Luz de domingo
2007 

6.1
2,527
Drama
Adaptación de una novela de Ramón Pérez de Ayala ambientada en la época del caciquismo. En 1910, en el pueblecito asturiano de Cenciella, la enconada lucha entre dos bandos políticos trae la desgracia a unos seres bondadosos e ingenuos: la pareja formada por Urbano (Álex González) y Estrella (Paula Echevarría). Urbano, el secretario del Ayuntamiento, es un hombre idealista e íntegro que simpatiza con los liberales. Pero es que, además, ... [+]
16 de abril de 2008
16 de abril de 2008
14 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
Para bien del cine español. Y es que en el reino de la oscuridad cualquier rayo de luz por tenue que sea es al menos digno de elogiar. Aunque sea volver a lo de siempre. Garci, Landa, Asturias, Pablo Cervantes...Puede cansar sí, pero reconocer hay que reconocer que por lo menos se disfruta de una inmensa fotografía, de una excepcional música, de unos diálogos enriquecedores (novela del gran Ramón Pérez de Ayala), de una más que resaltable ambientación y de una dirección de calidad.
Sin embargo también hay que reconocer algún fallo en las interpretaciones o más bien algún fallo en la elección de los actores. Por momentos se vislumbra enormes diferencias entre, por ejemplo, unos más que notables Alfredo Landa o Carlos Larrañaga y entre el resto del reparto, especialmente Álex González y Paula Echevarría. Además tampoco les ayuda ese ritmo pausado y poco pasional que Garci da a todas sus "relaciones cinematográficas". Transmite más intensidad y tensión cualquier aparición de Alfredo o Carlos que todas la historia junta por el lado que soportan los dos jóvenes protagonistas.
Por lo demás puede desesperar en algún momento el desarrollo del hilo argumental hasta un final muy a lo Garci mezclando drama y felicidad en apenas dos secuencias y que dejan al espectador un poco aturdido después de haber llevado durante la cinta un tono bastante tranquilo y sosegado, centrándose más en las palabras que en los hechos. Aún así la película merece la pena y alcanza un notable no seguramente por méritos propios (aunque a los amantes de Garci no crean lo mismo) pero si por los deméritos generales del cine español que lo rodea. Bocanada de cine entre la basura.
Sin embargo también hay que reconocer algún fallo en las interpretaciones o más bien algún fallo en la elección de los actores. Por momentos se vislumbra enormes diferencias entre, por ejemplo, unos más que notables Alfredo Landa o Carlos Larrañaga y entre el resto del reparto, especialmente Álex González y Paula Echevarría. Además tampoco les ayuda ese ritmo pausado y poco pasional que Garci da a todas sus "relaciones cinematográficas". Transmite más intensidad y tensión cualquier aparición de Alfredo o Carlos que todas la historia junta por el lado que soportan los dos jóvenes protagonistas.
Por lo demás puede desesperar en algún momento el desarrollo del hilo argumental hasta un final muy a lo Garci mezclando drama y felicidad en apenas dos secuencias y que dejan al espectador un poco aturdido después de haber llevado durante la cinta un tono bastante tranquilo y sosegado, centrándose más en las palabras que en los hechos. Aún así la película merece la pena y alcanza un notable no seguramente por méritos propios (aunque a los amantes de Garci no crean lo mismo) pero si por los deméritos generales del cine español que lo rodea. Bocanada de cine entre la basura.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
A colación de lo que comentaba antes, la desesparación puede venir por parte de esa venganza contenida y retenida que mantiene Urbano durante la segunda parte de la cinta y que puede no ser entendida, de hecho cuesta entenderla. Si bien la venganza se sirve en plato frío, ha de servirla el agraviado y no el abuelo de la agraviada quedando el personaje de Urbano tan tan tan bondadoso como inerte a los sentimientos. Y esa es la sensación final. El abogado idealista y modernista no es capaz de sacar un poquito de corazón ni ante la violación de su mujer. Cuesta identificarse con este personaje. Esta quizás sea la parte menos comprensible de la cinta, al menos o los ojos de espectador.
10 de enero de 2018
10 de enero de 2018
10 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
El protagonista de esta película, González, es un robot. Como robóticas, inhumanas o muertas son la mayoría, y esta especialmente, películas de Garci.
Tan bellas como siniestras en su perfección estática e inerte. Suma de estampas que vienen del otro lado a enseñarnos cómo es el mundo de los no vivos.
De ahí la naftalina, el olor a polvo viejo, a abrigo del abuelo, a armario cerrado, a café con más de un siglo de vida, a cuentos que olvidó aquel indiano recio.
Universo autosuficiente, cerrado, claustrofóbico, mórbido en su obsesión formal, en su aire teatral, agónico, exangüe.
Cromos animados. Fotonovela. Radiocuento. Folletín ilustrado.
Grandes pasiones conservadas en formol. Enormes sentimientos en salmuera.
Santos, ánimas en pena, aparecidos, almas en vela, colección de fantasmas o fantasmones en huelga de hambre o celo, anémicos, acosados por el tedio y la nada.
Maniqueísmo y truculencia. Buenos, malos y escabrosos sucesos. Ñoñería, cursilería y ramalazos de violencia. Gazmoñería, bobería y rabia contenida.
Una historia forzada en sus extremos, preparada en exceso, dirigida con mano de hierro. Sin aire, sin vuelo. A medida que pasan los minutos, cada vez más escasa y más roma. Lo que comienza con cierto aire de fiesta y muestrario de buenas costumbres, va creciendo con aristas políticas y luchas intestinas, para acabar encontrando su sino en el caño más negro, ponzoñoso y obtuso, donde confluyen el bien y el mal cuando estos son muy obvios, pueriles y mentirosos. La parte final es formularia, hierática, imposible. El epílogo, pazguato, enterrado, inasumible.
Otro caso más en la cuenta de Garci, un director único, soberbio, obsesivo, puntilloso, maestro. Muy tahúr, evasivo, falsario, enfermizante escapista y niño, viejo. Como un eterno nene, que se resiste a crecer, pero que sabe más que Lepe, encerrado con un solo juguete. Con las persianas bajadas, el alma envarada, los ojos bien abiertos y las meninges echando humo. Rígido, esclerótico, anclado y muy voluntarioso, de moro, y plástico, fino. Trabajador, perfeccionista y latoso.
Vale.
Tan bellas como siniestras en su perfección estática e inerte. Suma de estampas que vienen del otro lado a enseñarnos cómo es el mundo de los no vivos.
De ahí la naftalina, el olor a polvo viejo, a abrigo del abuelo, a armario cerrado, a café con más de un siglo de vida, a cuentos que olvidó aquel indiano recio.
Universo autosuficiente, cerrado, claustrofóbico, mórbido en su obsesión formal, en su aire teatral, agónico, exangüe.
Cromos animados. Fotonovela. Radiocuento. Folletín ilustrado.
Grandes pasiones conservadas en formol. Enormes sentimientos en salmuera.
Santos, ánimas en pena, aparecidos, almas en vela, colección de fantasmas o fantasmones en huelga de hambre o celo, anémicos, acosados por el tedio y la nada.
Maniqueísmo y truculencia. Buenos, malos y escabrosos sucesos. Ñoñería, cursilería y ramalazos de violencia. Gazmoñería, bobería y rabia contenida.
Una historia forzada en sus extremos, preparada en exceso, dirigida con mano de hierro. Sin aire, sin vuelo. A medida que pasan los minutos, cada vez más escasa y más roma. Lo que comienza con cierto aire de fiesta y muestrario de buenas costumbres, va creciendo con aristas políticas y luchas intestinas, para acabar encontrando su sino en el caño más negro, ponzoñoso y obtuso, donde confluyen el bien y el mal cuando estos son muy obvios, pueriles y mentirosos. La parte final es formularia, hierática, imposible. El epílogo, pazguato, enterrado, inasumible.
Otro caso más en la cuenta de Garci, un director único, soberbio, obsesivo, puntilloso, maestro. Muy tahúr, evasivo, falsario, enfermizante escapista y niño, viejo. Como un eterno nene, que se resiste a crecer, pero que sabe más que Lepe, encerrado con un solo juguete. Con las persianas bajadas, el alma envarada, los ojos bien abiertos y las meninges echando humo. Rígido, esclerótico, anclado y muy voluntarioso, de moro, y plástico, fino. Trabajador, perfeccionista y latoso.
Vale.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Brilla Larrañaga. Landa cumple con lo suyo, cuando se pone trascendente y regio, con cara de enfado y susto. El coro es magnífico, Mánver, Galiana, Algora, Guillén Cuervo, Villén... Fallan los más polluelos. La pareja ñoña que se nos atasca en la garganta por demasiado empalagosa y esos malvados de tebeo que no valen ni como becerros.
14 de febrero de 2010
14 de febrero de 2010
11 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una de las películas de Garci que más me ha gustado, junto con "El abuelo". Me ha sorprendido muy favorablemente porque esperaba más de lo de siempre, ya que últimamente estaba muy repetitivo, pero a pesar de ser una película obviamente "garciniana", fiel al clasicismo del director, tiene una coherencia y una fuerza narrativa muy por encima de su cine más reciente.
Había momentos que me recordaban a una de las grandes obras maestras de nuestro cine: "Los santos inocentes". El papel del cacique está magníficamente interpretado por Carlos Larrañaga, que no tiene nada que envidiar al inolvidable personaje de Juan Diego, y Landa está magistral en su papel de indiano capaz de enfrentarse con toda su dignidad a los corruptos poderes locales. El resto del reparto, también muy garciniano, no desmerece, incluso los dos protagonistas jóvenes están bastante contenidos. Por contraste, el personaje de Toni Costa no se lo cree ni ella, su interpretación es forzada y no convence en absoluto.
Una historia rotunda, consistente, fuerte y conmovedora que no deja indiferente.
Por esta vez, y espero que sirva de precedente, enhorabuena, señor Garci.
Había momentos que me recordaban a una de las grandes obras maestras de nuestro cine: "Los santos inocentes". El papel del cacique está magníficamente interpretado por Carlos Larrañaga, que no tiene nada que envidiar al inolvidable personaje de Juan Diego, y Landa está magistral en su papel de indiano capaz de enfrentarse con toda su dignidad a los corruptos poderes locales. El resto del reparto, también muy garciniano, no desmerece, incluso los dos protagonistas jóvenes están bastante contenidos. Por contraste, el personaje de Toni Costa no se lo cree ni ella, su interpretación es forzada y no convence en absoluto.
Una historia rotunda, consistente, fuerte y conmovedora que no deja indiferente.
Por esta vez, y espero que sirva de precedente, enhorabuena, señor Garci.
17 de julio de 2009
17 de julio de 2009
9 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
El gran nostálgico del cine español ha vuelto. Se llama José Luis Garci y ahora nos ofrece una adaptación de un relato de, nada menos, Ramón Pérez de Ayala. Échale guindas al pavo. Un autor que casi nadie conoce y nadie lee, para un director anacrónico y nostálgico de la España prefascista.
En Luz de Domingo no falta nada de lo que Garci suele ofrecer en sus películas, para lo bueno y para lo malo. No faltan las típicas postales garcianas, fotogramas preciosistas por doquier que delatan su añoranza de tiempos pasados (ya se sabe, cualquier tiempo pasado fue mejor). No falta su ritmo pausado, lánguido, sin ninguna prisa. Tampoco su excesivo regocijo en el costumbrismo más trillado. Pero tampoco faltan las grandes interpretaciones de veteranos del cine español (aquí tenemos a Alfredo Landa, Carlos Larrañaga, Enrique Villén, Manuel Galiana), ni la solidez de lo que se cuenta, aunque aquí da la sensación de que hay más película que argumento, de que todo está estirado al máximo, de que la anécdota es prácticamente mínima. A cambio, eso se compensa con una certera ambientación, con un afinado retrato de la España más caciquil.
En definitiva, es Garci. Para lo bueno y para lo malo. Todos le conocemos, y él tampoco se va a molestar en sorprendernos a estas alturas.
En Luz de Domingo no falta nada de lo que Garci suele ofrecer en sus películas, para lo bueno y para lo malo. No faltan las típicas postales garcianas, fotogramas preciosistas por doquier que delatan su añoranza de tiempos pasados (ya se sabe, cualquier tiempo pasado fue mejor). No falta su ritmo pausado, lánguido, sin ninguna prisa. Tampoco su excesivo regocijo en el costumbrismo más trillado. Pero tampoco faltan las grandes interpretaciones de veteranos del cine español (aquí tenemos a Alfredo Landa, Carlos Larrañaga, Enrique Villén, Manuel Galiana), ni la solidez de lo que se cuenta, aunque aquí da la sensación de que hay más película que argumento, de que todo está estirado al máximo, de que la anécdota es prácticamente mínima. A cambio, eso se compensa con una certera ambientación, con un afinado retrato de la España más caciquil.
En definitiva, es Garci. Para lo bueno y para lo malo. Todos le conocemos, y él tampoco se va a molestar en sorprendernos a estas alturas.
16 de noviembre de 2009
16 de noviembre de 2009
7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Historia hecha para nostálgicos y amantes de los tiempos antiguos, de los comienzos del siglo XX cuando el caciquismo rondaba los pueblos españoles. Aquí Garci nos traslada a Cenciella, un pueblito de cuento de maricastañas tranquilo y acogedor pero donde un líder político podía tomar el dominio total de este. (A la sinopsis ya la vale desmembrando casi lo más interesante de toda la película_la violación a la chica).
Buenas maneras y obra preciosa pero "demasiado Garci", demasiado pausada que a un joven que esta época le queda lejana, le puede llegar a producir un sueño atroz. Así todo de lo mejor del escrupuloso director. El desenlace de un vengativo Landa estaba cantado.
Una voz en off de Larrañaga que sobrecoge solo comparable a las del gran Freeman o más bien a la de su doblador aquí en España y un Landa en su última andadura antes del merecido retiro hacen grande la interpretación del film. Estos veteranos secundarios tapan la actuación de los dos jóvenes protagonistas Paula Echevarría y Álex González.
Además acompaña un carrusel de caras conocidas como Kiti Manver, Fernando Guillén Cuervo, Toni Acosta... que colaboran correctísimos en sus papeles casi de teatro.
Buenas maneras y obra preciosa pero "demasiado Garci", demasiado pausada que a un joven que esta época le queda lejana, le puede llegar a producir un sueño atroz. Así todo de lo mejor del escrupuloso director. El desenlace de un vengativo Landa estaba cantado.
Una voz en off de Larrañaga que sobrecoge solo comparable a las del gran Freeman o más bien a la de su doblador aquí en España y un Landa en su última andadura antes del merecido retiro hacen grande la interpretación del film. Estos veteranos secundarios tapan la actuación de los dos jóvenes protagonistas Paula Echevarría y Álex González.
Además acompaña un carrusel de caras conocidas como Kiti Manver, Fernando Guillén Cuervo, Toni Acosta... que colaboran correctísimos en sus papeles casi de teatro.
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