El acorazado Potemkin
Drama. Bélico
Basada en hechos reales ocurridos en 1905. El acorazado Potemkin acaba de regresar de la guerra con Japón y su tripulación está a punto de amotinarse debido al trato brutal y a las malas raciones. Cuando una mañana les sirven carne infestada de gusanos, los marineros acaban rebelándose. se cansan del tratamiento vejatorio e injusto de los oficiales. Con este motín comienza el reguero revolucionario por Odesa y toda Rusia en contra de ... [+]
25 de julio de 2013
25 de julio de 2013
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Quién no ha visto 'El acorazado Potemkin' de joven, azuzado por una curiosidad precoz, entusiasmado a causa de la recomendación del amigo/padre cinéfilo o del crítico especializado de la era pre-Internet? Luego llegaba la decepción: "¿pero qué coño es esto?", como confirmando la sentencia de aquel francés según la cual una de las tendencias culturales más destacables consiste en, ausencia de identificación mediante, el rechazo frontal de lo que nos es distante en términos culturales. Solo que aquí no se trata de una sociedad de Nueva Guinea, sino del ya fantasmal socialismo soviético, con su original concepción del cine, que encontró en el montaje significante su principal seña de identidad, en un momento en el que los bolcheviques se afanaban en levantar un edificio artístico propio, lejos de las estructuras típicamente burguesas (los musicólogos soviéticos, por ejemplo, señalaban de dónde era legítimo coger y de dónde no, qué partes de la sonata estaban limpias y qué partes no).
Pero a los diecisiete años uno sabe lo justo de lenguaje cinematográfico, es decir, nada (bendita educación secundaria y su descuido absoluto del cine), y, al elogio que los expertos hacen de la sobrenatural destreza montadora de Eisenstein, responde asintiendo aunque carente de convicción. La otra posibilidad del recién aterrizado en Potemkin conlleva un renegar de la opinión de los sacerdotes, invertir el tono adulador y posicionarse en la radicalidad opuesta: "precisamente porque vosotros habláis de obra maestra yo hablo de cosa infumable y superada".
Más allá de pendencias cinematográficas, parece claro que el cine soviético y en especial el Potemkin no es la mejor introducción a los mundos de la era silente, como tampoco lo es '2001, una odisea del espacio' a los de la ciencia ficción ni 'Ciudadano Kane' al cine clásico norteamericano. Asimismo, parece claro que el primer visionado de 'El acorazado Potemkin' tiende a espantar. Mejor dejar al tiempo hacer su trabajo, hasta descubrir -o no- que todo en esta película condensa significado, que solo observando lo que nunca observamos en otras películas es posible percatarse del talento con el que, por medio de planos intercalados de un mismo suceso (que se vuelven incontables cuando del suceso participan no dos sujetos sino decenas), Eisenstein genera emociones, tensión y representaciones. El improvisado intento de fusilamiento de la cubierta no tiene nada que envidiar a la archifamosa escena de las escaleras. En ambas, el montaje vertiginoso recuerda a la imagen -también muy propia del culto industrialista soviético- de una máquina a pleno rendimiento. Tiempos rápidos y lentos hacen acto de presencia en esta película, y en todos ellos la gestión de las imágenes alcanza la excelencia. Imposible dar con una película anterior a 1925 que ejecutara algo siquiera parecido en lo relativo a las posibilidades del montaje. Hubo más revoluciones después de 1917.
Pero a los diecisiete años uno sabe lo justo de lenguaje cinematográfico, es decir, nada (bendita educación secundaria y su descuido absoluto del cine), y, al elogio que los expertos hacen de la sobrenatural destreza montadora de Eisenstein, responde asintiendo aunque carente de convicción. La otra posibilidad del recién aterrizado en Potemkin conlleva un renegar de la opinión de los sacerdotes, invertir el tono adulador y posicionarse en la radicalidad opuesta: "precisamente porque vosotros habláis de obra maestra yo hablo de cosa infumable y superada".
Más allá de pendencias cinematográficas, parece claro que el cine soviético y en especial el Potemkin no es la mejor introducción a los mundos de la era silente, como tampoco lo es '2001, una odisea del espacio' a los de la ciencia ficción ni 'Ciudadano Kane' al cine clásico norteamericano. Asimismo, parece claro que el primer visionado de 'El acorazado Potemkin' tiende a espantar. Mejor dejar al tiempo hacer su trabajo, hasta descubrir -o no- que todo en esta película condensa significado, que solo observando lo que nunca observamos en otras películas es posible percatarse del talento con el que, por medio de planos intercalados de un mismo suceso (que se vuelven incontables cuando del suceso participan no dos sujetos sino decenas), Eisenstein genera emociones, tensión y representaciones. El improvisado intento de fusilamiento de la cubierta no tiene nada que envidiar a la archifamosa escena de las escaleras. En ambas, el montaje vertiginoso recuerda a la imagen -también muy propia del culto industrialista soviético- de una máquina a pleno rendimiento. Tiempos rápidos y lentos hacen acto de presencia en esta película, y en todos ellos la gestión de las imágenes alcanza la excelencia. Imposible dar con una película anterior a 1925 que ejecutara algo siquiera parecido en lo relativo a las posibilidades del montaje. Hubo más revoluciones después de 1917.
15 de mayo de 2018
15 de mayo de 2018
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
En mi época de estudiante progre nadie se podía perder esta película kilométrica reducida en ocasiones a 77 minutos pero que tiene carrete para varias horas. Está basada en los acontecimientos reales que sucedieron en la Rusia de 1905, cuando la tripulación del acorazado Príncipe Potemkin se rebeló contra el humillante destino a que era sometida por los oficiales del buque. Hay motín y se considera el germen revolucionario que se extendería por Odesa y toda Rusia.
Por lo tanto es película política y social. Y detrás de la cámara está un precursor genial del cine contemporáneo, su director Sergei M. Eisenstein, quien junto a Nina Agadzhanova escribieron un guion apabullante, emocionante y lóbrego sobre un levantamiento en toda regla, más que justificado.
Geniales, tanto la música de Edmund Meisel, Nikolai Kryukov, Neil Tennant y Chris Lowe, como una fotografía increíble para aquellos entonces de Eduard Tissé y Vladimir Popov (B&W); primerísimos planos de rostros sangrientos, sudorosos o ennegrecidos y una acción que lo envuelve todo.
Es una película de culto, sobre todo para cinéfilos. Un muchacho de este 2018 se mete en una sala a ver esta obra genial del pasado siglo, y cae desmayado sin remisión al suelo sin que le dé tiempo a comerse las palomitas o a beber su Coca-Cola.
Por lo tanto es película política y social. Y detrás de la cámara está un precursor genial del cine contemporáneo, su director Sergei M. Eisenstein, quien junto a Nina Agadzhanova escribieron un guion apabullante, emocionante y lóbrego sobre un levantamiento en toda regla, más que justificado.
Geniales, tanto la música de Edmund Meisel, Nikolai Kryukov, Neil Tennant y Chris Lowe, como una fotografía increíble para aquellos entonces de Eduard Tissé y Vladimir Popov (B&W); primerísimos planos de rostros sangrientos, sudorosos o ennegrecidos y una acción que lo envuelve todo.
Es una película de culto, sobre todo para cinéfilos. Un muchacho de este 2018 se mete en una sala a ver esta obra genial del pasado siglo, y cae desmayado sin remisión al suelo sin que le dé tiempo a comerse las palomitas o a beber su Coca-Cola.
16 de abril de 2024
16 de abril de 2024
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
El acorazado Potemkin es una obra con una concepción política desde su nacimiento. Loar a los revolucionarios fallidos de 1905 para legitimar a los revolucionarios triunfantes en el poder de 1925.
Y no se puede negar que Eisenstein hizo un trabajo sobresaliente. En 1925 con todas las limitaciones del cine mudo de la época logra un film de envidiable ritmo, bella dirección, excelente fotografía, armoniosa música...
La historia es conocida, los marineros del buque se amotinan ante los malos tratos, la falta de comida digna y la situación social pre revolucionaria latente en las clases populares. Eisenstein consigue que su obra no tenga protagonista, ni recordemos ninguna actuación individual, pero esto más que un fallo es su mayor éxito, es una obra colectiva, de una revolución colectiva para un régimen colectivo, cuando pensamos en esta película no pensamos en ningún actor, pensamos en una tripulación, o incluso más, en un pueblo, el pueblo ruso.
Y para rematar el film se inventa con la "escena de las escaleras" una de las mejores escenas rodadas de la historia del cine, insertando en la memoria colectiva un deleznable acto represor zarista que, para más inri, en la realidad nunca existió. Maravillosa jugada de Eisenstein.
Lo dicho historia del cine, del cine político, sí, pero con mayusculas.
Y no se puede negar que Eisenstein hizo un trabajo sobresaliente. En 1925 con todas las limitaciones del cine mudo de la época logra un film de envidiable ritmo, bella dirección, excelente fotografía, armoniosa música...
La historia es conocida, los marineros del buque se amotinan ante los malos tratos, la falta de comida digna y la situación social pre revolucionaria latente en las clases populares. Eisenstein consigue que su obra no tenga protagonista, ni recordemos ninguna actuación individual, pero esto más que un fallo es su mayor éxito, es una obra colectiva, de una revolución colectiva para un régimen colectivo, cuando pensamos en esta película no pensamos en ningún actor, pensamos en una tripulación, o incluso más, en un pueblo, el pueblo ruso.
Y para rematar el film se inventa con la "escena de las escaleras" una de las mejores escenas rodadas de la historia del cine, insertando en la memoria colectiva un deleznable acto represor zarista que, para más inri, en la realidad nunca existió. Maravillosa jugada de Eisenstein.
Lo dicho historia del cine, del cine político, sí, pero con mayusculas.
7 de febrero de 2025
7 de febrero de 2025
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sergei Eisenstein dirigió en la época muda esta revolucionaria obra maestra, uno de los títulos más emblemáticos e influyentes de la historia de la cinematografía soviética y mundial. Su importancia radica tanto en una audaz innovación formal como en su poderosa narrativa política.
El montaje es el elemento que más destaca en la película. Eisenstein marcó un hito en el cine al usar el montaje de atracciones, en el que cada corte no sólo avanza la historia sino que también provoca una respuesta emocional y mental en el espectador. Su famoso "montaje intelectual" combina imágenes de gran poderío visual, creando una relación de contraste entre las escenas y generando una tensión dramática inigualable. Esto es especialmente evidente en la famosa secuencia de la escalera de Odessa, donde la agitación, el dolor y la violencia se amplifican a través de cortes rápidos y asociaciones visuales.
Eisenstein nos mantiene involucrados en cada uno de los momentos clave de la historia a través de un tempo acelerado que intensifica las emociones y capta la atención del público, convirtiendo a la película en un referente en cuanto a la construcción del ritmo cinematográfico.
Por otro lado, el director soviético también juega con el contraste entre la calma y la convulsión. Por ejemplo, la secuencia en la que se muestra el motín en el barco comienza de manera apacible antes de que estalle la violencia, lo que hace que el impacto posterior sea aún más fuerte.
Indudablemente, "El Acorazado Potemkin" es una obra referencial en el séptimo arte por mezclar magistralmente innovaciones en montaje y ritmo con una estética fuertemente expresiva, casi pictórica en algunos momentos, dando como resultado una película profundamente conmovedora y dinámica que no sólo narra una historia revolucionaria, sino que a su vez revoluciona la forma de contar historias a través del cine.
El montaje es el elemento que más destaca en la película. Eisenstein marcó un hito en el cine al usar el montaje de atracciones, en el que cada corte no sólo avanza la historia sino que también provoca una respuesta emocional y mental en el espectador. Su famoso "montaje intelectual" combina imágenes de gran poderío visual, creando una relación de contraste entre las escenas y generando una tensión dramática inigualable. Esto es especialmente evidente en la famosa secuencia de la escalera de Odessa, donde la agitación, el dolor y la violencia se amplifican a través de cortes rápidos y asociaciones visuales.
Eisenstein nos mantiene involucrados en cada uno de los momentos clave de la historia a través de un tempo acelerado que intensifica las emociones y capta la atención del público, convirtiendo a la película en un referente en cuanto a la construcción del ritmo cinematográfico.
Por otro lado, el director soviético también juega con el contraste entre la calma y la convulsión. Por ejemplo, la secuencia en la que se muestra el motín en el barco comienza de manera apacible antes de que estalle la violencia, lo que hace que el impacto posterior sea aún más fuerte.
Indudablemente, "El Acorazado Potemkin" es una obra referencial en el séptimo arte por mezclar magistralmente innovaciones en montaje y ritmo con una estética fuertemente expresiva, casi pictórica en algunos momentos, dando como resultado una película profundamente conmovedora y dinámica que no sólo narra una historia revolucionaria, sino que a su vez revoluciona la forma de contar historias a través del cine.
12 de noviembre de 2009
12 de noviembre de 2009
11 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cinta estrenada en 1925 y perteneciente al cine mudo. Ofrece, por lo tanto, todos los problemas de estas producciones cuando en fechas actuales queremos emitir un juicio sobre ellas.
¿Nos encontramos ante una obra maestra o se trata de un bodrio?
Seguramente ni lo uno ni lo otro pero merece la pena resaltar que, hoy como ayer, cada tipo de discurso posee un lenguaje propio e intercambiarlos conduce inexorablemente al error.
Al margen de cuestiones ideológicas que no son de este lugar, y ciñéndonos al ámbito de lo cinematográfico, hay que precisar las siguientes cuestiones sobre el “Acorazado Potemkin”:
1. Si pretendió ser un reportaje o documental, el resultado, sin ninguna duda, hay que calificarlo como fallido porque es parcial y sesgado.
2. Si se intentó presentarlo como un ensayo, el producto es de escasa consistencia porque carece de sistema.
3. Si se propusieron aspirar a una “obra de arte”, la pretensión naufragó totalmente por su falta de calidad narrativa y capacidad de fabulación.
Así las cosas, y en aras de brevedad expositiva, el “Acorazado” sólo puede calificarse como panfleto.
Pero incluso firmar un panfleto bien hecho posee su mérito.
¿Nos encontramos ante una obra maestra o se trata de un bodrio?
Seguramente ni lo uno ni lo otro pero merece la pena resaltar que, hoy como ayer, cada tipo de discurso posee un lenguaje propio e intercambiarlos conduce inexorablemente al error.
Al margen de cuestiones ideológicas que no son de este lugar, y ciñéndonos al ámbito de lo cinematográfico, hay que precisar las siguientes cuestiones sobre el “Acorazado Potemkin”:
1. Si pretendió ser un reportaje o documental, el resultado, sin ninguna duda, hay que calificarlo como fallido porque es parcial y sesgado.
2. Si se intentó presentarlo como un ensayo, el producto es de escasa consistencia porque carece de sistema.
3. Si se propusieron aspirar a una “obra de arte”, la pretensión naufragó totalmente por su falta de calidad narrativa y capacidad de fabulación.
Así las cosas, y en aras de brevedad expositiva, el “Acorazado” sólo puede calificarse como panfleto.
Pero incluso firmar un panfleto bien hecho posee su mérito.
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