4 meses, 3 semanas, 2 días
Drama
Rumanía, 1987: el país se encuentra bajo el férreo régimen comunista de Ceaușescu. Otilia y Gabita son estudiantes y comparten habitación en una residencia. Gabita está embarazada, pero no quiere tenerlo. Las jóvenes acuerdan un encuentro con un tal Mr. Bebe para que le practique un aborto ilegal en la habitación de un hotel. (FILMAFFINITY)
20 de octubre de 2008
20 de octubre de 2008
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
El valor de 4 meses, 3 semanas y 2 días es haber abordado un tema muy controvertido en una época muy controvertida. La película de Mungiu se ocupa del tema del aborto en la Rumanía de hace veinte años (¡nada más!), la Rumanía de Ceausescu. Una época difícil para aventurarse con algo tan peligroso.
La clave de la película, que se desarrolla en menos de 24 horas, es la peripecia de dos jóvenes para que a una de ellas se le practique un aborto. En una Rumanía pobre, bajo una dictadura donde todo el mundo es controlado por todo el mundo, Otilia lo arriesgará todo para que su amiga pueda abortar. La cámara la sigue todo el rato, haciéndonos partícipes de su angustia y metiéndonos el miedo en el cuerpo cada vez que da un paso; el sórdido clima del film está muy bien conseguido, la sensación constante de peligro nunca se desvanece.
Galardonada en el festival de Cannes del año pasado, 4 meses, 3 semanas y 2 días es una historia de supervivencia. De cómo dos jóvenes sobreviven a la opresión de un país deprimido por las políticas totalitarias (aunque esto sea más bien el fondo de la historia). En definitiva, es una historia que estremece por su realismo aplastante, por la dureza de su planteamiento y por ser, simplemente, la historia de cómo la vida puede derrumbarse en menos de lo que podríamos imaginar. Puro cine europeo.
La clave de la película, que se desarrolla en menos de 24 horas, es la peripecia de dos jóvenes para que a una de ellas se le practique un aborto. En una Rumanía pobre, bajo una dictadura donde todo el mundo es controlado por todo el mundo, Otilia lo arriesgará todo para que su amiga pueda abortar. La cámara la sigue todo el rato, haciéndonos partícipes de su angustia y metiéndonos el miedo en el cuerpo cada vez que da un paso; el sórdido clima del film está muy bien conseguido, la sensación constante de peligro nunca se desvanece.
Galardonada en el festival de Cannes del año pasado, 4 meses, 3 semanas y 2 días es una historia de supervivencia. De cómo dos jóvenes sobreviven a la opresión de un país deprimido por las políticas totalitarias (aunque esto sea más bien el fondo de la historia). En definitiva, es una historia que estremece por su realismo aplastante, por la dureza de su planteamiento y por ser, simplemente, la historia de cómo la vida puede derrumbarse en menos de lo que podríamos imaginar. Puro cine europeo.
12 de enero de 2009
12 de enero de 2009
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
De un realismo brutal, la película del director rumano Cristian Mungiu te arrastrará desde el primer momento y durante 113 minutos a la pesadilla de sus protagonsistas para lograr en la Rumanía de Ceacescu un aborto clandestino y ciertamente arriesgado en el año 87. En la línea del Loach más explícito, "4 meses, 3 semanas, 2 días" es un ejemplo de cine social, que se posiciona con aquel que debe luchar constantemente contra el statu quo para que su vida diaria sea algo más digna, presentándonos a una heroina de la cotidiano, Otilia, la amiga de Gabita, que no dudará en ayudarla hasta el final, aunque deba pasar por ello por más de un calvario..
17 de enero de 2009
17 de enero de 2009
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Quedé tan sorprendido con esta película que dudo vuelva a ver otra parecida. Con actores totalmente desconocidos, como el director, y con un presupuesto paupérrimo, es una de las mejores pelis que he visto nunca.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Jamás he visto una película donde la realidad de la vida misma esté tan presente como en ésta. Recomiendo verla sin saber de qué va, como la ví yo. Argumento fluido, conversaciones extremadamente realistas (parece que lo estés viendo en tiempo real) y trama que te va sacando el corazón por la boca poco a poco. Impresionante, dura, imprevisible, .... Una obra de arte.
12 de abril de 2009
12 de abril de 2009
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una muy buena demostración de lo mucho que se puede hacer con poco presupuesto. Es una película ultra independiente (de esas en las que la cámara se queda estática cinco minutos sin moverse) pero no por ello aburrida. Al contrario, alcanza niveles de tensión insospechados. Lo que más me gustó es la objetividad con la que el director trató el delicado tema del aborto. Es una película fuerte (hay una escena, tan explícita como clave, que puede llegar a impactar a los de estómago débil) y arriesgada que vale la pena ver. Y es ideal para el debate, también.
28 de diciembre de 2010
28 de diciembre de 2010
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
La visión que el cine ofrece del periodo histórico en el que el comunismo llega a su fin varía desde la pseudo-nostalgia de lo que pudo ser y no fue que muestra Good Bye, Lenin! (Wolfgang Becker, 2003) hasta la denuncia de lo que, a ojos del director, constituyó el imperio del terror en manos de la todopoderosa Stasi, visión que ofrece La vida de los otros (Florian Henckel-Donnersmarck, 2006), ambas, por cierto, ambientadas en Alemania, cuya caída del Muro se convirtió en el símbolo de los mencionados derrota del comunismo y fin de la Historia.
La película que comentamos también nos devuelve a finales de los ochenta, esta vez en Rumanía, en lo últimos días del Gobierno del que fuera bautizado como el vampiro de los Cárpatos, el comunista Nicolae Ceaucescu.
Magistralmente escrita y dirigida por Cristian Mungiu, 4 meses, 3 semanas y 2 días cuenta de manera nada nostálgica la historia de dos estudiantes llamadas Otilia (Anamaria Marinca) y Gabita (Laura Vasiliu), esta última embarazada, que acuden a un médico para que, de forma clandestina, le practique un aborto a Gabita.
Mediante una dirección tan extremadamente realista como opresiva, la cámara nos muestra la forma en que las dos jóvenes se enfrentan en su día a día a la burocracia del Estado socialista rumano, donde los sobornos y la clandestinidad para salir adelante están a la orden del día.
La realización es correcta, sencilla y sin complicaciones, quizá cercana al Dogma 95, sin música y sin luz artificial, lo que hace que en alguna ocasión la oscuridad sea chirriante. Nos encontramos con largos planos fijos generales absolutamente democráticos con la mirada del espectador, también con cámara al hombro y en más de una ocasión planos-secuencia, que no hacen sino probar la altísima gama de cada uno de los actores que aparecen en la pantalla, del mismo modo que lo veíamos en La mirada de Ulises de Angelopoulos. A este respecto conviene también señalar que la perfecta construcción de cada uno de los personajes se hace patente en cada segundo de metraje. No existe el cartón-piedra, todo es real, y la magia del cine aflora ocupando cada uno de los espacios, por recónditos que sean.
Una excelente obra que, aunque se le puede poner alguna que otra pega, si es representativa del resto de cine que se hace en Rumanía, deja prueba fehaciente de la buena salud de la que goza el cine rumano.
La película que comentamos también nos devuelve a finales de los ochenta, esta vez en Rumanía, en lo últimos días del Gobierno del que fuera bautizado como el vampiro de los Cárpatos, el comunista Nicolae Ceaucescu.
Magistralmente escrita y dirigida por Cristian Mungiu, 4 meses, 3 semanas y 2 días cuenta de manera nada nostálgica la historia de dos estudiantes llamadas Otilia (Anamaria Marinca) y Gabita (Laura Vasiliu), esta última embarazada, que acuden a un médico para que, de forma clandestina, le practique un aborto a Gabita.
Mediante una dirección tan extremadamente realista como opresiva, la cámara nos muestra la forma en que las dos jóvenes se enfrentan en su día a día a la burocracia del Estado socialista rumano, donde los sobornos y la clandestinidad para salir adelante están a la orden del día.
La realización es correcta, sencilla y sin complicaciones, quizá cercana al Dogma 95, sin música y sin luz artificial, lo que hace que en alguna ocasión la oscuridad sea chirriante. Nos encontramos con largos planos fijos generales absolutamente democráticos con la mirada del espectador, también con cámara al hombro y en más de una ocasión planos-secuencia, que no hacen sino probar la altísima gama de cada uno de los actores que aparecen en la pantalla, del mismo modo que lo veíamos en La mirada de Ulises de Angelopoulos. A este respecto conviene también señalar que la perfecta construcción de cada uno de los personajes se hace patente en cada segundo de metraje. No existe el cartón-piedra, todo es real, y la magia del cine aflora ocupando cada uno de los espacios, por recónditos que sean.
Una excelente obra que, aunque se le puede poner alguna que otra pega, si es representativa del resto de cine que se hace en Rumanía, deja prueba fehaciente de la buena salud de la que goza el cine rumano.
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