Sólo un sueño
2008 

6.9
47,624
Drama. Romance
Años 50. Frank (Leonardo DiCaprio) y April (Kate Winslet) se conocen en una fiesta y se enamoran. Ella quiere ser actriz. Él sueña con viajar para huir de la rutina y experimentar emociones nuevas. Con el tiempo se convierten en un estable matrimonio con dos hijos que vive en las afueras de Connecticut, pero no son felices. Ambos se enfrentan a un difícil dilema: o luchar por los sueños e ideales que siempre han perseguido o conformarse ... [+]
1 de enero de 2009
1 de enero de 2009
24 de 40 usuarios han encontrado esta crítica útil
Melodrama extraordinario
Con una carga emocional bestial
Con una actuación espectacular de Kate Winslet
Con un más que acertado DiCaprio (Me sorprende a mí mismo estar escribiendo esto)
Totalmente creíble
Dirección de esas de quitarse el sombrero, la gorra, la txapela y hasta la boina.
Fotografía excelente
Buenos secundarios, de libro el que hace el papel de loco.
Gran película
No soy amante de DiCaprio, no corro ni mucho menos al cine para ver un melodrama lacrimógeno, no esperaba revolucionarme ni lo más mínimo con Revolutionary Road, pero si lo ha conseguido, me ha encantado esta peli y la recomiendo totalmente. Solo la actuación de la Winslet ya vale por varías películas enteras que he visto este año.
Y de la dirección ya lo he dicho todo ¡Magistral!
De las que hay que ver, seria candidata a varios Oscar. Yo voto por la Winslet, se lo merece ya de una vez.
Con una carga emocional bestial
Con una actuación espectacular de Kate Winslet
Con un más que acertado DiCaprio (Me sorprende a mí mismo estar escribiendo esto)
Totalmente creíble
Dirección de esas de quitarse el sombrero, la gorra, la txapela y hasta la boina.
Fotografía excelente
Buenos secundarios, de libro el que hace el papel de loco.
Gran película
No soy amante de DiCaprio, no corro ni mucho menos al cine para ver un melodrama lacrimógeno, no esperaba revolucionarme ni lo más mínimo con Revolutionary Road, pero si lo ha conseguido, me ha encantado esta peli y la recomiendo totalmente. Solo la actuación de la Winslet ya vale por varías películas enteras que he visto este año.
Y de la dirección ya lo he dicho todo ¡Magistral!
De las que hay que ver, seria candidata a varios Oscar. Yo voto por la Winslet, se lo merece ya de una vez.
12 de febrero de 2009
12 de febrero de 2009
11 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
El Sam Mendes de Road to Perdition (Camino a la perdición) o American Beauty o incluso de Jarhead se ha perdido en esta película, conste que no sabemos si el problema no será de la novela de Richard Yates, pero lo que es cierto es que en esta ocasión el director ha perdido la perspicacia y la finura que demostró en algunas de sus películas anteriores.
Prentende la historia llevarnos a los mismos terrenos de American Beauty, la crítica a la sociedad norteamericana, al sueño norteamericano. En esta ocasión, por el devenir de una familia de clase media que sufre los problemas de la vida. Pero el gran fallo de la interesante apuesta es que no se entienden ni los problemas ni las reacciones de los personajes principales (excelente DiCaprio que mejora película a película, mal Kate Winslet a quien no le recordamos ni un solo papel a la altura de las circunstancias).
El marasmo de sentimientos que el día a día provoca en la vida familiar de esta pareja desata en un arrebato inexplicable de Kate Winslet que escena a escena va pasando por reacciones cada vez más abstrusas de entender. Suponemos que el argumento no nos quiere contar la historia de una pareja en la que uno de los lados necesita urgentemente una revisión psiquiátrica, y, si lo que quiere es hacernos reflexionar sobre la angustia que produce el ritmo de vida norteamericano, no se nos plantea bien cuando el personaje de Kate Winslet se limita a tener ataques de histeria incontrolada que le llevan de amar a odiar a su pareja escena sí, escena no.
Tan incomprensibles son las reacciones del papel femenino principal que se deben hacer piruetas con el guión y se sacan a los hijos de la pareja de delante durante todo el metraje. Esta solución que lanza focos sobre el matrimonio, sorprende sobre manera ya que no tenemos escenas de familia en la historia de una casa que se desmorona poco a poco.
Europa, en concreto París, es El Dorado que se parece elegir para salvar los muebles de una relación caótica y titánica, pero en ningún momento, los verdaderos demonios, los cotidianos, aparecen en primer plano.
Para cumplir lo que se nos promete o lo que parece prometernos, se debería haber pulido mucho más un guión que adolece de descansar en dos estrellas que tampoco justifican la película.
Prentende la historia llevarnos a los mismos terrenos de American Beauty, la crítica a la sociedad norteamericana, al sueño norteamericano. En esta ocasión, por el devenir de una familia de clase media que sufre los problemas de la vida. Pero el gran fallo de la interesante apuesta es que no se entienden ni los problemas ni las reacciones de los personajes principales (excelente DiCaprio que mejora película a película, mal Kate Winslet a quien no le recordamos ni un solo papel a la altura de las circunstancias).
El marasmo de sentimientos que el día a día provoca en la vida familiar de esta pareja desata en un arrebato inexplicable de Kate Winslet que escena a escena va pasando por reacciones cada vez más abstrusas de entender. Suponemos que el argumento no nos quiere contar la historia de una pareja en la que uno de los lados necesita urgentemente una revisión psiquiátrica, y, si lo que quiere es hacernos reflexionar sobre la angustia que produce el ritmo de vida norteamericano, no se nos plantea bien cuando el personaje de Kate Winslet se limita a tener ataques de histeria incontrolada que le llevan de amar a odiar a su pareja escena sí, escena no.
Tan incomprensibles son las reacciones del papel femenino principal que se deben hacer piruetas con el guión y se sacan a los hijos de la pareja de delante durante todo el metraje. Esta solución que lanza focos sobre el matrimonio, sorprende sobre manera ya que no tenemos escenas de familia en la historia de una casa que se desmorona poco a poco.
Europa, en concreto París, es El Dorado que se parece elegir para salvar los muebles de una relación caótica y titánica, pero en ningún momento, los verdaderos demonios, los cotidianos, aparecen en primer plano.
Para cumplir lo que se nos promete o lo que parece prometernos, se debería haber pulido mucho más un guión que adolece de descansar en dos estrellas que tampoco justifican la película.
25 de enero de 2009
25 de enero de 2009
9 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
El aliento fatalista de los personajes con la esperanza perdida y la vida inalcanzable es una constante de la filmografía de Sam Mendes. Pero este magnífico director no crea melodramas lamentosos, hace que sus humanos se enfrenten vitalmente a su destino y a sus ambiciones.
En Revolutionary Road, Mendes nos cuenta la historia de una pareja, Frank y April Wheeler en el entorno social de la América de ensueño post Segunda Guerra Mundial. Ellos se ven distintos al resto, no creen que sean como aquellos que tienen todo lo necesario para vivir, pero no viven, sobreviven; y cuando el peso de la rutina y el hastío, el ser simplemente uno más absorbido por un mecanismo vital extirpado de pasiones, de sueños, de diferencia, deciden buscar una alternativa, tener una esperanza; París, de vivir una futuro posible, que no se parezca en nada a la existencia hueca que les rodea y que va atrapándoles como un parásito. Cuando esa esperanza se desvanece, Frank y April ya no tienen a donde dirigirse, y por ello su amor, su anhelo de una vida mejor, desaparece ante sus ojos golpeándoles en su entidad como personas y en su unión como amantes.
Revolutionary Road es una de las películas más tristes que recuerdo haber vivido. Frank y April se aman pero no saben como hacerlo. El yugo social de la idea de la felicidad les aplasta como seres que han de vivir como está preestablecido vivir. Son dos héroes que fracasan, dos humanos que acaban por no vivir.
Como en esa absoluta e inolvidable pieza maestra de la literatura que es el original de Richard Yates, ambos personajes van mostrando los recovecos de su alma y su mente, haciendo que ningún lector o espectador sensato acabe sin entenderlos. Sam Mendes ha sabido captar de forma simplemente perfecta los sutiles detalles de la novela gracias a su elegante y sobria puesta en escena, teatral, pero inmensamente cinematográfica en el amor al detalle y la sutileza de los gestos, dimensiones de emoción humana vividos por dos actores en estado de gracia.
No soy capaz de decir hasta que punto Di Caprio y Winslet me han desgarrado el alma como Frank y April Wheeler. Él está mejor que nunca, y ha sabido presentar a un hombre tan gris como Frank Wheeler con total honestidad y valentía. Ha crecido como actor y su personaje crece a medida que avanza la historia hasta limites ilimitados. Y Winslet está en otra esfera. Con su April Wheeler se confirma como la mejor actriz contemporánea, de una perfección constante, con un personaje lleno de vida pero obligado a no vivirla. Una mujer fascinante y cuestionable que la actriz hace inolvidable, sin más.
Y esta maravilla de obra ha sido ignorada en los Oscar de este año. No puedo comprender porque. Tal vez es demasiado dura, demasiado desoladora. Pero es una obra cumbre.
En Revolutionary Road, Mendes nos cuenta la historia de una pareja, Frank y April Wheeler en el entorno social de la América de ensueño post Segunda Guerra Mundial. Ellos se ven distintos al resto, no creen que sean como aquellos que tienen todo lo necesario para vivir, pero no viven, sobreviven; y cuando el peso de la rutina y el hastío, el ser simplemente uno más absorbido por un mecanismo vital extirpado de pasiones, de sueños, de diferencia, deciden buscar una alternativa, tener una esperanza; París, de vivir una futuro posible, que no se parezca en nada a la existencia hueca que les rodea y que va atrapándoles como un parásito. Cuando esa esperanza se desvanece, Frank y April ya no tienen a donde dirigirse, y por ello su amor, su anhelo de una vida mejor, desaparece ante sus ojos golpeándoles en su entidad como personas y en su unión como amantes.
Revolutionary Road es una de las películas más tristes que recuerdo haber vivido. Frank y April se aman pero no saben como hacerlo. El yugo social de la idea de la felicidad les aplasta como seres que han de vivir como está preestablecido vivir. Son dos héroes que fracasan, dos humanos que acaban por no vivir.
Como en esa absoluta e inolvidable pieza maestra de la literatura que es el original de Richard Yates, ambos personajes van mostrando los recovecos de su alma y su mente, haciendo que ningún lector o espectador sensato acabe sin entenderlos. Sam Mendes ha sabido captar de forma simplemente perfecta los sutiles detalles de la novela gracias a su elegante y sobria puesta en escena, teatral, pero inmensamente cinematográfica en el amor al detalle y la sutileza de los gestos, dimensiones de emoción humana vividos por dos actores en estado de gracia.
No soy capaz de decir hasta que punto Di Caprio y Winslet me han desgarrado el alma como Frank y April Wheeler. Él está mejor que nunca, y ha sabido presentar a un hombre tan gris como Frank Wheeler con total honestidad y valentía. Ha crecido como actor y su personaje crece a medida que avanza la historia hasta limites ilimitados. Y Winslet está en otra esfera. Con su April Wheeler se confirma como la mejor actriz contemporánea, de una perfección constante, con un personaje lleno de vida pero obligado a no vivirla. Una mujer fascinante y cuestionable que la actriz hace inolvidable, sin más.
Y esta maravilla de obra ha sido ignorada en los Oscar de este año. No puedo comprender porque. Tal vez es demasiado dura, demasiado desoladora. Pero es una obra cumbre.
24 de mayo de 2010
24 de mayo de 2010
9 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Quinto largometraje del británico Sam Mendes (Berkshire, 1965). El guión, de Justin Haythe (Londres, 1973), adapta la novela “Revolutionary Road” (1961), de Richard Yates (1926-1992). Se rueda, entre mayo y agosto de 2007, en escenarios reales de Connecticut y NY, con un presupuesto estimado de 35 M USD. Nominado a 3 Oscar (actor reparto, diseño de vestuario y dirección artística), gana un Globo de oro (Winslet). Producido por Bobby Cohen, Sam Mendes y Scott Rudin para BBC Films y Dreamworlds, se proyecta por primera vez en público, en sesión de preestreno, el 15-XII-2008 (L.A.).
La acción dramática tiene lugar en julio de 1955, de acuerdo con el calendario que se muestra ostentosamente. Se prolonga durante dos o tres semanas en Darien, zona periférica de Fairfield (Connecticut), Fairfield y alrededores, y NYC. Frank (DiCaprio) y April Wheeler (Winslet), de 30 y 27 años de edad, forman una pareja feliz, admirada y envidiada. Son padres de una niña y un niño, de 6 y 4 años, ocupan una bonita y cómoda casa con jardín, de reciente construcción, sita en el nº 115 de Revolutionary Road y tienen ingresos que les permiten pagar los gastos y ahorrar. Él es empleado de la empresa Knox, de NYC, en la que trabajó su padre. Ella se dedica a los hijos y a las labores de la casa. Él es práctico, eficiente en el trabajo y hábil en las relaciones con compañeros y superiores. Ella es idealista, soñadora y desea ser actriz de teatro, estudiar arte y vivir en Paris. Frank no se siente satisfecho con el trabajo que realiza, pese a las posibilidades de promoción, buen salario y ausencia de aptitudes o aficiones que le cualifiquen para opciones alternativas.
El film suma drama, romance y melodrama. Explica una historia cruda, exenta de sentimentalismos, realista y áspera. Habla de la insatisfacción y de las aspiraciones de personas bien situadas económicamente, socialmente bien relacionadas, con suerte en la vida, independientes, agraciadas y con buena salud. Aparentemente tienen todo lo que se puede desear (casa, hijos, trabajo, futuro, ahorros, etc.). Tras 7 años de matrimonio, se sienten insatisfechos porque les pesan las rutinas de la vida, la levedad de su contenido, la intrascendencia de lo que hacen y una realización personal que no cubre sus expectativas. Frank no sabe a ciencia cierta qué es lo que quiere. Por eso duda, se siente inseguro, no encuentra respuestas a sus interrogantes. April alimenta ilusiones que se mueven entre lo improbable y lo imposible. La tensión entre deseos y realidad alimenta en la pareja una dinámica de desencuentros, miedos, inseguridades, frustraciones y crisis, que desembocan en discrepancias, discusiones y peleas. El film explora en profundidad y con pulcritud la vida de un matrimonio dichoso, pero insatisfecho. Elevan el tono del relato los duelos actorales que se establecen entre Frank y April por un lado y entre Frank y John Givings (Shannon) por otro. Frank, April y John entregan interpretaciones admirables.
La acción dramática tiene lugar en julio de 1955, de acuerdo con el calendario que se muestra ostentosamente. Se prolonga durante dos o tres semanas en Darien, zona periférica de Fairfield (Connecticut), Fairfield y alrededores, y NYC. Frank (DiCaprio) y April Wheeler (Winslet), de 30 y 27 años de edad, forman una pareja feliz, admirada y envidiada. Son padres de una niña y un niño, de 6 y 4 años, ocupan una bonita y cómoda casa con jardín, de reciente construcción, sita en el nº 115 de Revolutionary Road y tienen ingresos que les permiten pagar los gastos y ahorrar. Él es empleado de la empresa Knox, de NYC, en la que trabajó su padre. Ella se dedica a los hijos y a las labores de la casa. Él es práctico, eficiente en el trabajo y hábil en las relaciones con compañeros y superiores. Ella es idealista, soñadora y desea ser actriz de teatro, estudiar arte y vivir en Paris. Frank no se siente satisfecho con el trabajo que realiza, pese a las posibilidades de promoción, buen salario y ausencia de aptitudes o aficiones que le cualifiquen para opciones alternativas.
El film suma drama, romance y melodrama. Explica una historia cruda, exenta de sentimentalismos, realista y áspera. Habla de la insatisfacción y de las aspiraciones de personas bien situadas económicamente, socialmente bien relacionadas, con suerte en la vida, independientes, agraciadas y con buena salud. Aparentemente tienen todo lo que se puede desear (casa, hijos, trabajo, futuro, ahorros, etc.). Tras 7 años de matrimonio, se sienten insatisfechos porque les pesan las rutinas de la vida, la levedad de su contenido, la intrascendencia de lo que hacen y una realización personal que no cubre sus expectativas. Frank no sabe a ciencia cierta qué es lo que quiere. Por eso duda, se siente inseguro, no encuentra respuestas a sus interrogantes. April alimenta ilusiones que se mueven entre lo improbable y lo imposible. La tensión entre deseos y realidad alimenta en la pareja una dinámica de desencuentros, miedos, inseguridades, frustraciones y crisis, que desembocan en discrepancias, discusiones y peleas. El film explora en profundidad y con pulcritud la vida de un matrimonio dichoso, pero insatisfecho. Elevan el tono del relato los duelos actorales que se establecen entre Frank y April por un lado y entre Frank y John Givings (Shannon) por otro. Frank, April y John entregan interpretaciones admirables.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
El discurso verbal y gestual de los tres intérpretes se ve reforzado y potenciado por el apoyo visual que el realizador compone en beneficio del drama. Crea primeros planos destinados a convocar toda la atención del espectador, cuando alguien va a decir algo relevante o se va a producir una reacción significativa. En ocasiones extrae de la indefinición de las figuras del segundo plano un rostro o un gesto capaz de golpear al público con la fuerza de una potente descarga emocional. En la escena que posiblemente es la mejor del film, su protagonista se comporta con una sutil artificiosidad o teatralidad. Lo hace con el propósito de hacer y decir lo que su pareja desea ver y oír. Mendes construye, de ese modo, una crítica demoledora de las convenciones sociales y anuncia acontecimientos perturbadores, que inquietan al espectador con anticipación y provocan en él una ampliación de la capacidad de reaccionar con dolor. No es una obra perfecta, pero es una obra que toca el fondo del ánimo del espectador.
El realizador compone paralelismos expresivos entre cromatismo y estados de ánimo, contrastes de luz y sentimientos, movilidad de la cámara y expresión de sufrimiento, contraplanos que separan a los interlocutores y marcan sus diferencias, etc. No es cierto que Mendes abuse de reiteraciones y subrayados. Lo que hace, y lo hace bien, es coordinar los medios expresivos (palabra, imagen, color, iluminación, gestualidad, etc.) en direcciones convergentes. De ese modo el film adquiere coherencia y una fuerza inusitadamente poderosa. Alejado del ensimismamiento, se refiere a obras de teatro y films anteriores, como “El bosque petrificado”, del dramaturgo Robert Sherwood (1896-1955), el leñador (Mifune) que se adentra en el bosque de Rashomon, “American Beauty” y otros.
La banda sonora, de Thomas Newman (“American Beauty”), es espléndida. La partitura original gira en torno a un tema principal de pocas notas, pero de gran calado. Predominan los tonos tenues, persistentes y pausados, que acarician con la suavidad de un cuchillo afilado. Consta de 13 segmentos que suscitan emociones. Como música añadida ofrece un gozoso repertorio de grandes melodías de los 50, algunas tan recordadas como “Qué será”, “Moonlight in Vermont” (Nat “King” Cole Trio), “Crying in Chapel”, “A String of Pearls” (Glenn Milller y su orquesta), etc. La fotografía, de Roger Deakins (“Jarhead”, 2005), contiene abundante metraje rodado cámara en mano. La visualidad se pone al servicio del realismo del film y de una firme apuesta a favor de dar al espectador, con concisión, brevedad y planos eficaces, más información de lo que parece.
Referencias
- Núria BOU, Xavier PÉREZ, “Entre actrices y diosas”, ‘Cahiers du cinéma. España’, nº 21, pág. 82-83, marzo 2009.
- Carlos BOYERO, “El miedo a la revolución”, ‘El País’, 23-I-2009.
- Alejando G. CALVO, “El final de la revolución”, ‘Dirigido por’, nº 385, pág. 42-43, enero 2009.
El realizador compone paralelismos expresivos entre cromatismo y estados de ánimo, contrastes de luz y sentimientos, movilidad de la cámara y expresión de sufrimiento, contraplanos que separan a los interlocutores y marcan sus diferencias, etc. No es cierto que Mendes abuse de reiteraciones y subrayados. Lo que hace, y lo hace bien, es coordinar los medios expresivos (palabra, imagen, color, iluminación, gestualidad, etc.) en direcciones convergentes. De ese modo el film adquiere coherencia y una fuerza inusitadamente poderosa. Alejado del ensimismamiento, se refiere a obras de teatro y films anteriores, como “El bosque petrificado”, del dramaturgo Robert Sherwood (1896-1955), el leñador (Mifune) que se adentra en el bosque de Rashomon, “American Beauty” y otros.
La banda sonora, de Thomas Newman (“American Beauty”), es espléndida. La partitura original gira en torno a un tema principal de pocas notas, pero de gran calado. Predominan los tonos tenues, persistentes y pausados, que acarician con la suavidad de un cuchillo afilado. Consta de 13 segmentos que suscitan emociones. Como música añadida ofrece un gozoso repertorio de grandes melodías de los 50, algunas tan recordadas como “Qué será”, “Moonlight in Vermont” (Nat “King” Cole Trio), “Crying in Chapel”, “A String of Pearls” (Glenn Milller y su orquesta), etc. La fotografía, de Roger Deakins (“Jarhead”, 2005), contiene abundante metraje rodado cámara en mano. La visualidad se pone al servicio del realismo del film y de una firme apuesta a favor de dar al espectador, con concisión, brevedad y planos eficaces, más información de lo que parece.
Referencias
- Núria BOU, Xavier PÉREZ, “Entre actrices y diosas”, ‘Cahiers du cinéma. España’, nº 21, pág. 82-83, marzo 2009.
- Carlos BOYERO, “El miedo a la revolución”, ‘El País’, 23-I-2009.
- Alejando G. CALVO, “El final de la revolución”, ‘Dirigido por’, nº 385, pág. 42-43, enero 2009.
11 de marzo de 2014
11 de marzo de 2014
8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Vale que sí, que desde las fantásticas American Beauty y Camino a la perdición Sam Mendes es un director de culto, pero aquí el amigo ha intentado repetirla jugada de su obra maestra American Beauty pero en la América de los años 50 para contarnos otra vez una crítica del sueño Americano reflejado en una joven pareja de recién casados de clase media que sufre los problemas cotidianos de la vida ,discusiones ,cuernos, sueños truncados, frustración en nuestros trabajos y nos vamos convirtiendo en una persona amargada que nada tenía que ver con nuestro yo pasado lleno de ilusión por la vida….
Pero sabéis lo que os digo, que para ver esta mierda de 2 horas y que me entre una depresión ya tengo mi vida personal que es tanto o peor que la de ellos.
Mendes que no fue tonto junto a su entonces mujer Kate Winslet y Di Caprio como pareja protagonista 10 años después de Titanic sabiendo la buena química entre ellos y del efecto llamada que esto provocaría, bien buena jugada Sam los chicos hacen unas buenas interpretación algo teatrales pero bien.
Si Sam también lograste una acertadísima ambientación de los años 50 chapo me quito el sombrero, pero no hay mas donde buscar la cinta se convierte en un largo e insoportable tedio donde acabas desconectando totalmente importándote una mierda lo que ocurra en la película y lo que ocurra a sus protagonistas, por no mencionar el curioso caso de los hijos de estos que aparecen y desaparecen de escena por arte de magia, muy mal Sam pero que muy mal, tu bien sabes de la gran importancia de que el espectador se identifique con algunos de los protagonistas y más en este tipo de dramones tan pesados, o no recuerdas ya a Lester Burnham que hubiera sido de American Beauty sin él.
Bueno ahora ya podrán venir los entendidos del cine de Filmaffinity con sus 2000 criticas a sus espaldas a decirme que esto es una obra maestra, que si esto que si aquello, bla, bla, bla, bla…
A DESATACAR: 1; Correctas interpretaciones. 2; Muy buena ambientación.3 ; Buena fotografía.
EN CONTRA: 1; Guion repetitivo. 2; Sam Mandes por que aceptar este proyecto. 3; Carente de ritmo y muy muy pesada.
Pero sabéis lo que os digo, que para ver esta mierda de 2 horas y que me entre una depresión ya tengo mi vida personal que es tanto o peor que la de ellos.
Mendes que no fue tonto junto a su entonces mujer Kate Winslet y Di Caprio como pareja protagonista 10 años después de Titanic sabiendo la buena química entre ellos y del efecto llamada que esto provocaría, bien buena jugada Sam los chicos hacen unas buenas interpretación algo teatrales pero bien.
Si Sam también lograste una acertadísima ambientación de los años 50 chapo me quito el sombrero, pero no hay mas donde buscar la cinta se convierte en un largo e insoportable tedio donde acabas desconectando totalmente importándote una mierda lo que ocurra en la película y lo que ocurra a sus protagonistas, por no mencionar el curioso caso de los hijos de estos que aparecen y desaparecen de escena por arte de magia, muy mal Sam pero que muy mal, tu bien sabes de la gran importancia de que el espectador se identifique con algunos de los protagonistas y más en este tipo de dramones tan pesados, o no recuerdas ya a Lester Burnham que hubiera sido de American Beauty sin él.
Bueno ahora ya podrán venir los entendidos del cine de Filmaffinity con sus 2000 criticas a sus espaldas a decirme que esto es una obra maestra, que si esto que si aquello, bla, bla, bla, bla…
A DESATACAR: 1; Correctas interpretaciones. 2; Muy buena ambientación.3 ; Buena fotografía.
EN CONTRA: 1; Guion repetitivo. 2; Sam Mandes por que aceptar este proyecto. 3; Carente de ritmo y muy muy pesada.
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