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En la línea de fuego

Intriga. Acción. Drama Frank Horrigan (Clint Eastwood) es un veterano escolta, que conoció tiempos mejores cuando llegó a ser guardaespaldas del Presidente Kennedy. Muchos años después, a punto de retirarse, está atravesando una crisis profesional y personal, pero decide volver al servicio de la Casa Blanca cuando en una investigación rutinaria descubre que un psicópata llamado Mitch Leary (John Malkovich) está amenazando de muerte al Presidente de los ... [+]
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7
19 de julio de 2020 1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
219/23(17/07/20) Muy entretenido thriller de suspense con mucho de psicológico, dirigido con soltura por el germano Wolfgang Petersen bajo el ingenioso guión de Jeff Maguire (“Evasión o Victoria”), escrito a sugerencia del productor Jeff Apple, aficionado del Servicio Secreto desde, adolescente cuya fascinación continua aparentemente condujo a una amplia cooperación de la agencia. Con el protagonismo de Clint Eastwood y su némesis encarnado por un gran John Malkovich. Trata sobre un ex agente desilusionado y obsesionado de la CIA que intenta asesinar al Presidente de los Estados Unidos, para ello entabla un duelo mental con un agente del Servicio Secreto, único en servicio activo que aún permanece de los que protegía a John F. Kennedy en Dallas, Texas, en el momento de su asesinato en 1963. En lo que es una película que se nota claramente influenciada por la cinta "The day of Chacal" (1973), a su vez adaptación del best seller de 1971 de Frederick Forsyth sobre un complot para matar a Charles de Gaulle. La mejor de la película es el perverso juego del gato y el ratón que se establece entre los dos doppelgänger, dos caras de la misma moneda, dos profesionales en los suyo, dos desencantados, dos estajanovistas, dos tipos con fantasmas en sus mochilas, un duelo que se traslada a lo actoral de modo sensacional, sobre todo en las llamadas telefónicas. Una película sin ansias de ser profunda, no quiere ser existencialista, simplemente anhela ser una cinta amena que recuerdes con cariño, y esto lo consigue sin artificios, yendo a lo básico, sin florituras, con un crescendo dramático bien llevado, hasta desembocar en el esperado duelo final. Tiene algunos defectillos que lastran un poco el desarrollo de la película, como por ejemplo el innecesario romance que le endosan al duro Eastwood (con una encantadora Rene Russo como Lilly Raines, con buena química con Clint, pero insertada en una sub trama apósito), o que podrían haber pulido un poco más la relación de los antagonistas, pues Frank parece demasiado rudo con Mitch en todo momento, y esto resta compenetración y naturalidad, bajo mi modesta opinión debería haber habido más ‘calor’ y camaradería entre ambos, al estilo “Heat” con Pacino y De Niro.

La película insertó imágenes digitalizadas de las películas de Clint Eastwood de la década de 1960 en las escenas de asesinato de Kennedy. Como Jeff Apple lo describió a Los Ángeles Times, Clint "obtiene el primer corte de pelo digital del mundo". A pesar de ser un éxito incontestable con 176 millones de dólares para 40 invertidos, ‘En la línea de fuego’ no fue nº1 de taquilla durante ninguna de las trece semanas seguidas que permaneció en la cartelera USA. Acabó ese año como la tercera cinta con calificación R (para mayores de 16 años) más taquillera. Tan sólo terminó por detrás de ‘Una proposición indecente’ (Adrian Lyne, 1993) y ‘La tapadera’ (Sydney Pollack, 1993). Su recorrido comercial terminó como el film más taquillero de la carrera de Clint Eastwood. Un Eastwood que ese mismo año estrenaría (como director y co-protagonista) otra de sus grandes: ‘Un mundo perfecto’ con Kevin Costner en el rol principal.

Película con sabor a clasicismo en su elegante puesta en escena (destacar por el reciente fallecimiento la música del maestro Ennio Morricone), con diálogos inteligentes, con un fluir veraz, con momentos de tensión bien manejados (el enfrentamiento primero con los falsificadores de dinero; el encuentro de Mitch con la empleada del banco; o la vibrante persecución por los tejados, con claras reminiscencias al Hitchcock de “Vértigo”). Con dosis de relaciones mentor-discípulo, de los problemas de los trabajadores añejos (Dinosaurios), de romanticismo manejado al modo screw-ball. Pero ante todo lo que prima es la relación entre los dos protagonistas, donde uno tiene la obligación de defender hasta con su vida al POTUS, y el otro se ha encomendado la misión de asesinarlo, estableciendo entre ellos paralelismos evidentes. Y donde claramente sale ganado (bajo mi modesta opinión) Mitch Leary embestido por John Malkovich, un genio de crear armas, un maestro del disfraz, un juguetón telefónico, un cínico, sofisticado, de sonrisa mordaz, aterrador en su frialdad con que mata a inocentes, una actuación cargada de intensidad apabullante, sabiendo modular sus ententes con Frank Horrigan para engatusarlo con sus hábiles argumentos, un psicópata al que el guión y dirección saber dar alma y fondo para humanizarlo y no sea un simple villano de una nota; Clint Eastwood da vida a Frank Horriga, el veterano agente del Servicio Secreto, llevo consigo la pesada carga de que junto a él fue asesinado JFK, y tiene la duda de sí pudo hacer algo por impedirlo, si pudo poner su cuerpo por medio o fue el instinto natural de supervivencia del ser humano lo que le privó de cruzarse por en medio ("una leyenda viva, el único agente activo que perdió a un presidente"). Tres décadas después vuelven estos demonios a emerger por la figura del enigmático Leary, tipo con idealismo antiguo, con enorme sentido del deber, al que Eastwood enarbola con sentido emocional, con esos toques dulces de que toca el piano, con ese romance con otra agente (excelente ese toque de monólogo en la escalinata del Monumento a Lincoln, diciendo que sí ella se la vuelta mientras se aleja, es que le importa, lo hace y su sonrisa pícara resulta maravillosa) con su relación mentor-discípulo con Al D'Andrea (correcto Dylan McDermott). El actor ha sabido con el tiempo amoldar sus arrugas a sus roles, para darle más caché de experiencia, de pasado, de cicatrices, haciendo de su laconismo marca de mundo interior, buena actuación del nacido en San Francisco.

La relación de Frank con sus superiores, sus problemas por sus métodos, es algo muy ajado y manido en tropecientas películas, que se lo pregunten al Harry Callahan de “Harry el sucio”, con sus tiranteces con sus formas de actuar contra los malos, esto se siente acartonado en sus constantes roces.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
'Frank pregunta a ‘Booth”:- Qué ves cuando llega la noche y vienen los demonios?
Booth: - Te veo a tí al lado de la tumba de otro presidente muerto.

‘Booth’: Estoy viendo tu película: Noviembre de 1963, ‘Los últimos días de Kennedy’. La llegada a Texas debió de ser emocionante para ti, Frank. Dallas, aquella mañana en el aeropuerto. Se os veía a todos radiantes, a JFK, a Jackie y a ti. Parecías tan joven y capaz, Frank. Qué sucedió contigo aquel día? Sólo un agente reaccionó al disparo y tú estabas más cerca de Kennedy que él…A altas horas de la noche, cuando vienen los demonios, ves que el rifle sale por esa ventana o ves que la cabeza de Kennedy está destrozada? Si hubiera reaccionado a ese primer disparo, podría haber llegado a tiempo para detener la gran bala? Y si lo hubieras hecho, podría haber sido tu cabeza destrozada. ¿Te gustaría haber tenido éxito, Frank? ¿O es la vida demasiado preciosa?

Frank Horrigan: -Normalmente prefiero no conocer a las personas que estoy protegiendo.
Lilly Raines: -Por qué es eso?
Frank Horrigan: -Nunca se sabe. Podrías decidir que no vale la pena recibir una bala.

Booth: -Toma mi mano, Frank . Tómalo. Si no lo haces, morirás. Vas a dispararme, Frank, después de que te salve la vida? La única forma de salvar al presidente es dispararme. Estás dispuesto a cambiar tu vida por la suya, o la vida es demasiado preciosa? (Frank está colgado de un techo, luego saca su arma después de tomar la mano de Leary)

Mitch Leary -La ironía es tan gruesa que podrías ahogarla.
Frank Horrigan: -No hay ironía, Mitch.
Mitch Leary: -Piensa, Frank. El mismo gobierno que me entrenó para matar te entrenó para protegerte. Sin embargo, ahora quieres matarme mientras te protejo en el techo. Van a escribir libros acerca de nosotros, Frank”.

El clímax con Eastwood tirándose cual portero de futbol en palomita a parar la bala contra el presidente. Me resulta muy caricaturesco, pero es que encima no es ningún acto de sacrifico, pues lleva un chaleco antibalas. Pero tienen un buen duelo en el ascensor.

Frank Horrigan con Mitch colgando del exterior del ascensor a gran altura: -Toma mi mano. Si no lo haces, morirás.
Mitch Leary: -Quieres salvarme, Frank?
Frank Horrigan: -Para ser sincero y honesto contigo, no. Pero es mi trabajo.

Coronado todo por un epílogo excelente, en el que se da una dignidad trémula a al ‘villano’, con ese contestador que pone Frank al llegar a su apartamento y entonces escuchamos a Mitch.
Mitch: Me pregunto, Frank, me mataste? Quién ganó nuestro juego? No es que realmente importe, ya que entre amigos como tú y yo, no se trata de si ganas o pierdes, sino de cómo juegas, y ahora que el juego está hecho, es hora de seguir con tu vida. Frank, me preocupa que no tengas vida con la que seguir. Eres un buen hombre, y buenos hombres como tú y yo están destinados a caminar por un camino solitario. Adiós y buena suerte. (Palabras finales de Leary en el contestador automático de Frank)

Me queda un muy ágil thriller, que no descubre nada, pero todo lo reviste con inteligencia. Fuerza y honor!!!
3
14 de enero de 2024 1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Otra de esas películas de alta inversión, con varios premios, un reparto más que notable y unos medios de altísimo nivel, que al final va a tirones en su intento de mezclar pasión con acción, intriga con historia y churras con merinas. No negaré que a ratos se deja ver, y te mantiene frente a la pantalla, pero sabiendo perfectamente lo que va a ocurrir en el próximo cuarto de hora.

Básicamente trata del enfrentamiento entre un tipo (John Malkovich) que quiere cargarse al presidente de Estados Unidos y un agente del servicio secreto (Eastwood) que trata de impedirlo. El asunto es bastante personal, porque el malo quiere que el bueno redima su pasado, ya que (atención) Clint Eastwood fue prácticamente el responsable de la muerte de JFK (las fotos de Clint escoltando a Kennedy son la ostia). En fin, que todo se va liando, aparece una agenta que le hace tilín al viejo agente, y bueno, lo que te puedes suponer. Una notable pérdida de tiempo que demuestra que, cuando se ruedan películas como quien fabrica bicicletas., ni siquiera poner juntos a Clint Eastwood y John Malkovich funciona.
7
26 de noviembre de 2013 Sé el primero en valorar esta crítica
El reciente aniversario del asesinato de J.F.K. me empuja a escribir sobre el film de 'Wolfang Petersen' ( El submarino, Airforce One). Los estados unidos americanos tienen en su haber atentados varios contra sus presidentes y mandatarios ( anualmente se localizan más de 1000 amenazas al inquilino de la casa blanca para inentar frenar acontecimientos tan desgraciados como el ocurrido a Kennedy o Lincoln). Aquí es dónde entra (Frank Horrigan) 'Eastwood', un agente del servicio secreto a punto de jubilarse que vive atormentado porque fué incapaz de reaccionar y 'defender' la vida de 'Kennedy' cuando fué abatído en Dallas el 22 de Noviembre de 1963 ( 30 años atrás que el año de esta película) por los disparos efectuados ( presúntamente) por Lee Harvey Oswald. Un depravado, inteligente, cruel y mordaz John Malkovich pondrá en juego una amenaza al actual presidente en la que incluye a 'Horrigan' como testigo de la conspiración reconocida para matar al mandatario estadounidense y dejar a 'Eastwood' la duda de qué hará en esta ocasión al recordarle su pasado al fallarle al fallecído presidente en Dallas tiempo atrás. El duelo interpreatívo entre el atormentado y experimentado agente que tiene enfrente a un asesino en potencia tan hábil como camaleónico que le tensa y desafía constántemente es estupéndamente narrado por 'Wolfang Petersen' en la que sería la última vez que alguien dirigía al gran Clint Eastwood en su faceta como actor por otro que no fuera él mísmo hasta el año 2012 en 'Golpe de efecto'( 19 años magistralmente utilizados por 'Clint' para realizar obras maestras). Pero volviendo a 'En la línea de fuego' hay que comentar que agentes reales del servício secreto de aquella época asesoraron tanto a 'Eastwood' como al resto del plantel actoral para saber actuar y moverse con autenticidad y profesionalidad. La tensión y el misterio que rodean al personaje de un genial 'John Malkovich' para poner en jaque la vida del mayor mandatario mundial a la vez que 'Frank Horrigan' estrecha el cerco para atraparle no hace sino crear una extraña relación de admiración y odio desafiante por parte de los 2 protagonístas: Uno está dispuesto a dar su vida por matar al mandatario, el otro está contratado para dar su vida por evitarlo, entre los 2 se crea un juego tipo 'El gato y el ratón' con puestos intercambiables en una película llevada con precisión, ímpetu y ganas de tensionar al público con un buen thriller de impacto con atormentadas reminiescencias fatales para el personaje de 'Eastwood' y con la que 'John Malkovich' aprovecha su talante actoral para reflejar un depravado comportamiento a base de crueles asesinatos, ingenio técnico y capacidad para camuflarse cual cazador en busca de su presa. Al elenco actoral se unen una perspicaz agente 'Rene Russo' que planteará un lado romántico al rudo de 'Clint Eastwood', un novato y despistado agente compañero de 'Horrigan' que encarna Dylan McDermott y a modo de curiosidad la aparición del actor 'Tobin Bell' ( el malvado puzzle en la saga 'Saw') haciendo de un traficante de drogas en una pequeña escena al principio del film. 'En la línea de fuego' es sin duda un eficaz ejercicio fílmico dotado de la capacidad para angustiar e interesar servido por dos magistrales actores el uno frente al otro en una película con un ritmo desenfrenado e 'in crescendo' con los fantasmas de 'Kennedy' en el interior de la cabeza de 'Eastwood' desencadenados por las amenazas desafiantes de 'Malkovich' para sacrificar la vida de los 2 con la finalidad de asesinar a un nuevo presidente. Me llaman poderosamente la atención las conversaciones telefónicas en las que se escucha a 'Frank' Eastwood preguntarle a 'Buzz' Malkovich.- ¿ Qué ves cuando llega la noche y vienen los demonios?- A lo que 'Buzz' ( nombre del también asesino de Lincoln) responde: - Te veo a tí al lado de la tumba de otro presidente muerto-....Una película estupenda, en tensión constante, con unas actuaciones de altura de gran calado psicológico y psicótico...Más info en: cristobalcine.jimdo.com
8
13 de junio de 2018 Sé el primero en valorar esta crítica
No me refiero a Chuck Norris, por supuesto. En realidad hablaba de alguien que sí que tiene madera de héroe, porque...¿acaso Clint Eastwood no es suficiente para proteger al presidente de los EE.UU.?
Bueno, a quien se proponga, claro. Y es que los años poco importan para ese tipo duro, alto y de ojos como mirillas de persiana que en su día encarnó a Harry Callahan.

Esta vez da vida a Frank Horrigan, un agente del Servicio Secreto caído en desgracia que ha de vivir con los demonios de su pasado atormentándole, pues él era uno de los guardaespaldas del presidente John F. Kennedy y, en el momento del asesinato, fracasó a la hora de protegerle. Treinta años después, sigue siendo recordado por muchos por ese fatal error...sobre todo por un peligroso y astuto psicópata llamado Mitch Leary que se ha propuesto matar, a cualquier precio, al actual presidente de la nación.
Horrigan sabe que eso no puede pasar, no debe permitir que vuelva a suceder, lo que provocará que termine enzarzándose en un paranoico juego con el asesino donde ambos deberán medirse en inteligencia mientras una especie de extraña conexión empieza a unirles, pues al parecer Leary también tiene un pasado como agente secreto. Una carrera contrarreloj va a empezar, y Horrigan, con la ayuda de su compañero Al y de la atractiva guardaespaldas Lilly, hará todo lo que esté en su mano para evitar ver caer a otro presidente.

Para los que le conozcan, el alemán afincado en EE.UU. Wolfgang Petersen no es que haya contado con muchos logros en su filmografía; películas de éxito en taquilla sí ha hecho, desde luego, pero ninguna de ellas se distingue por ser algo más que el típico producto palomitero de consumo fácil (y títulos como "Estallido", "Air Force One" o la infame "Troya" lo atestiguan). Pasó algún tiempo desde que el director realizara la interesante "Enemigo Mío", su debut en tierras americanas, hasta "La Noche de los Cristales Rotos".
Tras esta última, acabó contratado para el que sería su mejor film en la década de los '90 y, fácilmente, uno de los más brillantes "thrillers" de acción americanos, "En la Línea de Fuego", cuyo concepto surgió allá por los '80 de la mente del productor Jeff Apple, que deseaba hacer una película centrada en un agente secreto que no pudo salvar la vida a Kennedy. La idea era buena, sí, pero el proyecto no terminó de cuajar, hasta que años más tarde se aproximó al guionista Jeff Maguire; poco después se dio luz verde al rodaje en el cual prestó su ayuda el mismísimo Servicio Secreto.

"En la Línea de Fuego" es un musculoso "thriller" 100% americano, emocionante, que pone en tensión, y que a diferencia de otros donde sólo hay explosiones y dobles de acción, como dijo Roger Ebert, posee sustancia, inteligencia y una gran historia. Lo que viene a confirmarnos, aparte de lo anterior, es que si el cine necesita un héroe de acción ese deber ser Clint Eastwood, quien a sus 63 primaveras (en aquel entonces) puso de manifiesto que podía correr los mismos riesgos que sus competidores más jóvenes; si hacemos memoria, los '90 fueron los años de los Seagal, los Van Damme, los Willis, los Schwarzenegger, y nadie esperaría que un dinosaurio como Eastwood pudiera echar carreras, dar puñetazos o saltar por los tejados como ellos...¡pero vaya si puede!
Aquí vuelve a dar vida a un hombre atormentado, alcohólico y a la vez con sentido del humor, un tipo consciente de su edad en busca de una redención que nunca parece que le vaya a llegar, como ya le vimos interpretar en anteriores ocasiones ("En la Cuerda Floja", "Ruta Suicida", etc.). Este es el aspecto más importante, que a pesar de los años se vea capaz de enfrentarse a un psicópata cuyo objetivo le trae recuerdos de ese momento histórico para la vida de los norteamericanos en que vio hundida su carrera, y el intenso duelo de astucia entre ambos es la clave de la trama.

Un magistral John Malkovich, cuya actuación me hace defender la teoría de que como mejor queda este hombre es de villano, se mide como actor ante el implacable Eastwood; atentos a las conversaciones telefónicas entre ambos, porque son escenas rodadas con los dos actores hablando realmente el uno con el otro. Muy correctos Dylan McDermott, Gary Cole, Fred Thompson y esa guapísima y dura Rene Russo, que añade el toque romántico pertinente a la historia.
Grandes dosis de acción e intriga, una esencia clásica que remite a los mejores "thrillers" de antaño, increíbles efectos especiales, imágenes de archivo únicas con un joven Eastwood incrustado en ellas gracias al milagro del CGI, además de la incomparable música de Morricone, redondean esta magnífica película, recaudando más del triple de su presupuesto en taquilla.

Una secuencia que ha pasado a la Historia: Horrigan identifica a Leary y, tras una carrera, acaba por interponerse en el camino de su disparo de un tremendo salto que para sí quisiera Van Damme. Mítico.
7
4 de mayo de 2023 Sé el primero en valorar esta crítica
Si hace poco taché de la lista de pendientes de Clint Eastwood 'Ciudad muy caliente', ahora era el turno de 'En la línea de fuego', de la cual no recordaba haberla visto antes salvo escenas sueltas; y llegó el momento por fin con un buen sabor de boca.

¿Es de lo mejor de Wolfgang Petersen? Pues no diría tanto. 'La tormenta perfecta' guarda un mejor recuerdo en mi memoria cinéfila, no por mucho, y podría estar en el mismo listón de 'Troya', que no es decir poco, pues guardo en gran estima aquel filme con Brad Pitt, Eric Bana y compañía; no obstante, sobre la película que nos ocupa, hay que decir que guarda un gran sentido del ritmo. Sin prisa, pero sin pausa, se van sucediendo los acontecimientos del ratón y el gato entre Frank Horrigan (Eastwood) y Mitch Leary (Malkovich) y antes de que te des cuenta ya están pasando los créditos finales.

¿Y por qué no es de lo mejor del fallecido realizador alemán? Su guion, a pesar de su ritmo trepidante, no guarda matices ni reflexiones profundas, más allá de alguna pequeña pulla a la clase política sin mucha más intención de eso, y estamos ante una simple narrativa de buenos contra un malo en el que destacan nombres aparte del ya mencionado Eastwood como Rene Russo, John Mahoney ('Frasier', fallecido en 2018), Dylan McDermott o Fred Dalton Thompson, uno de esos secundarios que siempre dan categoría allá donde participen y que, desgraciadamente, nos dejó en 2015.

Además del ritmo narrativo tenemos a un John Malkovich como principal estrella de la función comiéndose al resto del reparto sin mucha dificultad, incluso a toda una leyenda como Clint Eastwood quien, siendo sincero, no hace el papel de su vida aquí, aunque ni mucho menos desentona. Malkovich fue nominado al Oscar como Mejor Actor de Reparto por este personaje y se entiende, pues se adapta perfectamente a su papel e intimida incluso con esa apariencia de persona corriente, apariencia que irá cambiando para no ser descubierto.

Incluso la presencia de Ennio Morricone en la banda sonora no supone un plus para el filme ni un hito para la carrera del compositor italiano, quien también nos dejó. No diría ni mucho menos que es de sus mejores trabajos, pero sí que tiene sus momentos destacables y consigue acompañar sólidamente al largometraje, que es de lo que se trata en el fondo.

Queda así un filme que llega al notable bajo y cuyo visionado guarda algunas secuencias para la posteridad, aunque creo que para ninguno de los involucrados (salvo para quienes estén detrás de las cámaras, quitando al director) supuso un momento cumbre en sus respectivas trayectorias.
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