armas y sin armas y de respirar bajo la arena.
Lo gracioso del caso (tirando a risible) es los Fremen se empeñan en combatir a sus enemigos cuerpo a cuerpo en espectaculares peleas sin sentido, basadas en cabriolas y acrobacias como la catapulta infernal de los Hermanos Derrick (ver Campeones), cuando disponen de misiles antitanque y láseres de gran potencia que utilizan cuando ya se cansan de acuchillar o abofetear, igual que minas magnéticas que (sorprendentemente) sólo se activan con metal enemigo, no con el propio. Por su parte, los Harkonnen dominan el aire y tienen armas de largas distancia, pero suelen considerar que sus posibilidades mejoran si aterrizan y llevan la pelea al terreno de los navajazos criss, todo muy lógico. Una de las cosas que hacen de Juego de Tronos una genialidad (la saga literaria, no la serie) es cómo G.R.R. Martin maneja la paradoja de los dragones, la complejidad de crear tramas y conflictos cuando una de las partes tiene a su disposición la posibilidad de jugar la carta de los dragones e incinerar al contrario, llevando la acción a escenarios donde los dragones pierden la ventaja o dotando a los enemigos de alguna clase de arma contra ellos. Con todo lo que la producción trabajó la escenografía de la primera parte, llegamos a la batalla final sin ninguna tensión porque una compañía Fremen sería capaz de acabar con todas las legiones Sardaukar del emperador (de los Harkonnen ni hablamos). Si encima Paul tiene a su disposición armas nucleares y gusanos de arena, la escena en la que planifican la estrategia (los gusanos por allí, las bombas por allá) es ridícula… especialmente porque, además de innecesaria, la cosa termina siendo un 'todos para delante y hacemos una melé de volteretas'.
Sigo en el Spoiler que me quedo sin sitio...
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Con todo eso, “Dune: parte dos” podría quedarse simplemente en decepcionante para cierto público, digamos, perfeccionista. Pero donde la película pierde toda su esencia es en que ya no podemos hablar de una adaptación. No es que no se pueda de hablar de una adaptación imperfecta, mejorable o discutible: es que “Dune: parte dos” es una traición a la novela. La cosa empieza con más licencias que en la primera entrega y sigue con decisiones más cuestionables, como la visión de unos Harkonnen (con un tratamiento visual espectacular, eso sí) que son más unos humanoides vampirizados y degenerados que una civilización verosímil o una estratificación social de los Fremen que parece incrustada con fines de lanzar un mensaje social. Luego está «lo de Zendaya» que parece que tiene que salir por decreto, contrato o presión social en determinado porcentaje de las escenas y, ya puestos, ¿para qué va a ser la Chani del libro pudiendo reflejar los valores esperables en la mujer actual, empoderada, guerrera y sofisticada? Si Villeneuve pone gran parte del foco en ella por cesión a presiones es malo, si lo hace por convicción es peor.
Pero la gran línea roja que traspasa “Dune: parte dos” como para mandarla a paseo es que cambia el final. Con un par. Algunas desviaciones, como las relativas a Alia, la hermana de Paul, son incomprensibles. Otras, como el desenlace de Chani son, directamente, grotescas. Por muy bien hecha que esté la película (que lo está, pero sin ser creíble) no me parece ni medio normal cambiar el final. Ni para adaptarlo a los estándares sociales actuales ni leches, joder. ¿Cinco horas para esto? ¿Y encima dejando caer que vas a seguir mejorando otras novelas de la saga? Me dejas muy preocupado, Denis. Y cabreado.
Pero la gran línea roja que traspasa “Dune: parte dos” como para mandarla a paseo es que cambia el final. Con un par. Algunas desviaciones, como las relativas a Alia, la hermana de Paul, son incomprensibles. Otras, como el desenlace de Chani son, directamente, grotescas. Por muy bien hecha que esté la película (que lo está, pero sin ser creíble) no me parece ni medio normal cambiar el final. Ni para adaptarlo a los estándares sociales actuales ni leches, joder. ¿Cinco horas para esto? ¿Y encima dejando caer que vas a seguir mejorando otras novelas de la saga? Me dejas muy preocupado, Denis. Y cabreado.
3 de marzo de 2024
3 de marzo de 2024
9 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
La "Dune" de Denis Villeneuve irrumpe en un contexto de grandes producciones vacuas. La década de los 2020 en el mundo del cine está siendo marcada por un género superheroico crepuscular y los pocos blockbusters que tratan otros géneros se limitan a recurrir a la nostalgia, como los nuevos productos de "Star Wars", o a exhibir músculo en el terreno de los efectos especiales, caso de "Avatar". En medio de este panorama y siguiendo la estela de Christopher Nolan, toda una superproducción como Dune apuesta por la visión autoral: el blockbuster de autor.
La adaptación bipartita de la novela homónima de Frank Herbert supone un éxito total para Villeneuve. Su "Hamlet" traído a la ciencia ficción deriva en un "Lawrence de Arabia" que desciende hacia el fervor religioso de la Yihad por Mahoma y rima con la actualidad de Oriente Medio. Sobre este peregrinaje de Paul Muad'Dib Atreides el realizador canadiense imprime una mirada densa, de una severa seriedad, que no abandona tintes trágicos y románticos. Villeneuve logra una película de gran fuerza dramática gracias al poder de su imagen y a la imponencia de su sonido. Y es que Dune es la experiencia cinematográfica definitiva. Las imágenes brutalistas que construye Villeneuve, potenciadas por la pluscuamperfecta fotografía de Greig Fraser y acompañadas por la BSO industrial de Hans Zimmer, avasallan al espectador y lo aplastan contra la butaca, retumban en su cabeza y estrujan su corazón. Nunca nadie rodó el desierto como Denis Villeneuve: el canadiense da textura a cada duna, cada grano de arena, logrando traer a la realidad el infierno de Arrakis. Otro tema es la vasta escala que maneja en los grandes planos generales; con ellos consigue una puesta en escena que amedrenta y empequeñece. No obstante, el director compensa la colosal épica de la trama y su tensión constante al dejar respirar a la cinta: Villeneuve se toma su tiempo para mostrar el funcionamiento de las máquinas, el despegar de las naves o la transpiración de los pequeños animales del desierto.
A la veracidad evocada por un simplemente perfecto apartado técnico contribuyen las emocionantes actuaciones de un elenco histórico y unos sobresalientes trabajos de maquillaje y vestuario. En Dune se reúnen las jóvenes estrellas más prometedoras de Hollywood, los Timothée Chalamet, Zendaya, Austin Butler, Florence Pugh o Anya Taylor-Joy, con actores consagrados como Rebecca Ferguson, Javier Bardem, Christopher Walken, Josh Brolin, Stellan Skarsgård, Charlotte Rampling, Léa Seydoux, Oscar Isaac, etc. Un verdadero museo del talento actoral presente en el cine contemporáneo que incluso adolece de falta de mayor espacio. Para el recuerdo quedarán la melancolía del Paul de Chalamet, el carácter de la Chani de Zendaya, el misticismo de la Jessica de Ferguson, la intimidación del Feyd-Rautha de Butler, la repugnancia del barón Harkonen de Skarsgård, la calidez del Gurney de Brolin o la determinación del Leto Atreides de Isaac. Villeneuve deja a cada una de estas estrellas espacio para que luzca en pantalla y acerca la cámara a su mirada. Porque Dune, más allá de la potencia de su notable guion, emociona y transmite a través de las miradas de sus personajes. Y es con estas miradas con las que Villeneuve sugiere, y no muestra, la grandeza de una obra magna de la ciencia ficción contemporánea.
Este debería ser el camino a seguir por las próximas superproducciones de Hollywood, una reconciliación entre los grandes presupuestos y la visión personal del cine autoral: el blockbuster de autor.
La adaptación bipartita de la novela homónima de Frank Herbert supone un éxito total para Villeneuve. Su "Hamlet" traído a la ciencia ficción deriva en un "Lawrence de Arabia" que desciende hacia el fervor religioso de la Yihad por Mahoma y rima con la actualidad de Oriente Medio. Sobre este peregrinaje de Paul Muad'Dib Atreides el realizador canadiense imprime una mirada densa, de una severa seriedad, que no abandona tintes trágicos y románticos. Villeneuve logra una película de gran fuerza dramática gracias al poder de su imagen y a la imponencia de su sonido. Y es que Dune es la experiencia cinematográfica definitiva. Las imágenes brutalistas que construye Villeneuve, potenciadas por la pluscuamperfecta fotografía de Greig Fraser y acompañadas por la BSO industrial de Hans Zimmer, avasallan al espectador y lo aplastan contra la butaca, retumban en su cabeza y estrujan su corazón. Nunca nadie rodó el desierto como Denis Villeneuve: el canadiense da textura a cada duna, cada grano de arena, logrando traer a la realidad el infierno de Arrakis. Otro tema es la vasta escala que maneja en los grandes planos generales; con ellos consigue una puesta en escena que amedrenta y empequeñece. No obstante, el director compensa la colosal épica de la trama y su tensión constante al dejar respirar a la cinta: Villeneuve se toma su tiempo para mostrar el funcionamiento de las máquinas, el despegar de las naves o la transpiración de los pequeños animales del desierto.
A la veracidad evocada por un simplemente perfecto apartado técnico contribuyen las emocionantes actuaciones de un elenco histórico y unos sobresalientes trabajos de maquillaje y vestuario. En Dune se reúnen las jóvenes estrellas más prometedoras de Hollywood, los Timothée Chalamet, Zendaya, Austin Butler, Florence Pugh o Anya Taylor-Joy, con actores consagrados como Rebecca Ferguson, Javier Bardem, Christopher Walken, Josh Brolin, Stellan Skarsgård, Charlotte Rampling, Léa Seydoux, Oscar Isaac, etc. Un verdadero museo del talento actoral presente en el cine contemporáneo que incluso adolece de falta de mayor espacio. Para el recuerdo quedarán la melancolía del Paul de Chalamet, el carácter de la Chani de Zendaya, el misticismo de la Jessica de Ferguson, la intimidación del Feyd-Rautha de Butler, la repugnancia del barón Harkonen de Skarsgård, la calidez del Gurney de Brolin o la determinación del Leto Atreides de Isaac. Villeneuve deja a cada una de estas estrellas espacio para que luzca en pantalla y acerca la cámara a su mirada. Porque Dune, más allá de la potencia de su notable guion, emociona y transmite a través de las miradas de sus personajes. Y es con estas miradas con las que Villeneuve sugiere, y no muestra, la grandeza de una obra magna de la ciencia ficción contemporánea.
Este debería ser el camino a seguir por las próximas superproducciones de Hollywood, una reconciliación entre los grandes presupuestos y la visión personal del cine autoral: el blockbuster de autor.
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spoiler:
Tan solo tengo dos pegas con Dune. Por un lado la exclusión del mentat Thufir Hawat en la segunda mitad de la película, que podría haber traído más apariciones del nabarón Feyd-Rautha, del que la cinta pide más tiempo en pantalla (parece que fueron rodadas y luego cortadas en en montaje por decisión de Villeneuve). Aquí se nota que no todos los personajes tienen espacio y que bien se podría lanzar una versión extendida con más minutos de metraje. Por otro, la muerte de Rabban a manos de Gurney Halleck, que resulta ciertamente anticlimática.
Pdt: por fin se hace justicia con una novela saqueada sin piedad por George Lucas, George R. R. Martín y otros tantos.
Pdt: por fin se hace justicia con una novela saqueada sin piedad por George Lucas, George R. R. Martín y otros tantos.
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