Lion
7.3
22,412
Drama
Narra la historia real de cómo el pequeño Saroo Brierley, con tan sólo cinco años, se montó solo en un tren para, dos días después, perderse en las calles de Calcuta, a miles de kilómetros de casa. Tras un largo periplo acabó siendo adoptado por una pareja australiana. Veinticinco años después, con la única ayuda de Google Earth, Saroo intentará encontrar a su familia biológica... (FILMAFFINITY)
18 de febrero de 2017
18 de febrero de 2017
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una historia contada a trazos gruesos que para nada entra en el fondo de los sentimientos, solamente los expone, los deja ahí, cuando realmente está poniendo delante de los ojos de los espectadores a personajes llenos de inquietudes, vacíos, plenitudes.
Es una película interesante, que adolece con el material de que dispone de levantar la emoción de quien la ve excepto en el tramo final en el que utiliza algo esperado a lo largo de todo el metraje.
No emociona, no aburre, no despierta la conciencia de la realidad entre explotados y explotadores; ves una película agradable y punto.
Es una película interesante, que adolece con el material de que dispone de levantar la emoción de quien la ve excepto en el tramo final en el que utiliza algo esperado a lo largo de todo el metraje.
No emociona, no aburre, no despierta la conciencia de la realidad entre explotados y explotadores; ves una película agradable y punto.
3 de marzo de 2017
3 de marzo de 2017
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Digamos que en Australia se queda en serie B, creí que la culpa es por ceñirse a lo político correcto que da premios con mucha facilidad.
Roza lo ridículo cuando la protagonista expresa que no quisieron tener hijos para apoyar el control demográfico mundial. Enfin este año hemos tenido muy buenas películas nominadas que son precisamente las que se han salido del absurdo de la irrealidad del lenguaje político correcto.
El espectador, como en cualquier obra de arte, busca coherencia y originalidad además de estética, intriga, emoción, etc.. Aquí no encontramos suficiente.
Roza lo ridículo cuando la protagonista expresa que no quisieron tener hijos para apoyar el control demográfico mundial. Enfin este año hemos tenido muy buenas películas nominadas que son precisamente las que se han salido del absurdo de la irrealidad del lenguaje político correcto.
El espectador, como en cualquier obra de arte, busca coherencia y originalidad además de estética, intriga, emoción, etc.. Aquí no encontramos suficiente.
6 de febrero de 2017
6 de febrero de 2017
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Y cómo no vamos a acordarnos de la imperecedera Slumdog Millionaire, ganadora de 8 Oscars de 10 nominaciones, cuando tenemos al mismísmo Dev Patel protagonizando la película con un aire bastante familiar que, por desgracia, pesa en contra de LION, pues no es capaz de dotar de gran agilidad una trama que avanza paso a paso y que se toma su tiempo para despegar. Aún así, su primera parte nos pone en la piel del pequeño Saroo (Sunny Pawar), que apenas con dos palabras se hace entender y sufre de bien pequeño la vida en las pobres calles de su país. Suerte acabará teniendo cuando una familia australiana le adopta, dándole seguridad, estabilidad y grandes oportunidades. LION está basada en una historia real, es el drama que no debe faltar en toda carrera hacia los Oscar, y le han caído 6 nominaciones, pero que por desgracia acabará sin llevarse nada. Al menos esa es mi opinión.
Y no es que esté mal hecha, o no interese lo que se narre, al contrario. La película decae justamente cuando vemos crecer a Saroo, un Dev Patel que ha salido adelante gracias al cariño y amor de sus padres. Aquí es donde aparece su familia adoptiva, una resucitada Nicole Kidman, nominada a mejor actriz secundaria, y a David Wenham. La autraliana interpreta la perfección el sufrimiento de una madre adoptiva. Esta parte es quizás la que más le pesa a la película de Garth Davis, pues es la más lenta y quizás intrascendente de la historia, muy a pesar de que aparece brevemente Rooney Mara (una pena), la novia que Saroo ha conocido mientras estudiaba.
Eso sí, LION se anima y se viene arriba en el último tercio, que le ha servido a Dev Patel para estar nominado como mejor actor secundario, una búsqueda que llega por fin, como se dirá en la sala, tras mucho período de reflexión y dolor, pues Saroo no olvida sus pasos, no olvida cómo se llega a su casa, tampoco a su madre y a su hermano, y mucho menos la estación de tren en la que se perdió. Y Google Earth, que por aquel entonces nacía, le ayudó a encontrar el lugar al que volver. El aspecto técnico de LION es ejemplar y le ha servido para ganarse el resto de nominaciones en mejor guión adaptado, banda sonora, (brillante y que dará pelea a La La Land, aunque ya sabemos cómo acabará la cosa), la espectacular fotografía de Greig Fraser, quizás la candidatura con más posibilidades. Son increíbles los paisajes desde las alturas y cualquier plano en la India.
La película de Garth Davis, como le sucede a Figuras ocultas, está hecha para acumular nominaciones a grandes premios, algo que es mucho más evidente en la película sobre las tres mujeres que trabajan en la NASA, pues se trabaja con un guión basado en una historia real, aumentado todavía más el interés del espectador y el drama. Es una gran película que consigue hacernos abrir los ojos ante lo que sucede en un país tan desconocido como la India y que nos ofrece buenas interpretaciones, tanto es así que Dev Patel y Nicole Kidman pelearán por el secundario. Difícil lo tienen, como LION en el resto de categorías, pero bien merecido está.
LION muestra en imágenes lo que no se dice, no es necesario, recrea la pobreza tal y como es, los peligros que acechan a los niños por la noche y un gran problema que hace que el espectador abra los ojos. Siempre es mejor sugerir que no mostrar. Se nota el desarraigo de un joven adoptado, de sus recuerdos más inolvidables, de su navegar entre dos aguas para no decepcionar a su madre adoptiva y lanzarse en busca de sus orígenes. Drama del bueno, de los que pegan con fuerza, aunque mucho me temos que La La Land aguantará con firmeza.
En definitiva, LION es digna merecedora de ser nominada a mejor película y a 6 candidaturas en total. Un drama de los que no faltan en estas fechas, una inyección de información y dosis de realidad necesarias para darnos cuenta de la suerte que tenemos y de que podemos ayudar para que todo mejore. El joven Sunny Pawar, Dev Patel, Nicole Kidman y Rooney Mara completan un elenco de gran nivel que aporta mayor nivel a una ya de por sí gran película. Veremos cómo le tratan los Oscar, aunque lo tiene difícil. No os la perdáis.
Y no es que esté mal hecha, o no interese lo que se narre, al contrario. La película decae justamente cuando vemos crecer a Saroo, un Dev Patel que ha salido adelante gracias al cariño y amor de sus padres. Aquí es donde aparece su familia adoptiva, una resucitada Nicole Kidman, nominada a mejor actriz secundaria, y a David Wenham. La autraliana interpreta la perfección el sufrimiento de una madre adoptiva. Esta parte es quizás la que más le pesa a la película de Garth Davis, pues es la más lenta y quizás intrascendente de la historia, muy a pesar de que aparece brevemente Rooney Mara (una pena), la novia que Saroo ha conocido mientras estudiaba.
Eso sí, LION se anima y se viene arriba en el último tercio, que le ha servido a Dev Patel para estar nominado como mejor actor secundario, una búsqueda que llega por fin, como se dirá en la sala, tras mucho período de reflexión y dolor, pues Saroo no olvida sus pasos, no olvida cómo se llega a su casa, tampoco a su madre y a su hermano, y mucho menos la estación de tren en la que se perdió. Y Google Earth, que por aquel entonces nacía, le ayudó a encontrar el lugar al que volver. El aspecto técnico de LION es ejemplar y le ha servido para ganarse el resto de nominaciones en mejor guión adaptado, banda sonora, (brillante y que dará pelea a La La Land, aunque ya sabemos cómo acabará la cosa), la espectacular fotografía de Greig Fraser, quizás la candidatura con más posibilidades. Son increíbles los paisajes desde las alturas y cualquier plano en la India.
La película de Garth Davis, como le sucede a Figuras ocultas, está hecha para acumular nominaciones a grandes premios, algo que es mucho más evidente en la película sobre las tres mujeres que trabajan en la NASA, pues se trabaja con un guión basado en una historia real, aumentado todavía más el interés del espectador y el drama. Es una gran película que consigue hacernos abrir los ojos ante lo que sucede en un país tan desconocido como la India y que nos ofrece buenas interpretaciones, tanto es así que Dev Patel y Nicole Kidman pelearán por el secundario. Difícil lo tienen, como LION en el resto de categorías, pero bien merecido está.
LION muestra en imágenes lo que no se dice, no es necesario, recrea la pobreza tal y como es, los peligros que acechan a los niños por la noche y un gran problema que hace que el espectador abra los ojos. Siempre es mejor sugerir que no mostrar. Se nota el desarraigo de un joven adoptado, de sus recuerdos más inolvidables, de su navegar entre dos aguas para no decepcionar a su madre adoptiva y lanzarse en busca de sus orígenes. Drama del bueno, de los que pegan con fuerza, aunque mucho me temos que La La Land aguantará con firmeza.
En definitiva, LION es digna merecedora de ser nominada a mejor película y a 6 candidaturas en total. Un drama de los que no faltan en estas fechas, una inyección de información y dosis de realidad necesarias para darnos cuenta de la suerte que tenemos y de que podemos ayudar para que todo mejore. El joven Sunny Pawar, Dev Patel, Nicole Kidman y Rooney Mara completan un elenco de gran nivel que aporta mayor nivel a una ya de por sí gran película. Veremos cómo le tratan los Oscar, aunque lo tiene difícil. No os la perdáis.
9 de febrero de 2017
9 de febrero de 2017
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Basada en un hecho real, Un niño indio de apenas cinco años se pierde mientras va con su hermano mayor a buscar trabajo a la gran ciudad para poder aportar algo de dinero a su humilde familia. Tras muchas dificultades, acabará siendo adoptado por una acomodada familia de Australia y tendrá una buena vida. Hasta que un día el agarra un ataque de otario y quiere largar todo a la mierda para buscar a su verdadera familia con la ayuda de Google, posta.
Respecto a las actuaciones me quedo con los dos actores que encarnan al protagonista. Sunny Pawar como el niño de 5 años, genial, consigue lo que no es habitual en alguien de esa edad. Y cuando es mayor, lo interpreta Dev Patel que si bien aparece después de la hora de film, lo hace de manera espectacular, tal como nos tiene acostumbrados, y este es el tipo de películas que le sienta bien y no porquerías como por ejemplo: Chappie.
Todo muy lindo como película dramática, emocional, pero que en algunos momentos se convierte en un spot de ONG, de derechos humanos e infantiles. Su poco acierto en la elección de los actores occidentales, que hubiera sido mucho más creíble con protagonistas no profesionales, y que podrían haber contado algo más sobre su familia, porque solo aparecen unos minutos al principio, y al final… lo que pasó en el medio no existe. Y que Nicole Kidman esté nominada al Oscar por 7 minutos contados me parece una falta total de respeto.
Lo que le pesa más a este nuevo director, Garth Davis, es la más lenta y quizás intrascendente parte de la historia con boludeses como el pibe yendo a una fiesta, hablando en una casa con amigos, y todo una depresión que no hacia falta contar, o quizás encarar a situaciones más interesantes durante esos momentos de adultez, pero problamente se haya hecho de esa manera porque la vida del flaco quizás no fue tan interesante durante esos años.
De todas maneras, el film funciona bastante bien, tiene poder, sobre todo la primer hora, y el final, y para mí es merecedora de estar entre las 9 nominadas al Oscar como mejor película del año.
Y de esta manera completo todo el pack de las nominadas. Y me quedo en el primer puesto con La La Land, segundo lugar se lo dejo a Manchester by the Sea, y por último a Moonlight. Y ojalá Arrival les robe un par de Oscars a esa trinidad porque también se los merece.
Respecto a las actuaciones me quedo con los dos actores que encarnan al protagonista. Sunny Pawar como el niño de 5 años, genial, consigue lo que no es habitual en alguien de esa edad. Y cuando es mayor, lo interpreta Dev Patel que si bien aparece después de la hora de film, lo hace de manera espectacular, tal como nos tiene acostumbrados, y este es el tipo de películas que le sienta bien y no porquerías como por ejemplo: Chappie.
Todo muy lindo como película dramática, emocional, pero que en algunos momentos se convierte en un spot de ONG, de derechos humanos e infantiles. Su poco acierto en la elección de los actores occidentales, que hubiera sido mucho más creíble con protagonistas no profesionales, y que podrían haber contado algo más sobre su familia, porque solo aparecen unos minutos al principio, y al final… lo que pasó en el medio no existe. Y que Nicole Kidman esté nominada al Oscar por 7 minutos contados me parece una falta total de respeto.
Lo que le pesa más a este nuevo director, Garth Davis, es la más lenta y quizás intrascendente parte de la historia con boludeses como el pibe yendo a una fiesta, hablando en una casa con amigos, y todo una depresión que no hacia falta contar, o quizás encarar a situaciones más interesantes durante esos momentos de adultez, pero problamente se haya hecho de esa manera porque la vida del flaco quizás no fue tan interesante durante esos años.
De todas maneras, el film funciona bastante bien, tiene poder, sobre todo la primer hora, y el final, y para mí es merecedora de estar entre las 9 nominadas al Oscar como mejor película del año.
Y de esta manera completo todo el pack de las nominadas. Y me quedo en el primer puesto con La La Land, segundo lugar se lo dejo a Manchester by the Sea, y por último a Moonlight. Y ojalá Arrival les robe un par de Oscars a esa trinidad porque también se los merece.
10 de febrero de 2017
10 de febrero de 2017
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Había muchas posibilidades de que una historia real así se malograra al trasladarla a la pantalla.
Podría haber sido una rancia descripción "mágica" de la India, pornografía sentimental de primer grado, o, simple y llanamente, el más caro anuncio de Google Earth jamás creado.
Así las cosas, y con todo, Garth Davis consigue desentender su historia de todo eso, y centrarse en las emociones y sentimientos, cosa que a la postre es de lo más acertada.
Porque 'Lion', en casi toda su primera parte, está obsesionada en lograr una suerte de abstracción infantil sobre lo que te cuenta, carente de juicios de valor o sospechas adultas.
Somos testigos de la vida de Saroo, de las pequeñas cosas que componen su existencia feliz, pese a que en principio su ambiente no podría parecer más degradado. Niños como él son gritados por todo el mundo, despreciados por todo el mundo, como alimañas que cuanto más apartadas estén de la vista mejor.
No importa, porque Saroo y su hermano Guddu siguen pudiendo ver la luz del sol desde el techo del tren, siguen desobedeciendo tranquilamente a la autoridad, y al final del día pueden volver a casa con su madre. En el retrato de su vida no hay una falsa idealización, sino simplemente la visión de un niño que nunca ha conocido nada más, y está contento con lo que tiene.
Más tarde, cuando se produce la separación de su hermano, esa mirada no desaparece.
Para él verse atrapado en un tren hacia quién sabe dónde es una situación aterradora, pero a fuerza de verla con él nos parece casi ingenua: a Saroo no se le ocurre que podría bajarse del tren en cualquier momento, por ejemplo, y en su lugar allí permanece, viajando lejos de un hogar que apenas conocía excepto por su familia.
A partir de entonces, permanecerá solo en los días y noches, sin una mirada amiga a la que recurrir, con apenas cuatro detalles (una petición amable, una fugaz sensación de comunidad) que le recuerden al calor que ha dejado atrás, pero en definitiva serán experiencias totalmente nuevas, extrañamente inquietantes en su desconocimiento.
No existen buenos ni malos: no existían antes para Saroo, ahora tampoco, solo existen situaciones en las que le conviene largarse, aunque el vacío de calle de madrugada le devuelva su indefensión multiplicada por cien (otro sentimiento que nunca ha descubierto).
Todo lo que vive, la cámara de Garth Davis lo registra, grabando en nuestra mente la aventura de ese niño, a modo de sueño apenas imaginado en el que nadie le prestó ayuda, pero tampoco nadie le molestó especialmente.
En su vida adulta ya le vemos más seguro y confiado, un hombre hecho y derecho que apenas recuerda lo que fue.
Ya sabe poner nombres a las cosas, sabe captar la ironía de una bella compañera, ha aprendido que su padre y madre son seres falibles a los que hay que confortar con un cariño propio.
Y entonces le vuelve esa sensación indefinida, la ligera idea de que antes de esa historia en la que ya conoce el mundo había otra historia, apenas legible, en la que todo tenía una mirada más inocente. Su sensibilidad adulta se mezcla con su recuerdo infantil, resaltando todos los matices entre medias.
De pronto, comprende que lo que para él fue una existencia acomodada, para su familia fue una incertidumbre constante. Que lo que para él fue un camino natural hacia otra vida, en realidad fue el viaje plagado de peligros que nosotros le vimos recorrer.
Hay una idea tras 'Lion', y es que el niño que fuimos a veces no podrá reconciliarse con el adulto que somos, porque el mundo es más grande de lo que habíamos imaginado.
Y sin embargo, esa seguridad que da la madurez desaparece cuando, a través de la pantalla de una aplicación geográfica, se reconocen los caminos de infancia, los recuerdos imborrables, las sensaciones de otra época.
La seguridad salta por los aires ante lo emocional, y nuestra primera línea de defensa es encerrarnos para impedir eso.
Pero Saroo está rodeado de gente que le quiere y acepta esa madurez rota por un recuerdo, aunque él crea lo contrario.
Cosa que, bien mirada, parece un buen camino para llegar a reconciliarse con aquel niño que fue y creyó dejar abandonado, en las calles de Calcuta.
Podría haber sido una rancia descripción "mágica" de la India, pornografía sentimental de primer grado, o, simple y llanamente, el más caro anuncio de Google Earth jamás creado.
Así las cosas, y con todo, Garth Davis consigue desentender su historia de todo eso, y centrarse en las emociones y sentimientos, cosa que a la postre es de lo más acertada.
Porque 'Lion', en casi toda su primera parte, está obsesionada en lograr una suerte de abstracción infantil sobre lo que te cuenta, carente de juicios de valor o sospechas adultas.
Somos testigos de la vida de Saroo, de las pequeñas cosas que componen su existencia feliz, pese a que en principio su ambiente no podría parecer más degradado. Niños como él son gritados por todo el mundo, despreciados por todo el mundo, como alimañas que cuanto más apartadas estén de la vista mejor.
No importa, porque Saroo y su hermano Guddu siguen pudiendo ver la luz del sol desde el techo del tren, siguen desobedeciendo tranquilamente a la autoridad, y al final del día pueden volver a casa con su madre. En el retrato de su vida no hay una falsa idealización, sino simplemente la visión de un niño que nunca ha conocido nada más, y está contento con lo que tiene.
Más tarde, cuando se produce la separación de su hermano, esa mirada no desaparece.
Para él verse atrapado en un tren hacia quién sabe dónde es una situación aterradora, pero a fuerza de verla con él nos parece casi ingenua: a Saroo no se le ocurre que podría bajarse del tren en cualquier momento, por ejemplo, y en su lugar allí permanece, viajando lejos de un hogar que apenas conocía excepto por su familia.
A partir de entonces, permanecerá solo en los días y noches, sin una mirada amiga a la que recurrir, con apenas cuatro detalles (una petición amable, una fugaz sensación de comunidad) que le recuerden al calor que ha dejado atrás, pero en definitiva serán experiencias totalmente nuevas, extrañamente inquietantes en su desconocimiento.
No existen buenos ni malos: no existían antes para Saroo, ahora tampoco, solo existen situaciones en las que le conviene largarse, aunque el vacío de calle de madrugada le devuelva su indefensión multiplicada por cien (otro sentimiento que nunca ha descubierto).
Todo lo que vive, la cámara de Garth Davis lo registra, grabando en nuestra mente la aventura de ese niño, a modo de sueño apenas imaginado en el que nadie le prestó ayuda, pero tampoco nadie le molestó especialmente.
En su vida adulta ya le vemos más seguro y confiado, un hombre hecho y derecho que apenas recuerda lo que fue.
Ya sabe poner nombres a las cosas, sabe captar la ironía de una bella compañera, ha aprendido que su padre y madre son seres falibles a los que hay que confortar con un cariño propio.
Y entonces le vuelve esa sensación indefinida, la ligera idea de que antes de esa historia en la que ya conoce el mundo había otra historia, apenas legible, en la que todo tenía una mirada más inocente. Su sensibilidad adulta se mezcla con su recuerdo infantil, resaltando todos los matices entre medias.
De pronto, comprende que lo que para él fue una existencia acomodada, para su familia fue una incertidumbre constante. Que lo que para él fue un camino natural hacia otra vida, en realidad fue el viaje plagado de peligros que nosotros le vimos recorrer.
Hay una idea tras 'Lion', y es que el niño que fuimos a veces no podrá reconciliarse con el adulto que somos, porque el mundo es más grande de lo que habíamos imaginado.
Y sin embargo, esa seguridad que da la madurez desaparece cuando, a través de la pantalla de una aplicación geográfica, se reconocen los caminos de infancia, los recuerdos imborrables, las sensaciones de otra época.
La seguridad salta por los aires ante lo emocional, y nuestra primera línea de defensa es encerrarnos para impedir eso.
Pero Saroo está rodeado de gente que le quiere y acepta esa madurez rota por un recuerdo, aunque él crea lo contrario.
Cosa que, bien mirada, parece un buen camino para llegar a reconciliarse con aquel niño que fue y creyó dejar abandonado, en las calles de Calcuta.
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