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El último Boy Scout

Acción. Comedia Joe Hallenbeck, un detective privado en horas bajas, había sido uno de los más importantes agentes del servicio secreto norteamericano, pero su carrera terminó al enfrentarse a un político corrupto. Por su parte, Jimmy Dix, una gran estrella del fútbol, cae en desgracia al verse involucrado en un escándalo. Ambos unirán sus fuerzas para resolver un turbio caso en el que se ven implicados. (FILMAFFINITY)
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8
11 de diciembre de 2014 1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
No entiendo a algunos críticos especializados (suelen ser los llamados gafapastas encabezados por Isabel Coixet) que desprecian el cine de acción por sus pirotecnias, disparos y persecuciones. Ilusos ellos, no quieren ver que hay cine incluso en películas de este calibre. Además, hubo un tiempo (en la década de los 80-90) en el que los héroes de acción sufrían, se magullaban, no querían ser el héroe o simplemente lo hacían porque nadie más quería hacerlo. ‘El Último Boy Scout’ es una oda a este tipo de cine. Películas como estas ya no se hacen.

Más allá de sus malhablados personajes (una de las películas en las que más tacos se dicen) hay que disfrutar de uno de los mejores espectáculos que el cine de acción de principios de los 90 nos supo dar. Pero, para entender la película, hay que entender a la estrella.

Bruce Willis es el protagonista absoluto (venía de hacer ‘Jungla de Cristal’ y secuela) y bajo la marca “hombre en el sitio equivocado, en el momento más inoportuno” da vida a Joe Hallenbeck, un canalla, un detective privado en horas bajas que había sido uno de los más importantes agentes del servicio secreto norteamericano. Pero aquella meteórica carrera terminó al enfrentarse con un político corrupto. Cuando una gran estrella del fútbol, cae en desgracia al verse involucrado en un supuesto escándalo, ambos unirán sus fuerzas para resolver sus problemas.

Y aquí entra en acción Willis: hastiado, desaliñado, casi en la indigencia, que le da la bebida demasiado (repetiría el rol en la tercera entrega del policía McClane). Olvidado y odiado por todos se le presenta la oportunidad de redimirse. Y aunque está harto y ni siquiera quiere meterse en líos, su instinto de detective le llevará a la victoria.

En su momento la película fue un fracaso relativo en taquilla debido a que el guión de Shane Black (ahora director del taquillazo ‘Iron Man 3′) era el más caro jamás comprado por aquel entonces. Luego le quitó el puesto Joe Ezsterhas con ‘Instinto básico’. Lo cierto es que el guión es una obra maestra llena de frases lapidarias, momentos graciosos y escenas rocambolescas del que el director Tony Scott saca el mayor partido posible, antes de que le entrase una venada videoclipera. Inteligencia, brillantez y testosterona nunca fueron tan incomprendidas.

Repito: ya no se hacen películas como ‘El Último Boy Scout’. Los viejos rockeros (Willis, Stallone, Van Damme) eran una generación de tipos duros que nos ofrecieron horas de entretenimiento a veces desmedido sí, pero también entendían y amaban este género como nadie. Lo siguen intentando con ‘Los Mercenarios’ pero no es lo mismo. Aquella época dorada con ‘Acorralado’, ‘Terminator’ o ‘Jungla de Cristal’ ya pasó a mejor vida y me temo que no volverá. Quizás, cualquier tiempo pasado fue mejor.

Como anécdota podréis ver a una jovencísima Halle Berry de stripper en uno de sus primeros papeles cinematográficos. Y el acompañante de Bruce Willis no es otro que Damon Wayans, famoso por aparecer en las primeras de ‘Scary Movie’ por ejemplo.

Más en: https://alquimistacinefilo.wordpress.com
8
16 de diciembre de 2014 1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
A la hora de criticar una película nunca hay que olvidar lo que se espera de ella, y admitamoslo una película del año 1991 en la que aparece Bruce Willis en el papel protagonista no puede tratar de otra cosa que de acción, disparos y chascarrillos en momentos críticos.

Es por esto que nunca diría que no a alguien que me invitase a ver la película, pues si eres un amante de este estilo de cine, en el que no tienes que pensar mucho, tan solo dejarte llevar, observar como el protagonista puede con todas y cada una de las dificultades que le plantea el guión con apenas unos rasguños, ésta es tu película.

No le pidas sorpresas al guión, ni una interpretación sublime de los protagonistas, tan solo disfrútala como lo que es, una bomba de acción noventera.
7
25 de mayo de 2017 1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
"El Último Boy Scout" exhala para mí el inconfundible aroma de la nostalgia.
Es volver a una preadolescencia donde sobre todo tenía cabida el cine de acción más espectacular, ruidoso y desenfadado que pudiera haber, y poblado de malos muy malos, mujeres florero hermosas y (a menudo) carismáticas y esos héroes tan rudos, agresivos y musculosos.

Antes de llegar los aborrecibles Roland Emmerich y Michael Bay y fastidiarlo todo, Tony Scott era quizás el mejor director de cine de acción comercial que había, y su entrada en los '90 no pudo ser mejor (gracias al pequeño clásico del "neo-noir" romántico-trágico que es "Revenge"). A partir de un guión del (entonces) gran Shane Black escrito en un periodo más bien amargo de su vida y que batió récords de adquisición (siendo el mejor pagado de la Historia hasta ese momento), el director se inmiscuyó sin querer en uno de los proyectos más rocambolescos y desafortunados de cuantos se había enfrentado.
Choque de egos y personalidades desde su concepción: ni a Black le hizo gracia tener que cambiar cientos de veces su historia ni a Scott le gustaba trabajar con el controlador y posesivo Joel Silver ni con el pretencioso Bruce Willis, así como a Damon Wayans le horrorizaba actuar con éste. El caos y la tensión lo invadió todo...y ello se traspasó a la película y a su atmósfera; es algo que se percibe en el aire. Cantada por Bill Medley, "Friday Night's a Great night for Football" abre de forma poderosa y cachonda una historia con la que Scott se vuelve a centrar en el mundo del deporte, esta vez en el peligroso y celebérrimo football americano.

Esa secuencia grande y violenta en pleno campo, donde un jugador empieza a disparar a todos y luego se vuela la cabeza, sirve de exagerado ejemplo de la farragosa corrupción inherente al universo deportivo; pero en lugar de seguir escudriñando en este interesante planteamiento, el (prostituido) guión se desvía hacia algo más conocido y menos polémico: los relatos de detectives y gángsters. Cinismo puro y duro, detestable traición, mucha testosterona y un carácter autodestructivo son los pilares emocionales del film, con dos protagonistas hechos a la medida de su trama.
Ese Joe Hallenbeck que Willis encarna con obstinado desparpajo, mezcla de su John McClane y el Ben Shockley de "Ruta Suicida", y que no es sino la lógica reinvención de los duros detectives del "noir" (como lo pudieron ser Jake Gittes o Jack Andrews), al estilo de Sam Spade o Dave Bannion; Wayans no es policía, sino ex-jugador de football. Con ellos se desata la "buddy movie", tan típica de aquellos años, y que tras "Límite: 48 Horas" o "Arma Letal" (también escrita por Black) pocas sorpresas nos dejaría.

No es difícil encariñarnos con esta pareja, uno que se cura con la violencia para mitigar su vida, en la cual se incluye una esposa infiel, una irritante hija que no le respeta y un oficio que odia como parche a un pasado de agente del Servicio Secreto. Mientras, el otro, Jimmy Dix, se cura con las drogas y el alcohol para olvidarse de que tiene una esposa en el cementerio y una carrera que hace mucho que acabó.
Sin duda dos otrora héroes (uno de Estado, otro del deporte) a los que la suerte les dio de lado, despojos de lo que un día fueron, con una única oportunidad de redimirse en un caso de corrupción, chantaje y asesinato a través de un personaje tan manido como la chica de vida fácil (Corey) que pide protección al detective andrajoso de turno.

(CONTINÚA LA CRÍTICA EN ZONA SPOILER)

Se disfruta mucho tal explosivo, truculento y divertido espectáculo que, a pesar de las penas que hizo pasar a Scott y sus acólitos, les acabó reportando unos beneficios que casi triplicaron el presupuesto invertido, cuyas secuencias y frases míticas ya jamás veremos ni escucharemos en el cine actual, y con un momento (personal) para el recuerdo: Joe bailando sobre los focos tras darse uno de los finales más horripilantes que hemos visto de un villano (al menos en el cine de acción).
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Novela negra de bolsillo al estilo de Elmore Leonard o Charles Williams amparada por la excelente fotografía de Ward Russell y el diseño artístico de Christiaan Wagener.
La labor de ambos conforma una estética "neo-noir" de intensos colores negros, azules y rojos, cielos anaranjados (marca de la casa de Scott) e interiores humeantes y sudorosos, rebosantes de violencia, misoginia y amargura y tipejos despreciables y despreciados.

Black adorna esta atmósfera con unos chistes y salidas de tono que en boca de sus personajes son perlas impagables de la academia de la lengua vulgar (sobre todo las proferidas por Willis), y Scott rellena la trama con secuencias de acción viscerales y de ritmo trepidante, de la escuela de Walter Hill y John Woo y cortesía de los tres montadores involucrados en la posproducción: Mark Goldblatt, Mark Helfrich y el maestro Stuart Baird.
Trama que, no obstante, se ve sacudida por altibajos debido a la cantidad ingente de sinsentidos argumentales y situaciones imposibles que maneja el director (siendo la del bosque con la inesperada aparición de Darian el mejor ejemplo, o en la que Joe y Jimmy se enfrentan a Marcone: atención a las piruetas que dan el guión y los diálogos para tirar una bala explosiva a una chimenea...). Desde luego lo mejor que hace el film es no tomarse nada en serio, con lo cual la diversión siempre está presente (irónicamente, pues el rodaje fue un infierno para todos), a pesar de ciertos momentos oscuros y dramáticos...

Después de un Willis pasadísimo de vueltas y con una retahíla de frases para enmarcar (sostengo que nadie suelta los diálogos de Black mejor que él) y un simpático Wayans sin mucho encanto, dos féminas de gran carisma como Chelsea Field y una jovencísima y tremenda Halle Berry, dos malos terribles como Noble Willingham y ese Taylor Negron de extraño rostro y ojos de psicópata, y aquella todavía pequeña Danielle Harris (en un papel harto detestable...que está ahí para ser secuestrada y ya está como mandan los cánones).
Magnificada por sus virtudes técnicas, descacharrantes diálogos, una cruda caracterización de personajes y un clímax tan sumamente descabellado como genial, "El Último Boy Scout" no esconde su condición de encajar en el "thriller" de acción comercial del momento. Por tanto es totalmente hija de su época, y ello, si no nos queda claro, será definido por el propio Joe en un diálogo final que se merece el calificativo de brillante (sin bromas), como si por un segundo se saliera del film y situase al espectador en el momento en que éste fue realizado.
9
3 de enero de 2018 1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pues eso señoras y señores, El último Boy Scout es prácticamente una secuela más de la Jungla de cristal. Tenemos a Bruce Willis haciendo de detective privado, medio borracho, fumador, haciendo chistes y gracietas constantemente, haciendo frente con un compañero improvisado a una conspiración y cuyo matrimonio parece estar más cerca de la ruina que de otra cosa. Es decir, básicamente todos los elementos de la Jungla. Y por ello "El último Boy Scout" es un peliculón igual que las tres primeras películas de la saga anterior.
Es una película de acción maravillosa, hecha en la época dorada de este género y con un Bruce Willis de protagonista haciendo un papel que se le da genial. En plena efervescencia como héroe de acción, Willis vuelve a derrochar carisma haciendo el personaje de héroe socarrón y gamberro que apenas puede mantenerse en pie pero capaz de vencer a todo un ejército. El compañero está bien en su papel y tienen buena química, pero Bruce Willis es el amo y señor de la película cada vez que aparece. Película imprescindible para los amantes del género, y muy recomendable para todo aquel que quiera pasar un buena rato viendo una película.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Para el recuerdo las innumerables frases lapidarias, bromas cuando está a punto de morir, chistes malos... que se casca el bueno de Bruce en la película. Como dice alguna crítica por arriba: desatado. Esa escena donde mata a uno de los malos de un cabezazo también es tremenda. Y como olvidar ese momento en el que, una vez hecho el trabajo, se pone a bailar desde lo alto de una torre con todas las cámaras grabándole.
5
24 de septiembre de 2019 1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
A lo largo del visionado, si hay una cosa de la que no queda la menor duda es que Bruce Willis es el detective privado más guay del mundo (coleccionistas de rubias aparte). Si ha pasado cierto tiempo desde que la viste por última vez, o si bien es tu primer pase, es muy probable que durante la primera mitad el cinismo de este perdedor te gane y haga ponerte de su parte, porque sus réplicas son realmente buenas y divertidas. No querrás cambiar de canal y decidirás que será este tío el que te entretenga la velada de aquella noche hasta al final, pues realmente te lo estás pasando bien.

Mi problema llega con el desarrollo del argumento en sí y las escenas de acción (no muy creíbles y no tan bien coreografiadas como recordaba, se abusa de la casualidad y de los percances fortuitos), en las que nuestro protagonista, bajo evidente peligro de muerte hace como le si le diera igual todo y muestra una actitud más cínica y altanera aún, que en un momento dado le sobrepasa a uno y llega a resultar impostada. Aunque fuese del todo verdad que no le importase morir, tanta frasecita lapidaria llega por saturar, hacerse excesiva.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
El bailecito del final tras decapitar a un tío ante un centenar de miles de personas es el testimonio definitivo de que la película busca 'quedar bien' a toda costa, la prueba notoria de su naturaleza comercial, en el mal sentido de la palabra (lo era desde el minuto uno, pero la connotación negativa del calificativo alcanza su culmen en el dicho clímax, tras una sobreacumulación de escenas que juegan a tensar hasta el límite las tragaderas del espectador, y que argumentalmente tampoco se digieren tan bien).

No obstante, a juzgar por la media la gente se acaba quedando con lo bueno y lo mismo voy a hacer yo, finalizando mi crítica tildando esta película como un entretenimiento infalible con algunas frases para el recuerdo.
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