A propósito de Llewyn Davis
2013 

6.7
26,251
Drama
Nueva York, 1961. Llewyn Davis (Oscar Isaac) es un joven cantante de folk que vive de mala manera en el Greenwich Village. Durante un gélido invierno, con su guitarra a cuestas, sin casa fija y sin apenas dinero lucha por ganarse la vida como músico. Sobrevive cantando en pequeños garitos, pero, sobre todo, gracias a la ayuda de algunos amigos que le prestan su sofá para pasar las frías noches. De repente, decide viajar a Chicago para ... [+]
9 de enero de 2014
9 de enero de 2014
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
“A Propósito de Llewyn Davis” es una película difícil de etiquetar. Como el germen de sus mejores películas, los traviesos Joel y Ethan Coen vuelven a ofrecer una propuesta bastante separada de las franjas comerciales habituales, aunque lleven ya algunos años bien afianzados en el sector más acomodado del cine independiente americano. Su última aportación al mismo retrata el camino de un modesto cantante de folk que trata de labrarse un camino en el ya difícil espectro musical del Greenwich Village de los años 60. Iremos de la mano por el día a día de un poeta de la canción descorazonado, fraccionado por la penuria (económica y sentimental) a través de ese peculiar universo freak que los Coen dibujan en cada película. Almas rotas, corazones solitarios, calles frías dentro de paisajes suburbanos glaciales fueron el campo de juego perfecto de miles de canciones del folk americano de aquella época, eje de la nueva propuesta de los hermanos de Minnesota. Con “O Brother!”, cinta que también se construía a través de un eje puramente musical, este Llewyn Davis tiene mucho más en común de lo que parece, a pesar de un distanciamiento formal más que evidente: su parecido argumental va más allá de la esencia, retratando la caída libre del personaje tipo fracasado. Todo ello enmascarado con la habitual opereta marca Coen, que sigue funcionando tan bien desde que decidiesen dar ciertos toques humorísticos unos inicios puramente noir.
Comedia dramática o drama cómico, que cada uno use el término como quiera, es la definición genérica que se le puede hacer al film. Los Coen se sienten muy a gusto adoptando su peculiar e incisivo sentido del humor en un tipo de rol frecuentado muy a menudo en su filmografía: el perdedor. Porque Llewyn Davis no es solo un fracasado en su intento de labrarse su carrera musical, su espacio vital se tambalea con el regusto del fin de una relación amorosa traumada y una inestabilidad económica que le hace dormir en el sofá de aquellos conocidos que quieran acogerle. Los convencionalismos de este personaje tipo son revertidos con incisión por los realizadores adoptándolo en un hiriente reverso, consiguiendo el gag donde solo hay miseria moral, fagocitando la escena desde su más puro germen dramático y anhelando esa comicidad tan propia del universo Coen. Esto se cosecha de una manera tan loable como su ya lograda identidad autoral les permite. Ahí radica gran parte del encanto de la propuesta, ya que nos encontramos ante una de las apuestas más personales de los autores en los últimos años.
Oscar Isaac brilla con luz propia haciendo de su Llewyn Davis un icono, un capítulo más de los variopintos (anti)héroes del universo Coen. Un personaje de destino caduco, en perenne caída libre que tan solo le queda gastar sus últimos cartuchos para sobrevivir a su viaje de sólo ida. Su travesía moral, entre la tragedia y el misticismo se exhibe con sus habilidades a la guitarra, que hará que los Coen nos regalen un conjunto de escenas musicales planteadas con un gusto exquisito. Y luego tenemos a un pequeño felino, icono metafórico de la propuesta, vehículo de la comicidad del film, al que hay que prestar mucho más atención de lo aparente para conectar con el nuevo caramelo envenenado de los realizadores. Una historia mucho más triste de lo que se pueda creer, y que guarda en su esencia un componente trágico que nos es suministrado a pinceladas. Imprescindible.
http://ultimapelicula.blogspot.com.es/
Comedia dramática o drama cómico, que cada uno use el término como quiera, es la definición genérica que se le puede hacer al film. Los Coen se sienten muy a gusto adoptando su peculiar e incisivo sentido del humor en un tipo de rol frecuentado muy a menudo en su filmografía: el perdedor. Porque Llewyn Davis no es solo un fracasado en su intento de labrarse su carrera musical, su espacio vital se tambalea con el regusto del fin de una relación amorosa traumada y una inestabilidad económica que le hace dormir en el sofá de aquellos conocidos que quieran acogerle. Los convencionalismos de este personaje tipo son revertidos con incisión por los realizadores adoptándolo en un hiriente reverso, consiguiendo el gag donde solo hay miseria moral, fagocitando la escena desde su más puro germen dramático y anhelando esa comicidad tan propia del universo Coen. Esto se cosecha de una manera tan loable como su ya lograda identidad autoral les permite. Ahí radica gran parte del encanto de la propuesta, ya que nos encontramos ante una de las apuestas más personales de los autores en los últimos años.
Oscar Isaac brilla con luz propia haciendo de su Llewyn Davis un icono, un capítulo más de los variopintos (anti)héroes del universo Coen. Un personaje de destino caduco, en perenne caída libre que tan solo le queda gastar sus últimos cartuchos para sobrevivir a su viaje de sólo ida. Su travesía moral, entre la tragedia y el misticismo se exhibe con sus habilidades a la guitarra, que hará que los Coen nos regalen un conjunto de escenas musicales planteadas con un gusto exquisito. Y luego tenemos a un pequeño felino, icono metafórico de la propuesta, vehículo de la comicidad del film, al que hay que prestar mucho más atención de lo aparente para conectar con el nuevo caramelo envenenado de los realizadores. Una historia mucho más triste de lo que se pueda creer, y que guarda en su esencia un componente trágico que nos es suministrado a pinceladas. Imprescindible.
http://ultimapelicula.blogspot.com.es/
15 de enero de 2014
15 de enero de 2014
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una vez más los Coen levantan el listón del cine que actualmente se rueda en Hollywood. Ellos son expertos en narrar historias mínimas con un sello personal y al mismo tiempo que parezca un producto made in Hollywood. En este caso hacen un revival folk neoyorquino con un actor en estado de gracia, Oscar Isaac, que debe ganar el OSCAR.
17 de enero de 2014
17 de enero de 2014
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
El ser humano siempre ha ido en busca de una identidad, su propio fin.
'Inside Llewyn Davis' no es más que La Odisea de Homero (así se nos revela mediante el gato Ulises) disfrazada con el folk y los vapores sesenteros, representado magníficamente por los Coen (con ayuda de Bruno Delbonnel).
La música folk está agonizando, pocos se la toman realmente en serio; pese a esto, Llewyn sigue creyendo en ella, así como con sus principios. De hecho, no son pocas las veces que el protagonista defiende sus ideales frente a otros que lo denostan: "él vive pensando en el presente, no en el futuro", "él no solo se limita a existir". Y de qué manera los protege.
Oscar Isaac canta (cojonudamente, por cierto) y actúa de la misma forma: con acidez y descaro, como una suerte de método autodefensivo. Llewyn irá encontrándose, a lo largo del film, con varios personajes-guía que lo llevarán en círculos: tenemos a su amiga Jean -que es Carey Mulligan-, su hermana, Bud Grossman -interpretado por F.Murray Abraham e inspirado en el mánager de Bob Dylan- y, por supuesto, el gato. El resto del elenco son los "típicos personajes tipo" de los Coen: disparatados.
Atención a los comentarios punzantes de John Goodman, a los poemas de Johnny Five, a las letras que escribe Justin Timberlake; atención a Al Cody, el cowboy que también se busca a sí mismo, a Troy Nelson, un militar con convicciones, al cuarteto del jersey blanco, a Pappi, que quizá sea el padre del hijo que lleva Jean.
'Inside Llewyn Davis' no es más que La Odisea de Homero (así se nos revela mediante el gato Ulises) disfrazada con el folk y los vapores sesenteros, representado magníficamente por los Coen (con ayuda de Bruno Delbonnel).
La música folk está agonizando, pocos se la toman realmente en serio; pese a esto, Llewyn sigue creyendo en ella, así como con sus principios. De hecho, no son pocas las veces que el protagonista defiende sus ideales frente a otros que lo denostan: "él vive pensando en el presente, no en el futuro", "él no solo se limita a existir". Y de qué manera los protege.
Oscar Isaac canta (cojonudamente, por cierto) y actúa de la misma forma: con acidez y descaro, como una suerte de método autodefensivo. Llewyn irá encontrándose, a lo largo del film, con varios personajes-guía que lo llevarán en círculos: tenemos a su amiga Jean -que es Carey Mulligan-, su hermana, Bud Grossman -interpretado por F.Murray Abraham e inspirado en el mánager de Bob Dylan- y, por supuesto, el gato. El resto del elenco son los "típicos personajes tipo" de los Coen: disparatados.
Atención a los comentarios punzantes de John Goodman, a los poemas de Johnny Five, a las letras que escribe Justin Timberlake; atención a Al Cody, el cowboy que también se busca a sí mismo, a Troy Nelson, un militar con convicciones, al cuarteto del jersey blanco, a Pappi, que quizá sea el padre del hijo que lleva Jean.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Sin embargo, el felino tiene gran parte de la culpa: sin él, Llewyn hubiera vagado de sofá neoyorquino en sofá neoyorquino el resto de su vida, con su guitarra y su angustia. De hecho, abandonarlo en el coche lo lleva de cabeza a la perdición (lo rechazan en la discográfica y esto lo lleva a pedir trabajo donde trabajaba su padre -lugar al que la hermana le había sugerido ir-).
No es hasta que vuelve a casa de los Gorfein (y le es revelado el nombre de la criatura) que su historia cobra sentido tanto para el espectador como para el propio protagonista, y esto es un desenlace acertadísimo: ¿por qué al final ocurre "lo mismo" que en la introducción? ¿Es un círculo que se repite constantemente? No. Es una espiral, una espiral que va reduciendo su cerco, va asfixiando al pobre Llewyn y al folk.
No es hasta que vuelve a casa de los Gorfein (y le es revelado el nombre de la criatura) que su historia cobra sentido tanto para el espectador como para el propio protagonista, y esto es un desenlace acertadísimo: ¿por qué al final ocurre "lo mismo" que en la introducción? ¿Es un círculo que se repite constantemente? No. Es una espiral, una espiral que va reduciendo su cerco, va asfixiando al pobre Llewyn y al folk.
21 de enero de 2014
21 de enero de 2014
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tras ver la nueva cinta de los Hermanos Coen, solo puedo pensar en una cosa: el buen cine no ha muerto. Hablo de ese cine hecho con mimo, en el que no hay nada gratuito, donde los actores y actrices llenan cada plano, aún siendo secundarios, con un texto que podría estar recitado por cada uno de nosotros, siendo todo tan cercano y vivo, tan de carne y hueso. Eso y mucho más es 'A propósito de Llewyn Davis', una película que ha provocado algo que hacía mucho tiempo que no sentía al ir al cine: quedarme en la butaca un buen rato después de los títulos de crédito para intentar digerir la brillante y humana historia que nos han regalado los Coen, con un Oscar Isaac que ha trazado uno de los personajes más veraces que puedes encontrar en la taquilla actual, y quizás sea, uno de los más trabajados del año.
La materia musical no ha banalizado en esta producción, y se le ha sabido dar su peso justo junto a la historia para, en lugar de comerse el metraje o resultar algo metida con calzador, en esta ocasión todas las circunstancias en las que nuestro protagonista coge una guitara, es para aportar algo relevante a la historia, y nos da a entender parte de su vida, de cómo la música es en muchas ocasiones, su vía de escape, y es más, un tema mucho más alto en toda la producción: la esperanza.
Volviendo al papel de Oscar Isaac, solo puedo quedar asombrado por el trabajo del actor. Sin duda, ese hombre existe, respira, es de carne y hueso, es humano. El intérprete ha creado un personaje tan complejo desde una humildad que ya querrían otros actores con más ceros en sus cuentas corrientes, ya que desde un primer momento, consigue que enganche la mirada, que queramos estar con él, que queramos que todo le vaya bien pese a ver algunas facetas de su vida de la que no podríamos estar muy orgullosos si fuésemos nosotros. Conseguir que ver el fracaso tras fracaso del protagonista, y aún así tener esa esperanza, cómo si fuera un amigo, de que todo le vaya bien, es uno de las sensaciones más brillantes que crea 'A propósito de Llewyn Davis', y en ella tiene mucha importancia el gran trabajo del señor Isaac.
Carey Mulligan es una pasada. La actriz está en su sitio cada vez que sale a escena, con pocos gestos es capaz de crear la frustración, enfado y sensación de mujer cansada que tan veraz es, todo ello sin salir de su papel, y dejando la puerta abierta a pequeños detalles de su trabajo que nos hace todo lo que hubo entre el protagonista y ella, cómo si todo le hubiera pasado en la vida real. Mulligan contará también con algunos parlamentos realmente intensos, que con su buen hacer, convierte hasta en algo divertido de ver, al ser tan veraz en su rol, ya que nos hace ver que todo lo que le ocurre en pantalla, podría fácilmente ocurrirnos a cualquiera de nosotros, que esa conversación de los labios de Mulligan, podría ir dirigida a nosotros, y estoy seguro, que sería igual de real de cómo lo vemos en el celuloide.
Hablar de los Hermanos Coen en la dirección, es hablar en mayúsculas. Los directores han vuelto a demostrar que aún hay sitio para las películas de verdad, para el cine que cuenta una historia, que no te deja indiferente. Los Coen han conseguido que cada plano cuente algo, que no haya un recurso que no sea en pro de la historia, que aporte algo. Es por ello que asistiremos a un espectáculo de secuencias que parecen fotografías, con un tratamiento de la imagen que nos aleja de la irreal alta definición, y en esta ocasión, todo tiene una atmósfera sesentera, muy acorde con el lenguaje del filme. Es de destacar también la genialidad del guión, que ha conseguido ir yendo a más de manera muy sutil, dando unos giros de la vida cotidiana a una historia que sabe poner los pies en el suelo.
Destaco también la que considero toda una lección de cómo aportar una historia secundaria en el largometraje que tenga un sentido y no sea solamente una manera de escape del argumento principal. Aquí, lo ha protagonizado un gato, y puedo asegurar que todo lo que tiene que ver con el gato es tan veraz e interesante, que tira por tierra todas esas historias secundarias de amoríos del protagonista y tramas dobles llenas de gags de otras producciones. Como dije antes, aquí nada es gratuito, y es el simple recurso del gato una prueba de que una cosa tan simple, puede ser de tanto peso.
A todo ello hemos de añadir las conversaciones propias de las cintas de los Coen, con algunas frases tan cortas y tan contundentes que de veras, dan valor a la palabra, ya que solo hace falta a un personaje con una palabra concreta dicha desde la verdad, para hacer callar toda la cháchara con la que inundan las cintas que pretenden ser relevantes. En 'A propósito de Llewin Davis', no hay paja para rellenar minutos de metraje, y pese a que hayan momentos con menos carga dramática, no deja de ser hipnotizante la cantidad de detalles que hay en lo que ocurre, y todo ello le da un significado a la película.
La cinta consigue también dejar una sensación, no sabría decirlo de otra forma, y es la de que pese a que puedan estar pasando cosas más o menos duras al protagonistas, durante todo el metraje vemos que hay esperanza, que hay algo por lo que luchar. En esta ocasión es la pasión musical del protagonista, pero que podría extrapolarse a cualquier tipo de ambición o arte, esas ambiciones que tenemos cada uno y en las que a veces solo nosotros creemos, y en 'A propósito de Llewin Davis' queremos que todo le salga bien al protagonista, ya que en cierto modo y gracias al conjunto de toda la obra, nosotros también somos Llewin Davis y queremos que todo nos salga bien. Conseguir que tras ver la producción a uno le den ganas de tirarse con todo a por lo que cree, es algo mágico, y señoras y señoras, es de magia de lo que trata el cine.
La materia musical no ha banalizado en esta producción, y se le ha sabido dar su peso justo junto a la historia para, en lugar de comerse el metraje o resultar algo metida con calzador, en esta ocasión todas las circunstancias en las que nuestro protagonista coge una guitara, es para aportar algo relevante a la historia, y nos da a entender parte de su vida, de cómo la música es en muchas ocasiones, su vía de escape, y es más, un tema mucho más alto en toda la producción: la esperanza.
Volviendo al papel de Oscar Isaac, solo puedo quedar asombrado por el trabajo del actor. Sin duda, ese hombre existe, respira, es de carne y hueso, es humano. El intérprete ha creado un personaje tan complejo desde una humildad que ya querrían otros actores con más ceros en sus cuentas corrientes, ya que desde un primer momento, consigue que enganche la mirada, que queramos estar con él, que queramos que todo le vaya bien pese a ver algunas facetas de su vida de la que no podríamos estar muy orgullosos si fuésemos nosotros. Conseguir que ver el fracaso tras fracaso del protagonista, y aún así tener esa esperanza, cómo si fuera un amigo, de que todo le vaya bien, es uno de las sensaciones más brillantes que crea 'A propósito de Llewyn Davis', y en ella tiene mucha importancia el gran trabajo del señor Isaac.
Carey Mulligan es una pasada. La actriz está en su sitio cada vez que sale a escena, con pocos gestos es capaz de crear la frustración, enfado y sensación de mujer cansada que tan veraz es, todo ello sin salir de su papel, y dejando la puerta abierta a pequeños detalles de su trabajo que nos hace todo lo que hubo entre el protagonista y ella, cómo si todo le hubiera pasado en la vida real. Mulligan contará también con algunos parlamentos realmente intensos, que con su buen hacer, convierte hasta en algo divertido de ver, al ser tan veraz en su rol, ya que nos hace ver que todo lo que le ocurre en pantalla, podría fácilmente ocurrirnos a cualquiera de nosotros, que esa conversación de los labios de Mulligan, podría ir dirigida a nosotros, y estoy seguro, que sería igual de real de cómo lo vemos en el celuloide.
Hablar de los Hermanos Coen en la dirección, es hablar en mayúsculas. Los directores han vuelto a demostrar que aún hay sitio para las películas de verdad, para el cine que cuenta una historia, que no te deja indiferente. Los Coen han conseguido que cada plano cuente algo, que no haya un recurso que no sea en pro de la historia, que aporte algo. Es por ello que asistiremos a un espectáculo de secuencias que parecen fotografías, con un tratamiento de la imagen que nos aleja de la irreal alta definición, y en esta ocasión, todo tiene una atmósfera sesentera, muy acorde con el lenguaje del filme. Es de destacar también la genialidad del guión, que ha conseguido ir yendo a más de manera muy sutil, dando unos giros de la vida cotidiana a una historia que sabe poner los pies en el suelo.
Destaco también la que considero toda una lección de cómo aportar una historia secundaria en el largometraje que tenga un sentido y no sea solamente una manera de escape del argumento principal. Aquí, lo ha protagonizado un gato, y puedo asegurar que todo lo que tiene que ver con el gato es tan veraz e interesante, que tira por tierra todas esas historias secundarias de amoríos del protagonista y tramas dobles llenas de gags de otras producciones. Como dije antes, aquí nada es gratuito, y es el simple recurso del gato una prueba de que una cosa tan simple, puede ser de tanto peso.
A todo ello hemos de añadir las conversaciones propias de las cintas de los Coen, con algunas frases tan cortas y tan contundentes que de veras, dan valor a la palabra, ya que solo hace falta a un personaje con una palabra concreta dicha desde la verdad, para hacer callar toda la cháchara con la que inundan las cintas que pretenden ser relevantes. En 'A propósito de Llewin Davis', no hay paja para rellenar minutos de metraje, y pese a que hayan momentos con menos carga dramática, no deja de ser hipnotizante la cantidad de detalles que hay en lo que ocurre, y todo ello le da un significado a la película.
La cinta consigue también dejar una sensación, no sabría decirlo de otra forma, y es la de que pese a que puedan estar pasando cosas más o menos duras al protagonistas, durante todo el metraje vemos que hay esperanza, que hay algo por lo que luchar. En esta ocasión es la pasión musical del protagonista, pero que podría extrapolarse a cualquier tipo de ambición o arte, esas ambiciones que tenemos cada uno y en las que a veces solo nosotros creemos, y en 'A propósito de Llewin Davis' queremos que todo le salga bien al protagonista, ya que en cierto modo y gracias al conjunto de toda la obra, nosotros también somos Llewin Davis y queremos que todo nos salga bien. Conseguir que tras ver la producción a uno le den ganas de tirarse con todo a por lo que cree, es algo mágico, y señoras y señoras, es de magia de lo que trata el cine.
28 de enero de 2014
28 de enero de 2014
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Siempre que los Coen estrenan una película, uno se pregunta qué harán ahora estos dos hermanos, que se han paseado con soltura y elegancia por el humor más corrosivo, el western o el género negro. Y debo decir que salvo dos o tres “pinchazos” sin importancia, apenas me han decepcionado con su manera tan particular de concebir el cine.
Por eso, cuando escuché que andaban metidos en una película sobre las vicisitudes de un cantante de folk en los años sesenta, las expectativas fueron elevadas y halagüeñas, fomentadas posteriormente por su buena acogida entre la crítica especializada. Pero como uno tiende a no confiar demasiado en los críticos, aunque les preste cierta atención, decidí esperar a ver la película para salir de dudas.
Y resulta que “A propósito de Llewyn Davis” me ha gustado, y no poco. Es muy interesante esta aproximación de los Coen a la sordidez y el desencanto, territorios ya frecuentados en obras como “Barton Fink”, con la que ésta tiene cierto parentesco emocional. Si en aquélla el motivo era el cine, a través de la mirada atónita de un guionista contratado para escribir una película, del oeste para más señas, en ésta es la música, merced a los desesperados intentos de un cantante que, tras perder a su compañero artístico, decide seguir carrera en solitario sin sospechar que no va a ser tan fácil remontar los turbios cauces de la soledad y el desarraigo.
Los Coen escarban en la mugre de una Norteamérica intrincada y desatenta, donde el periplo de Llewyn Davis en busca de una oportunidad constituye una huida hacia adelante que no parece llevar a sitio alguno. Una bajada a los infiernos de la incomprensión y el abandono a golpe de folk, con parada y fonda en casas ajenas y poco a lo que agarrarse. El mérito de estos peculiares hermanos es saber transmitir esa desazón con los recursos justos, sin incurrir en el exceso o la gratuidad de lo superfluo.
Por eso, cuando escuché que andaban metidos en una película sobre las vicisitudes de un cantante de folk en los años sesenta, las expectativas fueron elevadas y halagüeñas, fomentadas posteriormente por su buena acogida entre la crítica especializada. Pero como uno tiende a no confiar demasiado en los críticos, aunque les preste cierta atención, decidí esperar a ver la película para salir de dudas.
Y resulta que “A propósito de Llewyn Davis” me ha gustado, y no poco. Es muy interesante esta aproximación de los Coen a la sordidez y el desencanto, territorios ya frecuentados en obras como “Barton Fink”, con la que ésta tiene cierto parentesco emocional. Si en aquélla el motivo era el cine, a través de la mirada atónita de un guionista contratado para escribir una película, del oeste para más señas, en ésta es la música, merced a los desesperados intentos de un cantante que, tras perder a su compañero artístico, decide seguir carrera en solitario sin sospechar que no va a ser tan fácil remontar los turbios cauces de la soledad y el desarraigo.
Los Coen escarban en la mugre de una Norteamérica intrincada y desatenta, donde el periplo de Llewyn Davis en busca de una oportunidad constituye una huida hacia adelante que no parece llevar a sitio alguno. Una bajada a los infiernos de la incomprensión y el abandono a golpe de folk, con parada y fonda en casas ajenas y poco a lo que agarrarse. El mérito de estos peculiares hermanos es saber transmitir esa desazón con los recursos justos, sin incurrir en el exceso o la gratuidad de lo superfluo.
Cancelar
Limpiar
Aplicar
Filters & Sorts
You can change filter options and sorts from here