Adiós
6.0
8,342
Thriller. Acción
Sevilla. Juan (Mario Casas) es un convicto que comienza a disfrutar de su libertad durante los fines de semana, después de pasar años en la cárcel. Tras la muerte accidental de su hija pequeña, Juan acudirá a su brutal familia, apodados Los Santos, para aclarar lo ocurrido y ejercer su propia justicia. Mientras Eli (Ruth Díaz), la agente de policía a cargo de la investigación, tratará de evitar que el dolido padre se tome la justicia ... [+]
26 de noviembre de 2019
26 de noviembre de 2019
13 de 27 usuarios han encontrado esta crítica útil
Luis Tosar es el mejor actor de su generación... y bueno... tal vez de alguna más. Pues bien, Luis, con todo respeto y admiración, te pido que seas generoso y des unas cuantas lecciones magistrales de interpretación, porque los años van pasando y estos actores jóvenes y guapos no se dan cuenta que en poco tiempo sus caras pasarán a formar parte de los rellenos en las películas, cuando surjan otros mas guapitos.
Y ahora vamos al comentario:
Un desacertado casting, una historia histérica, un resultado que no refleja lo que la gente ve y comenta a la salida del cine.
,Productores, actores y equipo técnico; fundamentalmente guión y dirección ¡¡¡Hay que trabajar más!!!. Cuando dejamos los billetes en los cines queremos que se nos entregue un buen producto. Después puede agradar más o menos, pero lo que nos llevamos a los ojos, debe tener un mínimo de calidad.
Y ahora vamos al comentario:
Un desacertado casting, una historia histérica, un resultado que no refleja lo que la gente ve y comenta a la salida del cine.
,Productores, actores y equipo técnico; fundamentalmente guión y dirección ¡¡¡Hay que trabajar más!!!. Cuando dejamos los billetes en los cines queremos que se nos entregue un buen producto. Después puede agradar más o menos, pero lo que nos llevamos a los ojos, debe tener un mínimo de calidad.
21 de noviembre de 2019
21 de noviembre de 2019
11 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
Como premisa, antes de ocupar mi asiento, he de decir que guardaba grandes expectativas. Quizá ese fue mi error, pues desde que Mario Casas sale de prisión, todo se me hace cuesta arriba. Veo mucha superficialidad, sobreactuación y giros de guión, sobre todo hacia los instantes finales, que no me convencen nada. Tampoco la cámara atosigante de Paco Cabezas, que intenta meterte en las persecuciones y tiroteos pero conmigo no lo consigue.
Ya digo, puede ser cosa mía. Pero la puesta a punto de Adiós, su desarrollo y desenlace me parecen muy flojos. Algunos destellos del reparto como Vicente Romero, Carlos Bardem -de más a menos- y sobre todo Mona Martínez, excepcional como matriarca, son lo único salvable con esa otra cara de Sevilla: sucia, enferma y podrida de crimen y drogas. Y no me voy a meter en si los acentos son buenos o desastrosos. Eso allá cada uno.
De verdad, conozco a la Policía Nacional. Si la corrupción llega hasta El Vaticano, que no habrá en la seguridad, como en tantos otros ámbitos. Siempre una minoría que llama más la atención que la extensa mayoría de profesionales que se la juegan a diario por sueldos de mierda. Pero hasta en ese extremo, el de las corruptelas y la fina línea entre el honor, el deber y el crimen, resulta todo tan trivial, insustancial y maniqueo.
Por eso de Sevilla, en ocasiones me acordaba de Grupo 7. Salvando las distancias, por supuesto. Allí hasta los gritos de Mario Casas para hacerse respetar lograron ganarme a la causa. Aquí ni eso. Insisto que es cosa mía y que el punto de partida tiene atractivo. Pero no puedo, porque no me sale, subirme al carro de una película para olvidar.
Más datos sobre esta y otras películas en www,argoderse.com
Y en Facebook: https://www.facebook.com/argodersecine
Ya digo, puede ser cosa mía. Pero la puesta a punto de Adiós, su desarrollo y desenlace me parecen muy flojos. Algunos destellos del reparto como Vicente Romero, Carlos Bardem -de más a menos- y sobre todo Mona Martínez, excepcional como matriarca, son lo único salvable con esa otra cara de Sevilla: sucia, enferma y podrida de crimen y drogas. Y no me voy a meter en si los acentos son buenos o desastrosos. Eso allá cada uno.
De verdad, conozco a la Policía Nacional. Si la corrupción llega hasta El Vaticano, que no habrá en la seguridad, como en tantos otros ámbitos. Siempre una minoría que llama más la atención que la extensa mayoría de profesionales que se la juegan a diario por sueldos de mierda. Pero hasta en ese extremo, el de las corruptelas y la fina línea entre el honor, el deber y el crimen, resulta todo tan trivial, insustancial y maniqueo.
Por eso de Sevilla, en ocasiones me acordaba de Grupo 7. Salvando las distancias, por supuesto. Allí hasta los gritos de Mario Casas para hacerse respetar lograron ganarme a la causa. Aquí ni eso. Insisto que es cosa mía y que el punto de partida tiene atractivo. Pero no puedo, porque no me sale, subirme al carro de una película para olvidar.
Más datos sobre esta y otras películas en www,argoderse.com
Y en Facebook: https://www.facebook.com/argodersecine
25 de julio de 2020
25 de julio de 2020
10 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
Las aventuras y los quehaceres diarios de una familia de marginados de la peor calaña, y que nos presentan como una especie de héroes, son la trama de este simulacro de “película”, fruto de un guión de lo más absurdo, escrito con los pies y no con la cabeza.
La cinta es sucia, inmoral y realmente penosa de ver, y aunque la duración es de 110 minutos, se hace eterna. Es totalmente incomprensible como y porqué se escriben, se producen, se filman, se interpretan, se ruedan, se dirigen y lo peor se financian, engendros como este. Esta clase de cintas son las que hunden al cine español en los abismos más negros de la incultura y la ignorancia.
Al cine se va a disfrutar, a reír y también a emocionarse, nunca a sufrir con estas miserias que nos muestra esta vergonzosa cinta.
Conclusión: Que me perdonen los autores, esta “cosa” es un martirio para el espectador y provoca vergüenza ajena. Un 1.
La cinta es sucia, inmoral y realmente penosa de ver, y aunque la duración es de 110 minutos, se hace eterna. Es totalmente incomprensible como y porqué se escriben, se producen, se filman, se interpretan, se ruedan, se dirigen y lo peor se financian, engendros como este. Esta clase de cintas son las que hunden al cine español en los abismos más negros de la incultura y la ignorancia.
Al cine se va a disfrutar, a reír y también a emocionarse, nunca a sufrir con estas miserias que nos muestra esta vergonzosa cinta.
Conclusión: Que me perdonen los autores, esta “cosa” es un martirio para el espectador y provoca vergüenza ajena. Un 1.
24 de noviembre de 2020
24 de noviembre de 2020
2 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Queréis saber qué se entiende por un peliculón? Pues es muy fácil, basta con ver “Adiós” de Paco Cabezas. Es más que evidente que, si el cine catalán se ha sublimado y se ha hecho perfecto en torno al drama intimista, el cine andaluz está alcanzando la estratosfera y más allá a través del cine negro. Algo tiene Andalucía con el noir, porque perfecciona el thriller hasta límites épicos, y “Adiós” es una obra maestra paradigmática que avala mi tesis, a medio camino entre el noir salvaje y un cierto tono de necesario cine social, y todo ello aderezado con expresos y confesos ecos lorquianos (incluso en lo estético).
Visualmente impactante, con un lenguaje cinematográfico cum laude, lo que el sevillano Paco Cabezas despliega delante de nuestros atónitos ojos es un festival visual para el buen cinéfilo. Desde planos totalmente contrastados contra el fuego, pasando por encuadres de una belleza que deja sin oxígeno para retratar la violencia, y culminando en uno de los grandes planos secuencia del año, el de la llegada a la casa para el ajuste de cuentas, donde la cámara rodea la casa para dejar toda la violencia fuera de campo y luego entra por la puerta a mostrarnos las consecuencias. Eso es de ser un grande del cine, y el director sevillano es obvio que lo es.
Y todo ello para legarnos unos personajes inolvidables, desde esa mujer de arrabal con fuerza llamada Triana (de nuevo nos vuelve a deslumbrar la andaluza Natalia de Molina una vez más, como siempre y para siempre), pasando por una niña llamada Estrella (la escena mientras suena el tema homónimo de Enrique Morente eriza la piel a un muerto) o un policía con dobleces (brutal Carlos Bardem) hasta llegar a María Santos, la abuela, la matriarca, la reina de las Tres Mil Viviendas, un personaje antológico que ya está por derecho propio entre los imborrables de nuestro cine.
Porque la violentísima y aterradora historia que nos propone Paco Cabezas, un choque entre clanes que augura un ajuste de cuentas despiadado entre clanes, es la de una niña muerta por la que alguien tiene que pagar, una droga robada por la que alguien tiene que pagar, un extraño movimiento policial por el que alguien tiene que pagar… La sangre va a correr a medio camino entre las Tres Mil y Torreblanca, esa Sevilla profunda que no sale en las postales ni en las fotos turísticas, su cara oculta.
Pero, como no es suficiente éxtasis con semejante planteamiento formal, actoral y argumental, después todo ello se conjuga con el factor musical. Su selección musical de temas aflamencados es absolutamente soberbia, especialmente en el tema que acaba convirtiéndose en el leit motiv de la película, esa versión de “Me quedo contigo” interpretada por Rocío Márquez y que le da un par de millones de vueltas o más a la tan cacareada de Rosalía. Esto sí que es darle una vuelta de tuerca a la rumba clásica con una cadencia que pone los pelos de punta. Una obra de arte musical.
Visualmente impactante, con un lenguaje cinematográfico cum laude, lo que el sevillano Paco Cabezas despliega delante de nuestros atónitos ojos es un festival visual para el buen cinéfilo. Desde planos totalmente contrastados contra el fuego, pasando por encuadres de una belleza que deja sin oxígeno para retratar la violencia, y culminando en uno de los grandes planos secuencia del año, el de la llegada a la casa para el ajuste de cuentas, donde la cámara rodea la casa para dejar toda la violencia fuera de campo y luego entra por la puerta a mostrarnos las consecuencias. Eso es de ser un grande del cine, y el director sevillano es obvio que lo es.
Y todo ello para legarnos unos personajes inolvidables, desde esa mujer de arrabal con fuerza llamada Triana (de nuevo nos vuelve a deslumbrar la andaluza Natalia de Molina una vez más, como siempre y para siempre), pasando por una niña llamada Estrella (la escena mientras suena el tema homónimo de Enrique Morente eriza la piel a un muerto) o un policía con dobleces (brutal Carlos Bardem) hasta llegar a María Santos, la abuela, la matriarca, la reina de las Tres Mil Viviendas, un personaje antológico que ya está por derecho propio entre los imborrables de nuestro cine.
Porque la violentísima y aterradora historia que nos propone Paco Cabezas, un choque entre clanes que augura un ajuste de cuentas despiadado entre clanes, es la de una niña muerta por la que alguien tiene que pagar, una droga robada por la que alguien tiene que pagar, un extraño movimiento policial por el que alguien tiene que pagar… La sangre va a correr a medio camino entre las Tres Mil y Torreblanca, esa Sevilla profunda que no sale en las postales ni en las fotos turísticas, su cara oculta.
Pero, como no es suficiente éxtasis con semejante planteamiento formal, actoral y argumental, después todo ello se conjuga con el factor musical. Su selección musical de temas aflamencados es absolutamente soberbia, especialmente en el tema que acaba convirtiéndose en el leit motiv de la película, esa versión de “Me quedo contigo” interpretada por Rocío Márquez y que le da un par de millones de vueltas o más a la tan cacareada de Rosalía. Esto sí que es darle una vuelta de tuerca a la rumba clásica con una cadencia que pone los pelos de punta. Una obra de arte musical.
3 de abril de 2020
3 de abril de 2020
1 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Creo que merece la pena ver la película, aunque los clichés le salen por la azotea: el padre de la niña fallecida, un convicto con el tercer grado, busca tomarse la justicia por su mano, la policía corrupta al servicio de los narcos, la agente honrada que se rebela contra sus compañeros, la especie de duelo final entre esta y su pareja policial... en fin, todo demasiado visto y muy predecible.
Lo mejor son las actuaciones. Mario Casas resulta creíble, Natalia de Molina logra hacerte sentir el dolor de una madre que en un suspiro pierde a su hija, y Ruth Díaz, notable.
Lo mejor son las actuaciones. Mario Casas resulta creíble, Natalia de Molina logra hacerte sentir el dolor de una madre que en un suspiro pierde a su hija, y Ruth Díaz, notable.
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