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88 minutos

Thriller. Intriga El doctor Jack Gramm (Al Pacino), profesor universitario y psiquiatra forense del FBI, recibe una amenaza de muerte en la que le dan sólo 88 minutos de vida. Todo parece estar relacionado con John Forster (McDonough), un asesino en serie de mujeres, a cuya condena contribuyó Gramm años antes. (FILMAFFINITY)
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4
9 de abril de 2016 1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Jon Avnet es un director tremendamente irregular y de estilo impersonal, un realizador que todavía vive del éxito de ‘Tomates verdes fritos’ y ‘El laberinto rojo’, estrenadas hace 25 y 19 años respectivamente. Estos films precedentes no son obras maestras pero si cintas con el suficiente empaque como para llegar al notable. Pero ya en los últimos años Avnet ha entrado en barrena y no levanta cabeza, siendo el film ‘Asesinato justo‘ del 2008 su último trabajo hasta la fecha para cines. Un film para el que consiguió juntar a Al Pacino con Robert De Niro.

La premisa argumental de ’88 minutos’ ofrecía, a priori, los suficientes ingredientes para relanzar la carrera de Avnet, a saber: un guión eléctrico, narración en tiempo real (heredera de la serie ’24’) y la presencia en pantalla de la leyenda viviente Al Pacino junto a un competente reparto de secundarios. Pero todos esos mimbres no fueron suficientes para que el insípido Avnet lograra regalar al espectador un film a la altura de lo esperado, una cinta que se hunde en su recta final (por la insistencia de que un thriller con asesino en serie tiene que tener sorpresa final).

La dirección del film es plana (la idea de Avnet de dar tensión a su película es mostrar cada dos por tres, imposibles primeros planos de relojes, pantallas gigantes e incluso cadáveres con los minutos que le quedan de vida al esforzado protagonista) y el suspense se mantiene durante los primeros 50 minutos del film por la labor de Pacino. El mítico protagonista de ‘El precio del poder‘ (Scarface) resulta convincente en su rol de acosado, logrando expresar (casi sin esforzarse en demasía) los diferentes estados de ánimo por los que pasa su personaje durante el film, hasta que, finalmente, decide coger el toro por los cuernos y pasar a la acción en el (imposible) clímax final.
¿Y el resto del reparto qué? Pues muy desaprovechado, en especial la siempre estimulante presencia de Deborah Kara Unger y Amy Brenneman en su tercera colaboración con Pacino tras ‘Heat’ (1995) y ‘El Dilema’ (1999). Sus apariciones son meramente “presenciales”. Quienes si tienen más peso en la trama son (el siempre excelente) William Forsythe en un rol de policía/amigo del personaje interpretado por Pacino, y Neal McDonough en el papel del preso John Foster (sus enfrentamiento al otro lado de la línea telefónica con Pacino son de lejos lo mejor del film). Del papel y la interpretación de (una muy perdida) Leelee Sobieski es mejor no hablar ya que estas rozan el ridículo más espantoso.

En definitiva: Un film fallido que se puede ver como un entretenimiento de domingo pero que apenas roza el aprobado, con una mala dirección y un reparto de papeles en su mayoría defectuoso. Logra mantener la tensión y el “¿quién será el asesino?” sólo en su primer acto para desmoronarse en un final precipitado y carente del más mínimo sentido común. Con escenas de acción (en su mayoría) torpemente planificadas (ver esa explosión en teoría sorpresa), y fallos de continuación dignos de la peor serie Z (el pelo de Pacino cambia de peinado, color y extensión de una toma a otra).

-Lo mejor: Su primer acto (plenamente entretenido) y la labor de Pacino y McDonough.

-Lo peor: Una buena idea desaprovecha por esa dirección torpe y atropellada de Jon Avnet. Su resolución final. La actuación penosa de Leele Sobieski.

-Más en: www.cineycine.com
2
17 de agosto de 2016 1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tengo entendido que los dioses del Olimpo Grecorromano se citan en la mitología disfrutando de lo lindo en bacanales, e incluso que Baco fue creado para velar por las cebadas increíbles que los romanos se metían entre pecho y espalda. Pero verlos retratados alimentándose como animales hambrientos, por una pura y fisiológica necesidad, no pienso que a ningún romano, por mucha imaginación que tuviera, pudiera llegar a ocurrírsele.

Pues bien, la realidad siempre supera la ficción, y en '88 minutos' vemos a todo un Al Pacino, uno de los Júpiter del Olimpo hollywoodiense, bajarse de los cielos para participar en un despropósito que ni le ofrecía argumentos, ni le ofrecía personaje. Supongo que rebajarse así le compensaría económicamente. Y es que la pasta es la pasta, hasta para un dios.

La película tiene un ritmo alocado que no sirve para dar interés a una trama facilona, pero sí para llevar a Al Pacino correteando sin sentido por todo Seattle, como un Serpico reconvertido en psiquiatra forrado y estrella de los mass media, admirado por sus estudiantes chungos, e increíblemente capaz de controlar al cuerpo de Policía.

El director, no sabemos si malintencionadamente, con el dinero por delante, debió de sacar a Pacino apresuradamente de su particular Olimpo (vease de su mansión de Beverly Hills o de donde sea), de ahí que lo veamos bastante desubicado en su papel, ejerciendo más de sex symbol entradito en años, a lo Flavio Briatore, equipado con una colección de trajes relucientemente caros, despeinado y algo socarrado por los rayos, rodeado siempre de mujeres sexys y mucho más jóvenes que él.

Si el mismo Al Pacino acabó absorbido por la mediocridad de su alrededor, poco más queda por decir de '88 minutos', una película con un definitivo regusto a telefilm barato de sobremesa de domingo (no citaremos para ilustrar el paralelismo cadenas de TV muy pródigas en el género), en el que ni se puede destacar el argumento ni los actores, y ni siquiera la pésima banda sonora. (En el cine a veces ocurre que una buena música distrae otras sensaciones; no es éste el caso, más bien parece apresuradamente hecha por ordenador o para juego de ordenador).
3
4 de mayo de 2008 2 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Con todo lo que yo había criticado a Robert De Niro a la hora de embarcarse en comedias comerciales de mínimo interés ("Los Padres de Ella", "Una terapia peligrosa"), al final voy a tener que darle la razón, porque a la postre no hacía otra cosa que reírse de si mismo. Ya no tenía edad para andar poniendo cara de malo, y medirse con los nuevos actores más jóvenes, más cachas y más guaperas que él. Y digo que voy a tener que darle la razón, porque la otra cara de la misma moneda, es decir Al Pacino, se ha empeñado con este film en hacer los mismos papeles que hacía hace 15 o 20 años, y resulta a todas luces ridículo: con un tupé cardado -que me atrevo a apostar que es un postizo- el papel del psiquiatra criminalista del FBI le queda demasiado grande, o demasiado pequeño, según se mire. La poca credibilidad de un guión desquiciado -que juega nuevamente con el tiempo a la hora de descubrir a un psicópata que quiere asesinar al protagonista en 88 minutos- termina de coronarse con un Pacino vestido como un hombre de 35 o 40 años (cuando ya tiene 68) corriendo y subiendo escaleras que de seguro le habrían provocado un paro cardiaco no ya a él -que por supuesto- sino a un hombre 30 años más joven. La estructura argumental es nuevamente el clásico duelo psiquiatra-psicópata, a ver quien puede más, y con una resolución "presuntamente" sorprendente -en lo que yo llamo "el paradigma Hitchcock", es decir ¿quién es el personaje que jamás puede ser el malo? bueno, pues precisamente es ese-. Rodada en Vancouver, Canadá, resulta sorprendente que un curtido director como Avnet -"Tomates Verdes Fritos", "Intimo y personal", "El laberinto Rojo"- ahora haya compuesto una verdadera parodia de lo que debería ser un thriller trepidante, con el tiempo como enemigo. Además, ya habíamos visto algunas veces esta pelea contra el reloj -"A la hora señalada" de Badham o "Muerto al llegar"-; pero lo peor de "88 minutos", insisto, es que Pacino se de cuenta que ya no es Serpico, ni siquiera Carlito Brigante. Es ya un hombre bastante maduro, y debería jubilarse cuanto antes de este tipo de personajes, para entrar en otros más acordes con su físico. Que aprenda de Sean Connery.
2
5 de mayo de 2008 2 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Como todo un Al Pacino se puede embaucar por un Jon Avnet que proviene de Junglas y peliculas ñoñas que no tienen ningun mérito.
Como puede verse, hay golpes de suerte en la vida. Tomates Verdes Fritos fue el de Jon Avnet.

Pero la pregunta es: ¿Que sentido tiene poner a un Al Pacino en una película de Serie B? Una película de domingo, donde los culebrones de secundarios y la línea estructural aburre tanto como los guiones y la floja participación del Gran AL.

Una vez, un gran presidente dijo: Haz de todo en esta vida, menos el ridículo.
¿Que haces AL?
3
15 de junio de 2008 2 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Jon Avnet, el director de ese ya clásico llamado "Tomates verdes fritos", demuestra en este proyecto que el thriller no es lo suyo. Aunque quizá es que Avnet no conocía el currículum de su guionista, Gary Scott Thompson, responsable de medianías como "Timecop 2", "A todo gas 1 y 2" o "El hombre sin sombra". El caso es que el guión se mueve en la misma línea de mediocridad a la que el señor Thompson nos tiene acostumbrados, a saber: trama medianamente entretenida que al final no llega a ninguna parte.

Pero Avnet no es el único que descuida los proyectos en los que se embarca... ¿Alguien entiende qué pinta el gran Pacino aquí? Además el resto del elenco está formado por actores que si bien no son grandes estrellas, ya han demostrado sobradamente su solvencia en la gran pantalla. Así ya habíamos visto a Deborah Kara Unger en "The game", a la atractiva Alicia Witt en "Profesor Holland" o a Leelee Sobieski en "Eyes Wide Shut" demostrar dicha circunstancia, por no hablar del ya veterano William Forsythe que siempre queda bien en roles de villano. Desgraciadamente la calidad de los actores, posiblemente lo mejor de la película, no salva este pequeño desastre que parece concebido directamente para televisión o video-club, habida cuenta de su pésima puesta en escena, su escasa brillantez con la cámara y su inadecuado ritmo para tratarse de un relato de suspense.

En resumidas cuentas, una breve historia que parece parodiar al gran Jack Bauer (el protagonista se llama Jack y continuamente está hablando por el móvil o mirando al reloj) cuyo único punto original es una nueva y sugerente forma de cepillarse los dientes.
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