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En la ciudad sin límites

Drama. Intriga Víctor (Leonardo Sbaraglia) llega con su novia (Leticia Brédice) a París, donde toda su familia se ha reunido en torno a su padre (Fernando Fernán Gómez), un importante empresario al que le han diagnosticado un tumor. Un día, lo sorprende tirando las pastillas y vistiéndose a escondidas para intentar escapar de la clínica. Víctor, conmovido por la soledad del anciano, intenta ganar su confianza y convertirse en su cómplice. (FILMAFFINITY) [+]
Críticas 69
Críticas ordenadas por utilidad
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7
1 de julio de 2017 2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Se trata de una película que le cuesta arrancar un poco, pero que en esos primeros minutos uno intuye que va a encontrar una buena historia que se está cocinando a fuego lento; y que luego va a estallar de una forma que te dejará boquiabierto.
Y es así. Uno va poco a poco inmiscuyéndose en una trama donde un hombre anciano está ingresado en un hospital a punto de morir. Su hijo menor viaja a París para cuidar junto con su madre y sus hermanos de su padre al que hace un tiempo que no ve. Al llegar allí poco a poco va descubriendo que tal vez su padre no esté tan mal, y que su familia oculta algo que no sabe. Una realidad que no comprende y que intentará averiguar porque cada miembro de la familia se comporta de un modo extraño. Un comportamiento raro y a veces peligroso, que tal vez esconda unos deseos de herencia y de ocultación del pasado.
El guion es bueno. Hay que reconocer que su historia te envuelve de un modo que te sorprende. Como decía, al principio le cuesta un poco arrancar; pero es necesario presentar a esos personajes que no saben si dicen la verdad o no. Pero conforme van pasando los minutos uno va siendo testigo que la trama te atrapa y te expone una realidad donde pasado y presente se mezclan para ofrecer un futuro nada alentador.
La película cuenta con un reparto increíble donde se pueden ver nombres como Leonardo Sbaraglia, Fernando Fernán Gómez, Geraldine Chaplin (recibió el Goya por su trabajo), Ana Fernández, Adriana Ozores o Roberto Álvarez. Un reparto fantástico del que no se espera menos que grandes actuaciones y de calidad. Y eso es lo que uno se encuentra en todos los casos.
Antonio Hernández dirige muy bien esta historia que en un principio se plantea de una forma, y conforme avanzan los minutos todo se va transformando y se va direccionando hacia un punto que uno no se podría imaginar. Ese giro hace que no se pueda evitar seguir mirando el film y disfrutar con una historia familiar en el que la codicia y los fantasmas del pasado mueven el día a día.
En fin, "En la ciudad sin límites" es una película que convence gracias a un buen guion, una gran dirección y unas fantásticas interpretaciones. Es cierto que le cuesta arrancar un poco, pero ese comienzo se palia fácilmente gracias a un buena película en general.
7
2 de abril de 2015 1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es una película recomendable, más que correcta. Se beneficia de un buen guión y de unas excelentes interpretaciones. La puesta en escena tampoco está nada mal.

Pero habría podido ser mejor. A veces, trata de contar demasiadas cosas al mismo tiempo. Habría ganado en eficacia, para mi gusto, si se hubiese centrado en el enigma del padre y olvidado las historias de pareja. Alguna escena de sexo no viene a cuento en absoluto.

El uso de la música incidental me resulta excesivo y bastante desafortunado, transforma algunas escenas en puro videoclip. Son momentos a los que la música le resta tensión dramática y casi me sacan de la película. Pero, en términos generales, se trata de una producción de calidad que va ganando en cuerpo y en intensidad según avanza el metraje,
6
9 de diciembre de 2023 1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Perteneciente a aquel cine patrio noventero-dosmilero, entre el género y lo “autoral” y con gente como Fresnadillo y Amenábar a la cabeza, "En la ciudad sin límites" es un drama en torno a los secretos y trapos sucios varios de una familia de postín, pero con envoltura de thriller, intriga y giros de guion.

Un expatriado (Sbaraglia) vuelve a casa desde Argentina a causa de la enfermedad del padre, un anciano Fernán-Gómez aparentemente fuera de sus cabales, pero cuyo delirio paranoico quizá tenga algo de verdad, más aún cuando a su alrededor se mueven un par de hijos competitivos, una propiedad empresarial, una madre autoritaria (Geraldine Chaplin) que sostiene los restos del naufragio… lo que ocultan sus máscaras no tardará en salir a la luz, incluyendo al protagonista, el típico “pijo que no estudió ADE” cuyos fuegos por la mujer del hermano todavía arden.

Arranca con una secuencia de tintes expresionistas y prosigue en el escenario inhóspito de una ciudad oscura (París), la “ciudad sin límites” de la que nadie puede escapar, como no se puede escapar de un recuerdo atormentador durante toda la vida, y que también puede ser metáfora de ese capitalismo devorador y deslocalizado. Historia, en el fondo, en torno al desengaño político de los activistas clandestinos, y posteriormente, miembros acomodados de la buena sociedad, pero con problemas de conciencia. De amor y militancia, decisiones equivocadas y principios firmes que se traicionan y abandonan en favor de algo mucho más pragmático y fácil de afrontar, aunque doloroso.

Esta idea del secreto y las cuentas pendientes es la que relaciona los diversos hilos de la película, presentando a unos personajes con sus claroscuros, a menudo tontos e hipócritas, con el elemento de humor algo pasado de rosca de la cuñada resentida. Sobresale la Chaplin como malvada y mentirosa que tiene sus razones para actuar así, con una actuación hierática y taimada, y sobre todo un entrañable Fernán Gómez en uno de los papeles finales de su trayectoria, a la búsqueda de su Rosebud particular (“Rancel…”).

El director, que no se olvida de introducir el tetamen de la novia argentina para captar la atención desde el inicio, recurre a un estilo visual videoclipero muy en boga por entonces y que acaba por ser lo que peor ha envejecido de la propuesta, con cámaras ultrarrápidas, decisiones grandilocuentes y flipadas varias, amén de lo excesivamente musicalizado que está todo (a veces parece la música del telediario, por cierto), a la búsqueda del gran efecto dramático, y ese es el gran pero que puedo ponerle a una película en general estimable.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
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Por otra parte, no puede evitar caer en un final con el protagonista señalando y discurseando fuerte; no deja de ser un film que busca el aplauso y epatar, pese a un desenlace de miradas mudas, impotencia y aceptación.
3
13 de enero de 2006
16 de 32 usuarios han encontrado esta crítica útil
Auténtica y demoledora historia sobre un sin sentido, por más que intento verla positivamente.
El guión es deficiente e inverosímil, con una escenificación escabrosa, por ejemplo con aeropuertos que no lo parecen, hospitales que no lo parecen, discoteca que no lo parece y todo esto mezclado con mucha publicidad de algún hotel. Por otro lado tenemos a una familia prototipo de la familia que nadie tiene ni conoce y con unos conflictos que ríete tu de las intrigas familiares de “Yo Claudio”.
Para finalizar tal vez la historia hubiese llegado a algo si Leonardo Sbaraglia hubiese salido de la interpretación plana que mantiene en toda la película junto a una Geraldine Chaplin inexpresiva y nada convincente. Gracias a una Ana Fernández, una excelente Adriana Ozores y la grata sorpresa de un Roberto Álvarez no haciendo sinsentidos televisivos e interpretando un correcto papel salva a toda la película de un tedio de la muerte. El resto del reparto para olvidar.
3
8 de noviembre de 2012
11 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sin límites los bostezos que me provocó la película, que casi me descuajaringo la mandíbula.

Sin límites la paranoia de Antonio Hernández, que pretende convencernos de que a un anciano con demencia que sufre alucinaciones, uno de los hijos se lo toma en serio, se pone a investigar y consigue averiguar un terrible secreto de familia. Tururú, Hernández!

Sin límites el genio de Fernando-Fernán Gómez, que a pesar de interpretar a un frágil abuelillo con Alzheimer, en todo momento parece que se va a echar a gritar: “Váyanse ustedes a la mierrrrrda!!!!”

Sin límites el edulcoramiento exagerado de Ana Fernández, probablemente la actriz más almibarada del cine español. Verla, y sobre todo oirla, y tener un subidón de azúcar es todo uno.

Sin límites el talento de Adriana Ozores. Sus breves apariciones son, con diferencia, lo mejor de la película.

Sin límites la suerte de Leonardo Sbaraglia, que toca tetas por partida doble y tiene escenas de baño y cama con dos señoras estupendas. Por lo demás, planito y sosito como es él de natural.

Sin límites la tontería de la historia, la espesez del guión y el agilipollamiento crónico de la familia protagonista. Un tostón sin límites en una ilimitada sarta de majaderías de muy dudosa verosimilitud. Vamos, hablando en plata, lo que viene siendo de toda la vida de dios una mierda sin límites.
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