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Mister Arkadin

Intriga. Thriller. Cine negro. Drama Un marinero encuentra a un hombre moribundo que antes de expirar dice un nombre: Mister Arkadin. Después de una serie de pesquisas, el marinero da con el misterioso personaje: un millonario, dueño de un imperio industrial y financiero, que vive encerrado con su hija en una mansión de la Costa Azul. Una vez localizado, el propio Arkadin, que padece amnesia, pide que se haga una investigación sobre su pasado. (FILMAFFINITY)
Críticas 27
Críticas ordenadas por utilidad
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6
19 de abril de 2008
75 de 78 usuarios han encontrado esta crítica útil
Filmada por Welles antes de "Sed de mal" o "El proceso", por su acabado parece sin embargo una de sus precarias películas tardías.

Centra el argumento una interesante intriga generada por el misterioso Mister Arkadin, multimillonario de origen oscuro. Aduciendo un problema de amnesia, encarga a un supuesto agente un informe confidencial sobre su pasado, un trabajo de apariencia sencilla (el 'confidential report' del título alternativo). Arkadin quiere que el informe aclare decisivas lagunas de su propia historia personal.
Las primeras averiguaciones en diversos escenarios internacionales apuntarán a una enigmática trama, con un trasfondo bastante más ramificado y abismal de lo previsto.
Durante el tortuoso desarrollo de la investigación, Welles trata con insistencia algunos de sus temas favoritos: la búsqueda de la identidad, el desciframiento del yo, y también la confusión entre verdad y simulación o engaño.

La película fue producida problemáticamente en España, durante uno de los exilios europeos del cineasta. En el rodaje, las tensiones entre él y su mentor Dolivet a causa del incumplimiento de plazos, la asfixia financiera y la participación de la aristócrata Paola Mori fueron tales que derivaron en demanda judicial. Welles terminó perdiendo el control del montaje, que pasó a manos de los productores, y consideró el resultado definitivo muy lejos de su Arkadin original.
En entrevista con Bárbara Leaming, el 19 de febrero de 1984, declaró que la versión proyectada en los cines "convertía en chapuza el mejor argumento cinematográfico que yo había ideado".
Y lo cierto es que la película parece realizada precipitadamente, montada a tijeretazos y grabada con brusquedad, falta de una supervisión cualificada. Deja demasiado al descubierto algunos de los defectos artísticos de Orson Welles: ampulosidad, desmesura, exageración y egocentrismo. El guión se basa en una novela corta del propio cineasta, publicada en París en 1954. Tal vez esta duplicación (novela y guión-película del mismo autor) ocasione un efecto 'Welles al cuadrado', excesivo. Se aprecia en el chocante abuso del contrapicado, por ejemplo; o en los planos de un Orson Welles semejante a un rey de la baraja francesa mirando fijo a cámara, con teatralidad tremenda. El otro actor protagonista, Robert Arden, no consiguió acoplarse al estilo.

Son curiosas las localizaciones españolas, con una Segovia dominada por las obsesionantes torres del Alcázar. Y con una delirante mascarada goyesca, a cuya entrada, como en todas las fiestas de Arkadin, los participantes han de beber un vodka triple, para irse entonando.

Con todo, en el desigual balance hay destellos del genio Welles que llenan de viveza el conjunto, como en la visita al amaestrador de pulgas o al anticuario-chamarilero; la poderosa escenificación, en general.
Visto hoy, dicho conjunto parece involuntariamente posmoderno o deconstruido, lo que no deja de volverlo interesante.
8
24 de febrero de 2010
24 de 26 usuarios han encontrado esta crítica útil
Impactante, polémica, vanguardista, incompleta, megalómana, trepidante, genial, filosófica... estos son solo algunos de los adjetivos que merece este film, wellesiano hasta la medula, odiado y amado a parte iguales por los aficionados, que pertenece a ese grupo de películas realizadas en Europa pocos medios y acabados formales dudosos que en muchas ocasiones oscurecían y ocultaban la genialidad del director. Mr Arkadin es uno de los casos más evidentes de ello. Welles dijo que el resultado final impuesto por los productores no tenía nada que ver con la idea original, en sus palabras 'la más brillante con que nunca trabajo'. Lo cierto es que el guión está lleno de lagunas e inexactitudes, pero poco importa ante las intenciones del director y la poderosa personalidad temática y visual que le imprime al conjunto. Welles se apodera del film desde su apabullante presencia física (impresionante cada vez que cuenta una historia), reforzada por los planos desde abajo y las limitadas dotes del resto de los actores, pero en particular aplicando su marcadísima personalidad en su personaje, en cada plano y limitándose a hablar de lo que le interesa, de los mecanismos del poder, de la influencia del pasado y el paso del tiempo o las máscaras bajo las que se ocultan las personas. El argumento y la trama se vuelven triviales ante los temas en los que decide centrarse. Puede que el resultado no esté tan pulido como los mejores trabajos de Welles, pero, incluso sin haberla montado él, mantiene un ritmo trepidante y sabe imprimirle a menudo su genialidad tanto en la puesta en escena (impecable toda su parte inicial) como en su genial catálogo de personajes secundarios. Una vez más el 'que habría pasado si Welles hubiera tenido el control total' vuelve a ser inevitable, pero sigue manteniendo unos niveles de talento y virtuosismo indiscutibles, de los que hacen el gran cine.
7
23 de marzo de 2010
17 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hizo el trotamundos Welles dos películas en España: esta y la mítica "Campanadas a medianoche". Y en "Mister Arkadin" confluyen con ejemplaridad todas las limitaciones y problemas que soportó Welles para enmendar sus proyectos que de su idea original quedaban desvirtuados y manipulados, directa o indirectamente.
Es "Mister Arkadin" una obra menor por ello, es la historia del "hermano pequeño de Charles Foster Kane", la historia de un multimillonario hombre que no recuerda su pasado, en un arguemnto sofisticadísimo, abigarrado, resultando una película desbordante y caótica, fallida y pretenciosa también, pero de singular complejidad y autonomía artística en su modestia de medios, de un estilo inconfundible e intachable, de un barroquismo argumental, de personajes (inenarrable galería de personajes en un reparto completado por Michael Redgrave, Amparo Rivelles, Akim Tamiroff, Katina Paxinou...) y puesta en escena puramente wellesiana.
Queda lejos de sus poderosos propósitos, tiene baches de guión y de estructura nítidos pero es un film netamente reivindicable.
7
23 de diciembre de 2016
17 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Mr. Arkadin" es uno de esos filmes itinerantes construidos sobre el protagonismo eventual y consecutivo de personajes episódicos a los que el presunto héroe sirve de introductor. No sabemos si esto se hizo por motivos de producción (es más que probable) o porque Orson Welles estaba interesado en dar trabajo temporal a sus amigos (también es más que probable). Un personaje, un espacio diferenciado, una escena completa, una historia. Pequeñas películas que se van engarzando. Hitchcock hizo así dos maravillas, "Cortina rasgada" y "39 escalones".

Enmarcadas en ese mecanismo "un personaje/una escena", en la versión española aparecen Amparo Rivelles en el papel de la baronesa y la gran Inés López de Heredia encarnando a Sofía, antigua amante de Arkadin. La Rivelles ofrece una actuación elegante, con un punto de sensualidad muy a su gusto (el juego con el cigarrillo que fuma), aunque algo superficial. Inés López de Heredia, dama del teatro español cuya figura esta película preserva para la posteridad, a pesar de su estilo declamatorio pasado de moda y poco cinematográfico, es una presencia escénica imponente. Sentada, sin movimiento corporal, domina la secuencia con una seguridad portentosa.

Sin embargo la versión que Welles consideraba como principal es la inglesa y eso se nota. Suzanne Flon compone una baronesa admirable, de mucho más calado que la de Amparo Rivelles. Aporta al personaje matices distintivos de la vieja aristocracia europea, ese imposible refinamiento embarrancado por la decadencia, haciendo oscilar sus reacciones entre la dignidad y falso pudor.

Lo de Katina Paxinou con el personaje de Sofia habría que comentarlo aparte, aunque mi norma es no extenderme con lo que no es posible describir. Incendia la cámara desde que aparece, y lo hace sin inmutarse, sin apenas esfuerzo. En el núcleo de este reportaje confidencial hay un secreto juego de espejos muy wellesiano concebido por el personaje que da título a la película, que nos va interesando o dejando indiferentes en según qué momentos. Sin embargo, el centro de gravedad de "Mr Arkadin", y esto lo comprendemos al ver la versión inglesa, es la vieja estafadora Sofía, el origen y el destino de las corrientes emocionales que la historia desencadena.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
El cine es fragilidad, el celuloide es sensible a los matices del rostro, y no me refiero a su fisonomía. Es capaz de captar las arrugas del sentimiento que la escena teatral pasa por alto. El teatro es la voz, el cine es la mirada. Para que una mirada incendie la pantalla hace falta un director que sepa provocar la ocasión, capturar el acontecimiento y hacerlo inteligible a nuestros sentidos. Ese es el trayecto mínimo que hizo Víctor Erice en una famosa escena de "El espíritu de la colmena", creó con una sola mirada de Ana Torrent el equivalente a un universo.

En "Mr. Arkadin" apenas hay un plano que no tenga una angulación anormal. Está diseñada para ser grandiosa, pero es demasiado ingenua para ser profunda, demasiado ampulosa para ser grande, demasiado exigente consigo misma para ser coherente. No obstante su fracaso como película supone una extraña reivindicación del minimalismo. El contraplano totémico de Orson Welles (en la secuencia del camarote que protagoniza con Patricia Medina), la amargura inclasificable de Akim Tamiroff , la divertida extravagancia de Mischa Auer, el genio dinámico de Michael Redgrave, la delicadeza de Suzanne Flon y, especialmente, el fulgor de Katina Paxinou, todo ello encendido, atrapado y entregado a nuestra mirada por el fuego creativo de Welles, la hacen grandísima.
1
23 de noviembre de 2010
25 de 38 usuarios han encontrado esta crítica útil
Admito que mi opinión sobre esta película es limitada: se basa en los 58 minutos escasos que concedió mi paciencia, después de un malogrado segundo intento por verla completa en apenas tres días. En mi caso, el abandono de una película por que no me interesa, no me la creo, me aburre, o no aprecio valores cinematográficos destacables merece la máxima pena que en FA es un 1.

En su comienzo la película parece seguir con cierta brillantez la conocida máxima de Cecil B. de Mille (“una película debe empezar con un terremoto y a partir de ahí seguir in crescendo”). Sin embargo, tal halagüeña introducción se malogra vertiginosamente en cuanto al protagonista imbuido de un furor viajero titánico (o de un don de la ubicuidad portentoso) comienza un road show que le lleva a entrevistarse en sus pesquisas con personajes gratuita y unánimemente estrafalarios que le van dando pistas a cuál más confusa para él y para el espectador, en un galimatías de guión que, como suele ocurrir en estos casos en que se falla a la regla de oro de la “claridad narrativa”, trata de camuflar las carencias del material narrativo.

Los alardes técnicos “ostentoreos” (picados, contrapicados, planos tumbados por aquí y por allí...) son arbitrarios e improcedentes. Ni siquiera se puede decir que sean “enfáticos” pues dado la extralimitación en su uso no tienen el propósito de subrayar pasajes determinados sino que se quedan en eso, vacua pirotecnia técnica. A veces consiguen resultados cargantes: véase el picado y contrapicado en la torre del Alcázar de Segovia donde el protagonista parece hablar con un Orson Welles que debe medir unos 2 metros y medio aproximado dada la posición relativa en la que la cámara coloca a ambos personajes.

Los diálogos también pretenden ser ingeniosos y sutiles recurriendo a una artificiosa aceleración en las replicas y contrarréplicas que se intercambian los personajes, recurso fallido pues que los personajes vayan pasados de vueltas en sus diálogos no da a los mismos el marchamo de genialidad. Hay un pasaje del guión que resulta descacharrante; con la estampa del Alcázar de Segovia al fondo, el protagonista que viene con otra chica se supone desde Francia dice algo así como “no hay duda de que es un castillo Español” y la otra responde “si, estamos en España”. Momento estelar del cine.

En fin, esta es una de esas peliculitas que perpetraban de vez en cuando los grandes maestro del cine y que se presta a que los entendidos y críticos disculpan indulgentemente su condición de autentica castaña pilonga con prolijas anécdotas sobre las vicisitudes que tuvo que pasar la película, que si no había financiación, que si el montaje no era el previsto por Welles, que si patatín que si patatín...todo ello interesante desde la pedantería acostumbrada por la critica pero que a mi no me condiciona en su valoración como producto final.

Y yo con lo que he visto tengo suficiente para cascarle un 1.
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