Los cuatrocientos golpes
1959 

8.0
33,094
Drama
Con sólo catorce años, Antoine Doinel se ve obligado no sólo a ser testigo de los problemas conyugales de sus padres, sino también a soportar las exigencias de un severo profesor. Un día, asustado porque no ha cumplido un castigo impuesto por el maestro, decide hacer novillos con su amigo René. Inesperadamente, ve a su madre en compañía de otro hombre; la culpa y el miedo lo arrastran a una serie de mentiras que poco a poco van calando ... [+]
17 de abril de 2009
17 de abril de 2009
53 de 106 usuarios han encontrado esta crítica útil
Película con el encanto de la sencillez pero decepcionante por su planteamiento. ¿Qué es lo que pretende el director? ¿Hacernos sentir pena de un muchacho porque sus padres le miman poco? Pues no termino de verlo. Es un chico con buena salud, que tiene asegurada ropa y comida, que va al colegio, que tiene buenos amigos, y que su mayor problema es el poco cariño que recibe de padres y maestros. No acabo de ver ese supuesto dramón, y sí mucho victimismo en plan rebelde sin causa, que a mi no me llega. ¿No tener padres perfectos lo justifica todo? No fui capaz en ningún momento de sentir empatía por el personaje. Aburrimiento sí que sentí bastante. Para colmo, la supuesta gran actuación del niño protagonista se diluye con un doblaje muy flojo.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
En un momento dado el niño recibe el "durísimo" golpe de conocer una infidelidad de su madre. En la sociedad actual donde el divorcio es habitual, ésto queda ya un tanto anticuado, ¿no?
14 de diciembre de 2008
14 de diciembre de 2008
4 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
La estupidez, la ignorancia, la torpeza y el egoísmo de los padres son la causa de la desgracia de los hijos, parece decir Truffaut en esta maravillosa película. La infancia y la juventud aparecen en ella como las víctimas sociales de unos comportamientos culpables de los adultos, viciados en el origen.
En algunos momentos la película nos llega a lo más profundo de nuestro interior. Jean Pierre Léaud está soberbio en su personaje de Antoine Doinel, una especie de alter ego del propio Truffaut, especialmente en ese monólogo que mantiene respondiendo a la sicóloga del correccional a donde ha ido a parar como consecuencia de una serie de errores encadenados. Nunca me gustó de mayor este limitado actor que me parece que siempre se interpreta a sí mismo, gesticulando en exceso, sobreactuando. Aquí, con tan solo quince años, está sencillamente soberbio: controlado, conciso, conmovedor.
La película me parece asombrosa y responde a una nueva concepción del cine y una nueva manera de mirar la realidad. Todo es significante en ella, todo está calculado, medido a la perfección, todos los planos son útiles para transmitir ese mensaje y esa denuncia, y para fotografiar con una hermosura sin límites los rincones de París, una ciudad a la que le faltaban sólo nueve años para que miles de jóvenes se pusieran a buscar el mar y formas de libertad y tolerancia debajo de los adoquines. Todos los actores responden a la perfección al plan general, componiendo un puzzle interpretativo colosal. Esos padres terribles, cada uno en su estilo, quedan plasmados en dos interpretaciones excelentes.
El niño huye finalmente hacia el horizonte después de haber soportado castigos, humillaciones y bofetadas. No lo tendrá fácil. Casi nadie que huye hacia delante termina en buen puerto, pero al menos resistir a la ignominia es una forma de dignidad. Los que se quedan detrás, sin embargo, se ahogarán en sus propios vómitos, en su propia violencia gratuita, en su pobre, culpable y castrante mediocridad.
En algunos momentos la película nos llega a lo más profundo de nuestro interior. Jean Pierre Léaud está soberbio en su personaje de Antoine Doinel, una especie de alter ego del propio Truffaut, especialmente en ese monólogo que mantiene respondiendo a la sicóloga del correccional a donde ha ido a parar como consecuencia de una serie de errores encadenados. Nunca me gustó de mayor este limitado actor que me parece que siempre se interpreta a sí mismo, gesticulando en exceso, sobreactuando. Aquí, con tan solo quince años, está sencillamente soberbio: controlado, conciso, conmovedor.
La película me parece asombrosa y responde a una nueva concepción del cine y una nueva manera de mirar la realidad. Todo es significante en ella, todo está calculado, medido a la perfección, todos los planos son útiles para transmitir ese mensaje y esa denuncia, y para fotografiar con una hermosura sin límites los rincones de París, una ciudad a la que le faltaban sólo nueve años para que miles de jóvenes se pusieran a buscar el mar y formas de libertad y tolerancia debajo de los adoquines. Todos los actores responden a la perfección al plan general, componiendo un puzzle interpretativo colosal. Esos padres terribles, cada uno en su estilo, quedan plasmados en dos interpretaciones excelentes.
El niño huye finalmente hacia el horizonte después de haber soportado castigos, humillaciones y bofetadas. No lo tendrá fácil. Casi nadie que huye hacia delante termina en buen puerto, pero al menos resistir a la ignominia es una forma de dignidad. Los que se quedan detrás, sin embargo, se ahogarán en sus propios vómitos, en su propia violencia gratuita, en su pobre, culpable y castrante mediocridad.
12 de septiembre de 2009
12 de septiembre de 2009
4 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Todo, cada partícula y la herrumbre que despunta no se sabe cómo, todos los giros y revoluciones, la clase -hasta el chivato que va dando saltitos-, la amistad gris bajo las bombas engañosamente tranquilas, y también el paseo subjetivo objetivamente desenfocado por edificios y escaleras, o el temor con aroma a cerrazón que antecede la carrera iniciática, merece no ser crepuscular, bajo este relente de la noche tan frío, y no lo es.
-Bueno, sí, en el cine.
También de un modo distinto en Balzac, como método de indagación del absoluto de la materia, al borde del mar.
Pero mucho menos poético en el sentido de ceniciento azoramiento urbano. Más precipitado.
Aunque todo lo presagiara, si se mira desde el final.
Encuadrando los ojos sin un adiós.
-Bueno, sí, en el cine.
También de un modo distinto en Balzac, como método de indagación del absoluto de la materia, al borde del mar.
Pero mucho menos poético en el sentido de ceniciento azoramiento urbano. Más precipitado.
Aunque todo lo presagiara, si se mira desde el final.
Encuadrando los ojos sin un adiós.
7 de diciembre de 2020
7 de diciembre de 2020
4 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Mi respeto para ellos que en multitud de ocasiones me han beneficiado con su estimable criterio.
Esta vez no ha sido el caso. Si trata de pasarlo bien viendo una película, repase las críticas con más baja puntuación porque se ajustan acertadamente a lo que un espectador del montón puede esperar de esta nonada.
"El rey va desnudo", nos revelaba Christian Andersen en uno de sus cuentos donde, al igual que ahora, todos se sumaban a las voces más destacadas que alababan la magnífica vestimenta del monarca.
Pues a mí me parece, no que va desnudo, pero sí con un traje raído, y si resuelve apretarse esta película es posible que tampoco encuentre las fantásticas hechuras con que la ensalzan. Tampoco encontrará los pretendidos golpes.
Sí encontrará la magnífica interpretación del chaval; escenas de su tiempo que, según su edad, le evocarán tiempos peores; encuadres chocantes -si está atento-; y una historia acerca de un chico falto de afecto que dirige sus pasos hacia la marginalidad. Pobrecito. Pero todo con una realización sublime, como dicen las críticas, sin que llegue a importarle si se va la luz en cualquier momento.
Hay un aparte que sí aporta especial interés a esta... Se trata de las secuencias subtituladas que se muestran en sus diálogos en francés. Son escenas que la censura tajó en su momento para preservar nuestra salud espiritual -esfuerzo baldío, tal cual llevamos visto. El caso es que se llevaron por delante casi un cuarto de hora y hoy en día resultan especialmente curiosas por ver el pánico del censor por que le reprobaran por la más mínima. Hoy parece ridículo pero entonces fue un omnipresente agravio del que nadie rindió cuentas.
Esta vez no ha sido el caso. Si trata de pasarlo bien viendo una película, repase las críticas con más baja puntuación porque se ajustan acertadamente a lo que un espectador del montón puede esperar de esta nonada.
"El rey va desnudo", nos revelaba Christian Andersen en uno de sus cuentos donde, al igual que ahora, todos se sumaban a las voces más destacadas que alababan la magnífica vestimenta del monarca.
Pues a mí me parece, no que va desnudo, pero sí con un traje raído, y si resuelve apretarse esta película es posible que tampoco encuentre las fantásticas hechuras con que la ensalzan. Tampoco encontrará los pretendidos golpes.
Sí encontrará la magnífica interpretación del chaval; escenas de su tiempo que, según su edad, le evocarán tiempos peores; encuadres chocantes -si está atento-; y una historia acerca de un chico falto de afecto que dirige sus pasos hacia la marginalidad. Pobrecito. Pero todo con una realización sublime, como dicen las críticas, sin que llegue a importarle si se va la luz en cualquier momento.
Hay un aparte que sí aporta especial interés a esta... Se trata de las secuencias subtituladas que se muestran en sus diálogos en francés. Son escenas que la censura tajó en su momento para preservar nuestra salud espiritual -esfuerzo baldío, tal cual llevamos visto. El caso es que se llevaron por delante casi un cuarto de hora y hoy en día resultan especialmente curiosas por ver el pánico del censor por que le reprobaran por la más mínima. Hoy parece ridículo pero entonces fue un omnipresente agravio del que nadie rindió cuentas.
12 de febrero de 2009
12 de febrero de 2009
3 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
El realizador francés François Truffaut, nos ofrece una de sus primeras películas al mismo tiempo que una de sus más conocidas. El director nos cuenta las correrias del joven y problematico Doinel cuyas relaciones tanto dentro del ámbito familiar como en el colegio van perfilando un caracter muy especial, egocéntrico, mentiroso y manipulador.
Basado en vivencias própias, Truffaut nos da una visión bastante desalentadora de la institución de la familia, como una institución desectructurada y que marca poderosamente en los niños. De alguna forma, el director nos está ofreciendo un film sobre el traumático traspaso de la infancia a la adolescencia, precisamente en unas condiciones poco alentadoras para la formación de la personalidad. Truffaut nos muestra este proceso traumático de una forma sobria, incluso en ocasiones algo áspera, sin cargar las tintas ni profundizar en exceso en el sentimentalismo o dramatismo.
A pesar de esta sobriedad, hay un cierto sentimiento poético, acentúado mucho más en la parte final del film, mientras que en la parte en la que se centra en las vivencias del niño, lo hace simplemente de una forma contemplativa. Este es uno de los primeros films del movimiento francés conocido como “Nouvelle Vague”, y uno de los más paradigmáticos, a pesar que no presenta grandes innovaciones estéticas o visuales, sino que más bien se la considera integrante dentro del movimiento por plantear el tema de una forma muy realista y al mismo tiempo despojada de artificios o de sentimentalismos.
Es precisamente esta visión descarnada y dura de la vida de un niño, lo que hacen del film uno de los más interesantes de los realizados durante la época en Francia, en contraposición al artificioso cine norteamericano. Obra imprescindible.
Basado en vivencias própias, Truffaut nos da una visión bastante desalentadora de la institución de la familia, como una institución desectructurada y que marca poderosamente en los niños. De alguna forma, el director nos está ofreciendo un film sobre el traumático traspaso de la infancia a la adolescencia, precisamente en unas condiciones poco alentadoras para la formación de la personalidad. Truffaut nos muestra este proceso traumático de una forma sobria, incluso en ocasiones algo áspera, sin cargar las tintas ni profundizar en exceso en el sentimentalismo o dramatismo.
A pesar de esta sobriedad, hay un cierto sentimiento poético, acentúado mucho más en la parte final del film, mientras que en la parte en la que se centra en las vivencias del niño, lo hace simplemente de una forma contemplativa. Este es uno de los primeros films del movimiento francés conocido como “Nouvelle Vague”, y uno de los más paradigmáticos, a pesar que no presenta grandes innovaciones estéticas o visuales, sino que más bien se la considera integrante dentro del movimiento por plantear el tema de una forma muy realista y al mismo tiempo despojada de artificios o de sentimentalismos.
Es precisamente esta visión descarnada y dura de la vida de un niño, lo que hacen del film uno de los más interesantes de los realizados durante la época en Francia, en contraposición al artificioso cine norteamericano. Obra imprescindible.
Cancelar
Limpiar
Aplicar
Filters & Sorts
You can change filter options and sorts from here