La jauría humana
8.0
13,830
Drama
Un hombre (Robert Redford) que se ha escapado de la cárcel vuelve a su pueblo, pero sus vecinos, gentes absolutamente degradadas, emprenden contra él una auténtica cacería como si se tratara de una diversión más. Sólo el sheriff (Marlon Brando), un hombre integro y cabal, tratará de evitar su linchamiento. (FILMAFFINITY)
4 de abril de 2020
4 de abril de 2020
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Siempre me ha sido difícil explicar porqué no me acaba de convencer. Para empezar, está sobrevalorada (un 8 es una puntuación excesiva) Ya sabemos que el film está muy bien hecho, técnicamente es estupendo, que Penn dirige bien, pero demasiada grandilocuencia, demasiada histeria, festival Sodoma Gomorra excesivo, etc. aunque está plagado el film de estrellas (quizás ese es uno de los problemas, no se) Como ha dicho uno de los usuarios, no sabemos a que viene tanta maldad, tantas ganas de matar.. Por qué Marlon Brando (genial) aguanta tanto ... es que no hay personas pudientes buenas en el pueblo ... y un alcalde que ponga orden Por qué son casi todos iguales los habitantes... A esos indeseables sí que se merecerían pasar una pandemia...
Entre las buenas personas está por supuesto el Sheriff Marlon Brando, como he dicho, descomunal, y su mujer Angie Dickinson, guapa, buena actriz y fina y elegante pero sencilla (no como "las otras de la fiesta", ahí se ve la diferencia), Robert Redford poco papel pero bien (por aquellos años rodó también con Fonda Descalzos por el Parque, que vi de muy pequeñita en el estreno) Jane Fonda, bien, ya había rodado La Gata Negra (recomendable, absolutamente genial) y aquí en este film con un aire a Shakira. Reconocí porque se su nombre, a Richard Bradford, el protagonista de la serie en aquellos años de televisión en España "El Hombre del Maletín", (igual soy la única que se acuerda...), Janice Rule (mujer de Ben Gazzara), y quiero destacar de una manera especial a Robert Duvall (marido del personaje de Rule), tímido, introvertido, tontito, que esconde un gran secreto...y que hace un papel diferente y bien a lo que luego nos tendría acostumbrados.
Resumiendo, el film hubiera podido rodarse quizás con menos personajes (con el mismo argumento) de una manera más seria y no tan alocada, profundizando más en sus caracteres. Pienso, al revés de muchos, que Bonnie and Clyde es mejor film que éste.
Puntuación: 6
Anna Inglés i Bardí. Barcelona
Entre las buenas personas está por supuesto el Sheriff Marlon Brando, como he dicho, descomunal, y su mujer Angie Dickinson, guapa, buena actriz y fina y elegante pero sencilla (no como "las otras de la fiesta", ahí se ve la diferencia), Robert Redford poco papel pero bien (por aquellos años rodó también con Fonda Descalzos por el Parque, que vi de muy pequeñita en el estreno) Jane Fonda, bien, ya había rodado La Gata Negra (recomendable, absolutamente genial) y aquí en este film con un aire a Shakira. Reconocí porque se su nombre, a Richard Bradford, el protagonista de la serie en aquellos años de televisión en España "El Hombre del Maletín", (igual soy la única que se acuerda...), Janice Rule (mujer de Ben Gazzara), y quiero destacar de una manera especial a Robert Duvall (marido del personaje de Rule), tímido, introvertido, tontito, que esconde un gran secreto...y que hace un papel diferente y bien a lo que luego nos tendría acostumbrados.
Resumiendo, el film hubiera podido rodarse quizás con menos personajes (con el mismo argumento) de una manera más seria y no tan alocada, profundizando más en sus caracteres. Pienso, al revés de muchos, que Bonnie and Clyde es mejor film que éste.
Puntuación: 6
Anna Inglés i Bardí. Barcelona
28 de noviembre de 2020
28 de noviembre de 2020
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
El poder reside en el pueblo desde tiempos inmemoriales, por eso el objetivo de los populistas es convencer al pueblo para que no se rebele contra ellos. Hacerles creer que seguir a un líder supremo es la solución a todos sus males. Señalar a un grupo de malos a quien enfrentarse para hacer al pueblo, que es quien tiene la fuerza, más débil.
Esta OBRA MAESTRA de Arthur Penn rebosa talento por los cuatro costados. Marlos Brando se come absolutamente la cámara, parece hasta mentira que sea un actor. Su planta, su gesto, su manera de actuar es de otro nivel. Baladí compararlo con otras mundanas actuaciones. Robert Reford, “ensayando” para sus papeles con Newman (pelos de punta), corre delante de la injusticia que yace sobre él. Un rebelde que mira de cara a una sociedad corrompida en la que no confía y quiere irse a El Paso, como tantos otros hicieron, pensando que allí el mundo sería menor corrupto. Pero no era así, aunque no lo sabía. Tenía, como todos, sus cartas marcadas, e incluso cogió el tren equivocado… pero qué mala suerte… Al menos no se rompió el pescuezo al tirarse del caballo de acero…
Duvall, hierático, calculador, frío y sumiso. Aquí, años antes de los Padrinos, ya espera con arrugas y una edad que parece mayor (solo tenía 35), su papel de abogado de los Corleone. Las chicas no pueden estar mejor: una mujer sumisa, Angie Dickinson, al pie del cañón y perfecta compañía para el shérif. Fidelidad y mismos principios anti corrupción. Carne de cañón para la jauría que afuera bebe hasta enloquecer.
Janice Rule, a quien descubro en esta obra, encarna esa sociedad corrompida, con su despotismo, su infidelidad, crueldad, manipulación, falta de principios… y siendo a la vez tan sensual en el año 66. Tuvieron poco recorrido sus pelis, pero ahí queda su papel.
Jane Fonda se parte en dos, como a veces ha ocurrido en la realidad. Una vez alguien me preguntó si no era posible amar a dos personas… La sociedad hace tiempo que dijo que no, pero ¿quién maneja el timón de los sentimientos? Infiel a su marido, le seguiría hasta el final y daría por él la vida, pero también por su amante… Complicado, a veces, el ser humano correoso, parte de la jauría, del pueblo, la masa…
Me imaginé a mí mismo en una calle vacía a la mañana siguiente de una noche loca en el pueblo. Las calles vacías llenas de vasos vacíos, restos de una botellona infinita, en donde todos se sobrepasan, deshechos de comida rápida, algún charco de vómito, contenedores volcados, papeleras rotas… Y yo sentado en unos escalones presenciando el dantesco panorama: ¿cómo seguir la vida? ¿Por dónde empezar a tejer el enorme agujero que se ha creado en la sociedad? La respuesta la tengo clara: la educación. Las escuelas, usadas como centros de administración y suministro de buenos valores y conducta, son la salvación para la sociedad. Quienes sigan el camino del fanatismo, la ruptura, el populismo, la confrontación… tendrán a una jauría humana sedienta, esperando ahí afuera, presta y dispuesta para llevarse por delante a todo lo que el amado líder señale con su maldito dedo.
Esta OBRA MAESTRA de Arthur Penn rebosa talento por los cuatro costados. Marlos Brando se come absolutamente la cámara, parece hasta mentira que sea un actor. Su planta, su gesto, su manera de actuar es de otro nivel. Baladí compararlo con otras mundanas actuaciones. Robert Reford, “ensayando” para sus papeles con Newman (pelos de punta), corre delante de la injusticia que yace sobre él. Un rebelde que mira de cara a una sociedad corrompida en la que no confía y quiere irse a El Paso, como tantos otros hicieron, pensando que allí el mundo sería menor corrupto. Pero no era así, aunque no lo sabía. Tenía, como todos, sus cartas marcadas, e incluso cogió el tren equivocado… pero qué mala suerte… Al menos no se rompió el pescuezo al tirarse del caballo de acero…
Duvall, hierático, calculador, frío y sumiso. Aquí, años antes de los Padrinos, ya espera con arrugas y una edad que parece mayor (solo tenía 35), su papel de abogado de los Corleone. Las chicas no pueden estar mejor: una mujer sumisa, Angie Dickinson, al pie del cañón y perfecta compañía para el shérif. Fidelidad y mismos principios anti corrupción. Carne de cañón para la jauría que afuera bebe hasta enloquecer.
Janice Rule, a quien descubro en esta obra, encarna esa sociedad corrompida, con su despotismo, su infidelidad, crueldad, manipulación, falta de principios… y siendo a la vez tan sensual en el año 66. Tuvieron poco recorrido sus pelis, pero ahí queda su papel.
Jane Fonda se parte en dos, como a veces ha ocurrido en la realidad. Una vez alguien me preguntó si no era posible amar a dos personas… La sociedad hace tiempo que dijo que no, pero ¿quién maneja el timón de los sentimientos? Infiel a su marido, le seguiría hasta el final y daría por él la vida, pero también por su amante… Complicado, a veces, el ser humano correoso, parte de la jauría, del pueblo, la masa…
Me imaginé a mí mismo en una calle vacía a la mañana siguiente de una noche loca en el pueblo. Las calles vacías llenas de vasos vacíos, restos de una botellona infinita, en donde todos se sobrepasan, deshechos de comida rápida, algún charco de vómito, contenedores volcados, papeleras rotas… Y yo sentado en unos escalones presenciando el dantesco panorama: ¿cómo seguir la vida? ¿Por dónde empezar a tejer el enorme agujero que se ha creado en la sociedad? La respuesta la tengo clara: la educación. Las escuelas, usadas como centros de administración y suministro de buenos valores y conducta, son la salvación para la sociedad. Quienes sigan el camino del fanatismo, la ruptura, el populismo, la confrontación… tendrán a una jauría humana sedienta, esperando ahí afuera, presta y dispuesta para llevarse por delante a todo lo que el amado líder señale con su maldito dedo.
16 de enero de 2011
16 de enero de 2011
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
The Chase (La Jauría Humana) de Arthur Penn. Entre western, (ex) carcelario y drama festivo juvenil al más puro estilo American Graffiti, un impresionante relato de la hipocresía americana denuncia de las más oscuras obsesiones de una sociedad podrida. Personajes infelices, torturados, alcohólicos, envidiosos y prepotentes, pero también racistas, prejuiciosos y malvados. Toda una enorme coral de personalidades perfectamente retratadas y excelentemente interpretadas son el motor de esta estupenda película. Una trama apasionante (un poco excesiva en la escena del embarcadero) y un clima de tensión excelente, además de un inconmensurable Marlon Brando, hacen imprescindible esta Jauría Humana. Un 8,5.
19 de enero de 2012
19 de enero de 2012
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si William hubiera nacido en Texas en el siglo XX, probablemente hubiera terminado escribiendo algo parecido a esto. Puede parecer un elogio excesivo, pero igual que el rey Lear se basta y se sobra para reflejar el lado oscuro del declive y la vejez, o Macbeth la ambición, un simple pueblecito del sur una noche de sábado muy caluroso, nos basta para ver las entrañas de un mundo enloquecido.
El título es honesto y no engaña a nadie. Es una pena lo accidentado de esta cinta y los problemas que tuvieron sus creadores, consideraría que es una obra muy infra-valorada y desconocida, que la primera vez que se ve te pega un verdadero hachazo. El personaje de Redford casi es un anticipo de "Match Point", de que más vale tener suerte que talento en esta carrera competitiva.
Todo el reparto está muy bien, aunque lo que les ofrecen Arthur Penn y su equipo es muy jugoso, personajes podridos, una aristocracia provinciana venida a menos, en fiestas caducas y con mucha miseria, que hubieran hecho las delicias de Buñuel. No obstante, en el personaje que podía ser más débil, logra tener al eslabón más firme.
El sheriff de este guión podría sonar a personaje de ciencia ficción, a un marciano en plena New York; pero, afortunadamente, está Marlon Brando, probablemente en su mejor momento, mezclando su gran talento interpretativo con un momento donde el físico le acompañaba a la perfección para este tipo de caracterizaciones. Es creíble, convincente, duro, encantador, admirable y, finalmente, hace compartir al espectador su desengaño por sus conciudadanos.
Arrastra esta cacería el público hasta el sangriento desenlace. Absolutamente recomendable.
El título es honesto y no engaña a nadie. Es una pena lo accidentado de esta cinta y los problemas que tuvieron sus creadores, consideraría que es una obra muy infra-valorada y desconocida, que la primera vez que se ve te pega un verdadero hachazo. El personaje de Redford casi es un anticipo de "Match Point", de que más vale tener suerte que talento en esta carrera competitiva.
Todo el reparto está muy bien, aunque lo que les ofrecen Arthur Penn y su equipo es muy jugoso, personajes podridos, una aristocracia provinciana venida a menos, en fiestas caducas y con mucha miseria, que hubieran hecho las delicias de Buñuel. No obstante, en el personaje que podía ser más débil, logra tener al eslabón más firme.
El sheriff de este guión podría sonar a personaje de ciencia ficción, a un marciano en plena New York; pero, afortunadamente, está Marlon Brando, probablemente en su mejor momento, mezclando su gran talento interpretativo con un momento donde el físico le acompañaba a la perfección para este tipo de caracterizaciones. Es creíble, convincente, duro, encantador, admirable y, finalmente, hace compartir al espectador su desengaño por sus conciudadanos.
Arrastra esta cacería el público hasta el sangriento desenlace. Absolutamente recomendable.
26 de febrero de 2013
26 de febrero de 2013
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Bubber Reeves (Robert Redford) es un convicto que huye de la prisión para regresar a Tarl, en Texas, su pueblo natal donde el sheriff Calder (Marlon Brando) recibe la notificación de la huida de éste. Los oídos, conversaciones y comentarios de algunos de los habitantes del pueblo hará que la noticia se espolvoree rápidamente. Cada uno se usará de la figura de Reeves para sacar provecho de su posición frente a la del magnate Val Rogers (E.G. Marshall) y su hijo Jake (James Fox) que es amante de Anna (Jane Fonda), la única persona que realmente puede confiar el fugado por el mero hecho de ser su esposa. Porque, en mayor o menor grado de gravedad, todos consideraran a Reeves un sujeto más peligroso de lo que es, lo que provocará una espiral de violencia y enfrentamiento contra el propio sheriff Calder, que intentará convencer a Anna para que Bubber se entregue, pero algunos vecinos deciden actuar por su cuenta.
Racismo, homofobia y falsos rumores se respiran en la noche y donde una pequeña comunidad se ve afectada por sus mismos defectos cuando entrevén peligro ajeno, dando de si sus más conservadores métodos y una vieja moralidad encerrada en su círculo. Y es cuando una noticia provoca ese desprendimiento de retina en los ojos irados de unos pocos que usaran sus intolerantes armas para prevalecer su orgullo de contribuyentes (soberbio Richard Bradford capaz de adueñarse a puñetazos de la comisaria después de poner en duda la autoridad de tan honrado y protector sheriff interpretado por Brando).
Basándose en una novela de Horton Foote con guión de Lillian Hellman (autora también de un importante alegato contra la intolerancia como es “La Calumnia”), Arthur Penn reflejó en ese momento lo que era la sociedad norteamericana de la época: un polvorín a punto de estallar por los conflictos raciales en pro de la igualdad de derechos (aunque el racismo queda aquí en segundo plano) o simplemente la necesidad de atrincherarse ante la afrenta de nuevos tiempos.
Racismo, homofobia y falsos rumores se respiran en la noche y donde una pequeña comunidad se ve afectada por sus mismos defectos cuando entrevén peligro ajeno, dando de si sus más conservadores métodos y una vieja moralidad encerrada en su círculo. Y es cuando una noticia provoca ese desprendimiento de retina en los ojos irados de unos pocos que usaran sus intolerantes armas para prevalecer su orgullo de contribuyentes (soberbio Richard Bradford capaz de adueñarse a puñetazos de la comisaria después de poner en duda la autoridad de tan honrado y protector sheriff interpretado por Brando).
Basándose en una novela de Horton Foote con guión de Lillian Hellman (autora también de un importante alegato contra la intolerancia como es “La Calumnia”), Arthur Penn reflejó en ese momento lo que era la sociedad norteamericana de la época: un polvorín a punto de estallar por los conflictos raciales en pro de la igualdad de derechos (aunque el racismo queda aquí en segundo plano) o simplemente la necesidad de atrincherarse ante la afrenta de nuevos tiempos.
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