La clase
Drama
François es un joven profesor de lengua francesa en un instituto conflictivo, situado en un barrio marginal. Sus alumnos tienen entre 14 y 15 años, y no duda en enfrentarse a ellos en estimulantes batallas verbales; pero el aprendizaje de la democracia puede implicar auténticos riesgos. Al comenzar el curso, los profesores, llenos de buenas intenciones, deseosos de dar la mejor educación a sus alumnos, se arman contra el desaliento. ... [+]
11 de octubre de 2009
11 de octubre de 2009
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
En una de las escenas de la película, uno de lo profesores señalaba que él daba clase sobre las tablas de multiplicar y si podía algo de matemáticas. Esta frase del profesor puede resumir pefectamente la película francesa La clase y el conjunto del sistema educativo que tiene actualmente Francia, pero extrapolable a cualquier país desarrollado.
Como si de un documental se tratase Laurent Cantet nos sumerge entre los muros de un instituto y nos cuenta con veracidad y honestidad todo lo que transcurre en él. El papel del profesor, que a pesar de los avatares y problemas que sufre a causa de sus alumnos sigue confiando completamente en ellos. También habla de la absoluta soledad del profesor ante circunstancias burocráticas que favorecen más al alumno que al profesor. También de los numerosos problemas de integración de los inmigrantes, metidos en un sistema burocrático que en lugar de buscar integrar consigue todo lo contrario. Del relativismo moral y la ley del mínimo esfuerzo, más preocupados en tenerlos entre cuatro paredes antes que realizando cualquier otro tipo de actividad.
La película es auténtica, alejada de los subprodutos norteamericanos más preocupados en el estereotipo que en realizar un relato veraz sobre la situación de la educación. Cantet no juzga, sino simplemente muestra unos hechos para que el espectador saque sus propias conclusiones. Muchos padres pensarán que sus hijos no son así y que puede estar alejado de la realidad, pero quizás si se quitaran esa venda no haría falta películas como La clase.
Como si de un documental se tratase Laurent Cantet nos sumerge entre los muros de un instituto y nos cuenta con veracidad y honestidad todo lo que transcurre en él. El papel del profesor, que a pesar de los avatares y problemas que sufre a causa de sus alumnos sigue confiando completamente en ellos. También habla de la absoluta soledad del profesor ante circunstancias burocráticas que favorecen más al alumno que al profesor. También de los numerosos problemas de integración de los inmigrantes, metidos en un sistema burocrático que en lugar de buscar integrar consigue todo lo contrario. Del relativismo moral y la ley del mínimo esfuerzo, más preocupados en tenerlos entre cuatro paredes antes que realizando cualquier otro tipo de actividad.
La película es auténtica, alejada de los subprodutos norteamericanos más preocupados en el estereotipo que en realizar un relato veraz sobre la situación de la educación. Cantet no juzga, sino simplemente muestra unos hechos para que el espectador saque sus propias conclusiones. Muchos padres pensarán que sus hijos no son así y que puede estar alejado de la realidad, pero quizás si se quitaran esa venda no haría falta películas como La clase.
7 de noviembre de 2009
7 de noviembre de 2009
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando hablamos de educación, debemos afrontar varios debates importantes. El primero de ellos parece claro: ¿La escuela sirve para enseñar conocimientos o para educar ciudadanos? ¿Es más importante que un alumno sepa hacer la raíz cuadrada o que desarrolle su capacidad reflexiva y deductiva? Otra pregunta sería: ¿Cuál es la función del profesor? ¿Debe ser un pequeño psicólogo? Y la última de ellas: ¿En los centros de enseñanza evaluamos estudiantes mejores y peores o realmente buscamos crear ciudadanos maduros e independientes?
Todas estas preguntas se las plantea Laurent Cantet con maestría en el film. Como telón de fondo un instituto de un barrio periférico de la gran París. Mezcla racial, cultural y étnica. Lo que nunca nos enseñarán en las guías turísticas pero que también existe en toda magna ciudad.
Como personaje principal, un joven profesor de lengua francesa y literatura. Comete errores, se frustra, sufre, también a veces lucha por los alumnos. En otras ocasiones pierde la esperanza. Quizás, no le hayan enseñado adecuadamente su profesión, ni sienta el apoyo de la sociedad para sacar adelante a sus futuros ciudadanos.
Los secundarios, los alumnos. Adolescentes que se encuentran en pleno apogeo hormonal y con importantes cambios en sus procesos cognitivos. Incomprendidos, afectados por su entorno en todos los sentidos.
Y todo esto bajo la presión y la soledad de los muros.
Sin duda, para mí que me dedico al mundo de la enseñanza y la educación (siempre de la mano), estamos ante un auténtico peliculón. Un 8,75.
Todas estas preguntas se las plantea Laurent Cantet con maestría en el film. Como telón de fondo un instituto de un barrio periférico de la gran París. Mezcla racial, cultural y étnica. Lo que nunca nos enseñarán en las guías turísticas pero que también existe en toda magna ciudad.
Como personaje principal, un joven profesor de lengua francesa y literatura. Comete errores, se frustra, sufre, también a veces lucha por los alumnos. En otras ocasiones pierde la esperanza. Quizás, no le hayan enseñado adecuadamente su profesión, ni sienta el apoyo de la sociedad para sacar adelante a sus futuros ciudadanos.
Los secundarios, los alumnos. Adolescentes que se encuentran en pleno apogeo hormonal y con importantes cambios en sus procesos cognitivos. Incomprendidos, afectados por su entorno en todos los sentidos.
Y todo esto bajo la presión y la soledad de los muros.
Sin duda, para mí que me dedico al mundo de la enseñanza y la educación (siempre de la mano), estamos ante un auténtico peliculón. Un 8,75.
22 de febrero de 2011
22 de febrero de 2011
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Empezaba la clase y saqué mi cuaderno para tomar notas. Lo dejé. No quería distraerme y dejarme algo sin escuchar o sin ver. Tampoco hubiera podido escribir mucho. No había principios, tesis, soluciones ni conclusiones. Pero había un intento de todo ello. Había diálogo, confrontación, enfrentamiento, explicaciones y dudas. O sea, lo que viene siendo la comunicación humana, que es el comienzo de todo... No es una película fácil porque las situaciones que cuenta no lo son. Una clase. Pongamos, unas 25 personas dentro. 24 de ellas en el período más confuso, difícil, desconcertante y complejo de la vida. La adolescencia, con su furia, su impaciencia, su soledad y su miedo. La época de la autoafirmación y de la rebeldía, con causa o sin ella, contra los adultos. La edad del divorcio con los padres, cuando dejan de ser protectores y aliados para convertirse en represores y enemigos; en amos o esclavos, dependiendo del carácter de ambos, pero, en ningún caso, compañeros en la más hermosa, solidaria y familiar acepción de la palabra. Cuando los amigos y compañeros están contigo o contra tí, nunca estás muy seguro de ello. Y, cuando, en la clase tienes enfrente, solitario, a una persona que tiene uno de los oficios más difíciles, confusos, desconcertantes y complejos: el de educador. Una persona que necesita afirmarse y apoyarse en el principio de autoridad y jerarquía sobre el caos que suponen una veintena de adolescentes, en un mundo cada vez más difícil, confuso, desconcertante y duro. Un territorio, en principio, hostil, que hay que cambiar como sea. Y sus "armas" son pocas pero deberían ser contundentes: la vocación, la empatía, la preparación y la voluntad. La razón, y cuando ésta no encuentre razones para continuar, la intuición y la convicción de estar haciendo uno de los trabajos más importantes, decisivos y fundamentales: el de abrir los ojos, la mente y el corazón a la vida; a la autorrealización y al encuentro con los demás; a la independencia personal y a la convivencia y el respeto...
No hay nada que merezca más la pena y nada más difícil. Por parte de todos. Falla la empatía de unos por la época que pasaron y ya no recuerdan; la generalización sobre casos individuales que lo explicaría todo; el agotamiento y la desmotivación de los que están tirando solos de los que no quieren salir del pozo; la chulería y la insolencia de los que no saben reaccionar de otra manera ante su propio miedo; la falta de carácter o la pereza ante un trabajo agotador pero que es muy importante acabar...
Bueno, la verdad es que es una película magnífica, porque, como los buenos profesores, te saca, quieras o no, un montón de ideas que a lo mejor no sabes expresar, pero que empiezan a crecer dentro de tí. Es una película llena de puntos de vista de todos los lados de la clase. Una "tormenta de ideas", donde hay cosas negativas, tensiones y fricciones, y también mucha, muchísima comunicación...
No hay nada que merezca más la pena y nada más difícil. Por parte de todos. Falla la empatía de unos por la época que pasaron y ya no recuerdan; la generalización sobre casos individuales que lo explicaría todo; el agotamiento y la desmotivación de los que están tirando solos de los que no quieren salir del pozo; la chulería y la insolencia de los que no saben reaccionar de otra manera ante su propio miedo; la falta de carácter o la pereza ante un trabajo agotador pero que es muy importante acabar...
Bueno, la verdad es que es una película magnífica, porque, como los buenos profesores, te saca, quieras o no, un montón de ideas que a lo mejor no sabes expresar, pero que empiezan a crecer dentro de tí. Es una película llena de puntos de vista de todos los lados de la clase. Una "tormenta de ideas", donde hay cosas negativas, tensiones y fricciones, y también mucha, muchísima comunicación...
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Y para mi una reflexión personal, como la niña preocupada que habla con su profesor el día de fin de curso: "No he aprendido nada..." Y, a lo mejor, el final de la frase que no se dice: "... y hubiera querido aprender algo..." O sea, traducido del pretérito imperfecto de subjuntivo, al presente de indicativo (y futuro de todo lo demás): QUIERO APRENDER...
12 de mayo de 2012
12 de mayo de 2012
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Relato del desarrollo de un grupo de alumnos de 3º de ESO en un instituto pequeño en las afueras de París. La película documental está sin guión, sin plan de trabajo y el director va a verlas venir. Esto podría ir bien en un documental, aunque tampoco. La clase del profesor de lengua se da en un espacio reducido donde los alumnos están hacinados, hay una cierta variedad étnica y parece que responde a las enseñanzas uno 12 alumnos que no dan la lata. Llama la atención la displicencia, la insolencia y el descaro de tres alumnos, que están tan desenganchados como una ristra que se sienta al fondo de la clase. No queda claro si el profesor tiene algún programa anual. Lo que sí está claro es que entre siete y ocho alumnos de los 20 referidos están desenganchados y pasan notablemente de la educación. Pero el profesor tiene la obligación de cortar en seco la poca vergüenza de esta minoría de descarados en beneficio del resto de la clases. Queda claro que este grupo de desafectos será carne de cañón en la sociedad y seguros perdedores por su elevada desinstrucción. Sin embargo, más allá de las críticas que podamos hacerle al sistema, la jefe de estudios debería haber colocado a este grupo en un espacio más amplio y desperdigar por otros grupos a los chinchorros que impiden el normal funcionamiento de las clase devolviéndolos a toriles si fuera necesario. Se vislumbra en el claustro de profesores los primeros síntomas de cansancio y depresión. La auctóritas, la preeminencia del saber, ya hace tiempo que desapareció y ahora podemos encontrarnos, si Dios no lo remedia, con unos pocos de besugos que pueden pudrir la enseñanza. Esto, sin embargo, tiene remedio contundente.
20 de enero de 2009
20 de enero de 2009
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Últimamente da gusto con el cine galo, nos vienen películas cercanas a nuestro modus vivendi, pero lo suficientemente alejadas como para aportarnos otro punto de vista. Recuerdo a bote pronto, “Hace tiempo que te quiero” o la exitosa y reciente “Bienvenidos al norte”. La que toca comentar ahora es la historia de una clase de instituto a chicos de entre 14 y 15 años, de origen extranjero en un barrio parisino marginal, y todo lo que ello puede conllevar. Aunque es difícil hacer tablas de equivalencias con el sistema español, podríamos decir que la clase en cuestión es un tercero de la ESO nuestra.
Lo primero que choca son las diferencias con el caso español. Allí, yo creo, lo tienen algo mejor. La inmigración es más antigua y está, por tanto, más asentada; los estudiantes que allí vemos son adolescentes que seguramente han nacido y crecido en Francia, no todos, claro está; la disciplina quizás se mantenga algo más firme que aquí, por ejemplo, el tuteo con el profesor es impensable, aquí lo impensable sería lo contrario; llama la atención que los alumnos puedan asistir a la reunión de evaluación.
Así las cosas, el film se desarrolla durante un curso escolar y trata de las diatribas dialécticas entre el profesor-tutor y el heterogéneo alumnado. Las discusiones son constantes y siempre bordean la agresión verbal. Uno de los méritos de la película es mantener el interés sin que haya una trama central, o se salga apenas de ese escenario casi teatral que es el aula de clase. Se agradece que no caiga en el maniqueísmo, que los padres no aparezcan como unos inconscientes, ni los profesores como unos héroes, ni los alumnos como nulidades absolutas; hay de todo, como en botica. Se lidia con un problema, la integración de alumnos de origen extranjero, y se hace lo que se puede; después la vida sigue, eso es todo, que no es poco.
Lo primero que choca son las diferencias con el caso español. Allí, yo creo, lo tienen algo mejor. La inmigración es más antigua y está, por tanto, más asentada; los estudiantes que allí vemos son adolescentes que seguramente han nacido y crecido en Francia, no todos, claro está; la disciplina quizás se mantenga algo más firme que aquí, por ejemplo, el tuteo con el profesor es impensable, aquí lo impensable sería lo contrario; llama la atención que los alumnos puedan asistir a la reunión de evaluación.
Así las cosas, el film se desarrolla durante un curso escolar y trata de las diatribas dialécticas entre el profesor-tutor y el heterogéneo alumnado. Las discusiones son constantes y siempre bordean la agresión verbal. Uno de los méritos de la película es mantener el interés sin que haya una trama central, o se salga apenas de ese escenario casi teatral que es el aula de clase. Se agradece que no caiga en el maniqueísmo, que los padres no aparezcan como unos inconscientes, ni los profesores como unos héroes, ni los alumnos como nulidades absolutas; hay de todo, como en botica. Se lidia con un problema, la integración de alumnos de origen extranjero, y se hace lo que se puede; después la vida sigue, eso es todo, que no es poco.
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