Los cuatrocientos golpes
1959 

8.0
33,092
Drama
Con sólo catorce años, Antoine Doinel se ve obligado no sólo a ser testigo de los problemas conyugales de sus padres, sino también a soportar las exigencias de un severo profesor. Un día, asustado porque no ha cumplido un castigo impuesto por el maestro, decide hacer novillos con su amigo René. Inesperadamente, ve a su madre en compañía de otro hombre; la culpa y el miedo lo arrastran a una serie de mentiras que poco a poco van calando ... [+]
14 de marzo de 2015
14 de marzo de 2015
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Todos hemos sido (o deseado ser) como Antoine Doinel, incomprendido en el mundo de los adultos, las peleas conyugales, lo legal y lo ilegal, la tensión sexual, el aburrimiento de la monotonía, o el mecánico aprendizaje. Antoine, es un símbolo de esa eterna búsqueda de nosotros mismos, nuestro destino por consumar, y de los caminos pedregosos que nos atormentan a cada paso. Reglas, reglas, y más reglas. Los 400 golpes o Les quatre cents coups, (1959), opera prima de François Truffaut, y el inicio de una saga, icono de la Nouvelle vague, es una obra sobre la carrera de la vida y sus contrariedades, sobre la infancia, la sociedad, y los incomprendidos. Allá, hacia donde corre Antoine Doinel, se encuentra la libertad.
16 de abril de 2015
16 de abril de 2015
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Asistimos impasibles al abandono de un niño. Un niño inteligente, bueno pero no tonto, sensible, con salud y todas las virtudes y defectos de su edad. La calidad de la película está en la transparente narración vivida desde el punto de vista del niño.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Pues resulta que sus padres llegan a la conclusión de que es una carga insoportable de llevar. Sin comentarios.
7 de agosto de 2021
7 de agosto de 2021
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tremendamente sobrevalorada, a mi parecer. Al fin y al cabo es una opera prima y producto de una mente de apenas 28 años; difícilmente podía ser un producto de calidad. La película pretende ser una tragedia, sin embargo, el exceso de ironía progre mata, como en Eurípides, la tragedia, sin llegar a brindar una obra irónica de alto nivel. Lo apasionante del género trágico es que uno presencia la destrucción autoinfligida de un ser humano. En la tragedia siempre debemos tener la sensación de que el protagonista es libre y en algún momento tuvo la opción de evitar el desastre. Hablar de gente superada por las circunstancias solo puede llevarnos a los mundos satírico-irónicos de Apuleyo, Rabelais o Kafka. Si la primera mitad de Las Traquinias de Sófocles, La tumba de las luciérnagas de Takahata o la lectura secular del Evangelio de San Juan nos conmueven de la manera en que lo hacen, es porque el idealismo, la ignorancia y la puerilidad de sus personajes, son la causa última de su propia desgracia. Siempre hay causas externas, está claro (la muerte de la madre y la severidad de la tía ponen en marcha la acción en La tumba de las luciérnagas), pero al final, la debacle debe ser producto de movimientos internos, de la mala previsión y planificación del protagonista.
En Los 400 golpes, sin embargo, Truffaut hace excesivo hincapié en lo opresivo e injusto del sistema para con los infantes, que, inevitablemente, hace que muchos de ellos fracasen. Se agradece la ironía sutil con la que se desarrollan los acontecimientos, empezando por el plano con el lema de la Revolución y acabando por el hecho de que el protagonista es tratado cada vez más estrictamente, cuando esa, evidentemente, no es la solución. No obstante, esta crítica que hace Truffaut al sistema en su conjunto, exonerando a los individuos de sus responsabilidades, se refuta muy fácilmente: al fin y al cabo, ¿no está el film basado en experiencias personales del director? ¿Y no acabó convirtiéndose él mismo en un miembro funcional, y hasta exitoso, de esa sociedad que presuntamente genera casi exclusivamente fracasos? Hay medio paso entre creerse el relato de Truffaut y pensar que Hitler o Franco no tenían más salida que acabar siendo unos tiranos porque sus respectivos padres los habían maltratado física y/o psicológicamente en sus primeros años.
En Los 400 golpes, sin embargo, Truffaut hace excesivo hincapié en lo opresivo e injusto del sistema para con los infantes, que, inevitablemente, hace que muchos de ellos fracasen. Se agradece la ironía sutil con la que se desarrollan los acontecimientos, empezando por el plano con el lema de la Revolución y acabando por el hecho de que el protagonista es tratado cada vez más estrictamente, cuando esa, evidentemente, no es la solución. No obstante, esta crítica que hace Truffaut al sistema en su conjunto, exonerando a los individuos de sus responsabilidades, se refuta muy fácilmente: al fin y al cabo, ¿no está el film basado en experiencias personales del director? ¿Y no acabó convirtiéndose él mismo en un miembro funcional, y hasta exitoso, de esa sociedad que presuntamente genera casi exclusivamente fracasos? Hay medio paso entre creerse el relato de Truffaut y pensar que Hitler o Franco no tenían más salida que acabar siendo unos tiranos porque sus respectivos padres los habían maltratado física y/o psicológicamente en sus primeros años.
14 de octubre de 2023
14 de octubre de 2023
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tras trabajar como crítico en la famosa revista de cine francesa Cahiers Du Cinéma, François Truffaut dió el salto a la dirección de largometrajes con la película que nos ocupa, "Los 400 Golpes", uno de los títulos más emblemáticos de la revolucionaria e influyente 'Nouvelle Vague', movimiento con tintes intelectuales que conoció en Truffaut a uno de sus principales exponentes y que transformó el lenguaje cinematográfico, apostando más por un cine de autor caracterizado por una mayor creatividad y libertad tanto técnica como de expresión a la hora de trasladar sus inquietudes e ideas a la pantalla, rodando mayormente en exteriores o en interiores mucho más naturales.
La película (dedicada por Truffaut a su mentor André Bazin) se centra en el período iniciático vital de Antoine Doinel (alter ego del propio Truffaut), mostrando con sobriedad la infancia perdida, arrebatada a base de guantazos tanto literales como simbólicos, retratando con emoción y amargura la soledad y la falta de afecto que sufre el protagonista en su tránsito de la niñez a la adolescencia tanto por parte de una familia desestructurada (fue un hijo de soltera fruto de un embarazo no deseado y el que cree que es su padre ni siquiera lo es) como por parte de un sistema educativo excesivamente rígido y severo que, lejos de estimular el aprendizaje, provoca en él rechazo y falta de interés.
Truffaut también aborda temas como la amistad, el compañerismo, la solidaridad, el tener alguien en quien confiar cuando el resto del mundo te da de lado....y por supuesto las ansias de libertad, de descubrir nuevos horizontes representados en la magnificencia del mar, un mar al que un joven y atormentado Doinel llega tras correr sin rumbo fijo, quizá sin esperanzas de mejora existencial. Esa carrera está plasmada magistralmente por Truffaut por medio de un antológico travelling, en el que se nos muestra la desesperada huída hacia delante de Antoine, escapando de un pasado negro y amargo, y encontrándose abruptamente con la inmensidad de ese océano con el que tanto soñaba pero que al mismo tiempo escenifica la nada, provocando en él un pánico paralizante ante un futuro desconocido e incierto.
Un clásico de obligatorio visionado e indudable influencia que supuso un soplo de modernidad y aire fresco en el cine francés y europeo.
La película (dedicada por Truffaut a su mentor André Bazin) se centra en el período iniciático vital de Antoine Doinel (alter ego del propio Truffaut), mostrando con sobriedad la infancia perdida, arrebatada a base de guantazos tanto literales como simbólicos, retratando con emoción y amargura la soledad y la falta de afecto que sufre el protagonista en su tránsito de la niñez a la adolescencia tanto por parte de una familia desestructurada (fue un hijo de soltera fruto de un embarazo no deseado y el que cree que es su padre ni siquiera lo es) como por parte de un sistema educativo excesivamente rígido y severo que, lejos de estimular el aprendizaje, provoca en él rechazo y falta de interés.
Truffaut también aborda temas como la amistad, el compañerismo, la solidaridad, el tener alguien en quien confiar cuando el resto del mundo te da de lado....y por supuesto las ansias de libertad, de descubrir nuevos horizontes representados en la magnificencia del mar, un mar al que un joven y atormentado Doinel llega tras correr sin rumbo fijo, quizá sin esperanzas de mejora existencial. Esa carrera está plasmada magistralmente por Truffaut por medio de un antológico travelling, en el que se nos muestra la desesperada huída hacia delante de Antoine, escapando de un pasado negro y amargo, y encontrándose abruptamente con la inmensidad de ese océano con el que tanto soñaba pero que al mismo tiempo escenifica la nada, provocando en él un pánico paralizante ante un futuro desconocido e incierto.
Un clásico de obligatorio visionado e indudable influencia que supuso un soplo de modernidad y aire fresco en el cine francés y europeo.
12 de octubre de 2010
12 de octubre de 2010
12 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
A veces llega el momento de estudiar
y en los libros sólo leo una fea palabra: "rutina".
Es entonces la hora de tomar una golosina,
a la que algunos iluminados llaman "escribir en EFE A".
Seguro estoy de que Antoine Doinel algo parecido habría escrito,
(cambiando lo de FA por algo menos moderno,
como por ejemplo, masturbarse, ya sabéis, tocarse el pito)
Si no fuera porque era, a mi humilde juzgar, algo tontito.
Recordando esta película no puedo negar,
que más bien poco bien me caía a mí el chaval.
Y que no sentí nada cuando al final miraba al infinito,
y que ya tenía sueño cuando al terminar llegaba hasta el mar.
Pues eso. Que me aburro, que me acuerdo poco de esta película pero necesitaba escribir. Lo que recuerdo es que el protagonista era un niñato con muchas ansias de libertad. Tantas que le atontaban.
A mí me parece muy bien que François Truffaut pretendiera que servidor empatizase con el niñito, pero, por mucho que uno pueda llegar a comprender que con 12 años los niños pueden sentirse atrapados y necesiten ser unos rebeldes, pasar de todo, etc, etc, por interesante que pueda ser este tema y por más que pretenda mostrarnos ese asunto por medio de un estilo simple y cercano, no hay nada que hacer con esta película, fallidamente protagonizada y que para mí carece de la garra (sólo tiene un poco de uña, mordida por tramos) necesaria para que una obra menor, de proporciones discretas y sin más reclamo que el humanismo (chámalle X), alcance el estatus de peliculón que al parecer tiene por estos, por otros, y por el resto de los lares.
Nótese que en el anterior párrafo no hay punto alguno, por lo cual más de un profesor de lengua me suspendería (con más razón si sumamos el castrapismo "chámalle X"), a pesar del talento que se desprende de los versos iniciales.
y en los libros sólo leo una fea palabra: "rutina".
Es entonces la hora de tomar una golosina,
a la que algunos iluminados llaman "escribir en EFE A".
Seguro estoy de que Antoine Doinel algo parecido habría escrito,
(cambiando lo de FA por algo menos moderno,
como por ejemplo, masturbarse, ya sabéis, tocarse el pito)
Si no fuera porque era, a mi humilde juzgar, algo tontito.
Recordando esta película no puedo negar,
que más bien poco bien me caía a mí el chaval.
Y que no sentí nada cuando al final miraba al infinito,
y que ya tenía sueño cuando al terminar llegaba hasta el mar.
Pues eso. Que me aburro, que me acuerdo poco de esta película pero necesitaba escribir. Lo que recuerdo es que el protagonista era un niñato con muchas ansias de libertad. Tantas que le atontaban.
A mí me parece muy bien que François Truffaut pretendiera que servidor empatizase con el niñito, pero, por mucho que uno pueda llegar a comprender que con 12 años los niños pueden sentirse atrapados y necesiten ser unos rebeldes, pasar de todo, etc, etc, por interesante que pueda ser este tema y por más que pretenda mostrarnos ese asunto por medio de un estilo simple y cercano, no hay nada que hacer con esta película, fallidamente protagonizada y que para mí carece de la garra (sólo tiene un poco de uña, mordida por tramos) necesaria para que una obra menor, de proporciones discretas y sin más reclamo que el humanismo (chámalle X), alcance el estatus de peliculón que al parecer tiene por estos, por otros, y por el resto de los lares.
Nótese que en el anterior párrafo no hay punto alguno, por lo cual más de un profesor de lengua me suspendería (con más razón si sumamos el castrapismo "chámalle X"), a pesar del talento que se desprende de los versos iniciales.
Cancelar
Limpiar
Aplicar
Filters & Sorts
You can change filter options and sorts from here