La jauría humana
8.0
13,829
Drama
Un hombre (Robert Redford) que se ha escapado de la cárcel vuelve a su pueblo, pero sus vecinos, gentes absolutamente degradadas, emprenden contra él una auténtica cacería como si se tratara de una diversión más. Sólo el sheriff (Marlon Brando), un hombre integro y cabal, tratará de evitar su linchamiento. (FILMAFFINITY)
6 de diciembre de 2013
6 de diciembre de 2013
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Feroz crítica social a cargo de Arthur Penn en donde se nos muestra la decadencia, la hipocresía y el racismo en un pequeño pueblo rural de Texas.
Se trata de un film muy duro que contrapone la figura del sheriff Calder, magníficamente interpretado (como no) por Marlon Brando ante una sociedad ávida de violencia y de tomarse la justicia por su cuenta.
No obstante, y a pesar de la calidad evidente de la película, el señor Arthur Penn peca de una excesiva caricaturización de los personajes así como de una falta de profundización psicológica que explique el comportamiento de los distintos elementos que componen el film.
Alargada quizás en exceso y con un trío amoroso demasiado enrevesado que perjudica el ritmo de la película, tenemos ante nosotros una de las rectas finales más impresionantes que se han rodado en la historia del cine.
Destacar también el elenco de secundarios formado por Jane Fonda, Robert Redford, Miriam Hopkins, E.G. Marshall, Robert Duvall, James fox, etc...
En definitiva, una muy buena película que no alcanza el sobresaliente por ciertos errores en el desarrollo del film pero que supone un soplo de aire fresco ante la visión idealizada de la sociedad norteamericana que se nos había mostrado en épocas anteriores.
Se trata de un film muy duro que contrapone la figura del sheriff Calder, magníficamente interpretado (como no) por Marlon Brando ante una sociedad ávida de violencia y de tomarse la justicia por su cuenta.
No obstante, y a pesar de la calidad evidente de la película, el señor Arthur Penn peca de una excesiva caricaturización de los personajes así como de una falta de profundización psicológica que explique el comportamiento de los distintos elementos que componen el film.
Alargada quizás en exceso y con un trío amoroso demasiado enrevesado que perjudica el ritmo de la película, tenemos ante nosotros una de las rectas finales más impresionantes que se han rodado en la historia del cine.
Destacar también el elenco de secundarios formado por Jane Fonda, Robert Redford, Miriam Hopkins, E.G. Marshall, Robert Duvall, James fox, etc...
En definitiva, una muy buena película que no alcanza el sobresaliente por ciertos errores en el desarrollo del film pero que supone un soplo de aire fresco ante la visión idealizada de la sociedad norteamericana que se nos había mostrado en épocas anteriores.
9 de noviembre de 2017
9 de noviembre de 2017
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Digna heredera de películas como "Furia" o "Matar un ruiseñor", "La jauría humana" es una cruda historia sobre la alienación del individuo y la brutalidad de una masa enfurecida e ignorante. El argumento está situado en un pequeño pueblo de la América profunda, pero por desgracia la trama es universal y podría estar ambientada en cualquier época, y en cualquier lugar. Bien sea por pereza, por comodidad, o por mera estupidez, el ser humano se deja llevar por los dictados de la masa, hasta generar una marea enfebrecida e incontrolable que llega a justificar cualquier atrocidad. El espíritu crítico y la formación de una toma de postura individual y razonada son valores en decadencia, casi hasta mal vistos.
El mayor mérito de la película, para mí, es la manera creciente en que se va generando la tensión en el espectador. Arthur Penn dota a la película de un ritmo pesado y tenaz. El inicio de la película hace pensar en una comunidad rancia y aburrida, más preocupada de las apariencias que de ninguna otra cosa. A medida que avanza la historia, la tragedia se va fraguando de una manera lenta pero imparable, hasta alcanzar un clímax tan dramático como absurdo, que produce en el espectador una sensación muy extraña, mezcla de pasmo y mala leche.
El reparto es muy coral, plagado de grandes estrellas que hacen apariciones bastante cortas, pero siempre intensas.
El regusto final es amargo, sobre todo por lo fácil que resulta identificar esta historia con nuestras tragedias de cada día. Y no aprenderemos. Con lo poco gregarios que somos para luchar por las causas nobles, y lo fácilmente que nos juntamos para linchar al primero que pasa, o para aniquilar nuestros propios valores como sociedad. Una película muy recomendable.
El mayor mérito de la película, para mí, es la manera creciente en que se va generando la tensión en el espectador. Arthur Penn dota a la película de un ritmo pesado y tenaz. El inicio de la película hace pensar en una comunidad rancia y aburrida, más preocupada de las apariencias que de ninguna otra cosa. A medida que avanza la historia, la tragedia se va fraguando de una manera lenta pero imparable, hasta alcanzar un clímax tan dramático como absurdo, que produce en el espectador una sensación muy extraña, mezcla de pasmo y mala leche.
El reparto es muy coral, plagado de grandes estrellas que hacen apariciones bastante cortas, pero siempre intensas.
El regusto final es amargo, sobre todo por lo fácil que resulta identificar esta historia con nuestras tragedias de cada día. Y no aprenderemos. Con lo poco gregarios que somos para luchar por las causas nobles, y lo fácilmente que nos juntamos para linchar al primero que pasa, o para aniquilar nuestros propios valores como sociedad. Una película muy recomendable.
10 de agosto de 2018
10 de agosto de 2018
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
No es Arthur Penn un director del que suela acordarme mucho, aunque algunas de sus obras me parezcan magníficas, como “Pequeño gran hombre”, “Bonnie & Clyde” o “El milagro de Ann Sullivan”, y otras como "El zurdo" nunca hayan terminado de entrarme. Pero es de esos directores que tras una eclosión creativa de gran prestigio sufrieron un misterioso declive acelerado a partir de los años 80, hasta casi desaparecer del mapa. Son de esas cosas extrañas que ocurren en el mundo del cine que uno no se explica, caso de Peter Bogdanovich por ejemplo, o de Lawrence Kasdan un poco después.
Es curioso cómo el tiempo le cambia a uno la perspectiva de las películas que ve. Recuerdo “La jauría humana” a finales de los 80, en plena fiebre de videoclubes, y grabarse en la memoria, aparte del impactante final, la historia de un preso fugado que debe ser encontrado por la policía antes de que el pueblo dé con él y lo ajusticie.
Ahora, 25 años después, esa historia de intriga me ha parecido casi hasta secundaria, asombrado por la descripción dura y sin tapujos de la sociedad americana de ese pueblo sureño que se pudre entre envidias, infidelidades y odios enconados por el tiempo, que luchan por estallar. La noticia de la fuga de Bubber sirve para adentrarnos en la intimidad de los hogares y asistir al descorazonador panorama que se nos muestra: la familia desolada por el fracaso en la educación de su hijo convertido en fugitivo, el timorato vicepresidente del banco incapaz de alzar la voz siquiera para contener las infidelidades y salidas de tono de su díscola esposa, el hijo del millonario que vive un matrimonio de mentira y se asfixia bajo la sombra protectora de su padre, o el sheriff que se sabe colocado a dedo en su puesto y lidia continuamente con el desprecio de sus vecinos, mientras procura regirse por el sentido común conteniendo la repulsa por lo que ve a diario.
Las fiestas sociales acentúan aún más la degeneración, en la clase alta los millonarios rivalizan en la ostentación de su partidista generosidad mientras sus jóvenes y bellas esposas los ridiculizan con su falta de modales. En la clase trabajadora, la noche del sábado se convierte en un desenfreno de alcoholismo, libertinaje y excesos en los que volcar su frustración.
Y de fondo, aunque presente de forma palpable, el latente racismo local nunca superado, vía de escape por la que dar rienda suelta a la violencia engendrada por la rabia que, en parte, ellos sienten al sentirse despreciados por las clases superiores; el refugio del cobarde que se alivia con el más desprotegido.
En medio de todo este catálogo de vidas hastiadas destaca la candidez con la que se describe el encuentro furtivo entre Anna (Jane Fonda) y Jake (James Fox), la pasión de un romance a escondidas como tabla de salvación a sus vidas, que aunque lastrado por las decisiones del pasado, les sirve como llama para alimentar las esperanzas de un improbable futuro mejor, sin ligaduras. “Supongo que las cosas llegan tarde para la mayoría de la gente”, dice ella. Premonitorio.
La fuga de Bubber resulta ser el pretexto argumental para que los acontecimientos se precipiten, las máscaras se terminen por caer, y la muchedumbre se convierta en una jauría humana (qué acierto, por una vez, el título español) sedienta de venganza. En la chatarrería se descontrolarán los acontecimientos, sobre todo por parte de los adolescentes que, siguiendo el ejemplo de sus mayores, banalizan los sufrimientos ajenos y en todo ven un juego y un desafío inmaduro. Penn da rienda suelta entonces a mostrar una violencia descarnada (la paliza al sheriff deja al espectador paralizado de impotencia), que estará muy presente también en su siguiente obra, la aclamada “Bonnie & Clyde”, y que aquí abruma en su impactante desenlace, viendo el cuerpo del sheriff retorcido de dolor ante la curiosa y sádica mirada de todo el pueblo a las puertas de la comisaría.
El sheriff, representante de la ley y hombre cabal, acabará superado por la fuerza de los acontecimientos y cederá a descargar también toda su impotencia; tal es el influjo maligno que lo ha llegado a impregnar todo. No le quedará más remedio que aceptar su derrota e iniciar una huída pactada hacia otro lugar, incapaz de contener la jauría y de verse infectado por su rabia.
Amarga, descorazonadora, cruel, una crítica feroz, pero imprescindible, aún a riesgo de que nos amargue el día.
Se dice, intentando menospreciar el trabajo de Arthur Penn, que Sam Spiegel impuso bastante de su criterio a la hora de filmar la peli, como si fuera nocivo poner el talento a disposición de otra causa. Nunca se podrá cuantificar esa influencia, pero lo que queda claro es que el resultado fue admirable.
Es curioso cómo el tiempo le cambia a uno la perspectiva de las películas que ve. Recuerdo “La jauría humana” a finales de los 80, en plena fiebre de videoclubes, y grabarse en la memoria, aparte del impactante final, la historia de un preso fugado que debe ser encontrado por la policía antes de que el pueblo dé con él y lo ajusticie.
Ahora, 25 años después, esa historia de intriga me ha parecido casi hasta secundaria, asombrado por la descripción dura y sin tapujos de la sociedad americana de ese pueblo sureño que se pudre entre envidias, infidelidades y odios enconados por el tiempo, que luchan por estallar. La noticia de la fuga de Bubber sirve para adentrarnos en la intimidad de los hogares y asistir al descorazonador panorama que se nos muestra: la familia desolada por el fracaso en la educación de su hijo convertido en fugitivo, el timorato vicepresidente del banco incapaz de alzar la voz siquiera para contener las infidelidades y salidas de tono de su díscola esposa, el hijo del millonario que vive un matrimonio de mentira y se asfixia bajo la sombra protectora de su padre, o el sheriff que se sabe colocado a dedo en su puesto y lidia continuamente con el desprecio de sus vecinos, mientras procura regirse por el sentido común conteniendo la repulsa por lo que ve a diario.
Las fiestas sociales acentúan aún más la degeneración, en la clase alta los millonarios rivalizan en la ostentación de su partidista generosidad mientras sus jóvenes y bellas esposas los ridiculizan con su falta de modales. En la clase trabajadora, la noche del sábado se convierte en un desenfreno de alcoholismo, libertinaje y excesos en los que volcar su frustración.
Y de fondo, aunque presente de forma palpable, el latente racismo local nunca superado, vía de escape por la que dar rienda suelta a la violencia engendrada por la rabia que, en parte, ellos sienten al sentirse despreciados por las clases superiores; el refugio del cobarde que se alivia con el más desprotegido.
En medio de todo este catálogo de vidas hastiadas destaca la candidez con la que se describe el encuentro furtivo entre Anna (Jane Fonda) y Jake (James Fox), la pasión de un romance a escondidas como tabla de salvación a sus vidas, que aunque lastrado por las decisiones del pasado, les sirve como llama para alimentar las esperanzas de un improbable futuro mejor, sin ligaduras. “Supongo que las cosas llegan tarde para la mayoría de la gente”, dice ella. Premonitorio.
La fuga de Bubber resulta ser el pretexto argumental para que los acontecimientos se precipiten, las máscaras se terminen por caer, y la muchedumbre se convierta en una jauría humana (qué acierto, por una vez, el título español) sedienta de venganza. En la chatarrería se descontrolarán los acontecimientos, sobre todo por parte de los adolescentes que, siguiendo el ejemplo de sus mayores, banalizan los sufrimientos ajenos y en todo ven un juego y un desafío inmaduro. Penn da rienda suelta entonces a mostrar una violencia descarnada (la paliza al sheriff deja al espectador paralizado de impotencia), que estará muy presente también en su siguiente obra, la aclamada “Bonnie & Clyde”, y que aquí abruma en su impactante desenlace, viendo el cuerpo del sheriff retorcido de dolor ante la curiosa y sádica mirada de todo el pueblo a las puertas de la comisaría.
El sheriff, representante de la ley y hombre cabal, acabará superado por la fuerza de los acontecimientos y cederá a descargar también toda su impotencia; tal es el influjo maligno que lo ha llegado a impregnar todo. No le quedará más remedio que aceptar su derrota e iniciar una huída pactada hacia otro lugar, incapaz de contener la jauría y de verse infectado por su rabia.
Amarga, descorazonadora, cruel, una crítica feroz, pero imprescindible, aún a riesgo de que nos amargue el día.
Se dice, intentando menospreciar el trabajo de Arthur Penn, que Sam Spiegel impuso bastante de su criterio a la hora de filmar la peli, como si fuera nocivo poner el talento a disposición de otra causa. Nunca se podrá cuantificar esa influencia, pero lo que queda claro es que el resultado fue admirable.
7 de diciembre de 2020
7 de diciembre de 2020
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Estamos ante una obra maestra ciertamente, que exhibe con claridad en lo que se convirtió la sociedad norteamericana tras 1945, viviendo en la molicie y sin ningún objetivo moral. Pocas películas retratan con tanta fidelidad lo que de verdad estaba sucediendo. Frente a una mirada benévola, frente a la propaganda a este lado del Telón de Acero de los años sesenta, esta película es una muestra como pocas. Imprescindible.
21 de agosto de 2021
21 de agosto de 2021
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Por eso es una gran película, mantiente intactos los punzantes derechazos a una sociedad hedionda cualquiera de un pueblecito cualquiera de Texas.
Siendo capaz de emocionar, conmover, impresionar, afectar, sobrecoger intensamente.
Radiografía con sutiles rayos x, las miserias, degradaciones de una pequeña comunidad.
Es imposible guardar un secreto, cualquier intimidad es violada impunemente por la jauría humana que compone ese pueblo.
Por pura diversión te pueden despellejar para matar su aburrimiento crónico.
Se ha hablado mucho y bien de esta joya imperecedera que se acrecienta con el tiempo. Cómo todo lo valioso.
Hay secuencias que tienen tal potencia visual que son imborrables de la retina.
A quién no la haya visto que la descubra y revisitarla cada cierto tiempo es un auténtico placer y deleite.
Arthur Penn tiene para mí, unas cuantas películas muy recomendables porque era un genuino francotirador de las emociones.
"El milagro de Ana Sullivan"1962'. "Bonnie and Clyde"1967'. "Pequeño gran hombre"1970'.
" La noche se mueve"1975'. " Missouri" 1976'. " Y la susodicha.
Siendo capaz de emocionar, conmover, impresionar, afectar, sobrecoger intensamente.
Radiografía con sutiles rayos x, las miserias, degradaciones de una pequeña comunidad.
Es imposible guardar un secreto, cualquier intimidad es violada impunemente por la jauría humana que compone ese pueblo.
Por pura diversión te pueden despellejar para matar su aburrimiento crónico.
Se ha hablado mucho y bien de esta joya imperecedera que se acrecienta con el tiempo. Cómo todo lo valioso.
Hay secuencias que tienen tal potencia visual que son imborrables de la retina.
A quién no la haya visto que la descubra y revisitarla cada cierto tiempo es un auténtico placer y deleite.
Arthur Penn tiene para mí, unas cuantas películas muy recomendables porque era un genuino francotirador de las emociones.
"El milagro de Ana Sullivan"1962'. "Bonnie and Clyde"1967'. "Pequeño gran hombre"1970'.
" La noche se mueve"1975'. " Missouri" 1976'. " Y la susodicha.
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