Hasta el límite
6.1
563
Drama
Kristen Cates, una oficial de policía novata es reclutada junto con su compañero Jim Raynor, un agente secreto de Tejas, para infiltrase en el círculo del traficante de droga más importante de los años setenta, Will Gaines. Como parte de la mascarada, Jim deberá tomar drogas para no levantar sospechas y se convierte en un adicto. Aunque su peligrosa práctica no es aceptable por el departamento de policía, sus superiores están ... [+]
16 de enero de 2020
16 de enero de 2020
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
No es para tomarse a broma una película que presumiblemente podría ser tan real que lo que nos cuentan bien podría estar pasando en cualquier esquina de nuestra ciudad. Ser poli y estar del lado de la ley tiene esas cosas, si te empujan los jefes para hacer el trabajo más sucio puedes no tener alternativa, pueden hacerte llegar hasta el límite de lo entendible y más allá. Ser poli no es como ser bombero. Una de las cosas que menos me gustan de esta película es que se hace reiterativa, algo que inevitablemente tiene que ver con su duración. Tal vez media hora le sobra. Una vez ya sabemos que la parejita de polis infiltrados lo están pasando mal, no hay aristas, no hay cambios de ritmo, ni ningún giro especialmente atractivo: todo cae y cae en una insana redundancia.
Podrían haber estudiado un poco más y ser bomberos, pero no, lo de llevar pipa hay a quien le motiva más. El problema de "Hasta el límite" no es el de la conexión con los dos polis, aunque una mente sólo mínimamente preclara sabrá que la lucha contra la droga es siempre infructuosa. Mola ver cuáles son los límites de los que habla el título de la película, mola haber acertado y sobre todo mola el final. Lo demás es bastante discutible, pero hay que reconocer que los dos infiltrados hacen muy buen papel. Convincentes como polis, como yonkis y como atormentados humanos que han sido usados por el sistema y sus mandatarios.
Podrían haber estudiado un poco más y ser bomberos, pero no, lo de llevar pipa hay a quien le motiva más. El problema de "Hasta el límite" no es el de la conexión con los dos polis, aunque una mente sólo mínimamente preclara sabrá que la lucha contra la droga es siempre infructuosa. Mola ver cuáles son los límites de los que habla el título de la película, mola haber acertado y sobre todo mola el final. Lo demás es bastante discutible, pero hay que reconocer que los dos infiltrados hacen muy buen papel. Convincentes como polis, como yonkis y como atormentados humanos que han sido usados por el sistema y sus mandatarios.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Bien, lo del final es lo que creo que salva la película, de otra manera esto hubiera sido una buena castaña. Que los dos polis declaren, cometan perjuro y enchironen a tantos malos es una bofetada del sistema: tanto trabajo entre agujas, clenchas y pastillas para al final tener que mentir para meter en el talego al capo. Lo que no resulta creíble es que se vayan a casita sin protección, así pasa lo que pasa, que uno acaba fiambre.
10 de septiembre de 2012
10 de septiembre de 2012
6 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
La cinta narra las vivencias de dos policías de estupefacientes trabajando desde dentro para detener al jefe de una banda de narcotraficantes. Se muestra lo que puede ocurrir si el policía está involucrado en su trabajo, lo difícil que puede resultar no sobrepasar ciertas lineas para lograr los objetivos. La película se interesa por el desarrollo de los personajes que interactúan en el mundo de las drogas, pasando la acción a un plano secundario.
Las caracterizaciones de Jason Patric y Jason Leigh son correctas. El desarrollo de la historia y de los personajes es coherente. Pero tras una media hora inicial prometedora, el film no consigue avanzar...por momentos, las situaciones se vuelven redundantes.
Lo mejor: la coherencia expositiva y la música del gran E. Clapton
Lo peor: sobra metraje
Las caracterizaciones de Jason Patric y Jason Leigh son correctas. El desarrollo de la historia y de los personajes es coherente. Pero tras una media hora inicial prometedora, el film no consigue avanzar...por momentos, las situaciones se vuelven redundantes.
Lo mejor: la coherencia expositiva y la música del gran E. Clapton
Lo peor: sobra metraje
3 de octubre de 2012
3 de octubre de 2012
8 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ese globo de oro hubiese sido bien merecido. Excelente tematica, una de las mejores peliculas sobre drogas. Su directora hizo esta y revelations en el 2005. Muy bien la pareja protagonista. Cuando kristen ingresa, ya jim se consumia la evidencia y de hecho nace un amor entre ambos, lo mejor del film es que no aburre, explica la adiccion con gran consistencia e ilustracion, de eso trata, el vicio es progresivo. Lo literal y emocional de la trama es motivo para reflexionar, ¿de que lado vivimos? ¿Cual es la ciencia del gobierno y para donde marcha la sociedad? y, ¿que es la justicia? Con cerveza todo mundo se baja la miseria.. Perfecta cinta para mostrar a los jovenes una porcion de la verdad acerca del destino del uso de sustancias.. todo desde un angulo ironico. Una de mis 5 peliculas favoritas, tarde bastante en encontrarla. Recomiendo este drama porque tiene personalidad, impulso, secuencia, crudeza, realismo.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Un poli encubierto busca evidencia que logre la captura de un enjambre de narcos, para dar un mejor rendimiento le asignan una pareja femenina a quien instruye en serio, ambos pasan de un bachillerato en mariguana a un doctorado en heroina y hasta unos posgrados en narcoticos no especificados y sin enfasis, incluso reclutan a uno de ellos que astutamente empieza a sospechar. Un oficial a cargo recibe la evidencia y paga las siguientes compras; un lider mas alto, religioso, se empeña en la captura de un supuesto distribuidor en particular, el mismo que no les da pelota a los 2 polis.. Las drogas sacan de control a ambos.. El final muy inesperado aunque predecible! Para quien no es muy amante de los finales felices.. Simplemente no me atrevo a contarlo.
6 de agosto de 2022
6 de agosto de 2022
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
En las secuencias iniciales de Hasta el límite (Rush, 1991), opera prima de Lili Fini Zanuck, el capitán Dodd (Sam Elliott) indica a Kristen (Jennifer Jason Leigh), recién graduada como policía, que no será la misma, sino diferente, tras experimentar su primer trabajo como infiltrada para recabar pruebas sobre el narcotráfico. En las secuencias finales, Kristen comentará a quien, ya curtido en esas lides, le había elegido para tal labor, el detective Raynor (Jason Patrick), que no encuentra diferencia alguna entre uno y otro lado de la ley, tras que el jefe de policía Nettle (Tony Frank) les haya instado a que testifiquen en falso para incriminar a Will Gaines (Greg Allman), propietario de bares y negocio pornográfico con el que está obsesionado por detener. Para conseguir su propósito el puritano Nettle no duda en chantajear a Raynor con exponer cómo ha caído en la adicción durante su labor policíaca. Hasta el límite es una obra sobre la fragilidad y la corrupción. La acción dramática de la película, que acontece en 1975, se inspira en un caso real, acontecido a finales de los setenta en Texas, que vivió Kim Wozencraft, como policía infiltrada, la autora de la novela adaptada (guionizada por Pete Dexter), cuando, junto a su compañero, testificaron contra su jefe de policía. La narración se inicia con un brillante plano secuencia que sigue el desplazamiento de Gaines por el escenario en que es figura dominante, su bar, hasta que sale al exterior. Durante ese desplazamiento, uno de los cuerpos que se resalta, jugando al billar, es Raynor. Esa es su labor, confundirse con su entorno, aparentar que es parte de él, una labor de camuflaje que implica comprar droga para ir recopilando base para incriminar a quienes realizan diversas actividades en la cadena del narcotráfico. Hacerse pasar por quien no es para conseguir persuadir que no es quien realmente es. Un difícil desafío, por cuanto implica mantenerse en el ejercicio funambulista de no ser devorado por el propio personaje (en concreto, el consumo de las drogas), en el que instruye a la novata Kristen, un cuerpo sin experiencia alguna en tal tarea y en el mismo consumo de droga. Un cuerpo, por otra parte, por el que se sentirá atraído. Dos cuerpos que aparentan ser lo que no son se sienten atraídos mutuamente por cómo son. La labor se sostiene sobre un doble filo, en el mantenimiento de lo auténtico en el fingimiento y la simulación. Su soledad, en cuanto aislamiento, y su vulnerabilidad se acrecienta por cuanto son cuerpos en una tierra intermedia o frontera que no pueden transparentar que lo es. Son cuerpos que bregan por no perderse, por no degradarse con el consumo de los estupefacientes, como criaturas de la noche que intentan mantenerse lejos de la luz para que no les queme. Ya el semblante, la expresión, de Raynor, en las secuencias iniciales (encuadrado significativamente a través de persianas o verjas) denota ese desgaste. Habitan esa realidad intermedia como seres en una mansión aislada que intentan que no se convierta en condena.
Poco se habló en su momento de Hasta el límite, un thriller tan áspero y descarnado como desgarradamente lírico. Era una singular rara avis en un momento álgido del género del thriller, entre finales de los ochenta e inicios de los sesenta, definido por la diversidad. Destacaban sobremanera thrillers que buscaban otras direcciones, o combinaciones, entre la abstracción, el artificio, el metalenguaje y la excentricidad, como reflejaban las obras de David Lynch, los Hermanos Coen o Jonathan Demme y Paul Verhoeven, que convivían con una recuperación del cine de gangsters, con las obras de Martin Scorsese o Francis Coppola como emblema más conspicuo, y que disponía de sus variantes con afroamericanos como protagonistas en New Jack City (1991), de Mario Van Peebles o Rage in Harlem (1991), de Bill Duke. Comenzaron a proliferar obras con incisivo talante crítico, o que hurgaban en los recovecos turbios de los representantes de la ley, dirigidas por John Frankenheimer Harold Becker, Joseph Ruben, John Flynn, o en particular la excelente Cop, con la ley o sin ella (1988), de James B Harris. Hasta el límite conecta en particular con el thriller de los setenta, como ejemplifica su dirección de fotografía tan sombría como gélida, de permanente nublado. La ambientación que acentúa la intemperie desacogedora, como esa refinería que destaca enfrente de la casa de su amigo Walker (Max Perlich), la impasibilidad en la que se enmascara las emociones vulnerables, la meticulosidad con la que están descritas las acciones, no hubieran disgustado a Melville. La atracción del abismo se convierte en una amenazante fuerza de gravedad. Los límites están continuamente desafiados. No resulta difícil perder el pie. Primero lo hará ella, después él, y será quien sufrirá más para superar la adicción. El amor que se va gestando entre ambos se convertirá en el principal sustento de supervivencia y apoyo en esa intemperie vital. La banda sonora compuesta por Eric Clapton se engarza de modo armónico. Los dolorosos rasgueos de su guitarra hacen música de lo que rasga a los personajes. En particular, destaca el magnífico montaje secuencial, al son del tema Preludin fugue, que describe su mutuo extravío, separados el uno del otro, como cuerpos a la deriva, como si la realidad fuera ya una centrifugadora que les superara.
Poco se habló en su momento de Hasta el límite, un thriller tan áspero y descarnado como desgarradamente lírico. Era una singular rara avis en un momento álgido del género del thriller, entre finales de los ochenta e inicios de los sesenta, definido por la diversidad. Destacaban sobremanera thrillers que buscaban otras direcciones, o combinaciones, entre la abstracción, el artificio, el metalenguaje y la excentricidad, como reflejaban las obras de David Lynch, los Hermanos Coen o Jonathan Demme y Paul Verhoeven, que convivían con una recuperación del cine de gangsters, con las obras de Martin Scorsese o Francis Coppola como emblema más conspicuo, y que disponía de sus variantes con afroamericanos como protagonistas en New Jack City (1991), de Mario Van Peebles o Rage in Harlem (1991), de Bill Duke. Comenzaron a proliferar obras con incisivo talante crítico, o que hurgaban en los recovecos turbios de los representantes de la ley, dirigidas por John Frankenheimer Harold Becker, Joseph Ruben, John Flynn, o en particular la excelente Cop, con la ley o sin ella (1988), de James B Harris. Hasta el límite conecta en particular con el thriller de los setenta, como ejemplifica su dirección de fotografía tan sombría como gélida, de permanente nublado. La ambientación que acentúa la intemperie desacogedora, como esa refinería que destaca enfrente de la casa de su amigo Walker (Max Perlich), la impasibilidad en la que se enmascara las emociones vulnerables, la meticulosidad con la que están descritas las acciones, no hubieran disgustado a Melville. La atracción del abismo se convierte en una amenazante fuerza de gravedad. Los límites están continuamente desafiados. No resulta difícil perder el pie. Primero lo hará ella, después él, y será quien sufrirá más para superar la adicción. El amor que se va gestando entre ambos se convertirá en el principal sustento de supervivencia y apoyo en esa intemperie vital. La banda sonora compuesta por Eric Clapton se engarza de modo armónico. Los dolorosos rasgueos de su guitarra hacen música de lo que rasga a los personajes. En particular, destaca el magnífico montaje secuencial, al son del tema Preludin fugue, que describe su mutuo extravío, separados el uno del otro, como cuerpos a la deriva, como si la realidad fuera ya una centrifugadora que les superara.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Kristen comenzará a perder pie en la excelente secuencia, de exasperada modulación, en la que por primera vez tiene que inyectarse droga, además de él, por recelo del narcotraficante Willie Red (Special K McCray), y que iniciará el descenso de Kristen en el enganche a las drogas, cuyo umbral traspasará tras recoger las pastillas que le provee Monroe (William Sadler), quien insiste en que consuma algunas (lo que determina que realice un tránsito en coche que no podrá concluir dado su estado; la carretera ya es una perspectiva en fuga en donde las líneas de luz se difuminan como meras manchas). Destaca sobremanera ese magnífico plano fijo en el que Raynor se encuentra de pies apoyado en la encimera de la cocina, dilatándose la duración del mismo hasta que súbitamente coge una plancha, a la que ha lanzado unas gotas de agua para comprobar si está caliente, y la presiona contra el brazo para eliminar las marcas de sus pinchazos. El tramo final es tan cortante como desolador. Pero hay en su negrura una belleza que sangra. La narración concluye con un ritornello, la repetición de una situación con una elocuente variación radical. En la primera secuencia, Gaines, tras salir de su local, advierte que en los asientos traseros está tumbado un borracho al que saca a patadas. En la secuencia final piensa que se ha repetido la situación, pero lo que asoma es el cañón de una escopeta que dispara sobre él, como plano cierre de la película, que funde en negro. No hace falta explicitar con ningún plano que quien ha disparado ha sido Kristen quien, durante el juicio, había expuesto que habían falsificado las pruebas sobre Gaines a instancia de Nettle, dado que no tenía sentido alguno seguir con la mascarada, ya que Raynor había sido asesinado. El autor había sido Gaines (como hace saber a Kristen acariciándose la mejilla del mismo modo que acarició la suya con el cañón de su escopeta antes de disparar sobre Raynor). De esa manera, Gaines consigue que sea declarado inocente pero también apuntala su condena de muerte. Kristen ejecuta, de distinto modo, a quienes dominaban el escenario de la ley y del otro lado de la ley, dos escenarios no tan diferentes.
Alexander Zárate
elcinedesolaris.blogspot.com
Alexander Zárate
elcinedesolaris.blogspot.com
23 de diciembre de 2023
23 de diciembre de 2023
0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Los primeros veinte minutos son de lejos lo mejor del largo. Bueno, eso y una idea original cojonuda.
Desgraciadamente la cinta tira por unos derroteros mucho más superficiales y prototípicos en la segunda parte. De hecho uno esperaba que se relatase con más intensidad esos policías adictos por trabajo y no por vocación, sin embargo esto queda algo echado para atrás, intentando darle un toque más estadounidense con tiroteos.
Mientras que si que se explica como es el proceso de infiltración, no se explica mucho el proceso policial ante una persona que pueda ser una adicta. Se supone que esto se reflejaría en el personaje de Sam Elliott, pero está dejado en un halo secundario.
Por otro lado el villano, al no dar mucha coba a los protagonistas, tampoco se nos consigue transmitir la sensación de peligro o de criminal.
¿Lo mejor? El personaje del yonqui que les descubre. Ese personaje si que está trabajado y atinado, aunque a mí parecer algo surrealista.
Visionable, pero excesivamente superficial y desperdiciando una idea de partida COJONUDA.
Desgraciadamente la cinta tira por unos derroteros mucho más superficiales y prototípicos en la segunda parte. De hecho uno esperaba que se relatase con más intensidad esos policías adictos por trabajo y no por vocación, sin embargo esto queda algo echado para atrás, intentando darle un toque más estadounidense con tiroteos.
Mientras que si que se explica como es el proceso de infiltración, no se explica mucho el proceso policial ante una persona que pueda ser una adicta. Se supone que esto se reflejaría en el personaje de Sam Elliott, pero está dejado en un halo secundario.
Por otro lado el villano, al no dar mucha coba a los protagonistas, tampoco se nos consigue transmitir la sensación de peligro o de criminal.
¿Lo mejor? El personaje del yonqui que les descubre. Ese personaje si que está trabajado y atinado, aunque a mí parecer algo surrealista.
Visionable, pero excesivamente superficial y desperdiciando una idea de partida COJONUDA.
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