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El extraño caso de Angélica

Drama Penúltimo largometraje de Manoel de Oliveira, que esta vez se divierte con una película de fantasmas en la que un fotógrafo emprende un viaje alucinado después de retratar a la hija muerta de los propietarios de un hotel. Sin caer en la nostalgia del que sabe que la visita de la Parca está proxima, el director nos invita a un viaje mágico en el que la realidad y la ficción se funden para darnos a entender que la vida y la muerte son una ... [+]
Críticas 18
Críticas ordenadas por utilidad
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10
28 de mayo de 2011
35 de 43 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pocas veces he salido de un estreno con la percepción tan clara y rotunda que acababa de contemplar, no ya una obra maestra, sino en términos mucho más íntimos, una de aquellas películas que por siempre me acompañarán, porqué de la manera más hermosa posible me ha devuelto todo el amor que como espectador deposito en esa forma de arte llamada cine.

Intuía que Manoel de Oliveira, con 101 años en el momento del rodaje, iba a echar el resto en una película proyectada hace más de cinco décadas, y cuya idea nació de una experiencia vital que le marcó profundamente. Al mismo tiempo, acuciaba el temor de saber que las altas expectativas son siempre un arma de doble filo, ya que si no se cumplen el sentimiento de decepción se multiplica. Oliveira no las cumplió. Las superó.

Desde la apabullante sencillez de su planteamiento argumental sobre la relación amorosa de un joven fotógrafo con el espíritu de una recién fallecida, la cual le sonríe a través del visor, el director propone una deliciosa fábula moral que explora la pasión más allá de los límites de la racionalidad —extraordinarias las escenas oníricas en blanco y negro—, dónde lo sombrío no excluye la ironía y la búsqueda metafísica va de la mano de la carnalidad y la fisicidad en las actividades humanas más ancestrales, como dos caras indisociables de una misma moneda.

De esta manera, al igual que Hitchcock en "La ventana indiscreta", Oliviera indaga también sobre la imagen y la mirada en sus múltiples vertientes (la del protagonista, la del director, la nuestra…); es decir, sobre el propio hecho cinematográfico.

Como muchos maestros en sus obras postreras (Ford, Ozu...), Oliveira, que siempre ha buscado la esencialidad, llega a los límites absolutos de la depuración. Cada encuadre, en su tan elevado grado de rigor —pocas veces igualado— deviene significado purísimo cargado de resonancias y forjador de inaprehensibles sensaciones y, poco a poco, sin prisa pero sin pausa, se va tejiendo el que para mí es, como "Cuentos de la luna pálida", "Ordet" o "Pather Panchali", un film sublime ("dicho de aquello que suscita una emoción pregona por su altísima belleza, que ultrapasa la comprensión humana"). O, si se quiere, una de las más poéticas y conmovedoras respuestas que jamás me han dado a la famosa pregunta de Bazin, ¿qué es el cine?

Si tuviera que traducir "El extraño caso de Angélica" a las palabras, escogería éstas de Miguel Hernández:


Llegó con tres heridas:
la del amor,
la de la muerte,
la de la vida.

Con tres heridas viene:
la de la vida,
la del amor,
la de la muerte.

Con tres heridas yo:
la de la vida,
la de la muerte,
la del amor.
4
28 de mayo de 2010
23 de 38 usuarios han encontrado esta crítica útil
Muchas veces, cuando te hablan de una chica y te comentan lo simpática y buena gente que es la muchacha, lo que se pretende con tal observación es disimular lo poco agraciado que es su físico.
Con el cine de Manoel de Oliveira de los últimos años me da la sensación de que sucede lo mismo, y cuando se habla con exaltación de su longevidad (cuenta ya con 102 años haciendo esta película), en cierto de modo se intentan camuflar las enormes carencias que tienen sus películas. Partiendo de la base de que el argumento da para muy poco, quedándose uno perplejo ante semejante prolongamiento de una historia tan escueta.
En “El extraño caso de Angélica” –un proyecto de 1952 fracasado a causa de la censura– basta con la enajenación de un fotógrafo ante una joven recién fallecida a la que acaba de retratar. Esa joven es Pilar López de Ayala, a la que no ha hecho falta aprender ni pizca de portugués en su andadura por el país vecino, ya que su trabajo se limita a apenas pestañear en un par de ocasiones. Sin duda, su trabajo más difícil después de sus incursiones en la ya paradigmática serie de adolescentes “Al salir de clase”.
Aunque el protagonista omnipresente sea Ricardo Trêpa, que no está nada mal, y tiene incluso pose de actor de Hollywood, todo quede dicho. Es ya un habitual en las películas del, para mí, excesivamente veterano director portugués, quien lo poco que nos concede son unos bellos, aunque eternos, planos del entorno rural portugués.
8
20 de septiembre de 2013
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
El extraño caso de Angélica hace honor a su nombre: si extraña es la historia, su extrañeza se acrecienta por el modo en que está contada. Como ocurre en otras que he visto de Oliveira, esta impresión viene quizá del carácter híbrido de la película, que combina un relato de amor y muerte de romanticismo extremo con una sátira casi costumbrista, todo ello con un ritmo lento y un punto de vista frío y distante.

La película respira una libertad absoluta, lo que entraña sus riesgos: a veces parece narrada en un dialecto privado que sólo ciertos conocedores pueden comprender. En su suma de realismo y estilización, de simbolismo de apariencia naïf, violencia conceptual y peculiar sentido del humor, la sensación final es la de que algo se nos escapa...

En cuanto a su base conceptual, Antero de Quental, el gran poeta del (tardío) romanticismo portugués, figura en el frontispicio, con la cita del terceto final de uno de sus sonetos que evoca la salvación en el cielo (si lo hay para el que llora):

Allí, lirio de valles celestiales,
teniendo fin también habrán nacido,
para no terminar, nuestros amores.

(Traducción de José Antonio Llardent)

Como es habitual en el romanticismo, lo sagrado inunda lo profano. La película está llena de símbolos cristianos, que se mezclan (con su correspondiente distorsión) con otros signos de trascendencia alternativos: desde los ligados a la condición judía del protagonista Isaac hasta la evocación de las primitivas religiones campesinas cuyos ecos afloran en los cantos populares de los trabajadores al modo antiguo, con su visión alquímica del río Douro (de oro en portugués), en cuyas riberas surge el vino, que la Eucaristía convierte en sangre de Cristo (quien es, a su vez, el lirio del valle según la interpretación cristiana de la imagen del amado del Cantar de los cantares).

Oliveira consigue captar el misterio en los detalles más nimios o prosaicos, que parecen esconder un simbolismo más o menos esotérico (el dibujo de la estrella de David en un libro, la oscilación de los faros de un coche en la fachada de la vieja mansión rural situada al otro lado del río, el cambio de una bombilla, el humo de un cigarro disolviéndose frente a un jarrón con flores débilmente iluminado, la pose de un gato que observa a un jilguero en su jaula, el giro incesante de un pez rojo en una pequeña pecera); y esto en marcado contraste con la evidente fealdad del mundo moderno (que se revela tanto en sus espacios como en sus sonidos).

Isaac, como Orfeo, cruza el río (aunque el paso nunca se muestra), y se desplaza hacia un pasado más bello, hacia el reino de Perséfone, cada vez más atraído por la muerte o la muerta, vestida de novia.

En la mesa del cine actual Oliveira se comporta como su fotógrafo protagonista: mientras los demás están sentados y pasan el tiempo con cotilleos sobre los vecinos, o bien hablan, muy conscientes de su propia importancia, sobre asuntos como la crisis económica o la antimateria, él permanece de pie, al margen de toda norma de conveniencia o cortesía, atisbando por la ventana, al otro lado del río, las ruinas del pasado o el sueño de un amor absoluto.
3
12 de noviembre de 2010
21 de 39 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es bonita, sí, lo es. Un .gif de gatitos también es bonito, pero como película sería horrible (aunque no sería mucho peor que Gardfield)

Pero no sé que moda se ha puesta en recrearse en escenas larguísimas. Escenas a las que le sobran minutos como calorías al chorizo. Una desmesurada obsesión por el retrato de personajes que no influyen para nada ya me molesta, pero que dejen atrás el desarrollo argumental aparcado para explayarse innecesariamente en el interior "inquieto" del protagonista, que además es un tanto insulso, ya me resulta cuanto menos abominable para el concepto de buen cine. Si se viene a cine es al cine y no a mirar la nada.

Los pocos efectos especiales son patéticos. La risa era constante en la sala cada vez que salía algo. No es ya bajo presupuesto, que se comprende, pero parecía a veces Brácula y a cosa hecha.

Me quedé hasta el final a ver si aparecía un helicóptero y explotara o que algún personaje dejase entrever su torso supermusculado y matase terroristas libaneses que intentaran secuestrar a la hija del presidente de USA en medio de la superbowl. No es que sea muy fan de ese tipo de cine, pero necesitaba distraerme un rato de tanta diarrea mental y filosofía barata
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
El protaguista está todo el día quedándose pillado mirando a la nada. Para no aburrirnos nos meten con calzador conversaciones totalmente intrascendentes y poco interesantes. Vamos a ver... que me aclare... Los dos viejos del desayuno, la tía callada y la ingeniera "brasileira" estaban ahí para hablar y no tener que gastarse dinero en bandas sonoras. ¿O qué?

El protagonista cada vez que veía una valla se ponía ahí a lo suyo, a gritar ¡Angelicaaaa! Niños, la droga es muy mala, no las probéis o acabaréis como el loco éste del protagonista, o peor, como el director.

Esta película debería de llamarse El Caso del Extraño Fotógrafo de Angélica (A.K.A El Aburrimiento Portugués)
8
29 de noviembre de 2011
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Siempre he tenido interés por este tipo de películas minimistas, con estilo bien cinematográfico y donde hay muchos silencios para ser remplazados por imágenes. Caso parecido es la escena de "Con ánimo de amar" donde el director logra expresar el sentir de los personajes sin que estos digan ni una sola palabra. Hago referencia a la escena en que los amantes caminan por los pasajes y aceras de la ciudad.

"El extraño caso de Angélica" habla sobre un tema religioso que es la muerte. La manera como toca el tema es tan original y completo que uno siente que ha escuchado una prédica hecha por un sacerdote experto en la materia. La muerte no es el fin sino el inicio de la verdadera vida. Estamos en la tierra no para disfrutar de la vida a plenitud, sino para prepararnos a la vida en el cielo. La vida terrena es como el esfuerzo que hace un estudiante para obtener su título. El cielo vendría a ser el título o recompensa que alcanzamos con esfuerzo. Es por eso que en algunas religiones la muerte lo ven como algo positivo. En "2 días en París" dicen textualmente "los que se van primero son los mejores". Esta cita haría referencia al siguiente tipo de personas: los que tardaron menos en llegar a madurar lo suficiente para que el Señor los recoja y que tuvieron como objetivo ganarse el cielo y no metas mundanas como éxito profesional o lo que sea. Para ganarse el cielo se requiere purificar nuestra alma mediante la tribulación. La película explica esto cuando vemos al personaje principal masculino moviéndose como si estuviera en un callejón sin salida. La recompensa del cielo lo sentimos reflejado en la sonrisa del personaje principal femenino.

No quiero decir que uno necesariamente tiene que sufrir para ir al paraíso o que por dar suma importancia al tema religioso descuide por completo temas mundanos.
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