La camarera Lynn
Drama
Lynn Zapatek es una camarera obsesionada por la limpieza; se dedica en cuerpo y alma a las tareas domésticas que tiene a su cargo en el hotel Eden. Por aburrimiento, mantiene una relación con el gerente, pero lo que realmente le interesa es conocer los secretos de los clientes, así que husmea en todas sus pertenencias. Además,se esconde debajo de las camas para escuchar lo que sucede a su alrededor. Un día descubre que Chiara es una ... [+]
9 de julio de 2016
9 de julio de 2016
8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Desembarco en el mundo del sentimiento y sus sensaciones.
Personaje curioso, hermético, frágil e interesante de descubrir por lo que hace, por lo que evita, por lo que no cuenta, por lo que no solicita, por lo que se atreve a desear, por lo que afronta, por lo que tiene que encarar en su infértil felicidad.
Una mujer solitaria, cumplidora fiel de su trabajo -el cual la mantiene ocupada con su robotizada rutina-, con un estático proceder, de duda insistente, y una relación problemática y gélida con su madre, cuya apática y tirante relación es evitable a toda costa.
Mala participante del juego de la vida y sus complicadas relaciones, se le da mejor observar e imitar -que tomar creativa iniciativa- en busca de esas experiencias que una existencia inerte y repetitiva le insisten en privar.
Se mantiene cuerda, aunque no recibe compensación ni beneficio de su esfuerzo, gusta de espiar a los clientes e inmiscuirse en sus vidas, para descubrir y saber lo que en primera persona nunca saborea; a escondidas mira y escucha, sin permiso se adentra en sus historias y flirtea con la información recibida, un conocimiento sabroso y exiguo a la par, aunque suficiente para cambiar su estatus actual y osar ir a por más.
Porque el mundo no se detiene ni el deseo se sacia nunca, siempre pide/nunca se conforma y ahora pretende experimentar para ser jugadora, ya no más una desapercibida vouyer; y siente, averigua, coge firmeza, confianza y decisión de querer y presenciar en carne y alma, ya no un simple curiosear, estar en el campo, en activo..., y por fin sonríe, y por fin sueña en positivo y deja de lado esas pesadillas de las que uno se alegraba de despertar, al contrario de ese hermoso soñar que, aunque no tiene grandes posibilidades de hacerse realidad, fascina, conmueve y alienta la mermada existencia.
Ya no es la misma, ha evolucionado, sus emociones están dispuestas, en pie, su placer satisfecho, sus sentidos alertas a esa oportunidad de poseer lo que nunca supo que quería, pero ha encontrado por accidente casual rebuscado.
¿Qué busca?, ¿qué aprecia?, ¿qué le aflige?, ¿qué le lleva a silenciar su andadura?, ¿qué le llena?, ¿qué le gusta?..., un relato radiográfico de una esencia impasible, adormecida e indiferente -que no insensible- al día a día de los demás, que como bella durmiente despierta de su somnolencia anímica y empieza a ver el presente en azul cielo, sin ese estéril gris que no aportaba ni expresada nada.
Ingo Haeb realiza una medida y escrupulosa construcción de su personaje, contando con la sugerente y comunicativa interpretación de Vicky Krieps, un trabajo absorbente de veracidad y claridad magníficas, que te lleva a acompañarla en su aventura incierta con el fisgoneo que se tiene por quien es diferente, extraña, opaca e impenetrable a los ojos de una audiencia que no alcanza a conocerla.
La vida es una gran mentira..., ¿emocional?, no lo sabe pero está insatisfecha con lo recibido, toma cartas en el asunto y colabora para acceder a otro terreno, ese desde el cual hay material que narrar, observable desde fuera.
Pero..., ¿quién va a querer observarte a ti?; la respuesta requiere consumir una historia cuyo cautivador ojeo se mantiene indemne por saber de ella, de su progreso, de su resultado por ese ser, estar y proceder inconexo.
“Madre, ya no soy la misma”, ¿estás segura?; no a todos motiva una aciaga intimidad que tenuemente inicia el vuelo, que desconcierta, atrae y crea aliciente con esa sencillez de provocar una primera sonrisa, que fantasea con la esperanza de muchas más, dada la delicia y apetencia que ha aportado a su sensible corazón, de moribunda psique, en este nuevo tiempo de amanecer soleado.
“Mamá, ¿sabes cuál es la mejor parte de limpiar?, que siempre se vuelve a ensuciar” y nunca dejas de estar atareada, para evitar volver a pensar en ilusiones dolorosas.
“La camarera Lynn”, quien sabe limpiar, que no disfrutar ensuciando.
Lo mejor; el personaje y la actriz que lo representa.
Lo peor; se echa en falta más información de su traumática persona.
lulupalomitasrojas.blogspot.com.es
Personaje curioso, hermético, frágil e interesante de descubrir por lo que hace, por lo que evita, por lo que no cuenta, por lo que no solicita, por lo que se atreve a desear, por lo que afronta, por lo que tiene que encarar en su infértil felicidad.
Una mujer solitaria, cumplidora fiel de su trabajo -el cual la mantiene ocupada con su robotizada rutina-, con un estático proceder, de duda insistente, y una relación problemática y gélida con su madre, cuya apática y tirante relación es evitable a toda costa.
Mala participante del juego de la vida y sus complicadas relaciones, se le da mejor observar e imitar -que tomar creativa iniciativa- en busca de esas experiencias que una existencia inerte y repetitiva le insisten en privar.
Se mantiene cuerda, aunque no recibe compensación ni beneficio de su esfuerzo, gusta de espiar a los clientes e inmiscuirse en sus vidas, para descubrir y saber lo que en primera persona nunca saborea; a escondidas mira y escucha, sin permiso se adentra en sus historias y flirtea con la información recibida, un conocimiento sabroso y exiguo a la par, aunque suficiente para cambiar su estatus actual y osar ir a por más.
Porque el mundo no se detiene ni el deseo se sacia nunca, siempre pide/nunca se conforma y ahora pretende experimentar para ser jugadora, ya no más una desapercibida vouyer; y siente, averigua, coge firmeza, confianza y decisión de querer y presenciar en carne y alma, ya no un simple curiosear, estar en el campo, en activo..., y por fin sonríe, y por fin sueña en positivo y deja de lado esas pesadillas de las que uno se alegraba de despertar, al contrario de ese hermoso soñar que, aunque no tiene grandes posibilidades de hacerse realidad, fascina, conmueve y alienta la mermada existencia.
Ya no es la misma, ha evolucionado, sus emociones están dispuestas, en pie, su placer satisfecho, sus sentidos alertas a esa oportunidad de poseer lo que nunca supo que quería, pero ha encontrado por accidente casual rebuscado.
¿Qué busca?, ¿qué aprecia?, ¿qué le aflige?, ¿qué le lleva a silenciar su andadura?, ¿qué le llena?, ¿qué le gusta?..., un relato radiográfico de una esencia impasible, adormecida e indiferente -que no insensible- al día a día de los demás, que como bella durmiente despierta de su somnolencia anímica y empieza a ver el presente en azul cielo, sin ese estéril gris que no aportaba ni expresada nada.
Ingo Haeb realiza una medida y escrupulosa construcción de su personaje, contando con la sugerente y comunicativa interpretación de Vicky Krieps, un trabajo absorbente de veracidad y claridad magníficas, que te lleva a acompañarla en su aventura incierta con el fisgoneo que se tiene por quien es diferente, extraña, opaca e impenetrable a los ojos de una audiencia que no alcanza a conocerla.
La vida es una gran mentira..., ¿emocional?, no lo sabe pero está insatisfecha con lo recibido, toma cartas en el asunto y colabora para acceder a otro terreno, ese desde el cual hay material que narrar, observable desde fuera.
Pero..., ¿quién va a querer observarte a ti?; la respuesta requiere consumir una historia cuyo cautivador ojeo se mantiene indemne por saber de ella, de su progreso, de su resultado por ese ser, estar y proceder inconexo.
“Madre, ya no soy la misma”, ¿estás segura?; no a todos motiva una aciaga intimidad que tenuemente inicia el vuelo, que desconcierta, atrae y crea aliciente con esa sencillez de provocar una primera sonrisa, que fantasea con la esperanza de muchas más, dada la delicia y apetencia que ha aportado a su sensible corazón, de moribunda psique, en este nuevo tiempo de amanecer soleado.
“Mamá, ¿sabes cuál es la mejor parte de limpiar?, que siempre se vuelve a ensuciar” y nunca dejas de estar atareada, para evitar volver a pensar en ilusiones dolorosas.
“La camarera Lynn”, quien sabe limpiar, que no disfrutar ensuciando.
Lo mejor; el personaje y la actriz que lo representa.
Lo peor; se echa en falta más información de su traumática persona.
lulupalomitasrojas.blogspot.com.es
13 de abril de 2017
13 de abril de 2017
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un trabajo de estilizada vocación formal partiendo de una premisa arriesgada e interesante que no acaba de cuajar, al menos por el camino emprendido, desembocando en una historia de amor, donde la fantasía suple las carencias de la realidad.
Ingo Haeb (Hamburgo, 1970) posee una trayectoria como guionista en su país natal. Aquí elabora una adaptación de la novela "La camarera" del austriaco Markus Orths. Es un estudio complejo sobre la personalidad de una mujer con algún tipo de problema mental y una profunda soledad que le impele a buscar en la vida de los otros, a través de un arriesgado voyeurismo y fetichismo, las respuestas a su propia vida o al menos a compartir fugazmente y en sus fantasías su vida con ellos.
Las claves del origen de todo ello las esconden los autores en una relación familiar con una madre que ejerce solo de forma nominal. La camarera Lynn vive prácticamente en una burbuja mental simbolizada por ese hotel aseptico e impersonal que ella se encarga de limpiar hasta la extenuación y donde parece encontrar el equilibrio que necesita. Haeb cuida mucho los colores en un juego donde la armonía conduce a la irrealidad. Allí Lyn descubrirá el amor al tiempo que una vía de escape en una dominatrix, con la que sentirá que opciones sexuales diferentes pueden ser mucho más satisfactorias en todos los sentidos que las convencionales mantenidas por interés con el responsable del hotel.
La actriz Vicky Triebs realiza una notable composición del personaje que nos inspira ternura y hace que nos convirtamos a su vez en voyeures de ella misma.
Ingo Haeb (Hamburgo, 1970) posee una trayectoria como guionista en su país natal. Aquí elabora una adaptación de la novela "La camarera" del austriaco Markus Orths. Es un estudio complejo sobre la personalidad de una mujer con algún tipo de problema mental y una profunda soledad que le impele a buscar en la vida de los otros, a través de un arriesgado voyeurismo y fetichismo, las respuestas a su propia vida o al menos a compartir fugazmente y en sus fantasías su vida con ellos.
Las claves del origen de todo ello las esconden los autores en una relación familiar con una madre que ejerce solo de forma nominal. La camarera Lynn vive prácticamente en una burbuja mental simbolizada por ese hotel aseptico e impersonal que ella se encarga de limpiar hasta la extenuación y donde parece encontrar el equilibrio que necesita. Haeb cuida mucho los colores en un juego donde la armonía conduce a la irrealidad. Allí Lyn descubrirá el amor al tiempo que una vía de escape en una dominatrix, con la que sentirá que opciones sexuales diferentes pueden ser mucho más satisfactorias en todos los sentidos que las convencionales mantenidas por interés con el responsable del hotel.
La actriz Vicky Triebs realiza una notable composición del personaje que nos inspira ternura y hace que nos convirtamos a su vez en voyeures de ella misma.
23 de septiembre de 2015
23 de septiembre de 2015
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Conocer las motivaciones del obsesivo comportamiento de la protagonista es lo que nos mantiene en vilo durante esta película que roza el erotismo y que nunca llega a desvelar totalmente sus cartas. A diferencia de otras cintas similares, los momentos íntimos que nos muestra tienen su razón de ser y sirven para reflejar la evolución de unos personajes cuyo mundo interior merecería una introspección más exhaustiva, lo cual seguramente ocurra en la novela original. Esto se compensa mediante unas comedidas interpretaciones que dicen mucho con las palabras justas, y con una dirección formal que sabe meternos en la piel de Lynn, haciendo cómplice al espectador de sus peculiares secretos. Extraña en ciertos tramos, más profunda de lo que se ve a simple vista y ante todo, realizada con buen gusto.
Más mini críticas en cinedepatio.com
Más mini críticas en cinedepatio.com
24 de julio de 2024
24 de julio de 2024
Sé el primero en valorar esta crítica
Una buena reflexión sobre la sexualidad y el género ofrecida bajo una historia peculiar. Nos convertimos en cómplices de una persona compleja a la que no entendemos pero con la que empatizamos a través de una maravillosa Vicky Krieps. Lo de esta mujer es pura sensibilidad, capaz de sacar adelante cualquier personaje por complejo que sea... y este lo es.
La película tiene una muy buena y moderna fotografía, y una plasticidad simbólica en el color que la hace disfrutable. No todo el ritmo tiene que ser el de las películas americanas para mantenernos en alerta. Una cinta como esta, que se deleita en los detalles y en los gestos, puede resultar absorbente y eficaz.
La película tiene una muy buena y moderna fotografía, y una plasticidad simbólica en el color que la hace disfrutable. No todo el ritmo tiene que ser el de las películas americanas para mantenernos en alerta. Una cinta como esta, que se deleita en los detalles y en los gestos, puede resultar absorbente y eficaz.
19 de marzo de 2025
19 de marzo de 2025
Sé el primero en valorar esta crítica
Lynn (Vicky Krieps) es una limpiadora de hotel que desarrolla una particular obsesión, la de esconderse bajo la cama de las habitaciones y espiar las conductas de los huéspedes, cosa que le permite descubrir un secreto capaz de dar un vuelco a su monótona existencia.
Película muy alemana, fría en la superficie, aunque con un corazón escondido, al igual que la protagonista (la de "El hilo invisible"). Una especie de estudio tragicómico de un personaje y su autodescubrimiento, donde destaca por encima de todo la interpretación de una actriz que con su físico desgarbado, con sus gestos, tiene que decirlo todo (el diálogo es más bien secundario), aportando una presencia entre vulnerable, enigmática y un tanto perturbadora.
La historia es desarrollada con mucha parsimonia y en ella descubrimos el lado tierno de conductas poco amables, cuando no consideradas directamente patológicas: voyeurismo, lesbianismo, sadomasoquismo. En el extremo opuesto, una fijación compulsiva por la limpieza y el orden. Por rutinas que ocultan ciertos traumas y decepciones, que sin embargo, ayudan a darle sentido a algo que tal vez no lo tenga. Pero al final uno siempre acaba buscando (un poco ingenuamente) una autonomía personal, y cómo no, un amor que llene el vacío… aunque sea el espacio vacío de debajo de una cama. “Lo mejor de limpiar es que siempre vuelve la suciedad”, una frase que lo resume todo, sobre ese equilibro entre los rituales (que todos practicamos) y algo que nos libere de ellos (o así lo he entendido yo).
La gélidamente expositivo contrasta con una secuencia de puro realismo mágico y con algo de componente onírico, única ventana al convulso mundo interior de Lynn. El pasado de nuestra particular heroína no se revela claramente, aunque nos lo podemos imaginar, y la presencia de la sempiterna madre autoritaria no puede faltar (temible cliché, aunque podría haber resultado peor).
No hay morbo que valga, más bien una exploración arriesgada de lo que esconde la aparente normalidad (la vida secreta de las habitaciones de hotel, tan anodinas), con un humor muy alemán (es decir, sin mucho salero ni chispa que digamos)… en última instancia, todo es una farsa, como el atisbo de relación “normal” que tiene ella con un empleado. Y es que todo el mundo vive apegado a rutinas (incluso lo que para ella es liberador puede ser rutinario para otros).
Película muy alemana, fría en la superficie, aunque con un corazón escondido, al igual que la protagonista (la de "El hilo invisible"). Una especie de estudio tragicómico de un personaje y su autodescubrimiento, donde destaca por encima de todo la interpretación de una actriz que con su físico desgarbado, con sus gestos, tiene que decirlo todo (el diálogo es más bien secundario), aportando una presencia entre vulnerable, enigmática y un tanto perturbadora.
La historia es desarrollada con mucha parsimonia y en ella descubrimos el lado tierno de conductas poco amables, cuando no consideradas directamente patológicas: voyeurismo, lesbianismo, sadomasoquismo. En el extremo opuesto, una fijación compulsiva por la limpieza y el orden. Por rutinas que ocultan ciertos traumas y decepciones, que sin embargo, ayudan a darle sentido a algo que tal vez no lo tenga. Pero al final uno siempre acaba buscando (un poco ingenuamente) una autonomía personal, y cómo no, un amor que llene el vacío… aunque sea el espacio vacío de debajo de una cama. “Lo mejor de limpiar es que siempre vuelve la suciedad”, una frase que lo resume todo, sobre ese equilibro entre los rituales (que todos practicamos) y algo que nos libere de ellos (o así lo he entendido yo).
La gélidamente expositivo contrasta con una secuencia de puro realismo mágico y con algo de componente onírico, única ventana al convulso mundo interior de Lynn. El pasado de nuestra particular heroína no se revela claramente, aunque nos lo podemos imaginar, y la presencia de la sempiterna madre autoritaria no puede faltar (temible cliché, aunque podría haber resultado peor).
No hay morbo que valga, más bien una exploración arriesgada de lo que esconde la aparente normalidad (la vida secreta de las habitaciones de hotel, tan anodinas), con un humor muy alemán (es decir, sin mucho salero ni chispa que digamos)… en última instancia, todo es una farsa, como el atisbo de relación “normal” que tiene ella con un empleado. Y es que todo el mundo vive apegado a rutinas (incluso lo que para ella es liberador puede ser rutinario para otros).
Cancelar
Limpiar
Aplicar
Filters & Sorts
You can change filter options and sorts from here