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El terror de las chicas

Comedia Tras ser plantado por su chica, un deprimido Herbert H. Herbert (Jerry Lewis) reniega de las relaciones románticas, y está decidido a vivir toda su vida como un soltero redomado. Entonces, encuentra trabajo en una residencia para señoritas en Hollywood, ¡y las residentes se vuelven locas con el nuevo ayudante! Es entonces cuando el desventurado Herbert pasa de ser un simple manitas a convertirse en...¡"El terror de las chicas"! (FILMAFFINITY) [+]
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Críticas 11
Críticas ordenadas por utilidad
24 de octubre de 2008
15 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lo principal: esta peli (y supongo que todas las de Lewis) hay que verla en versión original. El doblaje al español de Jerry Lewis resulta ridículo, cargante, patético... Sin embargo, en su versión en inglés resulta muy muy divertido, es como estar ante una película diferente.

No me gustan demasiado las pelis Lewis/Martin, uno el tonto, otro el listo. En esta, Dean Martin no aparece y Jerry no hace de tonto. Todo es surrealista, loco, con un decorado que aparece mostrado como tal (una idea genial), gags visuales, de sonido, de guión, de gesto, ironía, parodias (una chica se parece a Marilyn, aparece George Raft interpretándose a sí mismo)... Hay escenas divertidísimas, como la del gangster, o la chica que prepara su papel con Herbert...

Pelí libre, surrealista, abstracta e imaginativa, llena de hallazgos. Y lo dicho: prohibido verla doblada si queréis disfrutarla.
hispavox
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9 de abril de 2014
8 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
La irregularidad en la carrera de Lewis no le impidió en modo alguno protagonizar -delante y detrás de las cámaras- algunas de las más brillantes películas de humor de la historia el cine: "El profesor chiflado", "Lío en los grandes almacenes", "El ceniciento", "El botones" y alguna más.
"El terror de las chicas" es de las buenas, y el portentoso cómico americano da rienda suelta a todo su talento haciéndonos reír una y otra vez a base de muecas, situaciones desternillantes y de un gag (el del sombrero del gángster) que no solo debería ser incluido como uno de los más brillantes de la historia del humor sino también como eficaz antidepresivo de obligada recomendación en la lista de fármacos de los psiquiatras para sus sufridos pacientes.
También la dirección es magnífica y original, jugando con esa casa de muñecas que Lewis nos muestra desde todos los ángulos posibles sin que la misma pierda un ápice de uniformidad y coherencia cuando mete la cámara dentro de las habitaciones. En definitiva, apoyado en el humor, Lewis demuestra una vez más un talento desbordante que desparrama en aras del espectáculo, de la fantasía y de un luminoso y alegre mundo imaginario.
el chulucu
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21 de abril de 2009
13 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
158/17(17/04/09) Jerry Lewis nos vuelve a regalar uno de sus insoportables trabajos, es la Lina Morgan de Estados Unidos, hace gala de sus mayores dotes histriónicas en medio de una historia de lo más casposa y tontorrona, donde únicamente es destacable un par de escenas, (lo que hace que mi puntuación no sea más baja!) una es cuando se altera el personaje de Lewis y lo vemos subir por las escaleras desdoblándose en tres (por Dios, si con uno hay de sobra) y al entrar en su habitación escuchamos tres portazos, me quito el sombrero, la otra secuencia es aún mejor, es la del plano de todas las habitaciones de la residencia de chicas como si de una casa de muñecas se tratara, en el plano vemos a las muñecas, perdón, a las muchachas moverse por sus cuartos dando la sensación de estar presenciando una realidad mágica. El argumento no está a la altura de estas dos secuencias, gira en torno a un apocado muchacho (Jerry Lewis), engañado por su novia va a parar a una residencia de chicas, donde trabajará de bedel y le pasaras 1.001 peripecias solo a la altura del cine del gran Mariano Ozores. Lewis era un cómico que solo tenía un registro y lo explotaba una y otra vez, una especie de Chiquito que poseía su público y al se dirigía porque lo que es a los que gusten de buen cine no, encima salieron críticos franceses alabando e sus trabajos y es que siempre habrá listillos que les gustará destacar. Recomendable a los fans de Jerry Lewis, entre los que no me encuentro. Fuerza y honor!!!
TOM REGAN
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22 de octubre de 2006
10 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Herbert H. Heebert, con el corazón roto por una novia infiel, es acogido en una residencia femenina y… nada más. Nuevamente, Lewis apunta una escueta trama para ligar una serie de gags en torno a su personaje de eterna adolescencia e inseguridad galopante. Personalidad que agudiza al interpretar también a la madre del propio Herbert; aparte de que se sirva de él para componer un histrión muy de su gusto, significa hasta qué punto Herbert está ligado a su madre.

En un único e impresionante decorado, Lewis da rienda suelta al gag absurdo y abstracto. Un servidor se partió de risa con el gag en el que Herbert huye despavorido e intenta alcanzar su habitación. Un plano general del decorado muestra a tres Herberts aterrorizados corriendo y culmina con tres sonoros e inexplicables portazos.
Kick'Em Ars
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9 de julio de 2011
7 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
He aquí uno de más los brillantes momentos que haya podido tener Jerry Lewis en toda su carrera. Funciona de maravilla como comedia, posee una preciosa puesta en escena, y su personaje principal es explicado psicológicamente con signos y detalles efectivamente elaborados.

El guión escrito para este filme, entre Jerry Lewis y Bill Richmond, es de una significación harto apreciable. Aunque la historia podría parecer bastante ligera, en realidad contiene un cúmulo de mensajes que sólo podrían surgir de alguien calificado y tan conocedor de los intríngulis humanos, como del juego de analogías.

Herbert H. Heebert acaba de graduarse con honores, y después de saludar a sus padres (un hombre apreciable y una madre horrorosamente maquillada, representada por él mismo = rechazo a lo que de ella hay en él), corre feliz a encontrarse con su prometida, pero la descubre besándose con otro hombre. Terrible decepción que lleva a Herbert a sentir odio por las mujeres y a jurar que jamás se casará. No obstante, veremos luego, en un excelente juego de imágenes, que nuestro hombre se cruza en diversos espacios, con varias preciosas y disponibles chicas, a las cuales rechaza de inmediato. Sin embargo, él sigue en el mismo lugar, lo que indica que está imaginando (impulsos reprimidos) lo que podría suceder. Y su ansia se complace (ley de atracción) cuando, al frente de donde se encuentra, descubre un anuncio donde se solicita a un joven soltero. Enseguida empatiza con la dama que lo atiende y el empleo es suyo. Katie es lo opuesto de su madre: cara amable y limpia de maquillaje que, de inmediato, le inspira confianza, y de hecho, en ella encontrará a una aliada incondicional hasta cuando arruina las invaluables colecciones de la anfitriona, la señora Wellenmellon (desprecio de la acumulación material).

Accederemos entonces a un majestuoso set de llamativos colores y en forma de vivienda con numerosas habitaciones, el cual deja al descubierto la forma como se estructura el rodaje de una película. De esta particular manera, Lewis pareciera decirnos que su filme no pretende servir a la alienación, anticipando así su siguiente trabajo, “Un espía en Hollywood”, donde dejará al descubierto la fantasía de la Meca del cine. En aquel lugar, tres H se llevará la sorpresa de su vida, porque, creyendo que sólo dos damas son las habitantes de esa mansión, cuando el todavía niño se levanta (después de dormir con la nalga erguida como bebé que quiere botar los gases)… descubre que son decenas de atractivas mujeres las que habitan el enorme espacio.

Vendrá entonces un largo proceso de compartir, hacer daños, dominar a los intrusos, dejar por el piso a la tv, provocar carcajadas… y descubrir los valores y los irresistibles encantos femeninos, hasta que entra en escena la fiera reprimida que permitirá presagiar un verdadero torrente.

No me cabe duda, esta es una comedia hecha para trascender.
Luis Guillermo Cardona
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