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Ariane

Comedia. Romance La inocente Ariane Chavasse (Audrey Hepburn) es seducida por un playboy millonario norteamericano llamado Frank Flannagan (Gary Cooper). Pero éste ignora que el padre de la chica es el detective privado Claude Chavasse (Chevalier). (FILMAFFINITY)
Críticas 58
Críticas ordenadas por utilidad
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6
19 de octubre de 2012 1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
A través de un caso de infidelidad que investiga su padre, Ariane conoce a un maduro y millonario playboy con el que tiene un romance, en la que la chica juega con las mismas armas del playboy para provocarle celos y que se enamore perdidamente de ella, cómo ella lo está de él.
Es una obra menor de Billy Wilder, donde aquí se centra más en la comedia romántica y poco hay de ese humor negro y corrosivo que destilan otras películas suyas.
De las interpretaciones me quedo con la de Audrey Hepburn que encarna muy bien el papel de jovencita enamorada pero sin un pelo de tonta y no me quedo con el papel de playboy de Gary Cooper, le cogió demasiado mayorcito hacer ese papel, que Billy Wilder tenía pensado en Cary Grant, para ese papel, pero no por cuestiones de agenda no pudo ser, lástima. El papel del padre y detective, interpretado por Maurice Chevalier, es bastante bueno, dándole cierto toque francés a la historia.
Correcta comedia romántica, bien realizada por Billy Wilder pero sin su chispa cómica y corrosiva propia de su filmografía.
6
22 de marzo de 2021 1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cualquier persona puede buscar sentirse querida, solo se trata de andar sobre un campo de margaritas y cortar las que mas apetezcan para obtener su olor para luego tirarlas, pero el amor es un terreno muy húmedo, mas bien embarrado, todo el que anda por él lo que acaba encontrando es la horma de su propio zapato.

Billy Wilder se centra en su película en la capital del amor Paris, un lugar mítico en el que todo lo tocante al idilio parece posible, aunque la historia resulta ciertamente curiosa, la poca variedad de emplazamientos y el exceso y reiteración de músicas románticas dan al film un sabor excesivamente almibarado, especialmente para todos aquellos que no somos demasiado proclives al dulce.

Buen trabajo tanto de Gary Cooper como de Audrey Hepburn componiendo una extraña pareja aunque demasiado alejada en el tiempo.
6
20 de diciembre de 2021 1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
‘’Ariane’’ es un título bastante desconocido de la filmografía de Billy Wilder. No tuvo el éxito y la repercusión de otras cintas como ‘’Sabrina’’, ‘’Con faldas y a lo loco’’ o el ‘’Apartamento’’ pero no por ello es un título menor o fácilmente desdeñable.


Aquí Wilder vuelve a coronarse como el padre de la comedia romántica articulando junto a I.A.L Diamond un guión donde tiene lugar otra comedia de enredos imposibles, personajes excéntricos a la par que tiernos y un humor desternillante. De este modo, se nos cuenta la historia de Ariane. Una dulce y tierna jovencita francesa que tendrá que fingir ser una seductora descreída en el amor para enamorar a un donjuán americano que le dobla la edad y para el que los romances son meros entretenimientos pasajeros de un par de días o semanas. Ariane que esta magníficamente interpretada por la siempre admirable Audrey Hepburn, llevara a la confusión y al caos más absoluto al personaje masculino interpretado por un Gary Cooper entrado en años. Si a esto le sumamos personajes secundarios que añaden más humor como el cuarteto de zíngaros, el marido engañado o el detective especializado en aventuras extra matrimoniales que es además padre de Ariane, encontramos una comedia entretenida y deliciosa que nos regala un par de escenas inolvidables.


Es cierto que la diferencia de edad entre los personajes interpretados por Audrey Hepburn y Gary Cooper era enorme. Ella contaba solo con 27 años y el ya tenía los 55. Sin embargo, la propia historia nos dice que va a ser un romance donde se de una gran diferencia de edad, ya que ella tendrá que inventar todo tipo de historias inverosímiles para intentar igualar la lista de conquistas de su enamorado. A diferencia de muchas otras personas, la diferencia de edad entre ambos actores no me ha parecido un error. Es verdad que quizás Audrey ha tenido más química con otros compañeros como Gregory Peck en ‘’Vacaciones en Roma’’, George Peppard en ‘’Desayuno con diamantes’’ o Humphrey Bogart en ‘’Sabrina’’. No obstante, aquí vuelve a realizar una interpretación llena de gracia y elegancia y construye un romance ficticio entrañable junto a Cooper.


No sé que tenía Audrey pero pocas veces se ha visto en la pantalla a una actriz igualar la belleza, la gracia y la elegancia que transmitía la delgaducha. Con una sola mirada era capaz de transmitir miles de cosas y hacernos partícipes de todos los sentimientos y emociones que experimentaban sus personajes. Sus ojos hablaban y para comunicarse con el espectador ni siquiera necesitaba abrir la boca.


En resumen, puedo decir que no encuentro esta cinta entre mis favoritas de Wilder si la comparo con otras como ‘’El apartamento’’, ‘’Sabrina’’, ‘’Con faldas y a lo loco’’ o ‘’Irma la dulce’’. A pesar de ello, es una comedia romántica muy divertida y entrañable que hará las delicias de los seguidores del director austriaco. Y es que ya no se hacen comedias románticas a la altura de su ingenio. Debería haber sido eterno y seguir regalándonos pequeñas joyitas como estás. Con el nació y murió la verdadera comedia romántica. Lo demás son solo sucedáneos que nunca han sabido igualar su genialidad.
5
16 de junio de 2024 1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Muy empalagosa... Primero choca por la diferencia de edad, Gary tenía 57 y Audrey 28. Se doblaban la edad justamente, esto no pasó por alto en EEUU y fue fracaso en taquilla.

Como curiosidad, la voz de off del final.... (ver spoiler).

Aquí vuelve de nuevo de la desigualdad entre hombres y mujeres. Un hombre puede tener muchas aventuras, pero que una mujer las tenga, queda como mal visto, aunque no es así... si fuera así, seguramente hubieran cambiado el guion.

Pues eso, muy empalagosa, que la historia es muy simple, pero se recrean una vez y otra entre Audrey y Gary.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Dice que se casaron, vivieron felices en Nueva York jajajaja, suena cuento de hadas, sólo faltaba lo de las perdices. Pero la censura de la época no permitía una relación extramatrimonial curiosamente, durante toda la película se está hablando de eso...
7
1 de mayo de 2014
3 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Considerado Billy Wilder casi como una divinidad, y de las principales, en el firmamento de la comedia estadounidense, puede parecer a algunos una blasfemia, cuando no una impiedad casi imperdonable, señalar los varios errores que conducen a ésta protagonizada por Cooper, Hepburn y Chevalier a un callejón, si no sin salida, sí demasiado estrecho como para que el degustador de buen cine pueda respirar a pleno pulmón y disfrutar sin traba de una historia que, en potencia, era tan prometedora como otras que llevó a la pantalla el director austriaco con más acierto.
El primer problema, y quizá más llamativo, es la elección de uno de los protagonistas, Gary Cooper, el cual encarna al seductor Flanagan. No vamos a poner en duda las dotes cinegénicas del señor Cooper, pero sí, y muy seriamente, sus cómicas. Tener un rostro y unos gestos simpáticos no proporciona en absoluto a nadie recurso interpretativo alguno para protagonizar airosamente una comedia al estilo de las que solía filmar Samuel Wilder (verdadero nombre de Billy), en las que la solvencia cómica era primordial. Sólo se me vienen las siguientes palabras para calificar la actuación de Cooper: sosa y acartonada; calificativos en que hay que abundar si uno atiende a la hondura de que dotan a sus respectivos personajes Audrey Hepburn (la seducida Ariane) y Maurice Chevalier (el padre de la joven). Quizá este papel hubiera sido ideal para un tipo como el que solía componer Cary Grant, más suelto y ágil que Cooper en este tipo de filmes.
Otro problema es el ritmo. Se hace evidente una descompensación rítmica en el núcleo del desarrollo de la trama, proveniente seguramente del libreto, que Wilder no es capaz de solventar del todo. Además, el guión está trufado de chistes y recursos que al conocedor de las comedias de este director le suenan muchas veces a fórmula y a cosa gastada. No es que no sean graciosos, es que están demasiado vistos, o mejor dicho oídos.
Para acabar, aunque se podría seguir enumerando, otra rémora a mi juicio importante: la conclusión de la historia. Aquí el guión sufre de lo que yo llamaría la torpeza de la energía malgastada, que no consiste en otra cosa que en acumular recursos emocionales, tensión sentimental y/o de otro tipo, que son finalmente desperdiciados en un desenlace que no absorbe las expectativas anímicas (o de otro cariz) albergadas. Así, con un despliegue interpretativo soberbio por parte de una Hepburn bañada en lágrimas, que provoca con sus palabras, su carrera, su presencia toda, la congoja creciente de un espectador que no puede sino esperar un final inevitablemente dramático, inevitable por coherente con los sucesos anteriormente acaecidos y sobre todo con las personalidades y circunstancias de los personajes, resulta que los señores Wilder y Diamond tiran por la borda toda esa tensión, toda esa energía, para reconfortar el dolor del espectador y ofrecerle a modo de bálsamo uno de los empalagosos y mentirosos finales felices típicos de la industria de Hollywood que eran y sieguen siendo indignos de un gran artista como Billy Wilder. Para mostrar la incoherencia e imposibilidad de este final no hay más que recordar la incongruencia entre el desesperado (y casi patético) intento del padre de Ariane por convencer al seductor de que se apiade de su hija y la abandone, y su reacción unos minutos más tarde de persona ya no resignada, si no estúpida e incomprensiblemente satisfecha de ver cómo sus recientes esfuerzos dan el fruto completamente opuesto al que pretendía. El espectador despierto no puede entender esta reacción, porque es absolutamente impropia a los acontecimiento que acaba de presenciar y a los deseos frustrados de ese padre asustado por el sufrimiento de su única hija.
Uno no puede más que pensar en qué acertados habrían estado los guionistas si se hubieran inspirado en el cierre de “Vacaciones en Roma” de William Wyler un final triste pero inevitable y por tanto más conmovedor y eficaz en todo sentido por encontrarlo el espectador más cercano a las expectativas de la vida experimentada cotidianamente por él.
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