El irlandés
7.2
39,162
Thriller. Drama
Frank Sheeran fue un veterano de la Segunda Guerra Mundial, estafador y sicario que trabajó con algunas de las figuras más destacadas del siglo XX. 'El irlandés' es la crónica de uno de los grandes misterios sin resolver del país: la desaparición del legendario sindicalista Jimmy Hoffa. Un gran viaje por los turbios entresijos del crimen organizado; sus mecanismos internos, sus rivalidades y su conexión con la política... Adaptación del ... [+]
22 de diciembre de 2019
22 de diciembre de 2019
10 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Aparenta que va a ser una gran película de Scorsese, pero a medida que avanza pierde fuerza e interés. No aburre del todo porque de cuando en vez hay buenas escenas y diálogos, pero ni la actuación de los personajes, ni la buena fotografía y banda sonora, sostienen el peso de una trama que se va desinflando más y más.
Por otro lado, no es creíble el rejuvenecimiento digital de los personajes, y no tanto porque De Niro parezca un gusiluz, sino porque sus cuerpos y movimientos siguen siendo los propios de personas de 80 años (la edad de los actores principales). ¿Consecuencia? A los personajes interpretados por De Niro o Al Pacino se les percibe siempre viejunos, con lo que uno termina por perderse en los continuos viajes en el tiempo de ida y venida que tiene el argumento.
En definitiva, película con destellos de calidad, pero plana y sin alma.
Por otro lado, no es creíble el rejuvenecimiento digital de los personajes, y no tanto porque De Niro parezca un gusiluz, sino porque sus cuerpos y movimientos siguen siendo los propios de personas de 80 años (la edad de los actores principales). ¿Consecuencia? A los personajes interpretados por De Niro o Al Pacino se les percibe siempre viejunos, con lo que uno termina por perderse en los continuos viajes en el tiempo de ida y venida que tiene el argumento.
En definitiva, película con destellos de calidad, pero plana y sin alma.
4 de diciembre de 2019
4 de diciembre de 2019
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una semana ha transcurrido desde que Martin Scorsese estrenara en Netflix su última película, el Irlandés, por lo que, y antes de que esta comience a perder brío entre la prensa y el público, expondré los argumentos que bajo mi punto de vista hacen de The Irishman una de las obras más importantes de lo que va de año. Sin embargo, y aún a riesgo de que se me ninguneé por ello, me veo en la necesidad de aclarar un aspecto que ha sembrado la discordia entre los muy puristas del cine y aquellos que por lo visto no saben ni sacar punta a un lápiz (creo que ahora a estos últimos se los llama fanáticos radicales). El Irlandés NO presenta una idea generalista, tampoco sus personajes hacen bailes randoms mientras se fuman un cigarrillo (no podrían aunque quisieran), y ni mucho menos tiene como fin arraigar en el espectador promedio una exaltación que vaya más allá de lo meramente establecido. En contra, Scorsese basa su historia en la marcada profundidad hacía unos personajes que representan el final agónico de sus vidas, y todo ello enmarcado dentro de un género de hegemónica trayectoria fílmica. El prominente director conoce de antemano las limitaciones artísticas y creativas que su obra posee de cara al público actual, y ni por asomo tiene la intención de asemejarse a cintas de existencia reciente, por lo que cualquier comparación entre está película y otras estrenadas durante el presente curso carece de rigor, y por tanto se encuentra, creo yo, fuera de toda discusión. Aún con todo, The Irishman nos invita a pensar, nos hacer replantear sentimientos y encuentra en nuestras mentes la fuerza más auténtica del séptimo arte, y todo ello sin ser la quinta avenida de cristo.
Aclarado el tema, vayamos al meollo del asunto. Primero de todo aplaudir la osadía de Scorsese por lograr algo inimaginable, y es el llevar a escena una obra monumental que con 3 horas y media de duración se convierte en la más extensa de toda su filmografía. Aunque lo meritorio no es el hecho en si, sino las consecuencias que deja, y la forma tan genuina con la que lo hace. Estas tres horas y pico no resultan para nada reiterativas ni redundantes, en parte gracias a la fina composicion del metraje, el cual nos obliga a mantener la mirada puesta en la pantalla de forma permanente, y por otra a las descomunales interpetaciones de sus tres figuras principales. Conmovedora y llena de lirismo, El Irlandés nos retrotrae a esas baladas crepusculares de wésterns como Hasta que Llegó su Hora o Sin Perdón, de la misma forma que hereda las costumbres y técnicas profundamente arraigadas del género mafioso. Si bien las comparaciones son odiosas, y en nuestro caso más aún, la presencia de Uno de los Nuestros y Casino empapa la obra lo suficiente para saciar nuestro apetito, pero no abusa de ello a fin de producirnos un empacho desmesurado y contraproducente. Continúan esas formalidades técnicas que solamente Martin es capaz de lograr con una cámara, de igual manera, las múltiples digresiones narrativas que nos sacan fuera del plano espacio-tiempo, y que sirven para que el protagonista le hable a la cámara cómo si de una charla interpersonal se tratase, no restan méritos a la autenticidad y la innovación de la película. Porque es Scorsese, y aún con todo lo logrado, se vale de su experiencia para seguir haciendo magia. No es un burdo plagio, sino un pastiche de formas que entonan un último y lúgubre mensaje: el final de la mafia ha llegado.
Otro de los grandes aciertos es la ruptura del personaje prototipo, ese mafioso imbuido en el arquetipo de malo malote. Porque la mafia no siempre va de pegar tiros y asesinar a sangre fría. Como ya nos mostró el Padrino en su día, las jerarquías de poder dentro de una familia criminal se basan en las estructuras del honor y en un profundo e inmisericorde respeto. Junto a estas dos facetas ya existentes, aunque tan infrecuentemente utilizadas, Scorsese se toma el placer de añadir dos nuevos y rompedores componentes, que resultarán esenciales para establecer la evolución en los arcos narrativos de los tres protagonistas. Por una parte está el amor o la amistad fraternal, la cual ejerce de balancín mientras su contraparte, la traición, desdibuja las voluntades más inhumanas del hombre, las cuales quedan al desnudo en el preciso instante en el que este se ve sumido en una situación de difícil elección. Así, los tres motores se ponen en funcionamiento para crear un trinomio de personalidades muy humanas y realistas, y que a pesar de lo forzado de lo situación, terminan encontrando en su soledad la verdadera naturaleza de sus actos.
Ya para finalizar, hay que aplaudir las brillantes actuaciones de Robert de Niro, Al Pacino y Joe Pesci, tres leyendas sempiternas del cine que son los encargados de llevar la batuta de toda una masterclass interpretativa. Dejando a un lado la faceta técnica de la película, donde la pobre ejecución del rejuvenecimiento digital termina, en contadas ocasiones, generando una sensación ruborizante de displicencia hacia lo visto en pantalla, la viveza y soltura con la que estas viejas glorias se mueven por el escenario resulta increíble. Honor especial merece Joe Pesci, un actor que hasta la fecha había realizado papeles de enaltecido lunático, la mayoría de ellos bajo las ordenes de Martin Scorsese, y que en esta ocasión cambia diametralmente de estilo para representar el papel del líder de la familia Bufalino. Al Pacino por su parte, irradia una mayestática forma de actuar que si bien por momentos parece salirse forzosamente del guión, termina engullendo al personaje al cual da vida (el famoso líder sindicalista Jimmy Hoffa), llevándolo hacía un plano mucho más humano y familiar. En última instancia tenemos a Robert de Niro, el cual se marca uno de los papeles más sórdidos y emocionalmente desgarradores de toda su boyante carrera, ofreciendo la que previsiblemente será su última incursión en el género que lo vio nacer.
En análisis concluye en la zona spoilers.
Aclarado el tema, vayamos al meollo del asunto. Primero de todo aplaudir la osadía de Scorsese por lograr algo inimaginable, y es el llevar a escena una obra monumental que con 3 horas y media de duración se convierte en la más extensa de toda su filmografía. Aunque lo meritorio no es el hecho en si, sino las consecuencias que deja, y la forma tan genuina con la que lo hace. Estas tres horas y pico no resultan para nada reiterativas ni redundantes, en parte gracias a la fina composicion del metraje, el cual nos obliga a mantener la mirada puesta en la pantalla de forma permanente, y por otra a las descomunales interpetaciones de sus tres figuras principales. Conmovedora y llena de lirismo, El Irlandés nos retrotrae a esas baladas crepusculares de wésterns como Hasta que Llegó su Hora o Sin Perdón, de la misma forma que hereda las costumbres y técnicas profundamente arraigadas del género mafioso. Si bien las comparaciones son odiosas, y en nuestro caso más aún, la presencia de Uno de los Nuestros y Casino empapa la obra lo suficiente para saciar nuestro apetito, pero no abusa de ello a fin de producirnos un empacho desmesurado y contraproducente. Continúan esas formalidades técnicas que solamente Martin es capaz de lograr con una cámara, de igual manera, las múltiples digresiones narrativas que nos sacan fuera del plano espacio-tiempo, y que sirven para que el protagonista le hable a la cámara cómo si de una charla interpersonal se tratase, no restan méritos a la autenticidad y la innovación de la película. Porque es Scorsese, y aún con todo lo logrado, se vale de su experiencia para seguir haciendo magia. No es un burdo plagio, sino un pastiche de formas que entonan un último y lúgubre mensaje: el final de la mafia ha llegado.
Otro de los grandes aciertos es la ruptura del personaje prototipo, ese mafioso imbuido en el arquetipo de malo malote. Porque la mafia no siempre va de pegar tiros y asesinar a sangre fría. Como ya nos mostró el Padrino en su día, las jerarquías de poder dentro de una familia criminal se basan en las estructuras del honor y en un profundo e inmisericorde respeto. Junto a estas dos facetas ya existentes, aunque tan infrecuentemente utilizadas, Scorsese se toma el placer de añadir dos nuevos y rompedores componentes, que resultarán esenciales para establecer la evolución en los arcos narrativos de los tres protagonistas. Por una parte está el amor o la amistad fraternal, la cual ejerce de balancín mientras su contraparte, la traición, desdibuja las voluntades más inhumanas del hombre, las cuales quedan al desnudo en el preciso instante en el que este se ve sumido en una situación de difícil elección. Así, los tres motores se ponen en funcionamiento para crear un trinomio de personalidades muy humanas y realistas, y que a pesar de lo forzado de lo situación, terminan encontrando en su soledad la verdadera naturaleza de sus actos.
Ya para finalizar, hay que aplaudir las brillantes actuaciones de Robert de Niro, Al Pacino y Joe Pesci, tres leyendas sempiternas del cine que son los encargados de llevar la batuta de toda una masterclass interpretativa. Dejando a un lado la faceta técnica de la película, donde la pobre ejecución del rejuvenecimiento digital termina, en contadas ocasiones, generando una sensación ruborizante de displicencia hacia lo visto en pantalla, la viveza y soltura con la que estas viejas glorias se mueven por el escenario resulta increíble. Honor especial merece Joe Pesci, un actor que hasta la fecha había realizado papeles de enaltecido lunático, la mayoría de ellos bajo las ordenes de Martin Scorsese, y que en esta ocasión cambia diametralmente de estilo para representar el papel del líder de la familia Bufalino. Al Pacino por su parte, irradia una mayestática forma de actuar que si bien por momentos parece salirse forzosamente del guión, termina engullendo al personaje al cual da vida (el famoso líder sindicalista Jimmy Hoffa), llevándolo hacía un plano mucho más humano y familiar. En última instancia tenemos a Robert de Niro, el cual se marca uno de los papeles más sórdidos y emocionalmente desgarradores de toda su boyante carrera, ofreciendo la que previsiblemente será su última incursión en el género que lo vio nacer.
En análisis concluye en la zona spoilers.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
El tramo final de la historia respira un aura de desesperanza moribunda que suscita en el espectador una sensación de desasosiego interior. La visión imperfecta y moralmente derruida de un anciano Frank Sheeran sirve, de la misma forma que Michael Corleone en el Padrino 3, para demostrar la soledad y el destierro de un hombre desprovisto de compañia humana. Un paralelismo entre obras acertado y bastante emocional.
Finalmente, la escena de la muerte de Hoffa a manos de Frank se encumbra, a mi parecer, como la mejor de todo el film. Desde la disparidad de emociones que refleja el rostro de De Niro, hasta lo hediondo del asesinato, todo vale para representar la sublimación de toda una evolución narrativa.
En definitiva, y a pesar de no ser la mejor película de gángster de la historia, ni tan siquiera la mejor obra de su director, The Irishman alcanza la meta más difícil, darle al género un final inolvidable. Acompasado por una fuerza actoral titánica y una amalgama de recursos cinematográficos que homenajean a sus predecesoras con enorme acierto, la última pieza de Martin Scorsese termina siendo una genialidad absolutamente memorable y de obligado visionado, que fácilmente podríamos situar como una de las tres mejores películas de un irregular año 2019. Gracias Martin.
Finalmente, la escena de la muerte de Hoffa a manos de Frank se encumbra, a mi parecer, como la mejor de todo el film. Desde la disparidad de emociones que refleja el rostro de De Niro, hasta lo hediondo del asesinato, todo vale para representar la sublimación de toda una evolución narrativa.
En definitiva, y a pesar de no ser la mejor película de gángster de la historia, ni tan siquiera la mejor obra de su director, The Irishman alcanza la meta más difícil, darle al género un final inolvidable. Acompasado por una fuerza actoral titánica y una amalgama de recursos cinematográficos que homenajean a sus predecesoras con enorme acierto, la última pieza de Martin Scorsese termina siendo una genialidad absolutamente memorable y de obligado visionado, que fácilmente podríamos situar como una de las tres mejores películas de un irregular año 2019. Gracias Martin.
7 de enero de 2020
7 de enero de 2020
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Scorsese era contrario a las plataformas de streaming hasta que Netflix le dijo que le aportaría el dinero para producir una de sus obras. Como confiesa en una entrevista (que puedes ver en la misma plataforma) siempre quiso plasmar esta historia desde hace más de 20 años, ya le rondaba la idea durante el rodaje del Casino.
Pero antes de esto, se tuvo que solucionar dos problemas más: el CGI para rejuvenecer a los personajes y el tiempo de la película. Centrándonos en el primero, es impresionante ver como han conseguido que se vean tan jóvenes, parece que la película la han rodado hace 20 años. El rostro logra engañarte, el problema es el movimiento de los actores. Cuando se realizan peleas o disparos, hay es cuando vemos el plumero. Esto es lo único que se ve extraño, no te saca de la trama, pero se nota. Pero prefiero realizar este sacrificio, ya que este tipo de escenas son escasas, para poder disfrutar de este gran casting.
El otro es la duración, esto habría sido imposible verlo en el cine, Scorsese ya tuvo problemas con el tiempo en películas como "Uno de los nuestros", gracias a estas plataformas podemos disfrutar lo que de verdad quiere contarnos desde su visión tan personal que logra dejar sello en cada una de sus obras, sin necesidad de recortes para contentar a un estudio.
La trama es muy interesante, como puede surgir la amistad en un mundo fuera de la ley, como influye en la política, las traiciones que se producen... Pero no tiene emoción, no hay grandes diálogos, escenas memorables o personajes destacables, no sé si es por la limitación de ser una historia real pero la película no te llega como en otras obras del cineasta.
Esperemos que no sea la última película de Scorsese, pero sería una buena obra final, ya que nos ha dejado una gran lección de cómo se crea el buen cine, con unos actores inolvidables, y una historia que marco un país.
Pero antes de esto, se tuvo que solucionar dos problemas más: el CGI para rejuvenecer a los personajes y el tiempo de la película. Centrándonos en el primero, es impresionante ver como han conseguido que se vean tan jóvenes, parece que la película la han rodado hace 20 años. El rostro logra engañarte, el problema es el movimiento de los actores. Cuando se realizan peleas o disparos, hay es cuando vemos el plumero. Esto es lo único que se ve extraño, no te saca de la trama, pero se nota. Pero prefiero realizar este sacrificio, ya que este tipo de escenas son escasas, para poder disfrutar de este gran casting.
El otro es la duración, esto habría sido imposible verlo en el cine, Scorsese ya tuvo problemas con el tiempo en películas como "Uno de los nuestros", gracias a estas plataformas podemos disfrutar lo que de verdad quiere contarnos desde su visión tan personal que logra dejar sello en cada una de sus obras, sin necesidad de recortes para contentar a un estudio.
La trama es muy interesante, como puede surgir la amistad en un mundo fuera de la ley, como influye en la política, las traiciones que se producen... Pero no tiene emoción, no hay grandes diálogos, escenas memorables o personajes destacables, no sé si es por la limitación de ser una historia real pero la película no te llega como en otras obras del cineasta.
Esperemos que no sea la última película de Scorsese, pero sería una buena obra final, ya que nos ha dejado una gran lección de cómo se crea el buen cine, con unos actores inolvidables, y una historia que marco un país.
2 de enero de 2020
2 de enero de 2020
14 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
Larguísima, estaba deseando que se acabara, los personajes no tienen transfondo alguno y tienen un carácter muy infantil, la historia se desarrolla a saltos con flashbacks, las conversaciones son más simples que en una noche de borrachera, cuando ha acabado, ni siquiera me lo esperaba. Sin meterse uno en cosas técnicas de la película es mala a más no poder, ni para una peli de sobremesa. Decepcionante totalmente.
18 de noviembre de 2019
18 de noviembre de 2019
10 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Es el cine más importante que la vida? Esta afirmación atribuida a François Truffaut puede resultar un tanto exagerada, sin embargo hay momentos en los que se puede llegar a pensar así. Que se lo digan al francés, o en este caso a Martin Scorsese, todo un ejemplo de amor y pasión por el séptimo arte, y más tratándose de una película artesana moldeada y fundida a la vieja usanza, y que ha tardado muchos años en fraguarse en las tórridas aguas del cine más puro.
Basada en el libro biográfico "I Heard You Paint Houses" de Charles Brandt, Marty junto a su inseparable Bobby De Niro esculpen y confeccionan entre ambos una de los más épicas y monumentales películas del siglo XXI, algo que parecía ya imposible a estas alturas de la vida, teniendo en cuenta la edad del director y del reparto, pero afortunadamente, ahora es una realidad. Gracias entre otros a la financiación de Netflix -tan criticada por los cineastas más puristas que aún no se han dado cuenta de que en la actualidad es uno de los pocos conductos viables para realizar películas- podemos disfrutar en pleno 2019 de una nueva obra del maestro Martin Scorsese sobre uno de sus temas predilectos: el crimen organizado. A la par con los mejores filmes de su filmografía (no tiene nada que envidiar a "Goodfellas" o "Casino"), se nos presenta una gran historia basada en hechos reales: la subida al poder de un camionero hasta llegar a ser un gángster íntimo amigo del famoso sindicalista Jimmy Hoffa.
La prodigiosa construcción del relato adaptado por Steven Zaillian recorre profundas sendas suntuosas narradas en primera persona de la mano de Frank Sheeran desde sus días como un simple transportista de productos cárnicos hasta convertirse en la mano derecha de una de las familias mafiosas más importantes desde los años cincuenta hasta finales de los ochenta en la zona noroeste de Pennsylvania: los Bufalino. A partir del guion de Zaillian, Scorsese traza y teje la narración de manera magistral, sumergiendo al espectador durante tres horas y media -que pasan volando- en una historia auténtica de esas que ya no se cuentan, de la vieja escuela.
A todos aquellos que daban la carrera de Robert De Niro como finiquitada, que se froten los ojos una y otra vez pues Bob está de vuelta en esta ocasión compartiendo la etiqueta de protagonista con unos descomunales Al Pacino y Joe Pesci, éste último rescatado de su semiretiro de la mano de Marty únicamente para este acontecimiento tan especial. El trío principal está secundado por un reparto de lujo, con pequeñas pero valiosas aportaciones de actorazos de la talla de: Harvey Keitel, Bobby Cannavale, Anna Paquin o Stephen Graham, entre muchos otros.
Scorsese es uno de los mejores directores de la historia del cine. Y no lo digo yo, lo dice la propia historia. Marty es un hombre que sabe precisamente dirigir a la perfección, sabe dónde y cómo colocar a los actores y sabe completamente lo que quiere de ellos y cómo sacarles "eso" que pide y necesita. Y lo consigue. Un entrenador puede tener a los mejores jugadores del mundo, pero si no sabe cómo utilizarlos, puede hacer el mayor de los ridículos. Con Scorsese eso no pasa. Él es de los pocos que sabe cómo valerse de la plantilla que tiene, y siempre gana los partidos por goleada.
En el registro musical, Marty vuelve a contar con la colaboración de su inestimable Robbie Robertson, miembro fundador de la mítica banda canadiense "The Band", elaborando una lista de canciones maravillosas que funcionan espléndidamente con todas las décadas con las que está ambientada la película. La fotografía corre a cargo del director de fotografía mexicano Rodrigo Prieto, conocido por su trabajo con directores como: Alejandro González Iñárritu, Oliver Stone o Ang Lee, entre otros. A destacar especialmente los efectos visuales firmados por Industrial Light & Magic y Rob Legato, que hacen una tarea digna de alabanza al ver a los protagonistas cómo envejecen a lo largo de cuatro décadas.
"The Irishman" es la consagración y culminación de un creador de mundos único e irrepetible. Incluso cabría decir que la película desprende cierto aire de soledad, nostalgia y añoranza por un tipo de cine que se extingue, y lo sabemos. Somos testigos de ello. La última obra de arte de Martin Scorsese es también una especie de epílogo por ese cine mafioso crepuscular que ya no existe. El cine de verdad, el último arte que tuvo que ser inventado en palabras de Víctor Erice, ese que tanto ha defendido Marty en declaraciones en contraposición a las películas de superhéroes de Hollywood atribuyendo que eso no es cine, sino meros productos de consumo insustanciales. Y algunos le querrán achacar algo al bueno de Scorsese por decir la pura verdad. Mil millones de gracias infinitas a Martin, Robert, Al, Joe y al resto de personas que hicieron posible que esta milagrosa película se convirtiera en un sueño hecho realidad.
Basada en el libro biográfico "I Heard You Paint Houses" de Charles Brandt, Marty junto a su inseparable Bobby De Niro esculpen y confeccionan entre ambos una de los más épicas y monumentales películas del siglo XXI, algo que parecía ya imposible a estas alturas de la vida, teniendo en cuenta la edad del director y del reparto, pero afortunadamente, ahora es una realidad. Gracias entre otros a la financiación de Netflix -tan criticada por los cineastas más puristas que aún no se han dado cuenta de que en la actualidad es uno de los pocos conductos viables para realizar películas- podemos disfrutar en pleno 2019 de una nueva obra del maestro Martin Scorsese sobre uno de sus temas predilectos: el crimen organizado. A la par con los mejores filmes de su filmografía (no tiene nada que envidiar a "Goodfellas" o "Casino"), se nos presenta una gran historia basada en hechos reales: la subida al poder de un camionero hasta llegar a ser un gángster íntimo amigo del famoso sindicalista Jimmy Hoffa.
La prodigiosa construcción del relato adaptado por Steven Zaillian recorre profundas sendas suntuosas narradas en primera persona de la mano de Frank Sheeran desde sus días como un simple transportista de productos cárnicos hasta convertirse en la mano derecha de una de las familias mafiosas más importantes desde los años cincuenta hasta finales de los ochenta en la zona noroeste de Pennsylvania: los Bufalino. A partir del guion de Zaillian, Scorsese traza y teje la narración de manera magistral, sumergiendo al espectador durante tres horas y media -que pasan volando- en una historia auténtica de esas que ya no se cuentan, de la vieja escuela.
A todos aquellos que daban la carrera de Robert De Niro como finiquitada, que se froten los ojos una y otra vez pues Bob está de vuelta en esta ocasión compartiendo la etiqueta de protagonista con unos descomunales Al Pacino y Joe Pesci, éste último rescatado de su semiretiro de la mano de Marty únicamente para este acontecimiento tan especial. El trío principal está secundado por un reparto de lujo, con pequeñas pero valiosas aportaciones de actorazos de la talla de: Harvey Keitel, Bobby Cannavale, Anna Paquin o Stephen Graham, entre muchos otros.
Scorsese es uno de los mejores directores de la historia del cine. Y no lo digo yo, lo dice la propia historia. Marty es un hombre que sabe precisamente dirigir a la perfección, sabe dónde y cómo colocar a los actores y sabe completamente lo que quiere de ellos y cómo sacarles "eso" que pide y necesita. Y lo consigue. Un entrenador puede tener a los mejores jugadores del mundo, pero si no sabe cómo utilizarlos, puede hacer el mayor de los ridículos. Con Scorsese eso no pasa. Él es de los pocos que sabe cómo valerse de la plantilla que tiene, y siempre gana los partidos por goleada.
En el registro musical, Marty vuelve a contar con la colaboración de su inestimable Robbie Robertson, miembro fundador de la mítica banda canadiense "The Band", elaborando una lista de canciones maravillosas que funcionan espléndidamente con todas las décadas con las que está ambientada la película. La fotografía corre a cargo del director de fotografía mexicano Rodrigo Prieto, conocido por su trabajo con directores como: Alejandro González Iñárritu, Oliver Stone o Ang Lee, entre otros. A destacar especialmente los efectos visuales firmados por Industrial Light & Magic y Rob Legato, que hacen una tarea digna de alabanza al ver a los protagonistas cómo envejecen a lo largo de cuatro décadas.
"The Irishman" es la consagración y culminación de un creador de mundos único e irrepetible. Incluso cabría decir que la película desprende cierto aire de soledad, nostalgia y añoranza por un tipo de cine que se extingue, y lo sabemos. Somos testigos de ello. La última obra de arte de Martin Scorsese es también una especie de epílogo por ese cine mafioso crepuscular que ya no existe. El cine de verdad, el último arte que tuvo que ser inventado en palabras de Víctor Erice, ese que tanto ha defendido Marty en declaraciones en contraposición a las películas de superhéroes de Hollywood atribuyendo que eso no es cine, sino meros productos de consumo insustanciales. Y algunos le querrán achacar algo al bueno de Scorsese por decir la pura verdad. Mil millones de gracias infinitas a Martin, Robert, Al, Joe y al resto de personas que hicieron posible que esta milagrosa película se convirtiera en un sueño hecho realidad.
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