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Yo soy Simón

Romance. Comedia. Drama Simon Spiers es un joven de 16 años con una vida normal, unos padres geniales, una hermana pequeña adorable y un estupendo grupo de amigos. Pero Simon tiene un secreto: es gay. Cuando un día uno de sus e-mails cae en manos equivocadas, Simon verá cómo las cosas se complican extraordinariamente, y deberá enfrentarse a una situación que pondrá en peligro la vida que llevaba hasta ese momento. (FILMAFFINITY)
Críticas 58
Críticas ordenadas por utilidad
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2
21 de febrero de 2024 1 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
La película es un cliché que oculta bajo un guión que huele a panfleto cristiano, un mensaje conservador, donde ser gay no tiene sexo, sólo amor blanquito y pijo. Las interpretaciones cumplen con la cuota racial tan vergonzante para un país que sigue considerando a los afroamericanos como secundarios en todo.
La historia es una más de tantas con ese afán colonialista made in USA para que veamos lo idílica que es la vida (otro cliché) de los teenagers y sus residenciales, autobuses amarillos, fiesta de Haloween y demás "patrimonio cultural" que nos venden una y otra vez.
No hay nada profundo y mucho menos crítico con el sistema o la sociedad, todo es drama de blancos ricos, defensa de una sociedad que baila mientras gobierna el mundo a latigazos.
7
24 de septiembre de 2018 0 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Vi “Yo soy Simón” (“Love, Simon”, 2018, EEUU), dirigida por Greg Berlanti [1972-], con guion de Isaac Aptaker y Elizabeth Berger, quienes se basaron en una novela de Becky Albertalli. Recordemos que el director es alguien que se ha hecho un nombre en las series de televisión de superhéroes (Arrow, Flash, Supergirl, etc.) y con cintas comerciales a más no poder. El reparto es importante: Nick Robinson, Jennifer Garner, Josh Duhamel y Katherine Langford, entre otros. Estamos ante una comedia romántica pero que tiene una particularidad mayúscula. Si no es la primera, es la segunda comedia romántica de grandes estudios (es decir, producida y distribuida por los pesos pesados de la industria), donde el amor exaltado es el de una pareja de adolescentes homosexuales. Dicho con otras palabras, es una cinta que, en su contexto, rompe el paradigma de las comedias románticas de formato de gran estudio. Trata, como lo dije, de un joven de 16 años, Simon Spiers, con una vida casi que perfecta, pero que esconde un secreto: es gay. Mediante las redes conoce a otro chico gay de su escuela, que no desea hacer pública su condición de homosexual, hasta que, por un error, el secreto termina siendo noticia de todos en la escuela. ¿Qué decir del filme? En primer lugar, que es una obra con todos los clichés del género y que hace uso de la estructura más que sabida de la típica comedia romántica. Esta es una cinta aburridamente disciplinada con los estereotipos del género. Obviamente, estereotipos que garantizan un buen negocio al productor. Estos estereotipos los podermos ver, por ejemplo, con el hecho de plantear un mundo cuasi-perfecto de partida (hasta el minuto 10), que se pone en riesgo por la aparición del amor (minuto 10-20), dentro de un contexto gracioso con escenas hilarantes y buenos apuntes, amor que (a los 60-75 minutos) parece que terminará en tragedia, pero que en los últimos 10 minutos todo se endereza con una gran rapidez… en fin, lo de siempre. En segundo lugar, a pesar de ser un filme obediente en su narrativa, es innovador en el objeto en que centra esa mezcla de cursilería con ensoñación que las comedias románticas saben transmitir muy bien. Es innovadora en el sentido que realza el amor entre dos adolescentes homosexuales, lo que hace doblemente arriesgada la apuesta: primero por ser homosexuales, y segundo por ser menores de edad. Obviamente, la apuesta estaba bien pensada para ser triunfadora. En tercer lugar, si bien estéticamente el filme no ofrece mayor cosa (verbigracia la mediocridad de varias interpretaciones de reparto, que fueron así para no quitarle brillo a otros aspectos de la escena), el hecho de proponer ver como normal el amor en las relaciones homosexuales y de recordarle al espectador que estamos hablando del mismo sentimiento, el amor (que tanto hace sufrir a la vez que alegrar al ser humano), independientemente de la orientación sexual de los amantes, es una acción política elogiable. En este sentido, la cinta, si bien es claramente comercial, puede ayudar a aumentar la tolerancia frente a la diversidad sexual, por efecto de la manera en que se presenta el amor, de un lado, y por el efecto que se generaría por la continua exhibición de este tipo de narraciones, del otro. La exhibición de este tipo de cine, su repetición en medios masivos, junto con otras cosas, puede volver normal lo que antes se nos enseñaba como anormal. En cuarto lugar, una película como esta nos pone en evidencia, una vez más, que hay dos mercados antagónicos, pero en claro crecimiento, que los productores audiovisuales saben que si se apuesta por ellos habrá importantes ganancias económicas. Estos dos mercados son el cristiano y el progresista. Ambos están en crecimiento, y ambos reclaman películas y series según sus gustos. Así las cosas, los productores están ofreciendo productos diferenciados según el público, miradas que ratifican los prejuicios iniciales del espectador. Lo gracioso es que un mismo productor no teme en hacer productos diferenciados (y contrarios) para ambos mercados, pues las ideologías no deben interferir con los negocios: es el caso de Fox. En conclusión, si vemos la película solo desde su estructura de comedia, sería un filme sin pena ni gloria, que a lo mucho serviría para entretener a alguien que no tiene algo mejor que hacer durante un par de horas. Si la vemos desde la apuesta que conlleva, progresista en todo sentido, vale la pena verla como señal política de tolerancia, como faro de esperanza de que desaparezcan las discriminaciones (en especial lo que se suele llamar las micro-discriminaciones, esas que pasan desapercibidas con mucha mayor facilidad) por la orientación sexual. La recomiendo entonces, aclarando que hay un par de escenas muy divertidas: a nadie le vendría mal reírse y más si le enseñan que lo “anormal” muchas veces es una cuestión cultural y no natural. 2018-09-24.
7
15 de junio de 2018 1 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es bueno ver como Berlanti ha sido capaz de dejar a un lado su estilo de las series de DC para hacer una película tan emotiva. Creo que todo funciona a la perfección. Tiene muchos toques de humor, pero el trasfondo de la película está tratado con mucha delicadeza.

La película funciona por la sinceridad de la misma ya que no deja de ser otra película "de adolescentes en el instituto", sólo que esta vez, no es sólo eso porque la ha convertido en algo más profundo.

Que parte del cast haya sido de la serie de 'Por trece razones' (2 personajes) creo que es un acierto ya que puede conectar más con aquellas personas que han visto la serie y sean adolescentes que estén en edad de ir al instituto o estén descubriendo su sexualidad.

Es una pena que habiendo visto la película en un preestreno gratuito (y en una sala pequeña), ni siquiera se haya llenado. Suerte que ha tenido un gran recibimiento por parte de la crítica, porque si no, historias así son las que pasan desapercibidas.
9
20 de enero de 2019 1 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tarde de sofá y mucho frío fuera viendo la comedia romántica gay de ahora. Un PRETTY WOMAN high school marica, feel good movie donde todo es perfecto, ideal y donde todo acaba bien. Romcom con ecos de JOHN HUGHES.
Sabemos ya lo que pasa en el mundo real, sabemos que la realidad puede ser cruda y terrible, por eso se creó HOLLYWOOD, para que podamos hacer una ROSA PÚRPURA DEL CAIRO, para que podamos evadirnos de la mediocridad del mundo real, para hacernos soñar. LOVE, SIMON perpetúa ese sueño. Es una medicina sabor chicle con pica-pica.
SIMON es un MOLLY RINGWALD gay en un suspense romántico in crescendo que termina en fuegos artificiales.
7
7 de julio de 2020 0 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Como decía Radiohead: soy un bicho raro. Así es como se sienten muchos homosexuales por el temor de no encajar en una sociedad adaptada a estereotipos de género y sexualidad, entre otras cosas, y que tan bien plasma esta teen movie que si es muy fría en formas, rodea con unos cálidos brazos al espectador por el bonito mensaje que quiere transmitir. Con amor, Simón trata sobre la salida del armario de un joven de 17 años avasallado por la duda de cuándo y cómo exponerse libremente de cara a la sociedad a raíz de chatear activamente con otro joven en sus mismas circunstancias. El miedo y el recelo lo embargarán en un viaje a través del despertar sexual, de las inquietudes amorosas y, por supuesto, de encontrarse a uno mismo dentro de un colectivo indirectamente arraigado a una concepción social arcaica.

Greg Berlanti plantea una dirección lineal y plana para que el mensaje no se vea rasguñado en su proceso de transmisión, manejando la comedia salpicada de romance como ya hizo en Como la vida misma (2010), haciendo una narración rápida y divertida teniendo en cuenta la clase de público a la que se dirige, cosa que Berlanti, como experimentado guionista, conoce bien, y sabe cómo llevar el guión de Elizabeth Berger e Isaac Aptaker por la ruta más cómoda, sin menudearse con elementos disuasorios.

El gran drama de salir del armario es algo que, de una forma u otra, llega a calar en el espectador independientemente de su orientación sexual, ya que sigue unas pautas básicas para que este simpatice con el personaje protagonista girando alrededor de una subtrama detectivesca que provoca interés por conocer la identidad del misterioso Blue, beneficiándose mucho del montaje para engañar al espectador colocando falsos razonamientos lógicos mediante secuencias abstractas fundamentadas en el subconsciente de Simón y su búsqueda del amor.

Un guión bien planificado, con relaciones entre los personajes y situaciones tan verídicas para el adolescente estadounidense ayudan muchísimo a involucrarse en un argumento que, si bien es tan simple como sus personajes, ayuda a ubicarse en un contexto idóneo para la realización de un mensaje trillado, pero creativo en las formas que se presentan. Uno de los grandes fallos que encuentro es la falta de saber manejar las situaciones melodramáticas, creando nudos forzados de nulo desasosiego o emotividad en el espectador, repercutiendo en una atmósfera fría que embadurna a sus actores a la hora de representar los sentimientos. No por ello es algo que empeore con el resultado, ya que, como he dicho, lo más importante es el mensaje y la necesidad de mostrar una realidad más habitual de lo que debiera, para llegar a comprenderla y subsanarla en un futuro ojalá próximo.

Los arcos, muy diferenciados entre presentación de personajes y vidas cotidianas, introducción del elemento externo que impele el nudo, el conflicto tanto interno como externo de un protagonista abatido por la naturalidad incomprendida de su ser, hasta la resolución que, para mi gusto, demasiado anodina. Los diálogos, la mayoría bobalicones acompañando, obviamente, las conversaciones típicas entre amigos de instituto, sirven a una recreación veraz que ayuda a la identificación con los personajes del público al que se dirige, pero que algunos abordan temas bastante interesantes, como la pregunta de por qué un heterosexual no se debe presentar ante la sociedad como tal, mientras que un homosexual sí.

Mediante la escenografía, muy apropiada tanto para situar a sus personajes como para conocer a Simón mediante su habitación baila un sereno tango con la fotografía casi urbanita de John Guleserian al son de una música pop muy familiar, perfectamente seleccionada por Rob Simonsen, que acerca al espectador a ese entorno escolar y al círculo de amistad del protagonista.

Las interpretaciones, simplemente correctas donde el lucimiento convive con un personaje secundario, Martin Addison, interpretado por un genial Logan Miller que traduce la personalidad insoportable y repelente de su personaje en odioso con el trascurso del desarrollo y su construcción de personaje, quizás, a veces, demasiado apresurado. Nick Robinson como Simón Spier podría haber dado mucho más de así, ya que los cambios de registro que pretende no convencen por la inexpresividad que maneja en situaciones de intenso drama.

Siempre son bien recibidas estas producciones para dar visibilidad y comprender a una parte de la sociedad en muchas ocasiones silenciada por su contraparte, así como ayudar a personas que, como Simón, se cohíben del amor por las lascivas miradas de el resto de las personas. (6.5).
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