Argo
7.2
79,365
Thriller. Intriga. Drama
Irán, año 1979. Cuando la embajada de los Estados Unidos en Teherán es ocupada por seguidores del Ayatolá Jomeini para pedir la extradición del Sha de Persia, la CIA y el gobierno canadiense organizaron una operación para rescatar a seis diplomáticos estadounidenses que se habían refugiado en la casa del embajador de Canadá. Con este fin se recurrió a un experto en rescatar rehenes y se preparó el escenario para el rodaje de una ... [+]
26 de octubre de 2012
26 de octubre de 2012
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Dos conclusiones sobre la historia que surgen inmediatamente después de ver el nuevo trabajo como director de Ben Affleck. De hecho, la primera -y más trágica- se presenta a los pocos minutos de proyección: el hombre está condenado a repetir sus errores. Desde luego se trata de su manía en tropezar dos (y, tres, y cuatro...) veces con la misma piedra. ¿Acaso es casual que los hechos descritos en la película que ahora nos concierne hayan tenido su perfecta réplica en la actualidad, más de tres décadas después? Por supuesto, no. La simple enumeración cronológica ya asusta. Año 1979, la escalada de tensión entre Irán y los Estados Unidos marca máximos jamás vistos hasta el momento debido a la tristemente famosa crisis de las embajadas.
Año 2012, vuelven los días no aptos para diplomáticos cardíacos. Vuelven los malos tiempos consulares con decisión casi idéntica en la designación de la interpretación de los distintos roles. Por una parte, el agraviado y posteriormente sediento de venganza. Antes se trataba solo del país persa, ahora del mundo árabe en general, colérico tras la enésima polémica con ciertas caricaturas (cuyo autor tiene la cabeza tasada en 100.000€, por cierto) de su amado profeta. En el otro lado del cuadrilátero, el supuesto provocador que posteriormente paga muy cara su osadía. A finales de los setenta quien se vio en una situación sin salida fue la súper-potencia norteamericana, ahora las han pasado canutas un grupo de naciones que solo pueden englobarse en la odiosa categoría de "bloque occidental". Cosas de la globalización, que ahora las penas también se viven en grupo.
Segunda conclusión, y así retomamos el hilo. "La historia comienza siendo una farsa y termina siendo un drama." ¿O quizás era al revés? El caso es que la cita va a misa, ya que salió de la mismísima boca de Karl Marx... ¿o tal vez fue Groucho Marx? A saber. El caso es que lo que empieza siendo una auténtica condena (volvemos a hablar de la maldita piedra), poco a poco (ahora cada vez más deprisa) va adquiriendo la categoría de gran guiñol. La fórmula planteada por Woody Allen, que afirmaba que la tragedia sumada al tiempo resultaba en comedia, es de una universalidad incuestionable. Por citar un ejemplo reciente, antes de que se derrumbara la segunda torre del World Trade Center, ya había creada una página web dedicada exclusivamente a recopilar bromas relacionadas con los atentados perpetuados en Nueva York.
Cuando algunos cuerpos todavía caían literalmente del cielo, la popularidad de dicho espacio virtual subía como la espuma. Y es que hay ocasiones en las que el factor tiempo se volatiliza y no deja rastro. El caso increíblemente real que toma Ben Affleck de hecho ya conjuga a la perfección tanto el factor dramático como el cómico, que se unen para construir lo que, años, innumerables recortes de papel y varias desclasificaciones después podemos considerar como historia. ¿Y qué nos cuenta ésta? Primero, y en forma de storyboard, la historia de Irán, que ya nos pone en el contexto de crispación de 1979, año en el que el derrocado Sha había sido acogido por el mismo país (Estados Unidos, of course) que le ayudó tiempo atrás a derrocar al régimen democrático que tan poca gracia le hacía. Ni falta hace decir que los iraníes, espoleados por el Ayatolá Jomeini, no encajaron demasiado bien el gesto, y claro, la tomaron con cualquiera que en aquel momento tuviera los pies en suelo yankee.
De este modo arranca 'Argo', tercera película como director de Ben Affleck, alguien raramente sufrible delante de las cámaras... pero de una fiabilidad absoluta detrás de ellas. Tras haber sorprendido a propios y extraños con sus sólidos e híper-efectivos thrillers criminales 'Adiós pequeña, adiós' y 'The Town (Ciudad de ladrones)', el de Berkeley sigue probando suerte con el mismo género, dándole a su criatura, en esta ocasión, un tono político y despiadadamente satírico. Ahora los protagonistas no son personajes de permanente presencia en los bajos fondos; ahora son diplomáticos, políticos... y peces gordos del cine. Juntos deben cumplir una misión imposible: sacar del territorio más hostil a un reducido grupo de la embajada de los Estados Unidos.
Para ello, nada mejor que la gran farsa del cine -sí, es una redundancia-; una película que da título a la que estamos viendo; una superproducción de ciencia-ficción que toma su inspiración en Oriente, y que obviamente está inventada única y exclusivamente para hacer pasar a los pobres y amenazados funcionarios como inofensivos miembros del equipo técnico del rodaje. Para entendernos, para hacerlos pasar por gente de nulo interés para ese nuevo régimen obsesionado en cobrarse una deuda de sangre que no está sujeta a debate alguno. La carambola es muy complicada; un más difícil todavía, y para que ésta pueda completarse, deben moverse un sinfín de hilos desde un sinfín de localidades.
O lo que es lo mismo, hay dos (más uno) frentes abiertos: las soleadas colinas de Los Angeles y el asfalto y hormigón nevados de Teherán. Cogiendo como referencia por una parte la genial 'El juego de Hollywood', de Robert Altman y por otra los mejores filmes de intriga política de la década de los 70, tomando prestado el nombre de grandes como Alan J. Pakula (y usando aquel magnífico perro verde 'La cortina de humo', de Barry Levinson, como puente de unión), Affleck mantiene pegado al espectador a la butaca durante dos horas. A base de carcajadas envenenadas (imprescindible para ello la dupla John Goodman & Alan Arkin) y una tensión tan bien llevada que no desaparece hasta que desfilan por la pantalla los títulos de crédito finales, avanza una trama que nunca pierde en interés. La lástima, como siempre, es la omnipresencia del Ben Affleck-actor, que con su agotadoramente contagiosa melancolía intenta reivindicar su floja carrera como intérprete a través de un endeble y pésimamente rematado drama familiar.
Año 2012, vuelven los días no aptos para diplomáticos cardíacos. Vuelven los malos tiempos consulares con decisión casi idéntica en la designación de la interpretación de los distintos roles. Por una parte, el agraviado y posteriormente sediento de venganza. Antes se trataba solo del país persa, ahora del mundo árabe en general, colérico tras la enésima polémica con ciertas caricaturas (cuyo autor tiene la cabeza tasada en 100.000€, por cierto) de su amado profeta. En el otro lado del cuadrilátero, el supuesto provocador que posteriormente paga muy cara su osadía. A finales de los setenta quien se vio en una situación sin salida fue la súper-potencia norteamericana, ahora las han pasado canutas un grupo de naciones que solo pueden englobarse en la odiosa categoría de "bloque occidental". Cosas de la globalización, que ahora las penas también se viven en grupo.
Segunda conclusión, y así retomamos el hilo. "La historia comienza siendo una farsa y termina siendo un drama." ¿O quizás era al revés? El caso es que la cita va a misa, ya que salió de la mismísima boca de Karl Marx... ¿o tal vez fue Groucho Marx? A saber. El caso es que lo que empieza siendo una auténtica condena (volvemos a hablar de la maldita piedra), poco a poco (ahora cada vez más deprisa) va adquiriendo la categoría de gran guiñol. La fórmula planteada por Woody Allen, que afirmaba que la tragedia sumada al tiempo resultaba en comedia, es de una universalidad incuestionable. Por citar un ejemplo reciente, antes de que se derrumbara la segunda torre del World Trade Center, ya había creada una página web dedicada exclusivamente a recopilar bromas relacionadas con los atentados perpetuados en Nueva York.
Cuando algunos cuerpos todavía caían literalmente del cielo, la popularidad de dicho espacio virtual subía como la espuma. Y es que hay ocasiones en las que el factor tiempo se volatiliza y no deja rastro. El caso increíblemente real que toma Ben Affleck de hecho ya conjuga a la perfección tanto el factor dramático como el cómico, que se unen para construir lo que, años, innumerables recortes de papel y varias desclasificaciones después podemos considerar como historia. ¿Y qué nos cuenta ésta? Primero, y en forma de storyboard, la historia de Irán, que ya nos pone en el contexto de crispación de 1979, año en el que el derrocado Sha había sido acogido por el mismo país (Estados Unidos, of course) que le ayudó tiempo atrás a derrocar al régimen democrático que tan poca gracia le hacía. Ni falta hace decir que los iraníes, espoleados por el Ayatolá Jomeini, no encajaron demasiado bien el gesto, y claro, la tomaron con cualquiera que en aquel momento tuviera los pies en suelo yankee.
De este modo arranca 'Argo', tercera película como director de Ben Affleck, alguien raramente sufrible delante de las cámaras... pero de una fiabilidad absoluta detrás de ellas. Tras haber sorprendido a propios y extraños con sus sólidos e híper-efectivos thrillers criminales 'Adiós pequeña, adiós' y 'The Town (Ciudad de ladrones)', el de Berkeley sigue probando suerte con el mismo género, dándole a su criatura, en esta ocasión, un tono político y despiadadamente satírico. Ahora los protagonistas no son personajes de permanente presencia en los bajos fondos; ahora son diplomáticos, políticos... y peces gordos del cine. Juntos deben cumplir una misión imposible: sacar del territorio más hostil a un reducido grupo de la embajada de los Estados Unidos.
Para ello, nada mejor que la gran farsa del cine -sí, es una redundancia-; una película que da título a la que estamos viendo; una superproducción de ciencia-ficción que toma su inspiración en Oriente, y que obviamente está inventada única y exclusivamente para hacer pasar a los pobres y amenazados funcionarios como inofensivos miembros del equipo técnico del rodaje. Para entendernos, para hacerlos pasar por gente de nulo interés para ese nuevo régimen obsesionado en cobrarse una deuda de sangre que no está sujeta a debate alguno. La carambola es muy complicada; un más difícil todavía, y para que ésta pueda completarse, deben moverse un sinfín de hilos desde un sinfín de localidades.
O lo que es lo mismo, hay dos (más uno) frentes abiertos: las soleadas colinas de Los Angeles y el asfalto y hormigón nevados de Teherán. Cogiendo como referencia por una parte la genial 'El juego de Hollywood', de Robert Altman y por otra los mejores filmes de intriga política de la década de los 70, tomando prestado el nombre de grandes como Alan J. Pakula (y usando aquel magnífico perro verde 'La cortina de humo', de Barry Levinson, como puente de unión), Affleck mantiene pegado al espectador a la butaca durante dos horas. A base de carcajadas envenenadas (imprescindible para ello la dupla John Goodman & Alan Arkin) y una tensión tan bien llevada que no desaparece hasta que desfilan por la pantalla los títulos de crédito finales, avanza una trama que nunca pierde en interés. La lástima, como siempre, es la omnipresencia del Ben Affleck-actor, que con su agotadoramente contagiosa melancolía intenta reivindicar su floja carrera como intérprete a través de un endeble y pésimamente rematado drama familiar.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Afortunadamente esta cojera (que bien podría haberse eliminado a base de recortes en la sala de montaje) queda tapada por las virtudes del resto del conjunto en el que sobresalen sus dos otros frentes (una vez más, la comedia viene del oeste y el drama del este). Caso de manual en el que la realidad supera a la ficción (o todo lo contrario: la ficción se apodera de todo), 'Argo' es una ejemplar mezcla de géneros (así como un híbrido entre la historia y sus respectivas licencias fílmicas, excelentemente ilustrado en el juego final entre fotos prestadas y fotogramas de cosecha propia) que muy oportunamente aboga por el ingenio antes que por la violencia de cara a la resolución de conflictos. Y si con esto no basta, ¿''argo-derse''? No, porque siempre quedará el séptimo arte y su alocada industria, un equipo demoledor visto aquí como el único billete hacia una evasión salvadora, en lo que es una genial metáfora sobre qué es lo que ofrece el mejor celuloide.
18 de diciembre de 2013
18 de diciembre de 2013
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Casi diez meses después de la última ceremonia de los Óscars, me dije que ya iba siendo hora de ver la película ganadora. En su momento no me llamó mucho la atención y no fui a verla al cine, pero desde que salió ganadora que tenía la espina clavada. A veces no coincido en gustos con los eruditos de la Academia, ahí están "Slumdog Millionare", "American Beauty" o "Titanic" para atestiguarlo, y otras muchas veces sí, como con "En tierra hostil", "No es país para viejos" o "El retorno del rey", por solo citar unos ejemplos. ¿En qué categoría entra "Argo"? Pues en el primer grupo, aunque es una película mejor que las que he citado.
A partir de aquí hay algún que otro spoiler.
"Argo" nos sitúa en el convulso Irán de finales de los setenta, después de que el Shah abandone el país para tratarse un cáncer y ascienda al poder el ayatolá Jomeini. Partidarios y militantes de éste reclamaban en las calles que el Shah volviese a Irán para que fuese juzgado por todos los abusos que había perpetrado durante su mandato. Los Estados Unidos, cómo no, le dieron asilo y se negaron a entregarlo; los manifestantes, cada vez más enfurecidos y azuzados por grupos radicales, acabaron asaltando la embajada americana y secuestrando a prácticamente todos sus trabajadores. Solo seis diplomáticos consiguieron salir a tiempo para esconderse en la embajada canadiense. En la embajada se aseguraron de destruir todos los documentos, pero solo era cuestión de tiempo que los iranianos se diesen cuenta de que faltaban seis rehenes y empezasen a registrar toda la ciudad para encontrarlos. Estados Unidos decidió que los seis debían ser rescatados y la tarea acabó recayendo en el agente de la CIA Tony Méndez (Ben Affleck), un especialista en sacar a gente de países conflictivos; junto a dos pesos pesados de la industria hollywoodiense, el productor Lester Siegel (Alan Arkin) y el maquillador John Chambers (John Goodman), se inventarán una película que no llegaría a rodarse nunca, de nombre "Argo", y harán pasar a los diplomáticos como trabajadores de la misma. La película empieza muy bien con la toma de la embajada; la tensión va escalando poco a poco, hasta que la turba acaba entrando. Después, cuando preparan la película, se convierte en una divertida parodia de los mecanismos del cine, aunque el tono humorístico rebaje demasiado la seriedad de la situación en algún que otro pasaje. Las intervenciones de Goodman y de Arkin son muy acertadas en este tramo y es curioso ver en qué consisten, o consistían, los pasos por los que se tenían que pasar para aprobar el rodaje de una película. En este punto, la película es entretenida, aunque da la sensación de que no acaba de arrancar. No es hasta que Affleck vuela a Irán que la película no despega del todo y se vuelve más interesante. La tensión vuelve a crecer y te mantiene atrapado, sin saber si Affleck conseguirá su cometido o no. Hay que reconocer que en esta impresión tiene mucho que ver mi ignorancia sobre el suceso en cuestión, pero es cierto que la película es capaz de generar la suficiente tensión como para que no aburra en ningún momento. Y luego está el final, quizás demasiado hollywoodiense con la huida in extremis, pero que consigue mantenerte pegado al sofá.
Como contrapunto, el guion no es nada del otro mundo; no como para ganar el Óscar a mejor guion adaptado. En mi opinión, es demasiado rutinario. Hay escenas que están bien y hay diálogos ingeniosos, quizás demasiado concentrados en la primera parte, pero todos los problemas a los que tienen que hacer frente son previsibles, como cuando van al mercado y la muchedumbre los increpa o cuando están en el aeropuerto y no se sabe muy bien si pasarán todos los controles. Esas escenas se basan mucho en hacernos creer que el problema será insalvable, que no lo superarán, pero los personajes siempre acaban encontrando una solución fácil y rápida en el último momento, como cuando los llevan a parte en el último control o cuando los compañeros de Affleck deben validar los billetes en el último momento. En ese sentido, es muy previsible.
Por otro lado, no voy a valorar si los hechos que se narran son fieles o no a la realidad, más que nada porque sería entrar en terrenos que no domino, pero la caracterización de los personajes y la ambientación te trasladan a la perfección a los años 70-80. Las actuaciones también están bien; Affleck cumple, aunque esté demasiado soso (y que conste que suelo defenderle. No es un actor muy bueno, eso está claro, pero tampoco es pésimo como muchos dicen) y los secundarios no desentonan en ningún momento. El problema radica en que hay muchos y la mayoría no tienen tantos minutos como debieran. Arkin, Goodman y Cranston tienen su momento, pero globalmente acaban siendo un tanto pasajeros y acabas teniendo la sensación de que se podrían haber aprovechado más.
En conclusión, una película muy entretenida, quizás demasiado plana y previsible en su última mitad, pero recomendable. Las actuaciones y la ambientación acompañan y ayudan a meterte en la historia.
A partir de aquí hay algún que otro spoiler.
"Argo" nos sitúa en el convulso Irán de finales de los setenta, después de que el Shah abandone el país para tratarse un cáncer y ascienda al poder el ayatolá Jomeini. Partidarios y militantes de éste reclamaban en las calles que el Shah volviese a Irán para que fuese juzgado por todos los abusos que había perpetrado durante su mandato. Los Estados Unidos, cómo no, le dieron asilo y se negaron a entregarlo; los manifestantes, cada vez más enfurecidos y azuzados por grupos radicales, acabaron asaltando la embajada americana y secuestrando a prácticamente todos sus trabajadores. Solo seis diplomáticos consiguieron salir a tiempo para esconderse en la embajada canadiense. En la embajada se aseguraron de destruir todos los documentos, pero solo era cuestión de tiempo que los iranianos se diesen cuenta de que faltaban seis rehenes y empezasen a registrar toda la ciudad para encontrarlos. Estados Unidos decidió que los seis debían ser rescatados y la tarea acabó recayendo en el agente de la CIA Tony Méndez (Ben Affleck), un especialista en sacar a gente de países conflictivos; junto a dos pesos pesados de la industria hollywoodiense, el productor Lester Siegel (Alan Arkin) y el maquillador John Chambers (John Goodman), se inventarán una película que no llegaría a rodarse nunca, de nombre "Argo", y harán pasar a los diplomáticos como trabajadores de la misma. La película empieza muy bien con la toma de la embajada; la tensión va escalando poco a poco, hasta que la turba acaba entrando. Después, cuando preparan la película, se convierte en una divertida parodia de los mecanismos del cine, aunque el tono humorístico rebaje demasiado la seriedad de la situación en algún que otro pasaje. Las intervenciones de Goodman y de Arkin son muy acertadas en este tramo y es curioso ver en qué consisten, o consistían, los pasos por los que se tenían que pasar para aprobar el rodaje de una película. En este punto, la película es entretenida, aunque da la sensación de que no acaba de arrancar. No es hasta que Affleck vuela a Irán que la película no despega del todo y se vuelve más interesante. La tensión vuelve a crecer y te mantiene atrapado, sin saber si Affleck conseguirá su cometido o no. Hay que reconocer que en esta impresión tiene mucho que ver mi ignorancia sobre el suceso en cuestión, pero es cierto que la película es capaz de generar la suficiente tensión como para que no aburra en ningún momento. Y luego está el final, quizás demasiado hollywoodiense con la huida in extremis, pero que consigue mantenerte pegado al sofá.
Como contrapunto, el guion no es nada del otro mundo; no como para ganar el Óscar a mejor guion adaptado. En mi opinión, es demasiado rutinario. Hay escenas que están bien y hay diálogos ingeniosos, quizás demasiado concentrados en la primera parte, pero todos los problemas a los que tienen que hacer frente son previsibles, como cuando van al mercado y la muchedumbre los increpa o cuando están en el aeropuerto y no se sabe muy bien si pasarán todos los controles. Esas escenas se basan mucho en hacernos creer que el problema será insalvable, que no lo superarán, pero los personajes siempre acaban encontrando una solución fácil y rápida en el último momento, como cuando los llevan a parte en el último control o cuando los compañeros de Affleck deben validar los billetes en el último momento. En ese sentido, es muy previsible.
Por otro lado, no voy a valorar si los hechos que se narran son fieles o no a la realidad, más que nada porque sería entrar en terrenos que no domino, pero la caracterización de los personajes y la ambientación te trasladan a la perfección a los años 70-80. Las actuaciones también están bien; Affleck cumple, aunque esté demasiado soso (y que conste que suelo defenderle. No es un actor muy bueno, eso está claro, pero tampoco es pésimo como muchos dicen) y los secundarios no desentonan en ningún momento. El problema radica en que hay muchos y la mayoría no tienen tantos minutos como debieran. Arkin, Goodman y Cranston tienen su momento, pero globalmente acaban siendo un tanto pasajeros y acabas teniendo la sensación de que se podrían haber aprovechado más.
En conclusión, una película muy entretenida, quizás demasiado plana y previsible en su última mitad, pero recomendable. Las actuaciones y la ambientación acompañan y ayudan a meterte en la historia.
11 de abril de 2014
11 de abril de 2014
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tiene un 2 por estos motivos:
-Muy buen montaje las cosas como son.
-Affleck es mi ídolo. Sabiendo que no le darían un Oscar ni aunque estuviera relleno de ácido, ha hecho una película a medida del jurado americano.
Recordemos que esta cosa le quitó el Oscar a mejor película a "La vida de Pi" entre otras.
Pero es que es lenta, vacía, ridícula (no olvidemos que se basa en hechos reales) y panfletera. Dos horas para explicar lo que voy a contar ahora.
Imagen de bandera americana ardiendo (la película termina con un ondeando a todo ritmo como las caderas de Shakira). Nos presentan a Affleck, tan expresivo como siempre y nos meten una historia familiar que solo viene a rellenar ya que objetivamente no aporta nada.
Los americanos son héroes y modestos, los canadienses muy buena gente y los iraníes malos y retrasados (atentos a como entretienen a los guardias, que son la élite encima, al salir del aeropuerto).
Un "happy end" en todos los sentidos, y no salen los iraníes dándose besos porque son los malos que si no también los meten. Todo esto encolado con un "justo a tiempo" con llamadas, pasaportes y descubrimientos que ni los relojes suizos (recordemos lo de basado en hechos reales). THE END.
Lejos ando de ser un anti americano ya que casi todo el cine que veo es suyo, me gusta el Mcdonald y las fiestas universitarias que montan pese a pasar la treintena. Pero solo siendo un patriotero americano de barrio puede gustarte esta obra que no puedo dejar de agradecer a Affleck.
-Muy buen montaje las cosas como son.
-Affleck es mi ídolo. Sabiendo que no le darían un Oscar ni aunque estuviera relleno de ácido, ha hecho una película a medida del jurado americano.
Recordemos que esta cosa le quitó el Oscar a mejor película a "La vida de Pi" entre otras.
Pero es que es lenta, vacía, ridícula (no olvidemos que se basa en hechos reales) y panfletera. Dos horas para explicar lo que voy a contar ahora.
Imagen de bandera americana ardiendo (la película termina con un ondeando a todo ritmo como las caderas de Shakira). Nos presentan a Affleck, tan expresivo como siempre y nos meten una historia familiar que solo viene a rellenar ya que objetivamente no aporta nada.
Los americanos son héroes y modestos, los canadienses muy buena gente y los iraníes malos y retrasados (atentos a como entretienen a los guardias, que son la élite encima, al salir del aeropuerto).
Un "happy end" en todos los sentidos, y no salen los iraníes dándose besos porque son los malos que si no también los meten. Todo esto encolado con un "justo a tiempo" con llamadas, pasaportes y descubrimientos que ni los relojes suizos (recordemos lo de basado en hechos reales). THE END.
Lejos ando de ser un anti americano ya que casi todo el cine que veo es suyo, me gusta el Mcdonald y las fiestas universitarias que montan pese a pasar la treintena. Pero solo siendo un patriotero americano de barrio puede gustarte esta obra que no puedo dejar de agradecer a Affleck.
27 de octubre de 2012
27 de octubre de 2012
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tres películas lleva Ben Affleck como director y cada cual mejor que la anterior. En esta incluso está bien como actor.
Parece difícil de entender como con una idea tan descabellada pudiesen sacar a esas personas del país pero así fueron las cosas.
Genial como lleva la historia, tanto la política en los despachos, como la trama en Iran pero sobre todo la parte Hollywoodiense que la convierte en una estupenda comedía con unos Alan Arkin y John Goodman sembrados.
El comienzo de la película contada mediante viñetas con voz en off casi a modo documental no puede estar mejor explicado.
Parece difícil de entender como con una idea tan descabellada pudiesen sacar a esas personas del país pero así fueron las cosas.
Genial como lleva la historia, tanto la política en los despachos, como la trama en Iran pero sobre todo la parte Hollywoodiense que la convierte en una estupenda comedía con unos Alan Arkin y John Goodman sembrados.
El comienzo de la película contada mediante viñetas con voz en off casi a modo documental no puede estar mejor explicado.
13 de noviembre de 2012
13 de noviembre de 2012
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ben Affleck está empeñado en asegurarse un futuro como realizador más allá de la interpretación y poco a poco lo está consiguiendo. En su tercer largo y con sólo 40 años, Affleck puede jactarse de haber conseguido algo que otros muchos colegas de profesión ansían: estilo. Si bien sus dos anteriores trabajos tras las cámaras (Adiós pequeña, adiós y The Town. Ciudad de ladrones) partían de guiones originales, con Argo se enfrentaba al reto de reconstruir una historia real, aunque inverosímil, que a la vez es un reflejo de la tensión geopolítica que se vivía a principios de los años 80. Varias cosas se agradecen en esta película. La primordial es que estamos ante un verdadero vehículo de entretenimiento que consigue que la atención no decaiga a lo largo de los 120 minutos de metraje. Pero no sólo el tiempo se pasa volando, sino que la acción avanza con brío, una vez superado con maestría el primer tercio de la cinta. Para cualquier aficionado coetáneo de Affleck, el indisimulado homenaje al cine de Spielberg y Lucas es otro de los ingredientes que emparentan esta película con los clásicos de los 80; por cierto, al igual que intentó -con peor suerte- J. J. Abrams en Super 8. También se agradece el pulso del que está dotado el Affleck director, tanto en las secuencias de acción como en el último tramo de la película, donde el prodigioso montaje te deja clavado a la butaca. Para Affleck, el espectador es lo primero y se agradece. La dirección de actores es efectiva, aunque cuando cuentas en el reparto con John Goodman y Alan Arkin ya tienes mucho ganado. Por buscarle algún ‘pero’, podríamos entrar en si la película hace gala de un excesivo patriotismo o no… La verdad es que particularmente me da igual. No dudo de que estamos ante una de las firmes candidatas a hacerse con alguna estatuilla en la noche de los Oscar®. Para disgusto de Spielberg, claro.
Cancelar
Limpiar
Aplicar
Filters & Sorts
You can change filter options and sorts from here