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Zardoz

Ciencia ficción. Fantástico A finales del siglo XXIII, en la Tierra sólo sobreviven dos razas humanas: los inmortales, una casta privilegiada que no envejece y lleva una vida placentera; la otra raza vive miserablemente y sólo confía en Zardoz, el dios al que veneran. Zardoz decide elegir a unos cuantos hombres, les entrega armas y los adiestra para enfrentarse a los inmortales. (FILMAFFINITY)
Críticas 47
Críticas ordenadas por utilidad
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9
24 de enero de 2010
77 de 101 usuarios han encontrado esta crítica útil
Personalísima obra del genial cineasta británico John Boorman, en la que éste no sólo dirige, sino que también se encarga de la escritura del guión y de las labores de producción. Tengo que reconocer que me ha sorprendido la tibia acogida que el filme tiene por estos lares cuando, personalmente, me parece una película ambiciosa y épica como pocas, pero que, entiendo, allí donde yo he visto ambición otros han podido ver pretenciosidad.

Una película que empieza con un Dios-cabeza voladora de piedra que vomita armas por la boca y que da instrucciones a los hombres para que se maten entre ellos es lo que yo llamo un inicio realmente rompedor y potente. Vuelvo a mirar la nota: ¿un 5.4? ¿Qué estoy pasando por alto? Realmente no lo sé, pero el caso es que la grandiosa distopía que Boorman plantea es de tal calado y magnitud que no puedo hacer otra cosa más que quitarme el sombrero y reverenciar el majestuoso guión.

Los más acérrimos fans de la ciencia ficción (porque esto es ciencia ficción, y no sólo eso: es ciencia ficción dura, nada de fantasía descafeinada que es lo que puede aparentar a primera vista) han de tener esta obra, por obligación, como una de las más grandes historias que recuerdan. Es tan enorme, con tal profundidad, que haría falta lo menos un libro de más de 500 páginas para llegar a decir lo que Boorman nos cuenta aquí en nada más y nada menos que una hora y tres cuartos.

La trama, sin destripar nada, vendría a contar la llegada de Zed (soberbio Sean Connery) a la tierra de los "dioses", lugar donde la clase alta y poderosa se dedica a disfrutar de la vida toda vez que han alcanzado la inmortalidad y tienen a súbditos que trabajan para ellos. Zed, un salvaje, será visto con malos ojos por gran parte de la excluyente sociedad de semi-dioses, pero aceptarán su presencia para estudiarle desde el punto de vista de la ciencia. Según vaya introduciéndose cada vez más en la vida y costumbres de los semi-dioses, irá conociendo mejor sus secretos y se preparará para dar un gran golpe que hará temblar los cimientos no sólo de la sociedad, sino en última instancia de todo el mundo conocido.
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De verdad que no miento cuando digo que no sé por dónde empezar a comentar esta película. La riqueza de matices y de elevados conceptos, tales como el don de la mortalidad (sí, son sólo cuatro palabras, pero su implicación es tan absolutamente sublime que se nos escapa de las manos), el fin de la eternidad, la lucha clasista, los inmortales pidiendo que les maten; repito: inmortales pidiendo que les maten.

Altos conceptos todos ellos que se entremezclan con una historia de ciencia ficción en la que lo que en un principio parece pura fantasía se nos desvela como un truculento e inhóspito futuro en el que un grupo de científicos decidieron encerrarse alejados del resto de la sociedad y crear su particular edén en que vivir. Pero todas sus grandes esperanzas se transformarán inevitablemente en un despiadado mecanismo de control que termina por dominarles. La llegada de Zed resulta ser de todo menos casual, y su creación a través de la elección de los ADN más propicios termina por empezar a cristalizar y ofrecernos las implicaciones que toda la compleja historia mantiene y que empezamos a desentrañar y comprender.

Ambiciosísima producción que quizás por su alto contenido conceptual y abstracto la ha alejado de su verdadero público, cuando la gente venía esperándose encontrar con la película de turno de género fantástico: leve y superficial, más o menos entretenida y fácilmente olvidable. El terreno que Boorman toca puede ser muchas cosas, pero para nada es superficial. Es totalmente trascendental, alcanzando cotas de abstracción que verdaderamente pueden llegar a incomodar por su enorme densidad y pesadez conceptual.

Dicho todo esto, mantengo mi desconcierto por la bajísima nota de la que hace gala este gran filme del no menos genial Boorman. No lo entiendo del todo, pero sí en parte. Creo que el principal problema es de expectativas, pues el filme ofrece mucho más de lo que aparenta, además de alejarse completamente de la fantasía para adentrarse en la ciencia ficción más metafísica. Por otro lado, quizás también sea aconsejable enfrentarse a ella con un cierto bagaje previo en este tipo de historias para no salir totalmente escaldado. No se me malinterprete: no digo que los que no la consideren tan redonda como yo no la hayan entendido, ni mucho menos. Quizás la han entendido mejor que yo y por eso la han puesto en su sitio. Pero lo cierto es que esta película me ha transmitido muchas y muy diversas sensaciones, y todas ellas bastante atractivas.
6
14 de agosto de 2009
37 de 49 usuarios han encontrado esta crítica útil
Después del incontestable éxito de “Deliverance”, Boorman podría haberse embarcado en cualquier producción hollywoodiense de alto presupuesto. Sin embargo, fiel a su estilo, prefirió rodar una rocambolesca historia de ciencia ficción, escrita y producida por el mismo, al lado de su casa en Irlanda y por cuatro duros.
Lo primero que llama la atención de “Zardoz” es lo mal que la ha tratado el tiempo: si “Infierno en el Pacifico” a ganado con el paso de los años, esta claro que “Zardoz” fue sobrevalorada en su día.
En su búsqueda de “autoria” Boorman pergeñó una historia complicadísima, llena de matices y de una imaginación apabullante. Casi nadie la entendió en su día y hoy por hoy tampoco es nada fácil de comprender, aunque probablemente resulte más fácil por elementos “adelantados” como la idea de un ente “ordenador” que conecta a todos los humanos (el Tabernáculo) o la reproducción genética.
Tras unos primeros 20 minutos realmente fascinantes y misteriosos (los títulos de crédito son de lo mas turbadores que soy capaz de recordar) la historia se detiene dentro del Vortex y Boorman se explaya contándonos la vida y costumbres de los inmortales. Y aquí la cosa empieza a encallar: los decorados, vestidos y amaneramientos de los inmortales podrían ser muy interesantes en los años 70, pero a día de hoy resultan petulantes, ridículos y groseramente ambiguos. Hasta el punto de que la carga de profundidad que Boorman suelta a modo de crítica a la sociedad queda soterrada a los ojos del espectador contemporáneo. Y es una lastima porque la trama tiene miga y lecturas muy interesantes.
Para la fotografía Boorman contó (otra constante en su cine) con uno de los grandes: Geoffrey Unsworth, y el uso de la 7ª Sinfonía de Beethoven es un gran acierto (seria usada después, en un plagio torpe, por Alex Proyas en esa cinta con Nicolas Cage cuyo nombre ni recuerdo).
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Los personajes evolucionan y es de agradecer. El mayor acierto de la película es el hecho de que media un abismo de lo que intuyes al principio a lo que resulta ser al final.
Esta es una película de las que te obligan a replantearte todo lo visto anteriormente, empezando por el personaje de Sean Connery, que pasa de ser un exterminador ignorante y curioso, a ser nada menos que el Mesias.
La miga de la historia reside en que, del leit motiv obsesivo de Boorman (el hombre contra la naturaleza, donde la naturaleza es la “buena” por supuesto), cuando el argumento se nos presenta en su totalidad, el fresco que podemos contemplar no sabemos si es una especie de delirante y aparatoso “suicidio colectivo” o una enrevesada venganza de la naturaleza contra el hombre que osa oponerse a sus designios (todo muere).
Así, el Tabernáculo, ósea la conciencia y la inteligencia de todos los inmortales, envía a Arthur Fryn a enseñar y guiar a Zed, para que este entre en el Vortex y acabe destruyéndolo. ¿Un sinsentido?. El dialogo final es conscientemente ambiguo:
(Fryn): Yo seleccioné tus antepasados, te enseñé, te dejé entrar en la cabeza de piedra, te guié…
(Zed): Y yo he mirado a los ojos del que te metió esas ideas en la cabeza. Te engendraste y enviaste a ti mismo.
¿Quién es el primer motor de todo esto?
8
31 de enero de 2016
25 de 32 usuarios han encontrado esta crítica útil
Merlín capturó la esencia omnisciente de todo un universo en un anillo, y lo replicó. Su fin era penetrar en el plano D&d y encontrar el templo de los monjes de la montaña sagrada de Thai'San y conseguir que éstos le enseñaran sus secretos de la magia para ser aún más poderoso y poder dominar el espacio-tiempo.
No visitó dicho templo solo, lo acompañaron Yerlow Madoc y Pérgamo, magos amigos y sedientos de conocimiento como él.
Pasó las pruebas gracias al anillo que trajo consigo y después lo dejó escondido en un plano "baúl" diseñado por él.
Para que el plano "baúl" se sustente requiere de habitantes, y ya de paso les sacas provecho, y ya de paso experimetas con ellos, y ya de paso te diviertes viendo su evolución a lo largo de sus eras.
Zardoz transcurre en uno de estos planos del mago Merlín.
Menudo Dungeon más bueno... quiero decir, película.
4
18 de febrero de 2010
45 de 74 usuarios han encontrado esta crítica útil
Vamos con una que entra de lleno en el top ten de películas más pretenciosas de todos los tiempos: “Zardoz”. El por entonces chico con estrella John Boorman, que cada producto suyo se vendía como el oro por entonces y sin embargo era cada vez peor, llegó al penúltimo dislate (lo superaría con creces con la secuela de “El exorcista”) con esta película que no puede catalogarse de otra forma que de absurda.

La historia es pura macedonia de frutas, que si un dios que echaba armas por la boca en plan mago de Oz, la inmortalidad como un mal que se desea terminar por parte del que lo padece, los efectos especiales de película amateur, algunos de los diálogos más horribles que recuerdo, Sean Connery que parece disfrazado para el carnaval de Cádiz y encima toda ella más aburrida que los cuartos de final de la OTI.

Pudo ser peor es cierto, estuvo a punto de protagonizarla Burt Reynolds que venía crecido de la sobrevaloradísima “Deliverance”. Hubiera sido ya el despelote.

Ya saben, si quieren saber cómo NO será el mundo en el año 2293 (menudo caradura Boorman) no tienen más que ver esta obra que ahonda sobre el celibato futurístico, casi nada.

Nota; 3.8.
9
15 de enero de 2012
18 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
La verdad es que no me lo esperaba. Puedo decir sin temor a equivocarme que no he visto aún una pelicula que diga tanto en tan poco. No es para verla solo una vez, estoy seguro de que se me han escapado un montón de detalles. Son tantas las ideas, metáforas y matices que nos presenta que no basta con una sola vez.
La peli es un regalo para aquellos a los que nos gusta urgar debajo de la superficie. Rasca, rasca un poco, presta atención, métete dentro de la piel de Zeta y te sumergirás en el mundo de Oz, pero recuerda, si llegas a donde él llega, ya nunca volverás a ser el mismo.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Creo que si la gente no le ha dado mas nota, es porque se han quedado en la superficie, no han ido mas allá. Solo han visto una peli de ciencia ficción con gente rara, vistiendo raro, diciendo y haciendo cosas raras en un mudo raro.
Para mi es una obra de arte que aún no ha sido apreciada y reconocida en su justa medida. Quien sabe, quizá algun dia.
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