El film que hoy me ocupa no es más que un relato de una sociedad no muy lejana, en que los posos de comunicación entre seres humanos están bajo mínimos, un mundo gélido y robótico, capturado con maestría gracias a la fotografía del señor Peter Suschitzky. En este mundo inhumano (el cual no es más que una hipérbole de la situación en que se encuentra la humanidad ahora mismo) los protagonistas se nos muestran oscuros, fríos como el propio universo que les rodea, hablando entre susurros y palabras cripticas. Parece ser que la única forma que conocen de relacionarse con los demás es a través del sexo, pero de una manera un tanto espiritual, buscando el satisfacer un deseo más místico que carnal, una especie de vuelta de tuerca retorcida al concepto del budismo y demás filosofías orientales y su búsqueda del Nirvana. Nuestros protagonistas se encuentran todo el rato dando vueltas en círculo, dando vueltas a la misma idea, viviendo una y otra vez las mismas situaciones, quizá de forma inconsciente, pero nada importa, el deseo, el morbo y el miedo a la muerte se funden en uno solo y de ahí nace esa enfermiza actitud que ha hecho que tanta gente repudie la película, esa excitación sexual nacida del mundo de los accidentes entre vehículos, de la fusión definitiva de la máquina y el humano en un solo ente, una especie de catarsis alimentada por la muerte de leyendas como James Dean. La música que acompaña a la película es esencial, un frio mecánico resuena en todas y cada una de sus melodías, melodías tan desprovistas de alma que asustan, quizá ahí radique toda la película, sus personajes no tienen alma, se guían por el deseo, una búsqueda del deseo que choca de pleno con el ambiente en que se mueven, un mundo finalmente cerebral, al que se le han extirpado las pasiones, el mundo al que debemos dirigirnos y por suerte nos dirigimos inevitablemente.

Crash es una rareza basada en una novela ajena a su director pero que realmente le va como un guante. Que David Cronenberg es un cachondo ya lo sabíamos desde que dirigió Vinieron de dentro de... con aquel parásito que se alojaba en el interior de las personas convirtiéndolas en sátiros. En Crash tenemos un argumento mínimo sobre una gente que se excita con los accidentes de coche lo que da pie a una película erótica en toda regla y sin mucho sentido pero que contiene buenas escenas de sexo.

Holly Hunter, James Spader, Deborah Kara Unger, Elias Koteas y Rosanna Arquette forman un grupo de individuos que encuentran el placer en los accidentes de circulación. Unos pervertidos sexualmente liberados que se dedican a follar entre ellos en coches mientras se estrellan. En su momento me desconcertó porque viendo de quien era pensaba que el film tendría una perspectiva más fantástica. La esperé con impaciencia pero luego me decepcionó, incluso me pareció malísima porque resulta difícil de asimilar que haya gente tan rara por el mundo que se excite de esa forma, no obstante tengo que reconocer que las secuencias de sexo me gustaron.

La película fue polémica y hubo quien la aborreció y quien la encumbró, yo ni lo uno ni lo otro un cinco y todos contentos. La actriz Deborah Kara Unger fue todo un descubrimiento, quién fuera Elias Koteas...

Película alocada que mezcla la velocidad, el automovilismo y los accidentes de tráfico, con unas grandes dosis de sexo desenfrenado, con imágenes bien explícitas que no te dejaran indiferente.

La película empieza fuerte, ya a los 10 segundos te encuentras con la primera escena sexual y eso a mí me hizo engancharme y la verdad que el primer tramo está muy bien llevado, pero llega un punto en el que la película empieza a volverse repetitiva y con escenas totalmente ilógicas y alocadas que la verdad no se si están hechas así adrede o es que yo no entendí la película.

Y ahí perdí el interés y se me vino la película abajo.

Estaba dudando entre el 6 o el 5. El 4 que tenía en un principio no, claro. La película no deja indiferente y solo por ese motivo ya merece el aprobado, pero sin pasarse que la película tampoco pasa de la provocación.

Me divierte que los protagonistas se pongan verracos teniendo, viendo o hablando de accidentes de coches. Otra cosa es que me crea que puedan parar a hacer fotos delante de un accidente automovilístico, todos relamiéndose de placer, que solo les faltaba follar con los accidentados, y todo era de lo más normal para la gente que estaba ayudando.

También me divierte como la prota principal (bue, al menos yo la veo más prota que el resto) Deborah Kara Unger se pone burra o pretende poner burro a James Spader susurrándole acerca del semen del colgado de las representaciones de accidentes de famosos (un Elías Koteas pasadísimo).

Y ver sus perversiones pues está bien, pero luego, cuando ves que todos en la película están como puñeteras cabras, pues ya empieza a cansar. Si hasta el del concesionario no parece muy cuerdo.

Y ya el final, porque había que acabarla de alguna manera porque ni un final parece.

Y, bueno, el personaje de Rossana Arquete es una copia de Andrea Caracortada de Kika de Almodóvar. No en su forma de actuar si no estéticamente.

El valor de "Crash" es innegable. El valor de su osadía, del salirse de las líneas de la corrección, en el cine y fuera de él. Siempre defenderé la depravación en la gran pantalla, porque gente tarada por el mundo las hay a patadas. Eso lo sabes conforme más gente conoces, imagino que los médicos, las enfermeras, los taxistas, las dependientas, los camareros y todo aquel que trabaje cara al público estará de acuerdo conmigo. Por eso tampoco me he llevado las manos a la cabeza al ver, a través de esta película, a unos tipos que se excitan con accidentes de coche. Cosas peores se han visto.

El valor que le otorgo a "Crash" y a David Cronenberg no quita que la película me parezca insatisfactoria en términos narrativos. En primer lugar, nuestro protagonista ya era un amante de ciertas perversiones antes del accidente, luego el mismo accidente pierde valor. En segundo lugar, el desarrollo de la película no logró importarme en demasía, especialmente en su segunda mitad, cuando desconecté por completo. Y de ahí, al tercer y último problema de "Crash": no logra retratar la depravación sin que parezca gratuita.

El reparto sufre de cierta apatía. Ahí tenemos a la implacable Holly Hunter que aquí no tiene modo humano de lucirse. Imagino que su nombre aparece el segundo en los créditos porque tres años atrás había ganado el Oscar, y el Oscar es el Oscar, aunque sea en una cinta alternativa como esta, pues su cometido es escueto. El resto tampoco logran quedarse en la retina, salvo un James Spider en el papel de su vida. El actor posee una sensualidad abrumadora y aquí le sacan todo el jugo. Las escenas de sexo sí logran ponerte a tono, a propósito, esta es de esas películas que mejor ver en soledad o, como mucho, con tu pareja.

Se nota que el director tenía una idea clara de lo que quería, de hecho son varios los planos y las escenas que recordaré*(1), pero lo cierto es que "Crash" no llegó a importarme jamás.