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La cruz de hierro

Bélico Segunda Guerra Mundial (1939-1945). En el frente oriental, un escuadrón de soldados alemanes, capitaneados por un duro oficial, se enfrenta a las temibles hordas del ejército ruso. El pelotón germano está liderado por el respetado sargento Steiner (James Coburn), pero también tendrá que hacer frente a las decisiones ambiciosas y suicidas del capitán Stransky (Maximilian Schell), un aristócrata prusiano recién llegado al frente que busca ... [+]
Críticas 73
Críticas ordenadas por utilidad
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7
14 de enero de 2016 1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Desde la óptica alemana aborda Peckinpah el asalto al género bélico y más concretamente a la Segunda Guerra Mundial. Lo hace a su más puro estilo: presentando toda la crudeza de la guerra, desde el campo de batalla hasta las trincheras, desde lo meramente visual hasta el lenguaje utilizado, desde las decisiones tomadas hasta el comportamiento expresado.
Esa crudeza también es mostrada por sus antagónicos personajes protagonistas. El primero (James Coburn) es un sargento un tanto indisciplinado, preocupado más por su tropa y al que no le interesan en absoluto los laureles que le puedan traer su valentía mostrada en el combate. El segundo (Maximilian Schell) es un oficial cuyos intereses se mueven exactamente en dirección opuesta. Su única meta es conseguir todos los méritos posibles ante sus superiores aunque sus decisiones cuesten vidas, para así conseguir su ansiada cruz de hierro.
Enseñar las miserias del alma humana, cobardía incluida, en situaciones precarias como las que conllevan las guerras son un claro denominador común del género bélico. Por eso, en esta película, esas miserias son parte importante con la actitud de los personajes y su incidencia en los hechos que concluyen en un poderoso final.

Curioso, como último apunte y aunque no tenga nada que ver con el desarrollo de la película, que un director estadounidense como Sam Peckinpah decidiera, en su única cinta bélica, afrontar el reto desde el lado alemán.
8
15 de enero de 2018 1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Todo es accidental, accidental por las manos. Las mías, las otras, todas sin mente...de un extremo a otro, y ninguna funciona. Ni funcionará jamás. Aquí estamos, en la tierra de nadie, tú y yo...".
En uno de esos momentos que encoge el alma oímos las descorazonadoras palabras del sargento Rolf Steiner, un soldado implacable que sabe lo que es ver caer a un compañero en el barro, un soldado dispuesto a destruir al enemigo, pero no por la patria, las condecoraciones, o los acomodados oficiales a los que ha de obedecer...sino por sus hombres. Únicamente por sus hombres.

Año 1.943, 2.ª Guerra Mundial. Los soldados alemanes resisten atrincherados en el frente Oeste de Taman donde se ven hostigados por las fuerzas soviéticas, las cuales avanzan sin descanso. El curtido pelotón de Steiner resiste la ofensiva, soportando los bombardeos y el progreso del enemigo, anclado en una tierra donde lo único que persevera es la hostilidad, la violencia, el plomo y la sangre, y las esperanzas por ganar la contienda son cada vez menores. No así, para los soldados no hay nada más y con el tiempo ese se ha acabado transformando en su hogar, y más para Steiner, un hombre que vive de, por y para la guerra.
Por el contrario, el recién llegado al frente capitán Stransky, un oficial prusiano, causará tensión entre los soldados, sobre todo por su animadversión hacia Steiner. Este militar aristócrata, hipócrita y oportunista no desea mancharse las manos combatiendo, lo que desea es tener sobre ellas la Cruz de Hierro, condecoración (primero prusiana, luego alemana) otorgada por méritos y actos de gran valor en el campo de batalla.

Con una sobresaliente carrera a sus espaldas donde facturó joyas del "western" ("Grupo Salvaje", "Pat Garrett y Billy, "el Niño" ") y del "thriller" de acción ("La Huida", "Quiero la Cabeza de Alfredo García"), a Sam Peckinpah le fueron ofrecidos varios proyectos cinematográficos de aires mucho más comerciales, hecho que no le agradaba demasiado, pues si algo odiaba era venderse a los grandes estudios, tales como "Superman" o el "remake" de "King Kong". En un primer momento colaboró en el guión de esta última y estuvo cerca de dirigirla, si no hubiera sido por las peleas que se trajo con los productores, que para él era una constante, con lo que finalmente el rodaje pasó a manos de John Guillermin.
Así fue como trabajó junto a James Hamilton y Walter Kelley en el guión de lo que sería su próximo film, basándose en la novela "The Willing Flesh" de Willi Heinrich, decidido a involucrarse por primera y única vez en el bélico, rodando con producción británico-germana en tierras yugoslavas. El libro, como era lógico, estaba basado en sucesos reales acaecidos durante la guerra, al igual que el personaje de Steiner. A finales de los '70, cuando las películas sobre el Vietnam iban a ganar popularidad, gracias a "Los Chicos de la Compañía "C" " o "Apocalypse Now", Peckinpah se centró en la 2.ª Guerra Mundial y, además, dándole protagonismo no a los americanos, como tantas veces se había hecho, sino al bando enemigo, el alemán.

Tras un prólogo de imágenes de archivo donde un sonriente Hitler manda a sus jóvenes aguerridos a una muerte casi segura, el director, destinado a hundirnos de cabeza en un escenario creíble y atroz de contienda bélica, no desarrolla una trama como tal, más bien parece coger su cámara y mostrarnos los horrores de la guerra, de manera directa y sin concesiones, haciéndonos acompañantes de esos hombres atrincherados lejos de sus hogares y más que habituados al barro, a la sangre y a la muerte. El punto clave del film es el cinismo de los personajes, su ambigüedad y sus reflexiones con respecto a la situación que están afrontando.
Para Steiner, paradigma del duro e impasible soldado teutón, no hay nada de honor en la guerra, no siente aprecio por su patria, ni por sus oficiales, ni por las ropas que viste, ni siquiera por la maldita cruz que con tanta avidez anhela Pransky; para él sólo es un pedazo de hierro cuya valía no puede compensar el horror de la batalla. Peckinpah se parte el espinazo por mostrarnos los combates de la manera más realista posible, sirviéndose de su querido "slow motion" y una cruda ultraviolencia, haciendo gala de un brutal lirismo y un tono antibelicista que se ve aderezado en muchas ocasiones por un aguzado humor negro y un halo de cierta extrañeza, el cual alcanza su máxima en momentos cuasisurrealistas como el paréntesis argumental donde tenemos a Steiner recuperándose en el hospital o cuando éste y su pelotón asaltan la casa ocupada por aquel destacamento femenino enemigo.

El mítico James Coburn vuelve a unirse al director logrando en la piel de Steiner una de las mejores interpretaciones de su carrera y contando a su diestra con el también legendario Maximilian Schell, quien encarna a su antagonista. Otros como James Mason, David Warner, Igor Galo y Klaus Löwitsch, redondean un esforzado reparto que acabó extenuado a las órdenes de ese Peckinpah al que siempre acompañaba su alcohol y su irascible temperamento.
Pese a su irregularidad, su extenso metraje y su pobre acogida en la taquilla americana (bueno, es que la que le hacía la competencia era "La Guerra de las Galaxias", nada menos), "La Cruz de Hierro" se ha ganado a pulso el ser una de las obras bélicas más importantes jamás realizadas, de gran influencia para cineastas como Quentin Tarantino, John Woo o Stanley Kubrick, algo que sin duda se nota, y laureada por el mismísimo Orson Welles, quien la consideró la mejor película de guerra desde "Sin Novedad en el Frente" (¡!), ahí es nada.

Dos años después, el director Andrew McLaglen realizó una bastante mediocre secuela llamada "Cerco Roto", con diferentes actores interpretando, sin embargo, a los mismos personajes.
Aun sabiendo de sobra que Richard Burton es un gran actor, su Rolf Steiner jamás se podrá equiparar al de James Coburn.
7
23 de febrero de 2018 1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Necesitaba encontrar un película como esta. Me gusta la segunda guerra mundial desde los 9 años (cumplo 23 ahora), y por lo tanto el cine y los videojuegos de esta temática. En la mayoría de productos que he consumido da la sensación que el trato que se da al frente oriental es facilón, y está plagado de lugares comunes. Se hacen vagas referencias a las batallas de Moscú y Kursk (y con muchísima suerte a Leningrado y al Cáucaso), antes de lanzarse de cabeza y sin paracaídas a los clichés: Stalingrado y Berlín. Esta última batalla fue más corta, así que tras meterte misiones de relleno a modo de contexto, ale, a pegar tiros al Reichstag. Es como si en el año 1944 no hubiera pasado nada en este frente, y me toca mucho las narices. No estoy seguro que esta película esté ambientada en ese año (probablemente sea el 43) pero me transmite esa sensación, y hacía mucha falta. He leído algunas críticas que hacen referencia a la similitud entre el actor protagonista (James Corbun) y Lee Marvin. Tiene gracia porque vi la peli con mi padre y cuando apareció este personaje le pregunté: "Este es el de 'Los doce del patíbulo' no?". "No" me respondió, "pero son calcados". La película en general está bien; habla del compañerismo, del estrés del soldado alemán en aquel basto frente y del declive de su moral tras entrar en ese bucle de derrotas sin fin. De hecho tiene diálogos bastante logrados. Y no nos asfixia con un duelo interminable entre protagonista y antagonista, que se dan bastante espacio durante la parte central. Sin embargo lo que realmente la hace genuina son los pequeños momentos. Momentos tales como el tenso interrogatorio al que 'Stransky' (Maximilan Shell) somete a dos de sus hombres. Escena que me recuerda mucho al estilo de Tarantino; ese montaje inicial que hace contrastar adrede banda sonora e imágenes históricas para transmitir aquello que la Alemania nazi quería representar y lo que representaba realmente; o la escena final, una oda sarcástica a la banalidad de la guerra y de 'Stransky' con la que me partí de risa. También mola ver tanto material original: los tanques T-34, las armas, los camiones americanos suministrados bajo la ley de "préstamo y arriendo", los... Sturmovik? (F4U Corsair) Bueno se hizo lo que se pudo. En ese sentido debió ayudar mucho que la película se rodase en Yugoslavia. No es común que los alemanes sean los protagonistas, aunque al estar rodada durante la guerra fría sospecho que los productores esperaban transmitir cierta aura antisoviética. Obviamente hay cosas que no me han gustado: Las escenas bélicas hacen abusivo uso del 'Slow-Motion', y otra vez meten el cliché del romance random, o en este caso una escena de sexo implícito. Tampoco me gusta que los personajes suelten líneas pseudofilosófocas en el momento menos esperado. Pero bueno, quitando estas cosas...

En resumen: Excelente muestra de cine bélico clásico rodado con más esfuerzo que dinero.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Se supone que Steiner es un soldado de gran profesionalidad. Cómo deja su arma al alcance de un niño-soldado soviético al que acaban de capturar. Quizá estando oculto en ese hueco no le veía, no me quedó claro. Y a qué se referían el coronel y su ayudante cuando decían ser "permisivos" con este personaje. No parece tan indisciplinado.
10
2 de marzo de 2018 1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Para mí, una película que no tiene desperdicio. Sus puntos fuertes:

1. La muy personal técnica narrativa de Sam Peckinpah en las escenas de acción: frenéticos cambios de cámara en contraste con cámara lenta. En los diálogos, brillantes e impactantes primeros planos .
2. La fotografía que envuelve en un halo de neblina, cuasi infernal, el campo de batalla, la guerra.
3. Las magníficas interpretaciones de los actores, mirando a cámara, cada mirada, cada gesto, matiza, refuerza el mensaje. Excepcionales Schell, Coburn, Mason,...
4. Un argumento principal clásico, universal y atemporal, tratado magistralmente y que podría incardinarse en cualquier contexto de relaciones humanas, bélico, laboral o familiar… la maldad, la falta de escrúpulo alguno en la consecución de los objetivos personales, conseguir el fin a cualquier medio y por encima de quien se ponga por delante. En este caso, en mitad de la guerra, esa ambición tiene unas consecuencias especialmente graves en forma de vidas humanas, pero en el día a día conocemos muchos Stransky que quieren la medalla a costa de otros, que no les importa mentir, traicionar, aparentar, falsear...
5. Es un gran film antibelicista. Retrata el horror y el sinsentido de la guerra y su huella en los personajes, perfectamente caracterizados:
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
- El coronel Brandt está convencido de la derrota y sólo le queda luchar con honor hasta la muerte. Pero antes deposita su esperanza en el futuro, en la reconstrucción tras la guerra en el capitán Kiessel, a quien obliga a evacuar el frente.
- El capitán Stransky es clasista, inhumano, ladino y malvado: un perfecto villano que, a la vez, resulta grotesco por su cobardía y torpeza. La guerra es un lugar más donde desplegará sus “cualidades” (Seguirá siendo rico después de la guerra, le dice Meyer a Steiner). Está dispuesto a hacer cualquier cosa con tal de conseguir “su” medalla. Sólo hay una circunstancia que obra como atenuante, que la elección no es suya ( lo confiesa apesadumbrado en la conversación "privada" con Steiner: no puede volver a su casa sin la Cruz de Hierro). Y una última decisión, cuando ya se ve perdido ( y no sin antes realizar un último amago de traición): “Le voy a enseñar como lucha un oficial prusiano”
- Al sargento Steiner los horrores de la guerra le han llevado a un estado de nihilismo. No tiene miedo y no lucha por ningún honor o deber, ni siquiera por su propia supervivencia, ( su desidia y descuido dejando su arma al alcance del joven soldado ruso). Lucha por compañerismo y por la responsabilidad que siente hacia los hombres de su pelotón. Esto no le hace perder eficacia (se convierte en la esperanza de los demás) ni los valores de humanidad y la justicia: así lo demuestran sus actos con el joven prisionero ruso o las mujeres soldado. La traición de Stransky y la pérdida de su pelotón lo liberan de su compromiso y lo conducen a la venganza: ejecuta a Treaby y al ir a hacerlo con Stransky acepta luchar con él (Vd. es mi pelotón). Muere entre sarcásticas carcajadas.

- Los soldados anónimos que luchan porque les ha tocado intentan sobrellevarlo con dignidad pero sin atreverse a rebelarse. Magnífica la escena de la pérdida de papeles del soldado en la celebración del cumpleaños del teniente Meyer y cómo los demás, que se sienten igual de jodidos, reconducen la situación, aceptando su destino.

6..La película brinda profundos y logrados diálogos, por destacar alguno, la escena del ladino interrogatorio realizado por Stransky al teniente Treaby y su ayudante para conseguir su confesión.

8. Incluso son fantásticos los créditos iniciales donde ya de entrada alterna y enfrenta imágenes de la megalómana propaganda nazi con otras de los horrores de la guerra y el rostro de sufrimiento de los soldados.

Como punto negativo, que le puede restar credibilidad, es que no se refleja el miedo que debía existir en un estado totalitario. No se ve feldgendarmerie, ni Gestapo y los personajes hablan libremente, cual americanos con libertad de expresión embutidos en uniformes alemanes. Además, los pelos y la pinta del capitán Kiessel no parece que le pudieran ser consentidos, por mucha retirada que hubieres sido ya iniciada. Los jerarcas nazis resistieron hasta la derrota final sacrificando inútilmente a su pueblo y sometiéndolo a un férreo control. Pero esto para mi no le resta mérito al mensaje principal que considero está muy bien conseguido.

En definitiva, una gran obra antibelicista, plena de matices y estéticamente muy atractiva.
27 de abril de 2021 1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Se podrá pensar lo que se quiera de ella, podrá gustar o no gustar; pero hay que reconocerle que es innovadora, darle merito a su originalidad, a esa nueva manera de narrar una película de guerra; en algunos puntos más similar a una del oeste. Yo que nunca fui muy devoto del cine de Sam Peckinpah he de reconocer que aquí me ganó, he de reconocer que esta vez, sí; me engatusó esa violencia descarnada, ese morir a cámara lenta, ese convivir con el filo de la locura.

Entiendo que pueda desagradar, es cierto; es de esas cintas a las que les viene como rollo al proyector el cartel que nos avisa sobre el peligro que corre nuestra sensibilidad. Es una de esas que no debe ver si le repugna la representación de la violencia (pues la violencia de verdad, entiendo que la mayoría la rechazamos). Tampoco soy muy aficionado a estas representaciones tan explicitas pero en esta ocasión, no sabría explicarles la razón, llegó incluso a conmoverme; me conmovió la sonrisa de un niño ruso que era soldado, me conmovió una fiesta de cumpleaños; me conmovió su firme alegato contra la disciplina y la obediencia debida, me conmovió la dualidad de un hombre que ama y odia la guerra.

Quería sólo dar mi opinión, y lo he hecho a su favor; pero por las razones que ya he esbozado, no abogaré por ella.

Quisiera terminar haciendo un recorrido por su reparto: fue protagonizada por James Coburn (Los siete magníficos) y seguramente sea ésta la mejor de su carrera, evidentemente no es de las mejores de James Mason quien, ya veterano, realizó una correcta interpretación de un compresivo coronel alemán, en cuanto a Maximilian Schell también las tiene mejores pero en ésta tiene un par de escenas esplendidas, y respecto a David Warner ésta es una de sus mejores, aunque me gustó más en, “La profecía”. Completa el elenco una actriz alemana no muy conocida por el gran público, Senta Berger (La sombra de un gigante); en una muy digna representación, en el papel de enfermera.
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