Luz de domingo
2007 

6.1
2,526
Drama
Adaptación de una novela de Ramón Pérez de Ayala ambientada en la época del caciquismo. En 1910, en el pueblecito asturiano de Cenciella, la enconada lucha entre dos bandos políticos trae la desgracia a unos seres bondadosos e ingenuos: la pareja formada por Urbano (Álex González) y Estrella (Paula Echevarría). Urbano, el secretario del Ayuntamiento, es un hombre idealista e íntegro que simpatiza con los liberales. Pero es que, además, ... [+]
16 de noviembre de 2007
16 de noviembre de 2007
55 de 65 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me ha gustado esta peli, aunque no la recomendaría si no se es muy “garciano” (la señora que tenía un par de butacas a mi derecha literalmente roncaba).
Como de costumbre, empieza con una presentación de los personajes un poco premiosa y pausada. Pero poco a poco va ganando en emoción y peso dramático.
Trata sobre el peso puñetero que los demás ejercen o quieren ejercer sobre el prójimo cuando se creen con el poder para hacer y deshacer, y trata también sobre las distintas maneras que cada cual tiene de encarar esos constantes intentos de intrusión y dominación.
Creo que intenta alejarse un poco de otros títulos más cursis, y ser algo más cruel. Pero Garci sigue siendo Garci, y aunque algo había leído de la trama, sabía que tampoco me iba a encontrar con un Gaspar Noé ("Irreversible").
No siempre es verosímil, pero los estupendos actores confieren la suficiente autenticidad.
En este aspecto Garci parece haber prescindido del doblaje que tanto se le ha criticado, pero hay algún caso (Toni Acosta) en el que casi lo lamento.
Personalmente aplaudo este cine tan a contracorriente: se le tacha de anticuado y poco moderno por sus aires clasicistas, pero en mi opinión hay que tenerlos bien puestos para hacer lo que hace Garci: considero su cine mucho más arriesgado y rupturista que el ponerse a menear la cámara y a retorcer y/o encochinar los argumentos (cuando es esto lo que suele considerarse valiente).
Como de costumbre, empieza con una presentación de los personajes un poco premiosa y pausada. Pero poco a poco va ganando en emoción y peso dramático.
Trata sobre el peso puñetero que los demás ejercen o quieren ejercer sobre el prójimo cuando se creen con el poder para hacer y deshacer, y trata también sobre las distintas maneras que cada cual tiene de encarar esos constantes intentos de intrusión y dominación.
Creo que intenta alejarse un poco de otros títulos más cursis, y ser algo más cruel. Pero Garci sigue siendo Garci, y aunque algo había leído de la trama, sabía que tampoco me iba a encontrar con un Gaspar Noé ("Irreversible").
No siempre es verosímil, pero los estupendos actores confieren la suficiente autenticidad.
En este aspecto Garci parece haber prescindido del doblaje que tanto se le ha criticado, pero hay algún caso (Toni Acosta) en el que casi lo lamento.
Personalmente aplaudo este cine tan a contracorriente: se le tacha de anticuado y poco moderno por sus aires clasicistas, pero en mi opinión hay que tenerlos bien puestos para hacer lo que hace Garci: considero su cine mucho más arriesgado y rupturista que el ponerse a menear la cámara y a retorcer y/o encochinar los argumentos (cuando es esto lo que suele considerarse valiente).
28 de diciembre de 2012
28 de diciembre de 2012
19 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
La olvidas en cuanto termina. No deja huella, no atrapa, no emociona... No te la crees. Una lástima que un director de su categoría se mueva por caminos tan trillados y con jóvenes actores tan mal elegidos como ÁLEX GONZÁLEZ, que fundamenta una interpretación contenida, donde su estática presencia es lo único que consigue transmitir. Tal vez no de más de sí, pero en ocasiones mantener el tipo no llega para salvar un trabajo con talento.
Landa y Larrañaga brillantes. Guillén Cuervo, correcto que no es poco dado los tiempos que corren.
Landa y Larrañaga brillantes. Guillén Cuervo, correcto que no es poco dado los tiempos que corren.
22 de septiembre de 2007
22 de septiembre de 2007
40 de 65 usuarios han encontrado esta crítica útil
La admiración de Garci por los clásicos del cine americano, le ha llevado a insistir en una narrativa anquilosada en los mecanismos propios de una época en la que Hollywood se teñía de dorado y no del azul de las pantallas de efectos visuales. Nada tiene de malo inspirarse en los clásicos o huir de vanguardismos para contar una historia -ahí está Clint Eastwood-, el problema es que sin querer, Garci en aras de un clasicismo mal digerido, reviste su cine de un manierismo formal tan molesto como el de cualquier 'modernillo' entregado al cyber-punk.
Esto no ha impedido al director, conseguir momentos de lucidez en su filmografía, por ejemplo en el retrato de pequeños microcosmos rurales ha dado al espectador una oportunidad para, a cambio de tolerar una excesiva querencia por lo contemplativo y una molesta retórica visual
-la fotografía de Raúl Cubero es excelente así como los decorados de Gil Parrondo, pero el
(ab)uso que de ellos hace el director roza a menudo la cursilería-, hallar destellos de auténtica vida a través de historias en apariencia mínimas y localistas, pero al final tan universales y entrañables, como las de 'El Abuelo' o 'You´re the one'.
´Luz de domingo´ supone su regreso a escenarios asturianos y entornos rurales tras el parentesis de la fallida Tiovivo c.1950, y la aplaudida Ninette. Si en esta última Garci sacaba buen provecho del texto de Mihura, y en ´El Abuelo´ adaptaba con éxito a Galdós, su nuevo filme se apoya en una obra de Pérez de Ayala, ambientada en la España caciquil de 1911, y el material parece propicio para dar rienda suelta a su cine hecho de tiempos muertos y sus personajes íntegros (aquí Alfredo Landa dando vida a un emigrante retornado de América y Álex González que interpreta a su modélico yerno) enfrentados a las injusticias sociales de una época, (encarnadas en este caso en el personaje de Carlos Larrañaga, el alcalde del pueblo en el que transcurre la acción).
El filme discurre durante su inicio por territorio de sobra conocido para el seguidor de Garci: ritmo parsimonioso, paisajes de ensueño de la costa asturiana explotados hasta el hastío, ingenuidad de los encuentros amorosos, el trazo grueso de los personajes que ejercen de 'villanos' y el encanto de unos secundarios entrañables, que también son marca de la casa. La sorpresa llega pasada la mitad del metraje, cuando el melodrama se torna tragedia y el conflicto adquiere un tono mucho más grave y explícito de lo habitual en el realizador. Viendo el devenir de los acontecimientos a partir de ese estallido de violencia, retratado con una crudeza inédita en Garci desde 'El Crack', surge el espejismo de poder estar ante una recuperación de la áspera tragedia rural de 'Los Santos Inocentes', pero hay una enorme distancia entre ambas historias y está nada menos que en el aspecto moral. (*)
Esto no ha impedido al director, conseguir momentos de lucidez en su filmografía, por ejemplo en el retrato de pequeños microcosmos rurales ha dado al espectador una oportunidad para, a cambio de tolerar una excesiva querencia por lo contemplativo y una molesta retórica visual
-la fotografía de Raúl Cubero es excelente así como los decorados de Gil Parrondo, pero el
(ab)uso que de ellos hace el director roza a menudo la cursilería-, hallar destellos de auténtica vida a través de historias en apariencia mínimas y localistas, pero al final tan universales y entrañables, como las de 'El Abuelo' o 'You´re the one'.
´Luz de domingo´ supone su regreso a escenarios asturianos y entornos rurales tras el parentesis de la fallida Tiovivo c.1950, y la aplaudida Ninette. Si en esta última Garci sacaba buen provecho del texto de Mihura, y en ´El Abuelo´ adaptaba con éxito a Galdós, su nuevo filme se apoya en una obra de Pérez de Ayala, ambientada en la España caciquil de 1911, y el material parece propicio para dar rienda suelta a su cine hecho de tiempos muertos y sus personajes íntegros (aquí Alfredo Landa dando vida a un emigrante retornado de América y Álex González que interpreta a su modélico yerno) enfrentados a las injusticias sociales de una época, (encarnadas en este caso en el personaje de Carlos Larrañaga, el alcalde del pueblo en el que transcurre la acción).
El filme discurre durante su inicio por territorio de sobra conocido para el seguidor de Garci: ritmo parsimonioso, paisajes de ensueño de la costa asturiana explotados hasta el hastío, ingenuidad de los encuentros amorosos, el trazo grueso de los personajes que ejercen de 'villanos' y el encanto de unos secundarios entrañables, que también son marca de la casa. La sorpresa llega pasada la mitad del metraje, cuando el melodrama se torna tragedia y el conflicto adquiere un tono mucho más grave y explícito de lo habitual en el realizador. Viendo el devenir de los acontecimientos a partir de ese estallido de violencia, retratado con una crudeza inédita en Garci desde 'El Crack', surge el espejismo de poder estar ante una recuperación de la áspera tragedia rural de 'Los Santos Inocentes', pero hay una enorme distancia entre ambas historias y está nada menos que en el aspecto moral. (*)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
(*)Si en la obra de Delibes adaptada a la pantalla con fidelidad por Mario Camus, la justificación de la venganza era entendible debido al estado mental del personaje que la llevaba a cabo (el impagable Paco Rabal dando vida al retrasado Azarías), en 'Luz de domingo' esto no sucede de forma tan clara, debido a la premeditación de la vendetta, lo excesivo de la misma, y sobre todo el tratamiento que le da el director a las secuencias finales, recreándose en la venganza con planos tan innecesarios como el de la escopeta apuntando a las partes nobles, y ese desenlace con el justiciero compadecido por la autoridad que manipula al espectador sobre cómo ha de juzgar ese ajuste de cuentas y justifica de manera populista un crimen tan atroz como el que pretende vengar. (Por un momento pienso en Michael Haneke y la escena del rebobinado de la genial 'Funny Games' como un antídoto a aplicarle a ese desenlace).
Y al grave problema de moralidad del que adolece la cinta se une la incómoda tesitura a la que se somete al espectador, obligado a tragarse la almibarada introducción, para pasar de forma abrupta al terrible nudo, y desembocar en un final que pretende hallar el alivio al sufrimiento en la venganza; y tras un crimen mútiple, cinematográficamente mal resuelto, Garci nos endosa una escena de plasticidad onírica adornada con una dulce melodía en la que los protagonistas recuperan la felicidad robada... Patinazo.
Y al grave problema de moralidad del que adolece la cinta se une la incómoda tesitura a la que se somete al espectador, obligado a tragarse la almibarada introducción, para pasar de forma abrupta al terrible nudo, y desembocar en un final que pretende hallar el alivio al sufrimiento en la venganza; y tras un crimen mútiple, cinematográficamente mal resuelto, Garci nos endosa una escena de plasticidad onírica adornada con una dulce melodía en la que los protagonistas recuperan la felicidad robada... Patinazo.
10 de abril de 2008
10 de abril de 2008
19 de 26 usuarios han encontrado esta crítica útil
No veo en las críticas profesionales y de compañeros cinéfilos ninguna observación sobre lo que me parece más importante de esta película: la visión de la realidad a través de las postales de la uruguaya del bar y el viejo indiano, Andrea Tenuta y Alfredo Landa, respectivamente. Ese es el hilo conductor de este drama tremendo que nunca se desboca por todo tiende a ser visto como una armonía de luces y colores en busca de la gloriosa, pacífica, amorosa... Luz de domingo.
Todo tiene su punto literario, propio del origen de la historia, desde el propio prólogo que unirá al epílogo en estupendo blanco y negro: un relato conmovedor a través de una distante manera de mirar; distante, sí, pero no fría ni ausente. Por eso los trabajos de los actores son tan estupendos, tan redondos, con especial aplauso para la uruguaya, que me ha impactado por su historia apenas esbozada dicha con una capacidad dramática sobrecogedora. Pero la verdad es que todos están muy bien.
La pareja protagónica da el pego: absolutamente verosímiles en sus peculiares papeles, su drama y su capacidad de adaptación para sobreproteger su amor... con tonalidades de postales.
No soy forofo de las películas de Garci. Muchas de sus versiones de textos literarios no me han gustado, la mayoría. Sí me gustó Tiovivo, pero esta me entusiasmó. Por supuesto, como dice la mayoría, la ambientación, la música, el vestuario y la fotografía son excelentes, pero hay un material ríquísimo y muy profundo en el texto, los personajes, la manera de contar una historia que forma parte indisoluble de acontecimientos caciquiles que duraron siglos en este país y que tuvieron reflejo literario en muchos autores, desde este Pérez de Ayala hasta el Torrente Ballestes de Los gozos y las sombras, pasando por el clasicazo tremebundo de Jarrapellejos, que transcurre en estos mismos años, escrito por un coetáneo de Pérez de Ayala, Felipe Trigo.
Dentro del parsimonioso estilo de Garci, tal vez haya un exceso de sutileza en el lento progreso de la historia, ya que el conflicto se asoma con excesiva debilidad, pero es su manera de contar esta historia cuyo centro esencial está en la nostalgia de una mujer que está allí sin querer estar, y de un anciano que añora la fantástica ciudad que un día conoció... alrededor de estos dos, con su historia aparentemente secundaria, se entreteje una historia de poderosa riqueza poética y social, y un punto romántico-fantástico de quienes sueñan sin conciencia de la fragilidad de sus sueños.
De aquí que entender cursi el final de los enamorados, sin ver la tibia tristeza de los los otros enamorados que cuentan la historia es alejarse mucho del auténtico corazón de la película, película por otra parte injustamente maltratada, que exige serenidad y capacidad de observación por parte del espectador, algo que el ritmo enloquecido en que vivimos y vemos películas no facilita.
Todo tiene su punto literario, propio del origen de la historia, desde el propio prólogo que unirá al epílogo en estupendo blanco y negro: un relato conmovedor a través de una distante manera de mirar; distante, sí, pero no fría ni ausente. Por eso los trabajos de los actores son tan estupendos, tan redondos, con especial aplauso para la uruguaya, que me ha impactado por su historia apenas esbozada dicha con una capacidad dramática sobrecogedora. Pero la verdad es que todos están muy bien.
La pareja protagónica da el pego: absolutamente verosímiles en sus peculiares papeles, su drama y su capacidad de adaptación para sobreproteger su amor... con tonalidades de postales.
No soy forofo de las películas de Garci. Muchas de sus versiones de textos literarios no me han gustado, la mayoría. Sí me gustó Tiovivo, pero esta me entusiasmó. Por supuesto, como dice la mayoría, la ambientación, la música, el vestuario y la fotografía son excelentes, pero hay un material ríquísimo y muy profundo en el texto, los personajes, la manera de contar una historia que forma parte indisoluble de acontecimientos caciquiles que duraron siglos en este país y que tuvieron reflejo literario en muchos autores, desde este Pérez de Ayala hasta el Torrente Ballestes de Los gozos y las sombras, pasando por el clasicazo tremebundo de Jarrapellejos, que transcurre en estos mismos años, escrito por un coetáneo de Pérez de Ayala, Felipe Trigo.
Dentro del parsimonioso estilo de Garci, tal vez haya un exceso de sutileza en el lento progreso de la historia, ya que el conflicto se asoma con excesiva debilidad, pero es su manera de contar esta historia cuyo centro esencial está en la nostalgia de una mujer que está allí sin querer estar, y de un anciano que añora la fantástica ciudad que un día conoció... alrededor de estos dos, con su historia aparentemente secundaria, se entreteje una historia de poderosa riqueza poética y social, y un punto romántico-fantástico de quienes sueñan sin conciencia de la fragilidad de sus sueños.
De aquí que entender cursi el final de los enamorados, sin ver la tibia tristeza de los los otros enamorados que cuentan la historia es alejarse mucho del auténtico corazón de la película, película por otra parte injustamente maltratada, que exige serenidad y capacidad de observación por parte del espectador, algo que el ritmo enloquecido en que vivimos y vemos películas no facilita.
14 de junio de 2008
14 de junio de 2008
20 de 29 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hace tiempo que Garci nos ofrece más de lo mismo. La "Luz de domingo" es una mezcla de "El Crack" y "El abuelo", pero mucho peor que cualquiera de las dos, porque aquéllas (sobre todo la primera, aunque se haya quedado algo "vieja") aportaban algo novedoso y distinto, y sobre todo iban dirigidas a una sociedad muy diferente.
Vestir a los personajes de levita o con gorra, según la clase social, y hacerles hablar como hace un siglo, no es bastante para hacer buen cine costumbrista. A lo sumo, podrá servir para que las instituciones asturianas subvencionen las películas, y para que el personal se crea que le están contando la historia de España. Pero ni esto cuela, ni la buena fotografía y un par de actores consagrados resuelven una película que: a) cuenta un hecho mil veces relatado en la literatura y en el cine, casi siempre mejor que aquí; y b) es predecible, lenta y artificiosa: rezuma el cartón piedra por todas partes. Con Germán Areta vivíamos mejor.
Vestir a los personajes de levita o con gorra, según la clase social, y hacerles hablar como hace un siglo, no es bastante para hacer buen cine costumbrista. A lo sumo, podrá servir para que las instituciones asturianas subvencionen las películas, y para que el personal se crea que le están contando la historia de España. Pero ni esto cuela, ni la buena fotografía y un par de actores consagrados resuelven una película que: a) cuenta un hecho mil veces relatado en la literatura y en el cine, casi siempre mejor que aquí; y b) es predecible, lenta y artificiosa: rezuma el cartón piedra por todas partes. Con Germán Areta vivíamos mejor.
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